Hace unos años, cuando iba camino del gimnasio por la mañana, se me cruzó una niñata, de unos 14-15 años, que estaba sola, apoyada en la pared junto a un barezucho cutre y casposo y empezó a dirigirse a mi, me dijo que "si le invitaba a una coca cola" y empezó a andar hacia mi. Yo me giré y la miré un instante, me sonreí y seguí mi camino, sin decirle absolutamente nada y manteniendo una distancia prudencial. Siguió hablándome unos minutos detrás mío, diciéndome gilipolleces, pero al poco rato se cansó y dejó de seguirme.
Con esto quiero decir que no solo hay que tener cuidado donde se mete la picha, sino que hay que huir de las tipas, y más en casos de menores como el descrito, que muestran una excesiva ligereza y van pidiendo polla a gritos, cual animales en celo. Y a veces estas cosas, si vas con ganas de hincarla no se detectan fácilmente.
En cuanto a los subnormales de la noticia me la suda, todas estas campañas están orientadas a mantener vivo el discurso femilerdo de las violaciones y la necesidad de mantener en pie los chiringuitos de jenaro y la financiación a todas estas ingenierías sociales. Están destinadas al populacho sin muchas luces, y en otra ocasión le tocó al Milhouse y ahora a estos. Lo curioso del asunto es que ya arremeten incluso contra sus aliades.