Resubo esto porque hoy me han dicho que este poema parece escrito por el padre de Milhouse, un puñetero hit de su disco “préstame un sentimiento”; algo para homosexuales y sodomitas:
No sé cuál es la cara que me mira
cuando miro la cara del espejo;
no sé qué anciano acecha en su reflejo
con silenciosa y ya cansada ira.
Lento en mi sombra, con la mano exploro
mis invisibles rasgos. Un destello
me alcanza. He vislumbrado tu cabello
que es de ceniza o es aún de oro.
Repito que he perdido solamente
la vana superficie de las cosas.
El consuelo es de Milton y es valiente,
Pero pienso en las letras y en las rosas.
Pienso que si pudiera ver mi cara
sabría quién soy en esta tarde rara.
Igual es que el radar antiborges que me inyecta directamente 50 miligramos de metanfetamina por kilo de peso en el mesencéfalo, pero para mí solo el episodio del cambio de colchón de Sanchez puede rivalizar con este precioso poema que Borges escribió ya ciego.
Supongo que hay que estar ciego como estaba Borges o, al menos, tener tantas dioptrías como tengo yo para valorar en su justa medida ese infierno de verse difuminado a uno mismo.
No me jodas, Borges, además de un visionario empresario que consiguió que sus nueces se coman en pleno verano, fue un gran domador de palabras, un tío culto como pocos en la historia, y con una belleza lírica que mira a la cara a cualquier boomer de la literatura latinoamericana, Márquez, Rulfo y Cortázar incluidos.
Hay mejor mierda aquí que en la historia de la literatura de todo África:
Y ojo a las ficciones prologadas por JLZ, este es la hostia también:
Su arte es capaz de anular hasta lo gilipollas que fue. Solo Pedro Sánchez está a la altura de Borges escribiendo.
Puto patán, el que me ha puesto a parir el poema. No comprende nada... Como decía Borges, el que sea capaz de comprender una rosa comprenderá el universo.