Me da miedo todo. Absolutamente todo. La niña desdentada susurrando como una psicofonía, el plano del avión encima de las nubes, la pequeña nevera roja con la bola de nieve perfecta, la conversación telepática entre la cría y el viejo (abuelo-mi nieta linda-ábrela...), los paletos recibiendo a la niña que sale de un taxi que dejó de fabricarse siglos antes de que inventaran los aviones, la niña corriendo pasando de los paletos, el anciano catatónico en la mecedora, el carrito de bebé que parece de escayola, los tapetes de ganchillo, la sonrisa del abuelo al despertarse, ÑIEEVEE TÍRALAA ABUELOH TÍRALAA, plas, la bola en la pared. Y, sobre todo, las voces de ambos...