Hoy he tenido una experiencia traumática y quiero compartirla con vosotros. Me he metido, sin querer, en las catacumbas del infierno. Venía por la puta A-2 esa, la autopista de los catalanes de mierda, como mundele. Sí, he ido a hablar con él en persona para que entregue las llaves del tinglado, y al llegar a Guadalajara ya he notado una perturbación en la fuerza. Mucho carril, muchas señales, mucha mierda, coches por todos lados. Me voy dejando llevar por la corriente y el puto gps de mierda me manda por la M-50, pero no me fío mucho y sigo recto. Ahí todavía conservaba un mínimo de autoconfianza, sigo en esa puta marea de coches de tropecientos carriles y el gps me dice de salirme en la M-40, paso, tampoco me convence la ruta. Sigo recto como una mula con anteojeras, en el carril del medio, sin moverme, ahí, a piñón fijo. Empiezo a ver muchos bloques, ay, madre, ay madre mía, las manos me empiezan a sudar y el ruido de la radio me molesta. Ya no sabía ni por donde estaba el norte, nerviosito perdido he tratado de no atravesarme mucho pero ya era tarde, como un pato maneado, de un carril a otro dando tumbos como un animal salvaje enjaulado. Veo a lo lejos carteles de M-30, Gran Vía y calles de esas de mierda de Madrí. Santo Dios, cada tres segundos tenía que secarme las manos en el pantalón de lo que me sudaban. Cuando de repente me meto en la puta boca del lobo, kilómetros y kilómetros de túnel, que creía que iba directo al puto infierno. Y venga túnel, y dale, y sigue. Soy claustrofóbico y me faltaba el aire, he apagado el puto gps porque me estaba volviendo loco, la radio apagada porque necesitaba todos mis sentidos para salir de aquella. Joder, que he estado una eternidad ahí abajo dando vueltas, que creía que era un laberinto del que no salía y miraba angustiado el indicador del depósito porque me veía ahí metido y sin gasoi. Ganas de llorar, si pillo en ese momento a gintoniz ahí le estampo el Dacia. Bueno, he estado a punto de mandar un mp, fijaos qué cosas se le ocurren a uno cuando está desesperado, a Apofis para que fuese a recogerme y me guiase fuera de las cloacas de esa puta urbe de mierda.
Pero el azar ha querido que después de una angustiosa odisea vislumbrase un rayo de luz al final de la cueva. He salido de allí como se emerge de un lago cenagoso a pegar una bocanada de aire puto al exterior. Las manos han dejado de sudarme, me reía a carcajadas para aliviar la tensión, como un vulgar loco. Y al salir a los campos abiertos y la llanura interminable, camino de Talavera, ya me he relajado y he apreciado como nunca la belleza de los espacios abiertos y la grandiosidad de la cúpula celestial. Madrí es una mierda.