Max_Demian
Puta rata traicionera
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- 17 Jul 2005
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Ahhh... la vida, ¿eh? ¡cómo es la vida! La vida da vueltas y más vueltas y nosotros... ¡pobres nosotros! Apenas nos damos cuentas de que somos los títeres del tiempo y del terror. Yo reconozco que me escondo en internet del mundo, me pongo mi máscara de payaso triste, que lo mismo hace reír que da pena, y me paso las horas mirando esta pantalla.
Dicen que la actitud que tengamos frente a la vida determina las cosas que nos ocurren, pero eso no es verdad. Al menos yo creo que no es verdad. Cuando la vida te golpea muchas veces no puedes poner buena cara. Yo creo que hay mucha gente que no ha sufrido de verdad y sin embargo juzga a los que sí lo han hecho. Es una cuestión de educación en gran parte. Qué sabe la gente de la muerte... ¿Quién de los presentes ha besado el cadáver de un ser querido? La persona que más quieres en este mundo yace tendida en su cama, tapada con una sábana. La gente llora y mira hacia el suelo. Entonces llegas tú y destapan el cadáver para que se te quede grabado ese rostro en lo más profundo de tu alma para siempre. Y no te quedas ahí, sino que besas una mejilla contraída por el rigor mortis incipiente. Aún no se ha enfriado del todo.
Tras una noche en la apenas duermes, con el estómago encogido y la sensación de que no puede estar sucediendo tal cosa, ves como abren el ataúd para darle el último adiós antes de meterlo en el horno crematorio. Te asomas y te deslumbra la palidez de la muerte, te inclinas y besas una frente dura como el mármol, y fría, porque ha estado más de veinte horas en una cámara frigorífica. Luego se lo llevan y a las dos o tres horas ya tienes una urna con cenizas aún calientes. Eso es todo.
Después viene la sensación de extrañeza, en la comida y la cena hay un hueco en la mesa, sobran un juego de cubiertos, una servilleta y un vaso. En cambio los autobuses siguen saliendo a sus horas, la televisión emite los mismos programas, la vida sigue demostrándote que este mundo no vale la pena, que es todo una fantasía, que en realidad todos estamos terriblemente solos.
Pasan los días, las semanas, los meses... y poco a poco se vuelven a oír risas en la habitación de al lado y charlas en la cocina acompañadas de café y tabaco. En cambio su habitación vacía te recuerda que no tienes derecho a ser el de antes. La felicidad te ofende. El mundo se ha quitado su disfraz de hada y te mustra su verdadero aspecto diabólico e inmundo. La gente ya no es gente, son cerdos revolcándose en el barro. Y cuando te quieres dar cuenta estás metido en un pozo profundo, muerto de frío y de miedo, incapacitado, desilusionado, destrozado por dentro.
Ahhh... la vida, ¿eh? ¡cómo es la vida! La vida da vueltas y más vueltas y nosotros... ¡pobres nosotros! Apenas nos damos cuentas de que somos los títeres del tiempo y del terror. Yo reconozco que me escondo en internet del mundo, me pongo mi máscara de payaso triste, que lo mismo hace reír que da pena, y me paso las horas mirando esta pantalla.
Dicen que la actitud que tengamos frente a la vida determina las cosas que nos ocurren, pero eso no es verdad. Al menos yo creo que no es verdad. Cuando la vida te golpea muchas veces no puedes poner buena cara. Yo creo que hay mucha gente que no ha sufrido de verdad y sin embargo juzga a los que sí lo han hecho. Es una cuestión de educación en gran parte. Qué sabe la gente de la muerte... ¿Quién de los presentes ha besado el cadáver de un ser querido? La persona que más quieres en este mundo yace tendida en su cama, tapada con una sábana. La gente llora y mira hacia el suelo. Entonces llegas tú y destapan el cadáver para que se te quede grabado ese rostro en lo más profundo de tu alma para siempre. Y no te quedas ahí, sino que besas una mejilla contraída por el rigor mortis incipiente. Aún no se ha enfriado del todo.
Tras una noche en la apenas duermes, con el estómago encogido y la sensación de que no puede estar sucediendo tal cosa, ves como abren el ataúd para darle el último adiós antes de meterlo en el horno crematorio. Te asomas y te deslumbra la palidez de la muerte, te inclinas y besas una frente dura como el mármol, y fría, porque ha estado más de veinte horas en una cámara frigorífica. Luego se lo llevan y a las dos o tres horas ya tienes una urna con cenizas aún calientes. Eso es todo.
Después viene la sensación de extrañeza, en la comida y la cena hay un hueco en la mesa, sobran un juego de cubiertos, una servilleta y un vaso. En cambio los autobuses siguen saliendo a sus horas, la televisión emite los mismos programas, la vida sigue demostrándote que este mundo no vale la pena, que es todo una fantasía, que en realidad todos estamos terriblemente solos.
Pasan los días, las semanas, los meses... y poco a poco se vuelven a oír risas en la habitación de al lado y charlas en la cocina acompañadas de café y tabaco. En cambio su habitación vacía te recuerda que no tienes derecho a ser el de antes. La felicidad te ofende. El mundo se ha quitado su disfraz de hada y te mustra su verdadero aspecto diabólico e inmundo. La gente ya no es gente, son cerdos revolcándose en el barro. Y cuando te quieres dar cuenta estás metido en un pozo profundo, muerto de frío y de miedo, incapacitado, desilusionado, destrozado por dentro.
Ahhh... la vida, ¿eh? ¡cómo es la vida! La vida da vueltas y más vueltas y nosotros... ¡pobres nosotros! Apenas nos damos cuentas de que somos los títeres del tiempo y del terror. Yo reconozco que me escondo en internet del mundo, me pongo mi máscara de payaso triste, que lo mismo hace reír que da pena, y me paso las horas mirando esta pantalla.