Einherjer
Frikazo
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- 11 Ene 2004
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Mucho me temo que, siguiendo la estela de Pascual Maragall, los nacionalistas van a lanzar una campaña argumentando que hay que ver con normalidad la presencia en competiciones internacionales oficiales de las selecciones catalanas, y que también hay que ver con normalidad el posible enfrentamiento de la selección catalana con la selección española.
Puede que lo consigan o puede que no. Puede que la rpetendida normalidad llegue a alcanzarse, pero la supuesta normalidad atenta contra la lógica y los argumentos que se esgrimen, contra la verdad.
Atenta contra la lógica, porque la parte no se puede enfrentar al todo. Es, sencillamente, imposible, porque el todo sin la parte deja de ser ese todo. Será, tal vez, otro todo pero no el todo inicial. Cataluña forma parte de España, y España sin Cataluña será otra cosa, pero no será España. Es así de sencillo y así de simple. En el hipotético caso de que se diera este enfrentamiento, se daría entre la selección de Cataluña y el resto de España, pero jamás podrá darse entre Cataluña y España.
La cuestión planteada así es bastante sencilla: podemos los españoles renunciar a las selecciones nacionales para que los nacionalistas se den el gustazo de tener una selección? La respuesta como es natural es bastante obvia.
Pero es que, además, en los argumentos que se esgrimen para aducir la supuesta normalidad de la presencia de las selecciones catalanas en competiciones internacionales faltan a la verdad.
Es bien cierto que existen y compiten las selecciones de Inglaterra y Escocia, pero se ocultan cuidadosamente dos hechos.
En primer lugar, que Escocia e Ingalterra no pueden enfrentarse a la Gran Bretaña, porque cuando esta entra en escena, por ejemplo en unos JJ.OO., las selecciones de Escocia, Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte desaparecen. Pequeño olvido (intencionado?) de gran importancia.
Y en segundo lugar se hace deliberada omisión del hecho de que las selecciones no representan a un país o estad, sino a una federación y a su cirrespondiente competición.
Exsten las ligas inglesa y escocesa, porque existen, independientemente, las federaciones escocesa e inglesa con sus correspondientes ligas.
Es decir, que si se quiere una selección catalana independiente, habrá que ser en consecuencia una federación independiente con una liga independiente.
Claro está, que tal vez, eso ya no interese tanto, porque déjese correr la imaginación, no mucho, que tampoco hay que esforzarse, y podrá verse lo atractivas que pueden llegar a ser unas ligas catalanas (o vascas), tanto desde el punto de vista económico como el deportivo.
Si se quiere la normalidad habrá de ser bajo las premisas de no atentar contra la lógica y la verdad. Claro que, a lo mejor, o a lo peor, eso no está al alcance de los nacionalismos.
Puede que lo consigan o puede que no. Puede que la rpetendida normalidad llegue a alcanzarse, pero la supuesta normalidad atenta contra la lógica y los argumentos que se esgrimen, contra la verdad.
Atenta contra la lógica, porque la parte no se puede enfrentar al todo. Es, sencillamente, imposible, porque el todo sin la parte deja de ser ese todo. Será, tal vez, otro todo pero no el todo inicial. Cataluña forma parte de España, y España sin Cataluña será otra cosa, pero no será España. Es así de sencillo y así de simple. En el hipotético caso de que se diera este enfrentamiento, se daría entre la selección de Cataluña y el resto de España, pero jamás podrá darse entre Cataluña y España.
La cuestión planteada así es bastante sencilla: podemos los españoles renunciar a las selecciones nacionales para que los nacionalistas se den el gustazo de tener una selección? La respuesta como es natural es bastante obvia.
Pero es que, además, en los argumentos que se esgrimen para aducir la supuesta normalidad de la presencia de las selecciones catalanas en competiciones internacionales faltan a la verdad.
Es bien cierto que existen y compiten las selecciones de Inglaterra y Escocia, pero se ocultan cuidadosamente dos hechos.
En primer lugar, que Escocia e Ingalterra no pueden enfrentarse a la Gran Bretaña, porque cuando esta entra en escena, por ejemplo en unos JJ.OO., las selecciones de Escocia, Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte desaparecen. Pequeño olvido (intencionado?) de gran importancia.
Y en segundo lugar se hace deliberada omisión del hecho de que las selecciones no representan a un país o estad, sino a una federación y a su cirrespondiente competición.
Exsten las ligas inglesa y escocesa, porque existen, independientemente, las federaciones escocesa e inglesa con sus correspondientes ligas.
Es decir, que si se quiere una selección catalana independiente, habrá que ser en consecuencia una federación independiente con una liga independiente.
Claro está, que tal vez, eso ya no interese tanto, porque déjese correr la imaginación, no mucho, que tampoco hay que esforzarse, y podrá verse lo atractivas que pueden llegar a ser unas ligas catalanas (o vascas), tanto desde el punto de vista económico como el deportivo.
Si se quiere la normalidad habrá de ser bajo las premisas de no atentar contra la lógica y la verdad. Claro que, a lo mejor, o a lo peor, eso no está al alcance de los nacionalismos.