Hace un tiempo fui a devolver una camiseta molona que compré en el maremagnum porque estaba aguebada por la parte de atrás del cuello. Llego y me pruebo ropita como a mi me gusta, deleitándome en el espejo con mis brazos fibraos y venosos. Pues me acerco al mostrador y me atiende una chiquilla bastante guapa y jamona para mi gusto. Como el precio de lo que iba a devolver era superior a lo que habia pillado me sugirió que comprara algun calzoncillo y yo dije "gñe!". Me muestra unos que decia que eran muy destroyer (la verdad es que ya no estoy seguro si dijo eso porque en esos instantes estaba bastante descolocado). Me rallé con lo de los gallumbos y le dije que mejor otro dia. Entonces, como tenia que devolverme la diferencia, me dijo que tenia que rellenar un formulario con el nombre, teléfono, etc. Con la tonteria no me acordaba de mi número, así que improvisé como cuando te pillan colándote en el metro y das una dirección falsa. Normalmente no me pongo nervioso delante de una chica guapa y simpática como ella (próximamente os contaré, en exclusiva, uno de mis métodos de entrenamiento) pero empezaron a aparecer tímidos tartamudeos. Salí de allí más rojo que la selección de Del Bosque y al llegar a casa y revisar la factura vi su nombre y desde entonces no puedo dejar de pensar en ella.