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Es bueno no cenar hoy ni comer mañana para llegar con hambre.
El hambre si no anula la vergüenza por lo menos la diluye. Llega uno allí hambriento y se encuentra una mesa llena de manjares de lo más diverso, y quieras que no te distraes del horror.
Es bueno no cenar hoy ni comer mañana para llegar con hambre.
El hambre si no anula la vergüenza por lo menos la diluye. Llega uno allí hambriento y se encuentra una mesa llena de manjares de lo más diverso, y quieras que no te distraes del horror.
Llevo todo el puto año comiendo y cenando solo, a base de bocadillos de sardinas, salchichas Viena rellenas de queso del Día%, sobres de sopa de fideos; y mañana tengo que ir a casa de mi hermana a cenar. Lo he estado llevando regular, pero se acerca el día, y ahora mismo estoy hiperventilando con una bolsa de papel. No puedo, tengo un estado de nervios y como una angustia que se me agarra al pecho.
Llevo todo el puto año comiendo y cenando solo, a base de bocadillos de sardinas, salchichas Viena rellenas de queso del Día%, sobres de sopa de fideos; y mañana tengo que ir a casa de mi hermana a cenar. Lo he estado llevando regular, pero se acerca el día, y ahora mismo estoy hiperventilando con una bolsa de papel. No puedo, tengo un estado de nervios y como una angustia que se me agarra al pecho.
Joder, me acaba de venir un flash de cuando estaba en sexto de EGB. Un profesor hijo de la gran puta, se tiró un farol de tres pares de cojones y se atrevió a pronosticar nuestro futuro, el de todos los alumnos. Iba uno por uno diciendo una parida, a los más listo los auguraba éxito, y a los mediocres, vidas de mierda. El muy hijo de puta a mí me gafó porque me dijo que jamás sería nada en la vida. Os lo juro, ese cabrón me traumatizó y desde entonces no levanto cabeza. No sé por qué me ha venido ahora a la mente aquel episodio traumático de mi vida que mi mente tenía encerrado con llave.
Joder, me acaba de venir un flash de cuando estaba en sexto de EGB. Un profesor hijo de la gran puta, se tiró un farol de tres pares de cojones y se atrevió a pronosticar nuestro futuro, el de todos los alumnos. Iba uno por uno diciendo una parida, a los más listo los auguraba éxito, y a los mediocres, vidas de mierda. El muy hijo de puta a mí me gafó porque me dijo que jamás sería nada en la vida. Os lo juro, ese cabrón me traumatizó y desde entonces no levanto cabeza. No sé por qué me ha venido ahora a la mente aquel episodio traumático de mi vida que mi mente tenía encerrado con llave.
A veces fantaseo con una vida donde soy un padre de familia y un excelente marido, un tipo afable y dicharachero que va con buen humor a la casa de la suegra. Que celebra la navidad como una verdadera fiesta, un tipo sano, con una vida estándar, aficionado al fútbol y con amigos de la infancia. Un tipo que saluda a los vecinos y que tiene siempre un chascarrillo para el gasolinero. De esos que si tiene que ir a misa, van. O si tienen que ir a una boda/bautizo/comunión o lo que sea, van. De esos que dan la mano con fuerza y que miran a los ojos cuando hablan.
Esa gente es feliz, no se agobian con nada, tiene inteligencia emocional, sus vidas son placenteras. No le dan tantas vueltas a las cosas nimias ni se comen el tarro con mariconadas de mierda, es gente que no se ahoga en un vaso de agua ni ve la botella medio vacía.
Yo era sólo un niño, un tierno infante con una sensibilidad a flor de piel, siempre he sido muy frágil emocionalmente. Aquel pronostico me impacto y lo interioricé hasta el punto de convertirse en una profecía autocumplida, el efecto Pigmalión.
A lo mejor si empleo mi vida en busca a aquel hijo de puta y matarlo, se va el maleficio que me echó.
A veces fantaseo con una vida donde soy un padre de familia y un excelente marido, un tipo afable y dicharachero que va con buen humor a la casa de la suegra. Que celebra la navidad como una verdadera fiesta, un tipo sano, con una vida estándar, aficionado al fútbol y con amigos de la infancia. Un tipo que saluda a los vecinos y que tiene siempre un chascarrillo para el gasolinero. De esos que si tiene que ir a misa, van. O si tienen que ir a una boda/bautizo/comunión o lo que sea, van. De esos que dan la mano con fuerza y que miran a los ojos cuando hablan.
Esa gente es feliz, no se agobian con nada, tiene inteligencia emocional, sus vidas son placenteras. No le dan tantas vueltas a las cosas nimias ni se comen el tarro con mariconadas de mierda, es gente que no se ahoga en un vaso de agua ni ve la botella medio vacía.
Les llamo Los Otros. Comen, beben, cagan y mueren. Todos iguales en su infinita diversidad. Todos gregarios como chupipandis de monguis cenando un sábado noche cualquiera. Todos contentos. Todos mierdos. Mierdos todos.
Esa gente vive por la inercia, se dejan acompañar por cualquiera porque no se soportan a si mismos en soledad.
Son quienes tiene miedo a salirse del camino marcado, a ser diferentes, por eso cuplen y se casasn, cumplen y tragan con su empleo de mierda, cumplen teniendo amigotes a los que soportan lo mejor posible.
De tanto acoplarse a las circunstncias terminan perdiendo su esencia y se convierten en borregos, ese es su mayor placer a fata de tener personalidad, estar integrados.
Siempre he pensado que las personas mejor integradas con los más vacíos, es forzoso que sea así.
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