Trujamán
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- 14 Ene 2024
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El jinete, playboy, y protagonista de las noticias de prensa rosa Álvaro Muñoz Escassi ha dado este verano una gran lección a toda la sociedad española. Este hombre, adorado por las mujeres, modelo de masculinidad, tras su separación de la modelo María José Suárez ha admitido, sin ningún rubor, haber experimentado con su sexualidad también en relaciones con hombres, muy en concreto con transexuales.
Esto no ha sentado nada bien a esa parte más carca y reaccionaria de la sociedad, a esos machistas que veían en Escassi al gran fucker a quien emular, alguien que usaba a las mujeres como objetos de usar y tirar. Escassi ha demostrado ser algo muy diferente. Hace falta enorme valor para confesar esa sexualidad abierta a nuevas sensaciones, quebrando esa imagen de macho que le identificaba.
Siempre he sentido admiración por Álvaro Muñoz Escassi. Para mí es un símbolo de virilidad, de deporte, de elegancia, de éxito en los negocios, de lujo y de glamour: todo son cosas que admiro y que quisiera que también me identificaran a mí. Por su belleza física, su prestancia, y su éxito emprenda lo que emprenda, a mis ojos ha sido siempre el símbolo del caballero español. Me lo puedo imaginar en el siglo XVI, con coraza y yelmo aerodinámico, junto a los descubridores del Nuevo Mundo, adentrándose por las selvas y ríos desconocidos de América. Me lo imagino como capitán de los Tercios de Flandes, con un sombrero emplumado y una espada con empuñadura de cazoleta. Me lo imagino como el mismísimo Don Juan, con una capa corta ondeando a la espalda, calzando gregüescos y escalando un muro en busca de una nueva y arriesgada aventura amorosa.
Al confesar sus contactos eróticos con transexuales nos demuestra que un hombre como él, tan experimentado con el sexo femenino, puede sentir esa invencible atracción que proviene de todo ser que posea personalidad, belleza, garra, saber estar, capacidad de seducción y, una vez más, esa elegancia y ese glamour que él también destila. Y no importa si tal ser ha nacido hembra o varón. Si esas amantes transexuales de Escassi se sienten mujeres, él las ha visto también como mujeres, como muy bien ha explicado; y como tales mujeres las ha amado.
Todo esto es también un triunfo más para el colectivo LGTBI que debemos celebrar: demuestra que la afectividad de las personas LGTBI o trans no se reduce al gueto de su propio colectivo, sino que gentes heterosexuales pueden saltar esas barreras invisibles y unirse libremente con tales personas, acabando con los compartimentos cerrados con los que una sociedad sólo hipócritamente tolerante nos quiere clasificar. Pero la sexualidad humana, el deseo y el amor son lo inclasificable por excelencia. ¡Son la libertad! (!)
@el re NAZI do.
Esto no ha sentado nada bien a esa parte más carca y reaccionaria de la sociedad, a esos machistas que veían en Escassi al gran fucker a quien emular, alguien que usaba a las mujeres como objetos de usar y tirar. Escassi ha demostrado ser algo muy diferente. Hace falta enorme valor para confesar esa sexualidad abierta a nuevas sensaciones, quebrando esa imagen de macho que le identificaba.
Siempre he sentido admiración por Álvaro Muñoz Escassi. Para mí es un símbolo de virilidad, de deporte, de elegancia, de éxito en los negocios, de lujo y de glamour: todo son cosas que admiro y que quisiera que también me identificaran a mí. Por su belleza física, su prestancia, y su éxito emprenda lo que emprenda, a mis ojos ha sido siempre el símbolo del caballero español. Me lo puedo imaginar en el siglo XVI, con coraza y yelmo aerodinámico, junto a los descubridores del Nuevo Mundo, adentrándose por las selvas y ríos desconocidos de América. Me lo imagino como capitán de los Tercios de Flandes, con un sombrero emplumado y una espada con empuñadura de cazoleta. Me lo imagino como el mismísimo Don Juan, con una capa corta ondeando a la espalda, calzando gregüescos y escalando un muro en busca de una nueva y arriesgada aventura amorosa.
Al confesar sus contactos eróticos con transexuales nos demuestra que un hombre como él, tan experimentado con el sexo femenino, puede sentir esa invencible atracción que proviene de todo ser que posea personalidad, belleza, garra, saber estar, capacidad de seducción y, una vez más, esa elegancia y ese glamour que él también destila. Y no importa si tal ser ha nacido hembra o varón. Si esas amantes transexuales de Escassi se sienten mujeres, él las ha visto también como mujeres, como muy bien ha explicado; y como tales mujeres las ha amado.
Todo esto es también un triunfo más para el colectivo LGTBI que debemos celebrar: demuestra que la afectividad de las personas LGTBI o trans no se reduce al gueto de su propio colectivo, sino que gentes heterosexuales pueden saltar esas barreras invisibles y unirse libremente con tales personas, acabando con los compartimentos cerrados con los que una sociedad sólo hipócritamente tolerante nos quiere clasificar. Pero la sexualidad humana, el deseo y el amor son lo inclasificable por excelencia. ¡Son la libertad! (!)
@el re NAZI do.
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