La diferencia, Vaserqueno, es que muchas veces, muchísimas, la promesa la hacemos porque nos vemos obligados. Desde luego, a mí no me hace ninguna gracia prometer nada de todo esto para conseguir un polvo, más que nada porque luego a ver cómo me desdigo de mis palabras. No me gusta, francamente, me hace sentir mal, me desagrada profundamente usar subterfugios sucios y faltar a mi palabra dada. Pero muchas veces, como te decía, parece que nos obliguen a decirlo. Parece que necesiten de las promesas de futuro para poder avanzar. Y esta es la razón por la que los tíos mienten a las tías, porque funciona, y porque funciona no gracias a nuestras mentiras, sino a que estas son demandadas, y se las creen o se las quieren creer. Si no demandasen esto, si no se lo creyeran, por otro camino más sincero se optaría normalmente. Pero bueno, como todos sabemos, la sinceridad no funciona, funciona la falsedad, es lo que les mola.
Sin embargo, una tía no necesita mentir. Los tíos no necesitamos que nos mientan, ni que nos hagan imaginar un futuro maravilloso, ni que nos diga una tía que folla como dios. Con que nos diga que sí a follar ya nos vale. Es más, no hace falta que nos lo diga. Con que folle ya nos vale. No necesita mentir porque nosotros no necesitamos creernos ninguna película.
Esto es a lo que entiendo que se refiere JM. A que una tía no tiene por qué adoptar ese rol tan propiamente masculino, porque si nosotros decimos eso es porque es lo que ellas quieren oír. Nosotros no queremos oír eso, así que que no nos lo digan.