jayavarman7
Forero del todo a cien
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- 23 Ago 2006
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Sí, esos libros que leísteis y que ahora os preguntáis por qué demonios los leísteis y que quizá incluso habéis tirado a la basura. O aquellos otros libros que escondéis para que nadie os los vea o cuyas tapas ocultáis (libros secretos...).
Yo tengo tanto libros de cuya lectura me avergüenzo, y que he tirado, como libros que oculto en un cajón, para que no ensucien mi biblioteca.
Desde luego, me avergüenzo mucho de haber leído demasiados libros de Julio Verne cuando era niño. Ahora los he tirado casi todos. Entre ellos, "20.000 leguas de viaje submarino", "Dueño del mundo" o "Dos años de vacaciones". El único que no he tirado ha sido "Miguel Strogoff", todavía no sé exactamente por qué.
También me avergüenzo de leer montones de libros de Agatha Christie, asimismo de niño. Lo más gracioso es que los leía por el ambiente, por esa ambientación glamurosa del mundo de los ricos; a mí quién fuera el asesino me traía sin cuidado. En este caso, tirarlos es más complicado: son de mi madre, una gran fan de la Christie. Porque tantas malas lecturas infantiles, capaces de estragar por siempre una mínima sensibilidad literaria, suelen tener como culpable una pésima biblioteca paterna.
En cuanto a los libros que oculto, y durante cuya lectura estaba "ilocalizable", son básicamente libros guarrillos tipo "La vida sexual de Catherine M.", de Catherine Millet, y "Los cien golpes", de Melissa Panarello. Dado que compré estos libros no por razones literarias o informativas sino con propósitos exclusiva y rigurosamente onanistas quizá no es demasiado justo llamarlos libros ni llamar lectura a lo que hice, pero por ahí los tengo (estos sí que no me he atrevido a tirarlos). Al menos, eso sí, no tengo que avergonzarme de haber leído basura de autoayuda (eso, en mi opinión, sí es el colmo de la perversión, moral e intelectual).
Yo tengo tanto libros de cuya lectura me avergüenzo, y que he tirado, como libros que oculto en un cajón, para que no ensucien mi biblioteca.
Desde luego, me avergüenzo mucho de haber leído demasiados libros de Julio Verne cuando era niño. Ahora los he tirado casi todos. Entre ellos, "20.000 leguas de viaje submarino", "Dueño del mundo" o "Dos años de vacaciones". El único que no he tirado ha sido "Miguel Strogoff", todavía no sé exactamente por qué.
También me avergüenzo de leer montones de libros de Agatha Christie, asimismo de niño. Lo más gracioso es que los leía por el ambiente, por esa ambientación glamurosa del mundo de los ricos; a mí quién fuera el asesino me traía sin cuidado. En este caso, tirarlos es más complicado: son de mi madre, una gran fan de la Christie. Porque tantas malas lecturas infantiles, capaces de estragar por siempre una mínima sensibilidad literaria, suelen tener como culpable una pésima biblioteca paterna.
En cuanto a los libros que oculto, y durante cuya lectura estaba "ilocalizable", son básicamente libros guarrillos tipo "La vida sexual de Catherine M.", de Catherine Millet, y "Los cien golpes", de Melissa Panarello. Dado que compré estos libros no por razones literarias o informativas sino con propósitos exclusiva y rigurosamente onanistas quizá no es demasiado justo llamarlos libros ni llamar lectura a lo que hice, pero por ahí los tengo (estos sí que no me he atrevido a tirarlos). Al menos, eso sí, no tengo que avergonzarme de haber leído basura de autoayuda (eso, en mi opinión, sí es el colmo de la perversión, moral e intelectual).