Nosotros nos fuimos de viaje de estudios a Mallorca con 17 años. Nos llevaron en avión y volvimos en autobus y ferry.
Así pudimos dar una vuelta por Barsalona y parar a ver la Basílica del Pilar en Zárágózá.
Los días que pasamos en Mallorca fueron de desbarre total, como suele ser, aún no me explico cómo se quedaron embarazadas sólo dos en aquel viaje.
Los de la habitación de al lado perdieron la llave el primer día, así que se pasaron todo el tiempo saltando por el balcón de nuestra habitación para poder entrar en la suya. Era un tercer piso. La piscina estaba debajo pero no hubo suerte y no se cayó ninguno. Aún así nuestro viaje fuimos los precursores del balconing aunque hicieron las pruebas con un colchón. Salió bien, el colchón sufrió daños pero sobrevivió.
Yo compré una botella de licor de no sé qué para mi padre y una botella de perfume de no sé cual para mi madre. Los guardé en la maleta sin saber que meterían todas las maletas en una habitación amontonadas hasta que el autobus nos recogiera a la tarde para que los de la limpieza y desinfectación pudieran arreglar las habitaciones.
No tuve que molestarme mucho en localizar mi maleta después de eso, lo podía hacer olfateando ya que se rompieron ambos frascos y la mezcla era total.
La ropa mantuvo ese olor hasta el fin de su vida útil a pesar de montones de lavados.
Hicimos las típicas mierdas de petacas en las camas, de echar espuma de afeitar a los que dormían, de vestir a uno con un bikini y echarlo a un pasillo y reírnos todos de él. Vamos, lo habitual y que hay que hacer para que se sepa que has ido de viajes de estudios.
Yo no, porque entonces era aún más monguer que ahora, así que ni me emborraché, ni me fumé un porro, ni me enrollé con nadie, ni me quedé preñada.
Pero a pesar de ser rara estaba integrada, así que cuando nos juntábamos 22 en una de las habitaciones, yo les liaba petas a los demás, y ellos al final no veían raro que no me los quisiera fumar. Si acaso me miraban un poco con pena, cosa normal por otro lado.
Pero me reí mucho, eso sí. A pesar de la mierda de comida que nos dieron en el hotel, de ver a mis amigas enrollándose con alguno todo el rato, cosa de tener amigas que están más buenas que una misma y a la vuelta casi soy madrina de uno de los bebés. Lo que pasa que al final me pude escaquear y menos mal, porque para el curso siguiente me hablaba con el padre del bebé y no con la madre que pasó a ser mi ex amiga. La maternidad y las hormonas que altera mucho el carácter. Vamos, que cuando estás embarazada y te haces madre si eres gilipollas aún te lo haces más.
Unas risas. Si tengo que volver a pasar por aquello ahora mismo, no creo que lo pudiera superar, también os digo.