El Rompe Telillas
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Asta rebuznó:Esta mañana me he visto envuelta, de forma involuntaria, en uno de los episodios más vergonzosos y bochornosos de toda mi vida como arrendataria de suburbios.
Iba yo tan tranquila, conduciendo a dos por hora en uno de mis matutinos atascos de la Carretera de Burgos, a la altura de la cuesta de los Dominicos, cuando se me ha escurrido el pie del freno por culpa de los restos de la cagada de paloma que he pisoteado al salir de casa. Como dramático resultado, mi coche le ha metido un golpe tremendo y brutal al culo del vehículo que iba delante.
El vehículo era un camión de Mudanzas Gil Stauffer. No me acuerdo de la marca, pero fijo que era un tres ejes con caja fija, cartolas de aluminio, suspensión neumatica, 26.ooo kg, grua hiab 090 AW y Tara 10.700.
Mi primera reacción ha sido cagarme en Dios porque le había abollado toda la trasera al pobre camión.
Cuando me disponía a salir para ofrecer mis consternadas disculpas, de la cabina sale un machihembrado descomunal; un tio armario-ropero de cuatro cuerpos, echando chispas y chiribitas por los clisos y profiriendo a voces todo tipo de insultos aberrantes, el más suave de los cuales era “hijalagranputa”.
Los conductores de los otros coches, lejos de lo que es habitual en este tipo de casos en los que se ven parados por culpa de un accidente, enmudecieron. Se mascaba la tragedia. Una mujer ambivalente de un peugeot contiguo me hacía señas angustiadas de “Metete en el coche, no abras.!”
Pero mi mano ya había cogido a “Salvador”, el arma que llevo siempre en mi coche. Salvador es un pollo de goma de esos de broma que venden en las ferias ambulantes. Pero Salvador no es un gallina. Todos los niños que lo ven, se olvidan del atasco en el que sus madres y padres les meten a diario, al verlo colgar de mi espejo retrovisor. Los niños de mis atascos aman a Salvador aunque parezca un pollo muerto de vulgar pollería.
Tras coger a Salvador por las patas, salí de mi coche...y avancé hacia el hotentote con paso firme. Cuando la distancia ya no me protegía de sus salivazos a fuerza de gritarme, le he arreado un pollazo en toda la boca y le he saltado cuatro dientes y una corona de oro. El hombre se ha quedado de piedra.
Pero como era su vida o la mia, no he podido pararme y le he lanzado un puñetazo en toda la boca del estómago que le ha hecho saltar y rebotar contra su camión. Pero la fortuna me ha sonreido, porque al rebotar, le ha explotado el cráneo por la fuerza de aceleración que llevaba el pavo y de esta forma no ha podido contraatacar.
De un coche negro ha salido una vieja, que lo ha rematado con una bala cilindrojival, con camisa de níquel, disparada con una Browning tuneada con esmalte rojo para uñas.
Y todos hemos huido con nuestros vehículos y se ha disipado el atasco.
También se ha disipado el camión y el cadáver, porque eran alienígenas los dos y querían acabar con el planeta tierra
muy caliente