No da para hilo [hilo que no vale ni pa' está ehcondío]

Estado
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ultimatum rebuznó:
Ostia puta, llevo una semana haciendo la parada de un hospital y solo veo gitanos y familias de gitanos entrando y saliendo de él....me cago en sus muertos, y pagando impuestos para que estos parasitos sucios que no trabajan les traten como reyes en la seguridad social.

A mi tía, enfermera en Valdecilla, le han pegado ya los gitanos dos veces. Están hasta los cojones de ellos. De hecho piden que esté la policía y no los seguratas de mierda, que son muy Mazingers hasta que aparecen los Mazingers Gitanos, hechos de cartón y cajas de Cinzano, y entonces ya se arrugan a base de bien.
 
Cuando mi piba curraba en Madrid fui un sábado por la noche a acompañarla al curro, enfermera en el Marañón, y cuando la dejé había quedado con un colega que vivía cerca. En lo que venía mi colega vi entrar dos audis negros todos tintados y seguidos por una caravana de fregonetas. Me acerqué hasta donde pude a golel y enseguida los ruidos y las voces y los chillidos me advirtieron de que eran todos primos de Camarón asi que no me acerqué más.
Eseemeeseé a la parienta para que lo supiera y me respondió que ya lo sabía, que ella estaba en Urgencias esa noche. Luego me contó que no había sido nada grave, una vieja con una puñalá que no era muy grave. Además, al poco rato llegó el culpable o eso dedujeron por la paliza y el tiro que llevaba pegao el tano.
 
A una compañera de trabajo que parió, le tocó una gitana embarazada de compi de cama en el hospital.Horas antes de provocarle el parto llegó toda la familia gitana con tapers llenos de salchichas en salsa, que olian a podrido.Se lo comieron en la habitacion con las manos, previo a una megavomitona y diarrea de la parturienta, los medicos y enfermeras no daban credito....tuvo un gitanico sano, rubio y ojos azules.
 
ultimatum rebuznó:
Ostia puta, llevo una semana haciendo la parada de un hospital y solo veo gitanos y familias de gitanos entrando y saliendo de él....me cago en sus muertos, y pagando impuestos para que estos parasitos sucios que no trabajan les traten como reyes en la seguridad social.



Nisiquiera tienen un triste DNI y pasan bastante de eso que se llama censo.
 
bieeeeeeeeeeeeeeeeeeee ahi

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Atención al 1:08 .

Peasso flow.
 
madre de dios, españa está condenada a desaparecer y lo peor es que con razón :face:
 
ultimatum rebuznó:
A una compañera de trabajo que parió, le tocó una gitana embarazada de compi de cama en el hospital.Horas antes de provocarle el parto llegó toda la familia gitana con tapers llenos de salchichas en salsa, que olian a podrido.Se lo comieron en la habitacion con las manos, previo a una megavomitona y diarrea de la parturienta, los medicos y enfermeras no daban credito....tuvo un gitanico sano, rubio y ojos azules.

Perrino Chico rebuznó:
Cuando mi piba curraba en Madrid fui un sábado por la noche a acompañarla al curro, enfermera en el Marañón, y cuando la dejé había quedado con un colega que vivía cerca. En lo que venía mi colega vi entrar dos audis negros todos tintados y seguidos por una caravana de fregonetas. Me acerqué hasta donde pude a golel y enseguida los ruidos y las voces y los chillidos me advirtieron de que eran todos primos de Camarón asi que no me acerqué más.
Eseemeeseé a la parienta para que lo supiera y me respondió que ya lo sabía, que ella estaba en Urgencias esa noche. Luego me contó que no había sido nada grave, una vieja con una puñalá que no era muy grave. Además, al poco rato llegó el culpable o eso dedujeron por la paliza y el tiro que llevaba pegao el tano.

Moderador Incógnito rebuznó:
A mi tía, enfermera en Valdecilla, le han pegado ya los gitanos dos veces. Están hasta los cojones de ellos. De hecho piden que esté la policía y no los seguratas de mierda, que son muy Mazingers hasta que aparecen los Mazingers Gitanos, hechos de cartón y cajas de Cinzano, y entonces ya se arrugan a base de bien.


Buah, pues un dia de estos os contaré yo las innumerables anécdotas que tengo con gitanos en la biblioteca del Instituo Técnologico de Investigación. Joder que risas en la sección de mecánica de fluidos.

Y ya no te digo lo que me pasó en el Museo de Historia Contemporánea. E

Estos gitanos..... menudos son.
 
En un canal de la tdt en valencia hay un debate sobre si los buñuelos han de ser de "carbassa" o no.
 
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Moderador Incógnito rebuznó:
A mi tía, enfermera en Valdecilla, le han pegado ya los gitanos dos veces. Están hasta los cojones de ellos. De hecho piden que esté la policía y no los seguratas de mierda, que son muy Mazingers hasta que aparecen los Mazingers Gitanos, hechos de cartón y cajas de Cinzano, y entonces ya se arrugan a base de bien.

Foreros lectores de Reverte.

Gitanos,por Perez-Reverte.

13/08/2009 02:11:22En otro foro,eh encontrado este articulo,que dicen,es de Arturo,por la escritura parece de el,pero a estas horas,y con este sueño,pues sinceramente no me he molestado en buscar si es cierto,pero de todas maneras,muy buen articulo,lo escribiera quien lo escribiera.

Vamos a llamarlo, si les parece bien, hospital del Venerable Prepucio de San Agapito. O, si lo prefieren, de los Siete Dolores de Santa Genoveva. Para más datos, añadiremos que está situado en una ciudad del sur de España. Y el arriba firmante –yo mismo, vamos– camina por el pasillo de una de sus plantas después de haber conseguido, tras arduas gestiones, intensas sonrisas y mucho hágame el favor, permiso para visitar a un amigo internado de urgencia, al que sus innumerables pecados y vida golfa dejaron el hígado y otros órganos vitales en estado lamentable.

Voy por el pasillo, en fin, pensando en un informe publicado hace poco: uno de cada diez trabajadores de hospital español sufre agresiones físicas por parte de pacientes o sus familiares, y siete de cada diez son objeto de amenazas o insultos ante la pasividad de los seguratas correspondientes. Que con frecuencia, según las circunstancias, prefieren no complicarse la vida. Y no deja de tener su lógica. Una cosa es decir no alborote, señora, caballero, a un ama de casa de Reus o a un jubilado de Úbeda cabreados con o sin motivo, y otra diferente, más peliaguda, impedir que un musulmán entre a la fuerza con su legítima en el quirófano, decirle a un subsahariano negro de color que no es hora de visitas, o informar a cuatro miembros de la mara Salvatrucha que la puñalada que recibió su amigo Winston Sánchez no se la podrán coser hasta mañana. Ahí, a poco que falle el tacto, sales en los periódicos.

Pienso en eso, como digo, mientras busco la habitación B-37. En éstas llego a una sala de espera con los asientos y el suelo cubiertos de mantas, papeles, vasos de plástico y botellas de agua vacías; y cuando me dispongo a embocar el pasillo inmediato, dos gitanillos que se persiguen uno a otro impactan, sucesivamente, contra mis piernas. Me zafo como puedo, mientras creo recordar que en los hospitales están prohibidos los niños, sueltos o amarrados. Luego miro en torno y veo a una señora entrada en carnes, con una teta fuera y dándole de mamar a una rolliza criatura que sorbe con ansia de superviviente. Slurp, slurp, slurp. A ver dónde me he metido, pienso con el natural desconcierto. Entonces miro hacia el pasillo y me paro en seco.

Imaginen un pasillo de hospital de toda la vida. Y allí, arremolinada, una quincena de personas vociferantes: seis o siete varones adultos, otras tantas mujeres y algunos niños parecidos a los que acaban de dislocarme una rótula en la sala de espera. Sobre los mayores, para que ustedes se hagan idea, tecleas juntas en Google las palabras García Lorca, Guardia Civil, Heredias, Camborios, primo y prima, y salen sus fotos: patillas, sombreros, algún bastón con flecos, dientes de oro y anillos de lo mismo. Sólo les falta un Mercedes del año 74. Los jóvenes visten de oscuro y tienen un aire desgarrado y peligroso que te rilas, a medio camino entre Navajita Plateá y las Barranquillas. En cuanto a las Rosarios, sólo echas de menos claveles en los moños. Las jóvenes tienen cinturas estrechas, pelo largo, negrísimo, y ojos trágicos. Una lleva un niño en brazos. Todas van de negro, como de luto anticipado. Y en el centro del barullo, pegado a la pared, un médico vestido de médico. Acojonado.

«Ha matao ar papa, ha matao ar papa», gritan las mujeres, desgañitándose. Insultan y amenazan al médico los hombres, más sobrios y en su papel. «He dihe que ze moría y za muerto», dice uno de ellos, inapelable. «Te vi a rahá.» El médico, pálido, más blanco que su bata, la espalda contra la pared, balbucea explicaciones y excusas. Que si era muy viejo, que si aquello no tenía remedio. Que si la ciencia tiene sus límites, y tal. «Lo habei matao, criminá», vocifera otro, pasando mucho del discurso exculpatorio. Una de las Rosarios salta con extraño zapateado, agitándose la falda. «Er patriarca», se desmelena. «Er patriarca.» Lloran y gritan las otras, haciendo lo mismo. «Pinsharlo, pinsharlo», sugiere una de las jóvenes. «Que ha matao ar papa.»

Me quedo donde estoy, prudente. Mejor el médico que yo, pienso. Que cada cual enfrente su destino. Algunas cabezas de enfermos y visitantes asoman por las puertas de las habitaciones, contemplando el espectáculo con curiosidad. Miro alrededor, buscando una ruta de retirada idónea. Los dos gitanillos continúan persiguiéndose sobre las mantas y las botellas vacías, y el mamoncete sigue a lo suyo, pegado a la teta. Slurp, slurp. En la máquina del café, dos guardias de seguridad, vueltos de espaldas a lo que ocurre en el pasillo, parecen muy ocupados contando monedas y buscando la tecla adecuada para servirse un cortado. Me acerco a ellos. ¿Hay capuchino?, pregunto, metiendo un euro. Ellos mismos pulsan mi tecla, amables. Estamos los tres en silencio mientras sale el chorrito.
 
Moderador Incógnito rebuznó:
A mi tía, enfermera en Valdecilla, le han pegado ya los gitanos dos veces. Están hasta los cojones de ellos. De hecho piden que esté la policía y no los seguratas de mierda, que son muy Mazingers hasta que aparecen los Mazingers Gitanos, hechos de cartón y cajas de Cinzano, y entonces ya se arrugan a base de bien.

Foreros lectores de Reverte.

Gitanos,por Perez-Reverte.


Vamos a llamarlo, si les parece bien, hospital del Venerable Prepucio de San Agapito. O, si lo prefieren, de los Siete Dolores de Santa Genoveva. Para más datos, añadiremos que está situado en una ciudad del sur de España. Y el arriba firmante –yo mismo, vamos– camina por el pasillo de una de sus plantas después de haber conseguido, tras arduas gestiones, intensas sonrisas y mucho hágame el favor, permiso para visitar a un amigo internado de urgencia, al que sus innumerables pecados y vida golfa dejaron el hígado y otros órganos vitales en estado lamentable.

Voy por el pasillo, en fin, pensando en un informe publicado hace poco: uno de cada diez trabajadores de hospital español sufre agresiones físicas por parte de pacientes o sus familiares, y siete de cada diez son objeto de amenazas o insultos ante la pasividad de los seguratas correspondientes. Que con frecuencia, según las circunstancias, prefieren no complicarse la vida. Y no deja de tener su lógica. Una cosa es decir no alborote, señora, caballero, a un ama de casa de Reus o a un jubilado de Úbeda cabreados con o sin motivo, y otra diferente, más peliaguda, impedir que un musulmán entre a la fuerza con su legítima en el quirófano, decirle a un subsahariano negro de color que no es hora de visitas, o informar a cuatro miembros de la mara Salvatrucha que la puñalada que recibió su amigo Winston Sánchez no se la podrán coser hasta mañana. Ahí, a poco que falle el tacto, sales en los periódicos.

Pienso en eso, como digo, mientras busco la habitación B-37. En éstas llego a una sala de espera con los asientos y el suelo cubiertos de mantas, papeles, vasos de plástico y botellas de agua vacías; y cuando me dispongo a embocar el pasillo inmediato, dos gitanillos que se persiguen uno a otro impactan, sucesivamente, contra mis piernas. Me zafo como puedo, mientras creo recordar que en los hospitales están prohibidos los niños, sueltos o amarrados. Luego miro en torno y veo a una señora entrada en carnes, con una teta fuera y dándole de mamar a una rolliza criatura que sorbe con ansia de superviviente. Slurp, slurp, slurp. A ver dónde me he metido, pienso con el natural desconcierto. Entonces miro hacia el pasillo y me paro en seco.

Imaginen un pasillo de hospital de toda la vida. Y allí, arremolinada, una quincena de personas vociferantes: seis o siete varones adultos, otras tantas mujeres y algunos niños parecidos a los que acaban de dislocarme una rótula en la sala de espera. Sobre los mayores, para que ustedes se hagan idea, tecleas juntas en Google las palabras García Lorca, Guardia Civil, Heredias, Camborios, primo y prima, y salen sus fotos: patillas, sombreros, algún bastón con flecos, dientes de oro y anillos de lo mismo. Sólo les falta un Mercedes del año 74. Los jóvenes visten de oscuro y tienen un aire desgarrado y peligroso que te rilas, a medio camino entre Navajita Plateá y las Barranquillas. En cuanto a las Rosarios, sólo echas de menos claveles en los moños. Las jóvenes tienen cinturas estrechas, pelo largo, negrísimo, y ojos trágicos. Una lleva un niño en brazos. Todas van de negro, como de luto anticipado. Y en el centro del barullo, pegado a la pared, un médico vestido de médico. Acojonado.

«Ha matao ar papa, ha matao ar papa», gritan las mujeres, desgañitándose. Insultan y amenazan al médico los hombres, más sobrios y en su papel. «He dihe que ze moría y za muerto», dice uno de ellos, inapelable. «Te vi a rahá.» El médico, pálido, más blanco que su bata, la espalda contra la pared, balbucea explicaciones y excusas. Que si era muy viejo, que si aquello no tenía remedio. Que si la ciencia tiene sus límites, y tal. «Lo habei matao, criminá», vocifera otro, pasando mucho del discurso exculpatorio. Una de las Rosarios salta con extraño zapateado, agitándose la falda. «Er patriarca», se desmelena. «Er patriarca.» Lloran y gritan las otras, haciendo lo mismo. «Pinsharlo, pinsharlo», sugiere una de las jóvenes. «Que ha matao ar papa.»

Me quedo donde estoy, prudente. Mejor el médico que yo, pienso. Que cada cual enfrente su destino. Algunas cabezas de enfermos y visitantes asoman por las puertas de las habitaciones, contemplando el espectáculo con curiosidad. Miro alrededor, buscando una ruta de retirada idónea. Los dos gitanillos continúan persiguiéndose sobre las mantas y las botellas vacías, y el mamoncete sigue a lo suyo, pegado a la teta. Slurp, slurp. En la máquina del café, dos guardias de seguridad, vueltos de espaldas a lo que ocurre en el pasillo, parecen muy ocupados contando monedas y buscando la tecla adecuada para servirse un cortado. Me acerco a ellos. ¿Hay capuchino?, pregunto, metiendo un euro. Ellos mismos pulsan mi tecla, amables. Estamos los tres en silencio mientras sale el chorrito.
 
Primera Ley de la Robótica,según Asimov:

"1. Un robot no puede causar daño a un ser humano ni, por omisión, permitir que un ser humano sufra daños."

Primera Ley de la Informática,según mis güevos colganderos:

"1.No busques un puto cd,que te lo encontrarás hasta en la sopa.Búscalo,y seguro que encuentras ciertos cadáveres bastante mediáticos dedicados por Iker Jiménez y Paco Lobatón."
 
Cimmerio rebuznó:
"1.No busques un puto cd,que te lo encontrarás hasta en la sopa.Búscalo,y seguro que encuentras ciertos cadáveres bastante mediáticos dedicados por Iker Jiménez y Paco Lobatón."

buscar cds es de pobre, yo uso cloud

Cloud-final-fantasy-7.gif
 
Cimmerio rebuznó:
Mientras no pongas todos los huevos en la misma cesta,le irá bien,hijo de puta.

cabrón, esa cursiva me ha hecho viajar momentáneamente a otra dimensión
 
cocreta2000 rebuznó:
cabrón, esa cursiva me ha hecho viajar momentáneamente a otra dimensión
Cuando estaba escribiendo lo de no poner todos los huevos en la misma cesta,y sabedor de dónde me hallo,en bandeja estaba que alguna foto de mal gusto me hiciese un fixed.
Es que son hustezes de traca.
 
Cimmerio rebuznó:
Cuando estaba escribiendo lo de no poner todos los huevos en la misma cesta,y sabedor de dónde me hallo,en bandeja estaba que alguna foto de mal gusto me hiciese un fixed.
Es que son hustezes de traca.

no, somos de caca
 
Ayer estuve sin foro varias horas, y jugue con los playmobil al foro, el Fort Glory era el general, el campamento indio era el deportes, el barco pirata era el música y Cáncer estaba solo en la granja de playmobil, las isla desierta era el purgatorio gobernada por UDYCO y Toneti era el único playmobil negro.

El General recreando la zorra de mi madre lleno de clones de Benito
playmobil-fort-glory-foto-bild-55620798.jpg


Hediondo
7338273.jpg


Toneti
24338742.jpg


Monguiver y Doc
REGRESO+AL+FUTURO+PLAYMOBIL.jpg
 
Chester_Arthur rebuznó:
Ayer estuve sin foro varias horas, y jugue con los playmobil al foro, el Fort Glory era el general, el campamento indio era el deportes, el barco pirata era el música y Cáncer estaba solo en la granja de playmobil, las isla desierta era el purgatorio gobernada por UDYCO y Toneti era el único playmobil negro.

El General recreando la zorra de mi madre lleno de clones de Benito
playmobil-fort-glory-foto-bild-55620798.jpg


Hediondo
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Toneti
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Monguiver y Doc
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Lol maximo jajaja
 
Joder, en el debate de la noria las fascistas están bastante más buenas que las rojas.
 
Estado
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