Lo mejor es saber cuándo hacer un mimo a la persona.
Si un cariño, un gesto, una palabra cariñosa llega en el momento oportuno uno puede ver el cielo en el asfalto, pero si llega en un momento inapropiado, puede convertirse en una carga, un agobio.
A veces también se hacen los mimos para recibir, por parte de la persona receptora del mismo, una respuesta cariñosa hacia nosotros en vez de pedir esos cariñitos honestamente, porque sencillamente todo el mundo necesita sentirse querido y no creo que sea nada malo decir: Abrázame, necesito sentir tus latidos.
Lo mejor es llegar a tal punto de complicidad en la pareja que cada uno sepa cuándo y en qué forma necesita el otro sentirse halagado o querido, sin necesidad de tenerlo que pedir o disfrazar.