Respondo en este hilo al amigo
@Apofis .
Me he ido de Madrid hacia tierras más baratas, menos pobladas, pero no por ello menos dantescas y descacharrantes en cuanto a flora y fauna se refieren: mi silla funcionarial se ha trasladado a Andalucía, a la Andalucía profunda. Era la única opción para salir de Madrid, de esos alquileres mortales y de ese porcentaje de inmigración donde era uno mismo el que se sentía extranjero.
Cosas que yo leía con media sonrisa en el foro sobre estas tierras sureñas y que pensaba que serían rimas y leyendas de Bécquer, han resultado ser tan ciertas como el sol que alumbra.
Los primeros quince días vine solo, mi mujer ya de 6 meses de embarazo y mi hijo junto con otros familiares se ocuparon de la mudanza y el papeleo.
El trabajo, pues poco se lleva... diría que aquí hay aún menos faena, de verdad que no entiendo porqué existen algunos puestos de trabajo cubiertos por la dotación presupuestaria. La gente abiertísima, too much para un manchego. El primer día me hicieron una batería de preguntas con ametralladora que yo ya no sabía si estaba en la máquina de la verdad o en el trabajo. Y se ofrecieron a acercarme en coche a casa a diario. A mí tanta cercanía así de una me apabulla mucho, con mi fobia social por bandera, pero yo me dejaba querer.
Lo malo es que aquí no hay cafetería en el ministerio y los cafés y almuerzos los tenemos que hacer en un bar normal a precio de vulgo.