sperman
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He sido participante de la Ruta Quetzal 2004. Antes de nada dejar claro que fue lo mejor uqe me ha apsado en esta vida. Pero tambien decir que hay un lado oscuro que queremos que la gente conozca, para intentar acabar con él. Me gustaría que leyeseis el texto entero... Para m´sa información, lo que les está pasando a los ruteros del 2005 en www.rutaqutezal.com en el foro ("Ruta quetzal: la verdad" se titula el topic allí).
Hace ya 13 meses empezó mi sueño: la Ruta Quetzal. Conseguí ser elegida como rutera, gracias a un cuento que escribí. 20 páginas bajo el título “**********”, que me costaron dos meses de trabajo, de vivir en una biblioteca entre libros, enciclopedias, y páginas de internet. Pero el esfuerzo, las noches sin dormir escribiendo hasta la madrugada, el bajón en las notas por la falta de tiempo para estudiar, los nervios, las lágrimas y las ganas de tirar la toalla merecieron finalmente la pena. Allí estaba yo, con dos mochilas a cuestas, frente a un cartel con la silueta de un Quetzal y rodeada de otro centenar de jóvenes manojos de nervios.
Ahora me doy cuenta de que haber llegado hasta ahí tuvo mucho más mérito del que yo creía. En teoría eran 150 las plazas para españoles, y 50 para hijos de trabajadores del BBVA. Eso de 150 es una forma de hablar, pues MUCHAS estaban ya reservadas para los “hijos de” (hijos de banqueros, políticos… los que siempre mueven los hilos). Realmente las plazas a las que yo podía acceder eran muchas menos.
Para mí la Ruta representaba un sueño que ahora veo venirse abajo. Significaba aventura, sacrificio, ilusión, esfuerzo, amistad, compañerismo, lugares de ensueño… Sabía que me esperaban pocas horas de sueño, mala comida y largas caminatas. Pero lo que no sabía es que me tendría que enfrentar a otras cosas mucho peores.
Cosas como la CENSURA, la DISCRIMINACIÓN hacia los que no interesábamos por no ser espectaculares. Y discriminación hacia los que sí lo eran: los indígenas a los que la Ruta parecía llevar más por la imagen de integración que por los méritos de los chavales. Los ENCHUFES, y no sólo entre expedicionarios, sino entre el grupo de los “adultos” (entre los que se supone que debían cuidarnos y organizarnos. De nuevo, pocas plazas se alcanzan por méritos propios, y muchas por ser hijo de quien conviene). El ACOSO a algunas mujeres y niñas por parte de cierta persona. Los INTERESES TELEVISIVOS, que hacían más valiosa una buena toma que nuestra salud o seguridad. El TOTALITARISMO, que obligaba a callarnos las protestas que más de una vez tuvimos en la boca.
El resultado viene viendose desde hace tiempo. Poco a poco, los auténticos creyentes en este proyecto, que es en sí una idea mágica, que pretende unir a jóvenes de diferentes culturas (y que lo consigue, todas esas cosas antes mencionadas no evitaron que entre nosotros surgiese una amistad sincera y profunda), mostrarles nuevos caminos en la vida, abrir sus mentes y sus corazones y enseñarles que el sacrificio y el esfuerzo tienen su recompensa. Como decía, los auténticos creyentes en este proyecto, han ido abandonando. Uno tras otro han ido cayendo: médicos, periodistas, encargados de material… Ahora mismo tal vez sólo quede uno, que se ganó a pulso el cariño de todos y sin el cual este viaje no hubiera sido tan grande.
Al culpable de todas esas cosas negativas que antes mencioné ya se le vetó un año su asistencia al viaje. A un viaje que idearon Miguel de la Quadra-Salcedo y el Rey en su día, y que de hacerse como sus verdaderos defensores quieren, sería el mayor y mejor proyecto de este tipo. Nos gustaría que se le volviera a vetar, para poder salvar este sueño llamado Ruta Quetzal. Por que creemos en él, y queremos que otros chavales tengan en su día la oportunidad que nosotros tuvimos.
Hace ya 13 meses empezó mi sueño: la Ruta Quetzal. Conseguí ser elegida como rutera, gracias a un cuento que escribí. 20 páginas bajo el título “**********”, que me costaron dos meses de trabajo, de vivir en una biblioteca entre libros, enciclopedias, y páginas de internet. Pero el esfuerzo, las noches sin dormir escribiendo hasta la madrugada, el bajón en las notas por la falta de tiempo para estudiar, los nervios, las lágrimas y las ganas de tirar la toalla merecieron finalmente la pena. Allí estaba yo, con dos mochilas a cuestas, frente a un cartel con la silueta de un Quetzal y rodeada de otro centenar de jóvenes manojos de nervios.
Ahora me doy cuenta de que haber llegado hasta ahí tuvo mucho más mérito del que yo creía. En teoría eran 150 las plazas para españoles, y 50 para hijos de trabajadores del BBVA. Eso de 150 es una forma de hablar, pues MUCHAS estaban ya reservadas para los “hijos de” (hijos de banqueros, políticos… los que siempre mueven los hilos). Realmente las plazas a las que yo podía acceder eran muchas menos.
Para mí la Ruta representaba un sueño que ahora veo venirse abajo. Significaba aventura, sacrificio, ilusión, esfuerzo, amistad, compañerismo, lugares de ensueño… Sabía que me esperaban pocas horas de sueño, mala comida y largas caminatas. Pero lo que no sabía es que me tendría que enfrentar a otras cosas mucho peores.
Cosas como la CENSURA, la DISCRIMINACIÓN hacia los que no interesábamos por no ser espectaculares. Y discriminación hacia los que sí lo eran: los indígenas a los que la Ruta parecía llevar más por la imagen de integración que por los méritos de los chavales. Los ENCHUFES, y no sólo entre expedicionarios, sino entre el grupo de los “adultos” (entre los que se supone que debían cuidarnos y organizarnos. De nuevo, pocas plazas se alcanzan por méritos propios, y muchas por ser hijo de quien conviene). El ACOSO a algunas mujeres y niñas por parte de cierta persona. Los INTERESES TELEVISIVOS, que hacían más valiosa una buena toma que nuestra salud o seguridad. El TOTALITARISMO, que obligaba a callarnos las protestas que más de una vez tuvimos en la boca.
El resultado viene viendose desde hace tiempo. Poco a poco, los auténticos creyentes en este proyecto, que es en sí una idea mágica, que pretende unir a jóvenes de diferentes culturas (y que lo consigue, todas esas cosas antes mencionadas no evitaron que entre nosotros surgiese una amistad sincera y profunda), mostrarles nuevos caminos en la vida, abrir sus mentes y sus corazones y enseñarles que el sacrificio y el esfuerzo tienen su recompensa. Como decía, los auténticos creyentes en este proyecto, han ido abandonando. Uno tras otro han ido cayendo: médicos, periodistas, encargados de material… Ahora mismo tal vez sólo quede uno, que se ganó a pulso el cariño de todos y sin el cual este viaje no hubiera sido tan grande.
Al culpable de todas esas cosas negativas que antes mencioné ya se le vetó un año su asistencia al viaje. A un viaje que idearon Miguel de la Quadra-Salcedo y el Rey en su día, y que de hacerse como sus verdaderos defensores quieren, sería el mayor y mejor proyecto de este tipo. Nos gustaría que se le volviera a vetar, para poder salvar este sueño llamado Ruta Quetzal. Por que creemos en él, y queremos que otros chavales tengan en su día la oportunidad que nosotros tuvimos.