La guerra es jodida.
FLYING HIGHWAY PATROL F11KXZ-2casiopea
Con uno de estos le abrí la cabeza a mi primo Carlos de Santa Pola, a base de hostias a hélice limpia.
Recuerdo que me tenía unos celos espasmódicos aquel chaval, era cruzarse con mi mirada y -por aquella edad- encendérsele las retinas como un morlaco acechando el burladero. Encima resoplaba y gruñía en plan esquizo el muy hijo de puta, lo cual para un acojonado de mierda como yo no era nada de recibo cuando tenía que acudir a la puntual cita en que cada año me tocaba verle el geto. Os pongo en situación: el chaval -que ya de por sí traía el ralentí subido de vueltas-, al ver que
SU abuela sacaba unas natillas para compartir entre los 2, comenzaría a sentir un bullicio interior digno de una fragua o algo, no sé, porque a cada cucharada que me daban de aquel divino manjar casero, comenzaba a ser poseído por el espíritu del mismo belcebú y mientras su madre le daba cucharadas el muy cabrito no me quitaba la mirada de encima. Tragaba de forma nerviosa y clavaba toda su rabia en mi entrecejo, mientras yo mantenía mi gaznate al margen de tanto odio para poder degustar aquel mejunje de dioses, que al fin y al cabo era la única razón por la que no salía corriendo de aquel ambiente de hostilidad e inminente batalla. El caso es que a medida que íbamos terminando la cosa, parece que el tío me vió soltar alguna mueca de placer o algo al saborear las natillas, y ahí salió de si mismo... el cielo se ennegreció... el gruñido que emitió el cabrón dejaba al niño de
El Resplandor a la altura de Pedro el de Heidi disfrazado del policía de Village People... el desgraciado, todo poseído intentó entonces soltarse como fuera del regazo de su madre (tendríamos como 7 u 8 años, tampoco estábamos para tanta mariconada) y ante la resistencia de ésta, el
miura se enrojeció hasta llegar a la locura, pisó fondo y cuando tenía el carburador a punto de cortar inyección, salió como un misil a chorro despedido hacia mí profiriendo la ilustrativa leyenda de "aaaaaaaaaaaaaaaaarrggggssshhhhhhhh tteeee matooooooooooooooooooooooohhhhh".
La furia de la bestia se acababa de desatar.
Cuando le ví venir, durante los 3 nanosegundos que calculé que tardaría en abalanzarse contra mi esquelético semblante, conseguí percatarme de que en la habitación contigua guardaba el flamante helicóptero que su madre me acababa de regalar, con el que había estado jugando hasta poco antes del episodio psico-
bélico. Recordé en un instante su potente chasis y la consistencia de su estructura, así que salí disparado hacia la habitación e hice de él mi coraza, me armé de valor y cuando el muy esquizo se abalanzó hacia mí le eché cojones y empecé a soltarle a todo nervio, sin pensar, hostias y hostias con el helicóptero mientras lo sostenía de la parte posterior a modo de maza o bate de béisbol improvisado. Le di tanta estopa que las hélices parecían relojes fundidos de Dalí, por poco le abro la chufa como a una sandía. Aunque el muy cabrón lo merecía y yo lo sabía, al final me acabó dando un poco de pena viéndolo sollozar a lágrima suelta sin dejar de toquetearse la cabeza, en concreto la parte superior, que la debía tener como un campamento de topos
Moraleja: Como apunta la señora Konstancia, poca belleza guardan las imágenes que a nosotros, hijos del siglo 20, nos ha tocado ver por culpa de la guerra y demás inmundicias propias del ser humano. Tal vez el ánimo bélico permanezca en nosotros como una semilla innata del odio que ha forjado nuestra supervivencia a lo largo de siglos de evolución, es por ello que creo que las guerras de hace mucho tiempo podían albergar cosas dignas de ser admiradas, exaltadas e incluso mitificadas. La lucha en nombre de Deus, de la libertad usurpada... de nuestro trabajo alienado o nuestros derechos absolutamente ninguneados... la lucha por la verdad, por el equilibrio de la humanidad... todo eso lo veo coherente y lamentablemente necesario para que nuestra sociedad sea hoy lo que es, y de esos episodios quedan legados de arte puesto a la disposición del poder, tanto terrenal como divino, que son altamente aptos para que nos pajeemos frente a lo que representan.
Pero aquellos eran otros tiempos, no es comparable luchar para poder ser un ser humano digno, por la libertad o por un plato de natillas, que luchar por tener el depósito del coche lleno, comprarme una isla en el Pacífico o instalarme un DVD en mi Jet privado para ver en las noticias como la palma un tercio del mundo por no tener qué echarse a la boca.
Sí, me he puesto trascendental y un poco Gandhi, qué pasa. Tal vez tendría que haber hecho la mezcla con agua