El sábado pasado me encamé con una. Una que sexualmente es muy guarra, tanto que me cansa un poco y me da pereza, porque cada vez que me escribe lo hace con segundas, insinuando asuntos de cerdeo y yo no estoy, en todo momento, pensando en follar.
Total, antes de ir a mi casa, me dijo que estaba en una pareja abierta. Yo le dije que yo era soltero, así que no había drama. En la cama, ya digo, tiene pinta de tener muchos km's recorridos. Metiéndose la mano en la boca todo el rato simulando que se comía un rabo, gimiendo exageradamente y pidiéndome que la usara como quisiera. Además, al quitarle la ropa, llevaba un liguero bajo los leggins y sujetadores de esos que tienen como una solapa que sólo cubre los pezones y que se puede levantar.
Total, acabamos y me cuenta su situación. Que después de 14 años, le dice al novio de irse a vivir separados y abrir la relación. Ella, desde entonces, se ha acostado con unos 10 (desde octubre), él con ninguna. Que ella no tiene claro él si no lo hace porque no le apetece o qué. Que tampoco sabe si consiente lo que ella hace porque le parece bien o porque tiene miedo a que lo abandonen. Pero que ella es muy clara y que, si un día como ése, queda con alguien, se lo dice, 'oye, que no nos vemos, que he quedado con otro'. Y que, cuando llega, sin entrar en detalles, le dice que se a tirado a otro. Esto, haciendo números, ocurre una de cada dos semanas; ahí es nada.
Todo esto me lo cuenta mientras me acaricia la polla con la mano y la lengua por si echamos otro.
A mí se me cae un poco el alma al suelo, la verdad.
Ella, vestida de guerra (llevaba lubricante, condones y un satisfayer en el bolso); él, en casa, con suerte, haciéndose una paja.
Sé que no es cosa mía, pero me genera cargo de conciencia. Lleva toda la semana escribiéndome con indirectas. O preguntándome abiertamente qué quiere que me haga cuando nos veamos de nuevo. Que nunca le han follado la boca hasta asfixiarla, que si me apetece ser el primero, porque mi polla es gorda y larga, afirma.
Y yo estoy poco receptivo, porque una cosa es un polvo puntual por ahí y otra esto. Todo el día con sexting entre manos. Y, sobre todo, porque no lo hará sólo conmigo.
El novio me da pena, mucha.
Demasiada.
Tanto que creo que voy a pasar de quedar con ella de nuevo.