Black Adder
Plagiador de mierda
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Viene del hilo de la infantería mecanizada clásica.
Una vez en Roma presencié un accidente en el que un autobús arrolló mortalmente a tres viandantes y no fueron más porque se encastó contra un árbol de la acera que detuvo su letal trayectoria, el impacto fue tan sonado que murieron varios pasajeros del autobús y algunos salieron despedidos a través de las ventanas y arrojados contra el pavimento y el mobiliario urbano, pero curiosamente el conductor salió airoso con poco más que un rasguño. Fue un baño de sangre espectacular que lógicamente atrajo multitud de moscardones, fue en una época anterior a los smartphones pero de haber ocurrido hoy en día no dudo que hubieran sacado impasibles los dispositivos para sacar recordatorios truculentos del suceso. Nunca olvidaré la cara del conductor antes de ser engullido por la marea de curiosos y posteriormente escoltado hacia una ambulancia por la policía, era la cara de un hombre roto. No estaba asustado, ni arrepentido, ni contento de estar vivo, tenía la pinta de un sentenciado a muerte que sabía que su lugar era una bolsa negra igual que la del resto y que tendría que haber muerto junto con los demás, estoy seguro de que lo pensó muchas más veces después de ese día y que lo sigue pensando hoy si no es que encontró el final de sus días en un lazo al extremo de una soga.
Hay otro que tampoco puedo olvidar, no porque lo viera, ni siquiera estaba vivo en aquella época, sino porque es un tema recurrente en mis comidas familiares. Ocurrió durante un viaje a Génova que hicieron mis padres y mis tíos de jóvenes, volviendo con autocar al puerto para embarcar oyeron un tremendo "cloc" como si hubieran entrado en un gran vache y el autocar frenó de inmediato. Al bajar había una rodera de sangre de 80 metros y en su comienzo una chica con la cabeza completamente aplastada, iba de paquete en la moto de un tío que no dejaba de señalar enfermizamente un casco tirado en la vía que estaba aplastado pero relativamente íntegro. Al parecer al intentar adelantar el autocar la chica había acabado debajo de sus ruedas y le había pasado por encima con tal mala suerte de que en la caída su casco había salido despedido, a juzgar por su estado de haberlo llevado atado hubiera resistido el impacto y probablemente seguiría viva. Cada vez que hay comida familiar acaba saliendo el tema y mi prima y yo les pedimos, con la ilusión de la primera vez, que nos cuenten la historia de Silvana, la chica sin cabeza.
Contad ahora las vuestras.
Hoy en mi pueblo ha habido un accidente grave: un conductor encocainado se ha llevado por delante una moto, en ella iba una niña de 15 años y un chaval 18. Ellos dos han muerto al instante pero el conductor sigue vivo (pero paralítico) mp rápido antes de que se lo lleve la policía.
Bien pensado, ir en silla de ruedas tampoco está tan mal.
Cuando era jovencito y escuchaba noticias como esta, me alegraba mucho, y con razón.
El niñato de turno con su moto y follandose a la puta que se iba con él y no conmigo. Pues QUE SE JODAN LOS DOS.
También me alegraba mucho cuando alguien se mataba en un accidente de tráfico en vacaciones. Eso de tener coche e ir de vacaciones pagadas por ahí para mi era irrealizable. Pues QUE SE JODAN.
Buenos momentos que la vida nos regala.
Una vez en Roma presencié un accidente en el que un autobús arrolló mortalmente a tres viandantes y no fueron más porque se encastó contra un árbol de la acera que detuvo su letal trayectoria, el impacto fue tan sonado que murieron varios pasajeros del autobús y algunos salieron despedidos a través de las ventanas y arrojados contra el pavimento y el mobiliario urbano, pero curiosamente el conductor salió airoso con poco más que un rasguño. Fue un baño de sangre espectacular que lógicamente atrajo multitud de moscardones, fue en una época anterior a los smartphones pero de haber ocurrido hoy en día no dudo que hubieran sacado impasibles los dispositivos para sacar recordatorios truculentos del suceso. Nunca olvidaré la cara del conductor antes de ser engullido por la marea de curiosos y posteriormente escoltado hacia una ambulancia por la policía, era la cara de un hombre roto. No estaba asustado, ni arrepentido, ni contento de estar vivo, tenía la pinta de un sentenciado a muerte que sabía que su lugar era una bolsa negra igual que la del resto y que tendría que haber muerto junto con los demás, estoy seguro de que lo pensó muchas más veces después de ese día y que lo sigue pensando hoy si no es que encontró el final de sus días en un lazo al extremo de una soga.
Hay otro que tampoco puedo olvidar, no porque lo viera, ni siquiera estaba vivo en aquella época, sino porque es un tema recurrente en mis comidas familiares. Ocurrió durante un viaje a Génova que hicieron mis padres y mis tíos de jóvenes, volviendo con autocar al puerto para embarcar oyeron un tremendo "cloc" como si hubieran entrado en un gran vache y el autocar frenó de inmediato. Al bajar había una rodera de sangre de 80 metros y en su comienzo una chica con la cabeza completamente aplastada, iba de paquete en la moto de un tío que no dejaba de señalar enfermizamente un casco tirado en la vía que estaba aplastado pero relativamente íntegro. Al parecer al intentar adelantar el autocar la chica había acabado debajo de sus ruedas y le había pasado por encima con tal mala suerte de que en la caída su casco había salido despedido, a juzgar por su estado de haberlo llevado atado hubiera resistido el impacto y probablemente seguiría viva. Cada vez que hay comida familiar acaba saliendo el tema y mi prima y yo les pedimos, con la ilusión de la primera vez, que nos cuenten la historia de Silvana, la chica sin cabeza.
Contad ahora las vuestras.