Libros ¿Qué estáis leyendo, amigos?

Por si alguien no ha leído nada de Boris Vian, creo que este relato concentra bastante bien sus virtudes.

Las hormigas

I
Llegamos esta mañana y no nos recibieron muy bien que digamos, porque en la playa no había nada más que montones de tipos muertos o mon­tones de pedazos de tipos, de tanques y de camio­nes desbaratados. Las balas venían un poco de to­das partes, y a mí no me gusta ese desorden por amor al arte. Saltamos al agua, pero era más pro­funda de lo que parecía, y me resbalé sobre una lata de conservas. Los confites le volaron los tres cuartos de la cara al pibe que estaba justo a mis espaldas, y yo me quedé con la lata de conservas de recuerdo. Puse los pedazos de su cara en mi casco y se los di, y él se fue a que lo curen, pero me parece que se equivocó de camino porque entró en el agua hasta que no hizo pie, y no creo que vea lo suficiente en el fondo para no perderse.
Luego corrí hacia donde había que correr y lle­gué justo para recibir una pierna en plena cara. Tra­té de insultar al tipo, pero la mina no había dejado más que unos pedazos no muy prácticos de mane­jar, así que ignoré su gesto y continué.
Diez metros más adelante me reuní con otros tres muchachos que estaban detrás de un bloque de cemento y que tiraban de la esquina de una pa­red, más arriba. Estaban sudorosos y mojados y yo debía estar como ellos, así que me arrodillé y tiré también. Volvió el teniente, se agarraba la cabeza con las dos manos y salía algo rojo de su boca. No parecía contento, y rápidamente fue a acostarse so­bre la arena, con la boca abierta y los brazos para adelante. Seguro que ensució bastante la arena. Era uno de los pocos lugares que quedaban limpios.
Desde esa posición nuestra lancha encallada te­nía un aspecto completamente idiota, y lue­go ni siquiera tenía aspecto de lancha cuando los dos obuses le cayeron encima. No me gustó, por­que todavía quedaban dos amigos adentro, con las balas recibidas al levantarse para saltar. Golpeé el hombro de los tres que tiraban conmigo y les dije: "Vengan, vamos". Por supuesto, los hice pasar pri­mero y tuve buen olfato, porque el primero y el se­gundo fueron bajados por los otros dos que nos rociaban, y sólo quedaba uno delante de mí, pobre viejo, no tuvo suerte, no bien se deshizo del peor, el otro tuvo justo el tiempo de matarlo antes de que yo me ocupara de él.
Esos dos puercos, detrás de la esquina, tenían una ametralladora y montones de cartuchos. La orienté en la otra dirección y apreté, pero me detu­ve enseguida porque me rompía los oídos, y además acababa de encasquillarse. Deben estar ajustadas para no tirar del lado que no corresponde.
Ahí estaba más o menos tranquilo. Desde lo alto de la playa se podía aprovechar el panorama. Sobre el mar había humo en todos lados y el agua brotaba muy alto. También se veían los rayos de las salvas de los grandes acorazados, y sus obuses pasaban sobre la cabeza con un gracioso ruido sor­do, como un cilindro de sonido grave taladrado en el aire.
Llegó el capitán. Quedábamos justo once. Dijo que no era mucho pero que se arreglaría así. Más tarde llegaron otros. Por el momento nos hizo ca­var agujeros; para dormir, pensaba yo, pero no, hu­bo que meterse adentro y seguir tirando.
Felizmente aclaraba. Ahora desembarcaban grandes hornadas de lanchas, pero los peces se les escapaban entre las piernas para vengarse del baru­llo y la mayoría caía al agua y se volvía a levantar gritando como perdidos. Algunos no se levantaban y se iban flotando con las olas, y enseguida el ca­pitán nos dijo que neutralizáramos el nido de ame­tralladoras, que había empezado a golpear otra vez, progresando detrás del tanque.
Nos pusimos detrás del tanque. Yo último por­que no me fío mucho de los frenos de esos aparatos. De cualquier manera es más cómodo caminar de­trás de un tanque porque no hay necesidad de enre­darse en las alambradas y las estacas caen solas. A mí no me gustaba su manera de despachurrar los cadáveres con una especie de ruido que hace daño recordar; al principio es bastante caracterís­tico. Al cabo de tres minutos saltó sobre una mina y se puso a arder. Dos de los tipos no pudieron salir y el tercero sí, pero uno de sus pies se quedó en el tanque y no sé si se dio cuenta antes de morir. Al final, dos de sus obuses ya habían caído en el nido de ametralladoras rompiendo los huevos y tam­bién a los hombrecitos. Los que desembarcaban se vieron más aliviados, pero entonces una batería an­titanque se puso a escupir a su vez y cayeron por lo menos veinte al agua. Yo hice cuerpo a tierra. Desde mi lugar los veía tirar inclinándome un poco. El armazón del tanque que llameaba me protegía un poco y apunté cuidadosamente. El tirador cayó retorciéndose mucho, seguramente yo había golpea­do demasiado bajo, pero no pude rema­tarlo, primero tenía que bajar a los otros tres. Me costó trabajo, felizmente el ruido del tanque que llameaba me impidió oírlos berrear, también había matado mal al tercero. Por lo demás, la cosa seguía saltando y humeando por todos lados. Me froté los ojos un buen rato para ver mejor porque el sudor me impedía hacerlo, y el capitán había vuelto. Sólo utilizaba su brazo izquierdo. "¿Puede vendarme el brazo derecho muy apretado alrededor del cuerpo?" Dije que sí y empecé a envolverlo con las vendas, y luego abandonó el suelo con los dos pies a la vez y se me cayó encima porque una granada había estallado a sus espaldas. Se puso rígido instantá­neamente, parece que eso pasa cuando se muere muy cansado, en todo caso era más cómodo para sa­cármelo de encima. Y luego debí dormirme, y cuan­do me desperté, el ruido venía de más lejos y uno de esos tipos con cruces rojas alrededor del casco me daba café.

II
Después partimos al interior y tratamos de po­ner en práctica los consejos de los instructores y las cosas que aprendimos en las maniobras. El jeep de Mike volvió al rato. El que conducía era Fred, y Mike estaba en dos pedazos; con Mike, habían encontrado un alambre. Están equipando los otros coches con una hoja de acero adelante porque hace demasiado calor para andar con el parabrisas le­vantado. Todavía escupen en todos lados y hay pa­trulla tras patrulla. Creo que se avanzó demasiado rápido y cuesta trabajo conservar el con­tacto con el abastecimiento. Nos barrieron por lo menos nueve tanques esta mañana, y pasó algo cu­rioso, la bazooka de un tipo voló con el cohete y él se quedó enganchado detrás por la correa. Es­peró a estar a cuarenta metros y bajó en paracaídas.
Creo que van a verse obligados a pedir refuerzos porque acabo de oír como un gran ruido de poda­dora, habrán debido cortarnos la retaguardia...

III
...Esto me recuerda hace seis meses cuando acababan de cortarnos la retaguardia. Ahora debe­mos estar completamente rodeados, pero ya no es el verano. Felizmente, nos queda de comer y hay municiones. Hay que relevarse cada dos horas para hacer guardia, la cosa se vuelve cansadora. Los otros agarran los uniformes de nuestros tipos que caen prisioneros y se ponen a vestirse como nosotros, y hay que desconfiar. Y además, ya no hay luz eléc­trica y se reciben obuses en la cara de los cuatro lados a la vez. Por el momento, se trata de reanu­dar el contacto con la retaguardia; tienen que man­darnos aviones, empezamos a quedarnos sin ciga­rrillos. Afuera hay ruido, algo debe prepararse, ni siquiera hay tiempo de sacarse el casco.

IV
Realmente se preparaba algo. Llegaron cuatro tanques casi hasta aquí. Yo vi el primero al salir, enseguida se paró. Una granada había destruido una de sus orugas, que se desenrolló de un golpe con un espantoso ruido a chatarra, pero el cañón del tanque no se encasquilló por tan poca cosa. Aga­rramos un lanzallamas; lo fastidioso con ese siste­ma es que hay que abrir la cúpula del tanque antes de utilizar el lanzallamas, de no ser así estalla (co­mo las castañas) y los tipos en el interior no se cuecen bien. Entre tres fuimos a abrir la cúpula con una sierra para metales, pero llegaban otros dos tanques, y hubo que hacerlo saltar sin abrirlo. El segundo saltó también y el tercero dio media vuel­ta, pero era una finta, porque había llegado marcha atrás; por eso nos asombraba un poco verlo tirar sobre los tipos que lo seguían. Como regalo de cum­pleaños nos envió doce obuses del 88; habrá que reconstruir la casa si queremos usarla de nuevo, pero será más rápido agarrar otra. Finalmente nos deshicimos de ese tercer tanque cargando una ba­zooka con polvo para estornudar, y los del interior se golpearon tanto el cráneo en el blindaje que no sacamos más que cadáveres. Sólo el conductor vi­vía todavía un poco, pero se había agarrado la cabe­za en el volante sin poder sacarla, así que antes de estropear el tanque, que no tenía nada, se cortó la cabeza del tipo. Detrás del tanque llegaron motoci­clistas con fusiles ametralladoras haciendo un ruido del demonio, pero pudimos acabar con ellos gracias a una vieja segadora. Mientras tanto, también nos llegaban sobre la cabeza algunas bombas, y hasta un avión que nuestra artillería antiaérea acababa de derribar sin hacerlo a propósito, porque en princi­pio tiraba sobre los tanques. En la compañía per­dimos a Simón, Morton, Buck y P. C., Y nos quedan los demás y un brazo de Slim.

V
Siempre rodeados. Ahora llueve sin parar des­de hace dos días. El techo no tiene más que una teja de cada dos, pero las gotas caen justo donde deben y realmente no nos mojamos. No sabemos cuánto tiempo va a durar todavía esto. Siempre patrullas, pero es bastante difícil mirar por un periscopio sin entrenamiento y es cansador que­darse con el barro encima de la cabeza más de un cuarto de hora. Ayer encontramos otra patrulla. No sabíamos si eran los nuestros o los de enfrente, pero bajo el barro no nos atrevíamos a tirar porque los fusiles explotan enseguida. Intentamos cualquier cosa para deshacernos del barro. Le echamos nafta encima; al arder se seca, pero después uno se quema los pies al caminar sobre él. La verdadera solución consiste en cavar hasta la tierra firme, pero es mu­cho más difícil hacer patrullas en la tierra firme que en el barro. Al final terminaríamos por arre­glarnos más mal que bien. Lo molesto es que había tanto que empezó a haber marejadas. Ahora está bien, está en la barrera, pero desdichadamente den­tro de un rato volverá a subir al primer piso, y eso es desagradable.

VI
Esta mañana me ocurrió una fea aventura. Es­taba debajo del depósito tras la barraca, preparando una buena broma a los dos tipos que se ven bien con los gemelos tratando de localizarnos. Tenía un pequeño mortero del 81 y lo arreglaba en un coche­cito de bebé, y Johnny debía camuflarse de campe­sina para llevarlo, pero primero el mortero se me cayó en el pie; eso no es nada más que lo que me sucede todo el tiempo en este momento, y luego salió el tiro mientras yo me tiraba al suelo agarrán­dome el pie, y uno de esos aparatos con aletas fue a estallar en el segundo piso, justo en el piano del capitán que estaba tocando Jada. Hizo un ruido del demonio y el piano se vino abajo, pero lo más molesto fue que el capitán no tenía nada, en todo caso nada suficiente para impedirle golpearse duro. Por suerte, inmediatamente después llegó un 88 al mismo cuarto. No pensó que lo habían localizado por el humo del primer tiro y me agradeció dicien­do que le había salvado la vida haciéndolo bajar; para mí, no tenía ya ningún interés a causa de mis dos dientes rotos y también porque todas sus bo­tellas estaban justo bajo el piano.
Cada vez estamos más rodeados, nos tiran en­cima sin descanso. Felizmente, el tiempo comienza a despejarse, ya no llueve más que nueve horas de cada doce, dentro de un mes podemos contar con refuerzos por avión. Nos quedan tres días de ví­veres.

VII
Los aviones empiezan a lanzarnos paquetes por paracaídas, pero me agarro una flor de decepción al abrir el primero, porque adentro había una ca­terva de medicamentos. Se los cambié al doctor por dos barras de chocolate con avellanas, del bueno, no esa chanchada de raciones, y medio frasco de cognac, pero se desquitó al arreglarme mi pie aplas­tado. Tuve que devolverle el cognac, si no en este momento no tendría más que un pie. Arriba em­pieza a roncar de nuevo, hay un pequeño claro y envían más paracaídas, pero esta vez son tipos, se diría.

VIII
Sí que eran tipos. Hay dos divertidos. Parece que se pasaron todo el trayecto haciéndose tomas de judo, largándose castañazos, rodando bajo todos los asientos. Saltaron al mismo tiempo y jugaron a cortarse las cuerdas de sus paracaídas con el cu­chillo. Desdichadamente, el viento los separó, enton­ces se vieron obligados a seguir a tiros. Raramente vi tan buenos tiradores. Ahora los están enterrando porque cayeron de un poco alto.

IX
Estamos rodeados. Nuestros tanques volvieron y los otros no aguantaron. Yo no pude luchar seria­mente a causa de mi pie pero alenté a los amigos. Era muy excitante. De la ventana veía bien, y los paracaidistas llegados ayer se ajetreaban como dia­blos. Ahora tengo un fular de seda de paracaídas amarillo y verde marrón, y pega con el color de mi barba, pero mañana voy a afeitarme para el permi­so de convalecencia. Estaba tan excitado que le tiré un ladrillo a la cabeza a Johnny, que acababa de fallar uno, y ahora tengo dos nuevos dientes de me­nos. Esta guerra no es nada buena para los dientes.

X
El hábito embota las impresiones. Le dije eso a Huguette —tienen esos nombres— al bailar con ella en el Centro de la Cruz Roja, y ella replicó: "Usted es un héroe", pero no tuve tiempo de encon­trar una respuesta fina porque Mac me golpeó en el hombro, entonces tuve que dejársela. Los otros hablaban mal, y esa orquesta tocaba demasiado rá­pido. Mi pie todavía me molesta un poco pero den­tro de quince días todo habrá terminado, nos vol­vemos. Me abalancé sobre una de nuestras chicas, pero el paño del uniforme es demasiado espeso, eso también embota las impresiones. Hay muchas chi­cas aquí, y bien que comprenden lo que se les dice; eso me hizo ruborizar, pero no hay gran cosa que hacer con ellas. Salí y encontré enseguida a muchas otras, no el mismo tipo, más comprensivas, pero es quinientos francos el mínimo, y todavía porque es­toy herido. Es curioso, éstas tienen acento alemán.
Después perdí a Mac y tomé mucho cognac. Esta mañana me duele horriblemente la cabeza en el sitio en que golpeó el P.M. No tengo más dinero, porque al final compré cigarrillos franceses a un oficial francés, y bien que me dolió. Acabo de arro­jarlos, son de lo más repugnante, hizo bien en des­hacerse de ellos.

XI
Cuando uno sale de los negocios de la Cruz Roja con una caja para poner los cigarrillos, el jabón, las golosinas y los diarios, los ojos lo siguen a uno por la calle, y no comprendo por qué, porque segura­mente ellos venden su cognac bastante caro para poder comprarse cosas también, y sus mujeres tam­poco se regalan. Mi pie está casi totalmente curado. Creo que no me voy a quedar mucho tiempo más aquí. Vendí los cigarrillos para poder salir un poco y luego le pegué un sablazo a Mac, pero él no los suelta fácilmente. Empiezo a aburrirme. Esta no­che voy al cine con Jacqueline, a ésta la encontré ayer a la noche en el club, pero creo que no es in­teligente porque me saca la mano cada vez que la pongo y no se mueve nada al bailar. Estos solda­dos de aquí me horrorizan, son demasiado desali­ñados, y no hay dos que lleven el mismo uniforme. En fin, no hay nada que hacer, salvo esperar esta noche.

XII
De nuevo aquí. De todos modos, nos aburría­mos menos que en la ciudad. Avanzamos muy lentamente. Cada vez que se termina la preparación de artillería se envía una patrulla, y cada vez que esto pasa, uno de los tipos de la patrulla vuelve descalabrado por un francotirador. Entonces se vuelve a empezar la preparación de artillería, se en­vían los aviones, que demuelen todo, y dos minutos después los francotiradores empiezan a tirar otra vez. En este momento vuelven los aviones, cuento setenta y dos. No son aviones muy grandes, pero el pueblo es pequeño. De aquí se ven las bombas ca­yendo en espiral, y eso hace un ruido un poco aho­gado, con lindas columnas de polvo. Se volverá al ataque, pero primero hay que enviar una patrulla. Qué suerte, yo formo parte. Hay que hacer más o menos un kilómetro y medio a pie, y no me gusta caminar tanto tiempo, pero en esta guerra nunca nos piden que escojamos. Nos apretujamos detrás de los escombros de las primeras casas y creo que de un extremo al otro del pueblo no queda una sola en pie. No parece que queden muchos habitantes tampoco, y los que vemos ponen una cara curiosa cuando la conservaron, pero tendrían que compren­der que no podemos correr el riesgo de perder hom­bres para salvarlos con sus casas; las tres cuartas partes del tiempo son casas muy viejas y sin inte­rés, y además, ese es el único medio que tienen de deshacerse de los otros. Esto, por otra parte, en ge­neral ellos lo comprenden, aunque algunos piensen que no es el único medio. Después de todo, eso les concierne, y tal vez tenían afecto por sus casas, pero seguramente no tanto en el estado en que ahora están.
Continúo mi patrulla. Todavía soy el último, es más prudente, y el primero acaba de caer en el crá­ter de una bomba lleno de agua. Sale con el casco lleno de sanguijuelas. También trajo un pescado gordo todo atontado. Al volver, Mac le enseñó a hacerse el guapo, y no le gusta el chewing-gum.

XIII
Acabo de recibir una carta de Jacqueline, debió dársela a otro tipo para ponerla en el correo, por­que estaba en uno de nuestros sobres. Realmente, es una chica extraña, pero probablemente todas las chicas tienen ideas singulares. Ayer retrocedimos un poco, pero mañana volvemos a avanzar. Siempre los mismos pueblos completamente derruidos, es bastante melancólico. Encontramos una radio nue­vita. Están probándola, no sé si realmente se pue­de reemplazar una lámpara por un pedazo de vela. Pienso que sí: oigo que está tocando Chattanooga, lo bailé con Jacqueline un poco antes de irme de allí. Pienso que voy a responderle, si todavía tengo tiempo. Ahora es Spike Jones; también me gusta esa música, y me gustaría mucho que todo termina­ra para irme a comprar una corbata civil con rayas azules y amarillas.

XIV
Dentro de un rato nos vamos. De nuevo esta­mos muy cerca del frente y empiezan a llegar los obuses. Llueve, no hace mucho frío, el jeep anda bien. Vamos a bajar para seguir a pie.
Parece que se empieza a sentir el fin. No sé en qué lo ven, pero quisiera tratar de librarme lo más cómodamente posible. Todavía hay lugares donde la pelea es dura. No se puede prever cómo será.
Dentro de quince días tengo un nuevo permiso, y le escribí a Jacqueline que me esperara. Tal vez hice mal, no hay que dejarse agarrar.

XV
Sigo parado sobre la mina. Salimos esta maña­na de patrulla y yo caminaba último como de cos­tumbre, todos pasaron al lado, pero yo sentí el dis­parador bajo mi pie y me paré en seco. Sólo estallan cuando se saca el pie. Lancé a los demás lo que tenía en mis bolsillos y les dije que se fueran. Estoy solo. Debería esperar que vuelvan, pero les dije que no volvieran, y podría tratar de arrojarme cuerpo a tierra, pero me horroriza vivir sin piernas... No guardé más que mi libreta y el lápiz. Voy a lanzar­los antes de cambiar de pierna, y es absolutamente necesario que lo haga porque ya estoy cansado de la guerra y porque siento un hormigueo.
 
Yo estoy de nuevo con la primera parte del Quijote.
Cuando la termine, si eso, abro un hilo sobre él.

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Mañana termino Adios a la filosofia y otros textos, de Cioran, y resulta un compendio de buenas ideas mas que pasable, con algunas expresadas de maera notable y bella pero con otras (las menos) que se ahogan en un mar farragoso. Pero mola. Y menta (alabando) a Diogenes :121
 
He terminado "El amor, las mujeres y la muerte" de Schopenhauer.

Su prosa es canela fina, que delicia de sintaxis y que bien se explica el jodío; para ser filosofía, de lo más entretenido que he leído.

He gozado con la parte de las mujeres, no coincido demasiado en otros de sus argumentos, pero sólo por lo bien que los defiende, merece la pena leerlos.
 
Misógino Empedernido rebuznó:
para ser filosofía, de lo más entretenido que he leído.
Porque ahí no tiene el modo filosófico ON.
Léelo en El mundo como voluntad y representación y probablemente no entiendas un carajo, como ningún no versado en Filosofía (yo incluido)
 
Undertaker rebuznó:
Porque ahí no tiene el modo filosófico ON.
Léelo en El mundo como voluntad y representación y probablemente no entiendas un carajo, como ningún no versado en Filosofía (yo incluido)
Leí luego el perfil en la Wikipedia y vi que esa es su obra fundamental. La verdad es que el que yo he leído es más próximo a la moral y la felicidad, no demasiado abstracto.
 
Me han regalado Ejército Enemigo de Alberto Olmos, ¿merece la pena o es basura?
 
Schopenhauer mola cuando se pone toh loco en modo broncochat y empieza a despotricar contra todo. Por ahi tengo un recopilatorio de insultos/opiones despectivas muy hamo.

El de Cioran al final ha rementado cosa fina, deja unos aforismos el hijo de puta certeros, bellos y realistas como pocos. Que lucidez, joder.

El lunes me pongo con el concepto de la angustia de Kierkegaard, que llevo varios veranos dejandolo a las 30 paginas.
 
El descubrimiento del cielo de Harry Mulisch

Está bastante bien escrito, pero al notas se le nota la vena judáica de sus ancestros y de él mismo.
 
Acabo de terminar, El prisionero el cielo, la ultima de zafón que cierra una trilogia.

Muy buena, la he leido en 3 dias. No llega a las cotas de su primer libro, pero al menos es mejor que el segundo, un decepcionante juego del angel.
La pena el final, no me ha gustado, no acaba de rematar la novela.

Ahora voy a por el nuevo de pilar urbano sobre el rey y el ultimo sobre james bond, carta blanca. Ya os contaré
 
Zafón, que asco.

Me han regalado Ampliación del Campo de Batalla del debatido Houellebecq. Ya os contaré.
 
Spawner rebuznó:
Zafón, que asco.

Me han regalado Ampliación del Campo de Batalla del debatido Houellebecq. Ya os contaré.

Pues que te darás cuenta de la obra de arte que te acabas de leer y pedirás más (eso siendo un ser medianamente inteligente y/o con criterio)

Yo me estoy leyendo la biografía (bueno, es más un libro de anécdotas) de John Waters, titulado "Majareta" y escrita por él mismo. La han reeditado después de más de diez años en Anagrama y tiene bastante gracia.
 
Ya leí las Partículas Elementales y, aunque me gustó, también me dejó un cierto sabor a psché
 
Ando un poco estresado últimamente, con tiempo para leer solamente antes de dormir (que es la hora que más me gusta) y con ganas de pasarme algo ligerito o al menos desenfadado. Estoy barajando varias posibilidades, supongo que las hojearé todas y luego veré, pero por si alguien quiere colaborar con la decisión, estas son mis opciones:

-Tell all (Palahniuk)
-A foreskin's lament, Lamentaciones de un prepucio (Auslander) [este tiene papeletas]
-For whom the bell tolls, Por quien doblan las campanas (Hemingway) [no sé si será desenfadado precisamente, pero después de leer el libro de relatos Men without women me quedan ganas de más Hemingway]
-Surely you're joking, Mr. Feynman! (Feynman) [A priori el favorito, le voy a meter mano en cuanto pueda y si me engancha me quedo con él]
 
iskariote, ¿tú siempre te lees todas las novelas en inglés? Yo sólo aquellas que es imposible conseguir traducidas y como que no las disfruto del mismo modo.

Cuando acabes el de Palahniuk, haz un pequeño desglose, please.
 
"Lamentaciones de un prepucio" está bien, normal que tenga todas las papeletas si quieres leer algo desenfadado y con lo que te puedas reir. Yo lo pillé en la fnac borracho :face:, apareció en mi cama después de dormirla y no me arrepentí para nada.

Yo ahora estoy monotemático con F.S.Fitzgerald; después de "El gran Gatsby" me estoy leyendo "Suave es la noche" y me está gustando bastante. Pasar de "Juego de tronos" a "El gran Gatsby" ha sido una experiencia de lo más transgresora y placentera en mi relación con los libros.

De Hemingway no he leido nada aún; tengo pendiente "Por quién doblan las campanas" y también me gustaría leer "Men at war" pero no está ni editado en España. ¿Que tal "Men without women"?

Zafón, Zafón..."La sombra del viento" entretenido, "El juego del ángel" ¿Qué fue eso? y "El prisionero del cielo" no lo tengo nada claro.

Y ya que suelto todo el rollo, a mi "Las particulas elementales" también me dejó "un cierto sabor a psché". Me gustaron muchas de las ideas de Houllebecq en la novela pero igual, al haber visto la pelicula antes, hace que me decante más por la gran pantalla.

Y hasta aqui puedo escribir...
 
PoohBear rebuznó:
iskariote, ¿tú siempre te lees todas las novelas en inglés? Yo sólo aquellas que es imposible conseguir traducidas y como que no las disfruto del mismo modo.

Cuando acabes el de Palahniuk, haz un pequeño desglose, please.

Me leo en inglés las que están originalmente escritas en ese idioma. Hay traducciones en las que se pierde demasiado y, teniendo la posibilidad, prefiero disfrutar de lo que el autor escribió, sin intermediarios.

Al principio cuesta, te acabas los capítulos y te quedas igual, no empapas porque estás acostumbrado a leer en tu idioma e intentas hacerlo igual en otro, sin tener en cuenta que hay años de ventaja, pero con el tiempo lo vas naturalizando y te enteras mucho más de la película.

Todo esto con el interesante añadido de que en inglés los libros cuestan de la mitad para abajo.

Dejo Tell-All para cuando acabe con el judío, por supuesto daré parte aquí de lo acontecido, le he dado tiempo para madurar en la estantería y así pillarlo con más perspectiva.

Bobby Baccala rebuznó:
"Lamentaciones de un prepucio" está bien, normal que tenga todas las papeletas si quieres leer algo desenfadado y con lo que te puedas reir. Yo lo pillé en la fnac borracho :face:, apareció en mi cama después de dormirla y no me arrepentí para nada.

Creo que me voy a poner con este, aunque a mí las referencias bíblicas me suenen un poco a gñé y no tengo ni puta idea de la cultura judía, parece que va a ser exactamente lo que buscaba leer. Con permiso de Feynman.

Bobby Baccala rebuznó:
De Hemingway no he leido nada aún; tengo pendiente "Por quién doblan las campanas" y también me gustaría leer "Men at war" pero no está ni editado en España. ¿Que tal "Men without women"?

Yo sólo he leído Men without women, pero creo que es un buen punto de partida, relatos cortos y muy llevaderos, sin grandes artificios pero que dejan buen sabor de boca. Me gusta especialmente cuando hace alusión a España, se nota conocimiento y, sobre todo, aprecio.
 
ruben_clv rebuznó:
Píllate Fiesta y déjate de hostias.

En la tónica de los relatos de Men without women, creo que puede ser el libro que más me guste. Ahora mismo no lo tengo en la estantería y por eso no lo he considerado, pero está en pendientes.

Por quien doblan las campanas es un libro que quiero leer, y le voy a dar prioridad porque pienso que Fiesta va a ser tan llevadero que es mejor dejarlo para el postre, el palo y la zanahoria.

Rubén, ¿opinas que Fiesta es mejor por alguna serie de argumentos o es sólo porque todos dicen que Por quien doblan las campanas es el mejor libro de Hemingway?
 
iskariote rebuznó:
Creo que me voy a poner con este, aunque a mí las referencias bíblicas me suenen un poco a gñé y no tengo ni puta idea de la cultura judía, parece que va a ser exactamente lo que buscaba leer.

No te preocupes; sabes lo que es la masturbación, la pornografia, los vibradores y lo que supone para esta gente comer carne de cerdo a escondidas. Creo que el autor no se habla con su familia y tal...
Sobre las referencias bíblicas sabes más de lo que crees por lo americanizada que está nuestra televisión; series, peliculas...



Te hago un repaso rápido;
  • "Hanukkah" es la navidad,
  • "Sabbat" es el domingo cristiano
  • "Bar Mitzvah" es para cuando te empiezan a salir pelos en los huevos.
(He omitido la circuncisión por que es un nivel muy básico :137). Ale! Ya estás preparado!

MAZAL TOV!!

Oiga!Para empezar a leer Hemingway ¿"Fiesta" es la mejor opción? o hago caso a la masa y cojo "Por quién doblan las campanas".

Una solución quiero!.

"Mazal tov" se asocia frecuentemente a "felicidades" pero en realidad quiere decir "Buena suerte".

Quiero dar las gracias a Wikipedia...
 
iskariote rebuznó:
Rubén, ¿opinas que Fiesta es mejor por alguna serie de argumentos o es sólo porque todos dicen que Por quien doblan las campanas es el mejor libro de Hemingway?

Mi opinión vale tanto como la de cualquiera. Fiesta es la primera novela de Hemingway y es la mejor que he leído, de eso no tengo duda. Está claro que los relatos son lo mejor de él, pero como novela para mí es la mejor porque demuestra todas y cada una de sus virtudes en cada página. Lo que quiero decir es que cuando lees Fiesta sientes que es así como te gustaría escribir, nada más.

La escribió en Valencia, por cierto.
 
Pregúntale al polvo es obligatorio, ¿no te lo has pillado aún?


Y si ese género tiene nombre, debería ser fantiano, no bukowskiano.
 
Pregúntale al polvo es el libro por el que más amo a Hank, por habérmelo descubierto. Es lo mejor de Fante.
 
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