Te voy a contar algo que hice el pasado verano, tenía un calor de cojones, y no podía dormir por las noches, y no se me ocurrió otra cosa una tarde, alrededor de las siete, que mojar una toalla y meterla en el frigorífico unas horas con la idea de luego ponérmela encima para dormir fresquito como si estuviera en una piscina o en una noche agustitoc paseando por Moscú. El resultado fue, que a las varias horas, el motor de mi nevera empezó a hacer un ruido descomunal que ni un avión de Ryanair mal mantenido. Me acojoné y apagué la nevera para que todos los componentes no sufrieran más, y tiré todo lo que estaba dentro a la basura. Me estuve un rato con la toalla encima fresquito tal, como planeaba, pero tuvo un precio eso sí, calculo perdí una compra de 200 euros, lo que hubieran sido al menos dos chinas pajeadoras de
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