Pedos en un aula

Esta semana que he estado con covid y lumbalgia he estado tirado en el sofá, más de lo habitual quiero decir, y me he tirado pedos sin tino con la respectiva mirada se desaprobación de la parienta.
- Es que estoy malito.
Asunto arreglado.

Por cierto, no localicé al caballero de blanca armadura que destruyó el baño en la cola para el examen, y mira que lo intenté, para hacerle un chascarrillo de señor mayor fuera de lugar.
 
Debéis tener cuidado:





El avance del feminismo militante en los sistemas judiciales del mundo occidental nos ha regalado regaló una nueva perla para guardar en las hemerotecas. En este caso, la incorporación de los gases, pedos, flatulencias, ventosidades o como quieran llamarle, dentro de la figura del espectro de la "violencia de género", es decir, sólo cuando es el hombre el que comete esa falta de respeto. Si una mujer se tira un cuesco, te lo tienes que comer. Sino, eres un fascista redomado.

Como la violencia de género solo aplica cuando es el hombre el que la ejerce sobre la mujer, y no viceversa, ella, oprimida hasta la extenuación por la sociedad patriarcal, tiene todo el derecho de tirarse un pedo en tu cara, o llamar directamente a la "extinción" del género masculino.

Un juzgado específico de violencia de género de Valencia, sancionó con un mes de multa a un hombre por tirarse un pedo en medio de una discusión con su pareja. La sentencia refleja y castiga el atenuante de "desconsideración" y "falta de respeto" para castigar al varón.
 
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Tras comerme un bote de Nocilla sin azúcar, a tope de Maltitol. Ese edulcorante es el demonio. Aquello fue de un metro cúbico por lo menos. Durante el sexo oral. Hubo conato de agresión.
 
Tras comerme un bote de Nocilla sin azúcar, a tope de Maltitol. Ese edulcorante es el demonio. Aquello fue de un metro cúbico por lo menos. Durante el sexo oral. Hubo conato de agresión.
Tu marido se mosqueó cuando comiendo almeja soltaste gas mostaza?
 
Recuerdo una noche memorable hará como treinta años. En mi pandilla éramos todos heavys o punkos, lo cual quiere decir que nuestras salidas consistían en apalancarnos en la zona del Figón del Cabildo, en la plaza de San Pedro o en la Alameda, pillar priva, porros, algo de coca si había pasta y pasar allí las horas escuchando músicaza en el loro.
Esa noche estuvimos en la plaza de San Pedro y yo me había cascao una lata de fabada Litoral y unas rondajas de chorizo picante con mendrugos de pan para cenar; tal como me metí la primera raia empezaron las tripas a revolucionarse. Los peos no tardaron en pedir salir a toda costa y, como nos habíamos sentado al lado de un husillo, la peste pasaba totalmente desapercibida. Ni que decir tiene que aproveché para, cuando sentía la necesidac, levantarme y ponerme a charlar con alguno de los que estuviese de pie mientras ponía el culo a la altura de la cara de alguna golfa de la pandilla que permanecía sentada. Le soltaba toda la ventolera fétida en plenos morros (eran peos no sonoros, los más apestosos) y me volvía a sentar dándole conversación a ella. Se me ponía como un leño viendo cómo respiraba todo mi pestazo haciendo comentarios tipo "bufff, como huele la alcantarilla" y me la imaginaba no haciendo ascos a lamerme tol culo a lengua abierta.

Todavía cae algún pajote acordándome de aquella noche.
 
De chaval antes de los exámenes ya podía ir tranquilo qué cinco minutos antes de empezar mi cuerpo se descomponía y era peor concentrarse en no cagarse que contestar las preguntas. Una de las veces se me cayó el lápiz al suelo y al agacharme a por él me salió una pedorreta de estas largas que no acaban de romper, el hijo de puta que estaba detrás de mí dijo "se ha cagado" y con las risas y burlas esperables de mis compañeros la profesora decidió echarme de clase.

En el momento fue traumatico, luego ya con los años me fui soltando y trabajando de joven en un buffet los fines de semana para sacarme un dinero cuando intuía que no iban a sonar me los tiraba a discreción aprovechando la aglomeración de gente que solía mirar mal a los viejos dando por sentado que habían sido ellos.
 
Ni que decir tiene que aproveché para, cuando sentía la necesidac, levantarme y ponerme a charlar con alguno de los que estuviese de pie mientras ponía el culo a la altura de la cara de alguna golfa de la pandilla que permanecía sentada. Le soltaba toda la ventolera fétida en plenos morros (eran peos no sonoros, los más apestosos) y me volvía a sentar dándole conversación a ella.

Pedos no sonoros y pesados, de esos que caldean el ambiente y tardan un rato en subir, proporcionando los segundos de margen necesarios para huír y contemplarlo como espectador.

Cuántos sois unos guarros a los que os gusta gasear la cara de la gente? Yo eso lo hacía muchísimo cuando trabajaba en la noche, lo primero que hacía nada más empezar era tomarme un monster y las bebidas carbonatadas acostumbran a sentarme mal, sabía que aproximadamente después de una hora tendría la plataforma lista para el despegue. Cuando notaba que venía uno de los que te dejan calentito aprovechaba para bajar a la pista y meterme en un grupillo o, si estaba en la zona de los sofás, apoyarme en la columna dirigiendo el nalgamen directamente hacia la cara de algún incauto. Una noche que estuve en el reservado y que había un grupo de imbéciles especialmente recalcitrantes bebí muchos monsters.
 
El otro día entré a un pub conocido de la zona por donde vivo, dio la casualidad de encontrarme a un amijo que llevaba años sin ver, justamente cuando lo abrazo para saludarnos con efusiva alegría activa mi barriga que andaba un poco regular ese día no pude evitarlo y suelto el gas silenciosamente asegurando un éxito por que no había sonado, la música estaba baja en ese momento porque no había mucha gente sino me lo hubiera tirado bien fuerte como suelo hacer cuando la música está bien fuerte.
Al cabo de unos segundos empieza a subir la peste para arriba y yo pensé hostia puta como huele, con la suerte de que había un personaje al lado tomándome algo tranquilamente con lo cual empiezo a poner caras de impresionado y a la vez asco para que mi amijo viera que algo no andaba bien y que tanto a él como a mí nos había llegado ese olor putrido que había emanado mi cuerpo, por dentro me partía la caja de ver como mi amijo se tragaba la peste tal cual sin decir nada solo poniendo cara de asco, al igual que yo haciendo el papel de un digno de hollywood y echando la culpa al personaje de al lado. Ya cuando estábamos por la cuarta copa me dice el amijo, madre mía que peste olía el pedo que se ha tirado el de al lado que asco por dios y yo uuff de verdad está podrido el cabronazo, me partía por dentro de risa joder me encantan estas situaciones son un lol infinito para mí
 
Ha habido varios

El primero que recuerde con rubor fue justo después de que se dejará de fumar en los bares. A las tantas,después de cenar y las copas soltabas lastre y no importaba, hasta entonces... El hedor en la cuadrilla de amigos se hizo insostenible y rebasó al grupo de chicas de al lado,ahí me hice el loco, hasta que una dijo "os habéis cagado hijos de puta". Parece ser que, a partir del mío, otro amigo había tirado de pantalón..."he sido yo , pero una tía con ese cuerpo como el tuyo tiene que estar bien acostumbrada, zampabollos" . Que cosas se decían antes sin ningún miedo!! Si hubiese sido ahora...

Otra ocasión fue tras una boda. Muy mamao y sin poder evitarlo, me tiré un pedo nauseabundo en un bar. Ante el olor insoportable, mi mujer me dijo "Vete al baño a ver si te has cagado, ya hablaremos". Fui al baño, todo limpio, nunca más se trató el tema.
 
Pedos no sonoros y pesados, de esos que caldean el ambiente y tardan un rato en subir, proporcionando los segundos de margen necesarios para huír y contemplarlo como espectador.

Cuántos sois unos guarros a los que os gusta gasear la cara de la gente? Yo eso lo hacía muchísimo cuando trabajaba en la noche, lo primero que hacía nada más empezar era tomarme un monster y las bebidas carbonatadas acostumbran a sentarme mal, sabía que aproximadamente después de una hora tendría la plataforma lista para el despegue. Cuando notaba que venía uno de los que te dejan calentito aprovechaba para bajar a la pista y meterme en un grupillo o, si estaba en la zona de los sofás, apoyarme en la columna dirigiendo el nalgamen directamente hacia la cara de algún incauto. Una noche que estuve en el reservado y que había un grupo de imbéciles especialmente recalcitrantes bebí muchos monsters.
No sé cómo no te has muerto bebiendo eso.
Así son ahora las nuevas generaciones, unos cagones
 
El último ruborizante hará cosa de unos meses, más o menos...

Estaba en el despacho y noté que alguien llamaba a la puerta por la parte de dentro del Ojo de Saurón a puñetazos y patadones (y es que aunque voy jiñado al curro el día anterior cayó perol de judías con chori de la abuela de una imaginaria).

Pues separando bien la nalga en la silla esperé el silbido liberador. Pues los cojones. Aquello sonó como si los cañones de Navarone interpretaran black metal a toda tralla.

Justo entonces, sí justo entonces, se viene por el pasillo la maciza de la oficina que dió un salto espantada por el sonido.

¡Cago en Dios! ¿Y ahora que hago? Pero mi cerebro cual centella dió con la solución y tiré varios archivadores y bandejas que tenía al lado de un manotazo causando gran estruendo.

Ella entra y dice:

- ¿Qué ha pasado, Caldoset?
- Nada, mujer que soy un torpe los lunes y lo he tirado todo con el codo al girarme de la silla.

Entonces empieza a aflorar el pestazo a ñu podrido al sol de la sabana. Y ella que se acerca:

- Ay, que ya te ayudo.
- No, no, no, que esto lo tengo por la mano y me vas a liar si nos ponemos los dos.

Y da un paso más y notaba que olor, lento pero seguro, seguía expandiéndose cual recién nacido universo.

- Venga, va, hombre.
- Que no, por favor. Que gracias. Que yo me entiendo mejor solo con lo mío.
- Ainsss, que maniático eres. Hasta luego.

Se fue y cerró la puerta.

Por los pelos oigan... Que rato más malo.

Apertura de par en par de ventanas y lanzamiento de ambientador a lo loco por la estancia.
 
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El avance del feminismo militante en los sistemas judiciales del mundo occidental nos ha regalado regaló una nueva perla para guardar en las hemerotecas. En este caso, la incorporación de los gases, pedos, flatulencias, ventosidades o como quieran llamarle, dentro de la figura del espectro de la "violencia de género", es decir, sólo cuando es el hombre el que comete esa falta de respeto. Si una mujer se tira un cuesco, te lo tienes que comer. Sino, eres un fascista redomado.

Como la violencia de género solo aplica cuando es el hombre el que la ejerce sobre la mujer, y no viceversa, ella, oprimida hasta la extenuación por la sociedad patriarcal, tiene todo el derecho de tirarse un pedo en tu cara, o llamar directamente a la "extinción" del género masculino.

Un juzgado específico de violencia de género de Valencia, sancionó con un mes de multa a un hombre por tirarse un pedo en medio de una discusión con su pareja. La sentencia refleja y castiga el atenuante de "desconsideración" y "falta de respeto" para castigar al varón.
Será violencia en caso de mover las sabanas despues de peerte
 
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