Rechazando a tías. Pajas, mentiras y cintas de video

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Acabo de recordar la que me lió una panchi hace bastantes años. La conocí de fiesta y quedamos para tomar algo a los 2 días. Todo bien aunque estaba un poco mal de la cabeza.

El tema es que después de follar por primera y única vez me empezó a rallar con que ella no era así, que yo la había convencido y blao. La verdad me hizo pasar mal trago porque nunca sabes cómo te la pueden liar y, después de calmarla y decirme que todo ok, le digo que hasta aquí. No quería saber nada más y adiós.

Semanas de mensajes diarios de la loca diciendo que sea había equivocado y que quería ser mi follaamija. Nope. Bueno pues somos amigos pero vamos a tu casa a tomar algo. Nope, bloqueada. Me llama con un número de una amiga 10 veces para que se lo pille. Nope. Se me presenta en mi portal, cuando ella vivía en otro pueblo y no tenía coche, un martes por la noche que estaba perdida que la llevase a casa. Ni contesté, desconecté el telefonillo y a dormir.

Puto mal rato por un polvo de mierda.
 
Interesante jirlo al que puedo contribuir con mi historieta de cuatro ochenas, que diría mi abuelo, y aprovechando que ando bastante despistadete del phóroc este verano, y además hoy me ataca el insomnio, ahí que la excreto.

Vaya por delante una pequeña reflexión a vuelapluma acerca de cuando somos los hombres en general, y los foreros en particular, los que rechazamos. Sí, un lujo raramente accesible, que la polla manda más de lo que debiera por desgracia, pero aunque retorcido, y si me apuran, vergonzante y perverso, el placer que supone llevarlo a cabo merece la pena. Ya lo creo. También es verdad que casi -o sin casi- equiparable al suyo -de ellas- cuando es en sentido contrario, del que amargamente se ha venido quejando la forería en innumerables masunos en este subforo, por lo que sería reprochable... Pero bueno. En ocasiones cortocircuitar el puente de mando cabezapollil y vivirlo es toda una señora muesca en la culata. Cosgüiguorzit, cojonesyá. Que vale la pena renunciar trepanarse a la zorrinalda de turno y disfrutar del subidón, vamos. Y por los posteriores loles, clarostá. Conste que con mi relato no pretendo hacerme el héroe justiciero, ni vanagloriarme en loor de cónphorers de la dudosa gesta, sino recomendar permitirse el capricho de darle a la mariputi en to'l morro y que por una vez las tornas cambien. Por reprobable que sea tanto por unos como por otras, quede claro.

Al turrón.

Conocí a una torda muy vinculada al mundo del arte en circunstancias que no vienen al caso, por aquello de no irme por las ramas con subtramas que despisten la historieta, y que por avatares de la vida me topé posteriormente en un garito un día cualquiera. Holaquetal, tú eres tal de tal movida ¿no? y esas cosas del coincidir dos conocidos, ya saben. Charleta insustancial pero sostenida en el tiempo, ¿quieres otra cerveza? Quimiquilla aparente, cambiemos de iglesia, miraditas a la boca y consabido filetuning rematado con erótico broche en su casa. Toda un portento en destrezas de catre como buena loca, superior al de las feas y las gordas, ya saben. Tras desayunar a horas intempestivas vuelta al ruedo y más ñogo ñogo. Cruce de tiernos mensajitos al móvil los días posteriores y más batallas en porreta. La cosa, que por el momento no tenía nombre, iba bien. Pero a uno de vez en cuando le han hecho contacto las pilas en estas lides y algo raro me olía. Y es que el peaje por las explosivas sesiones carnales iba en forma de favores a petición de ella, cada vez con más descaro y menos maneras. Tate. El modus operandi de la individua, como pude comprobar posteriormente, era el de engatusar sexualmente a sus víctimas y transformarlas poco a poco en una cohorte de pagafantas que satisficiese sus necesidades, recados, caprichos y demás mierdas de niña malcriada. El palo y la zanahoria, vamos. Pero aunque las más de las veces me dejara bien folladito, en una ocasión un subrepticio chantaje en medio de un asalto me obligó a poner los cojones sobre la mesa y largarme de su casa aún empalmado, literalmente. Por pundonor. Corte en seco de toda comunicación y, por supuesto, de secs. Al poco tiempo el azar y el vínculo que hizo posible relacionarnos en un primer momento nos reunió en una fiesta que culminó en un bar atestado de gente. Reencuentro apacible ya con las aguas en calma, besitos tímidos con desatado baile de lenguas posterior y mis dedos hurgando en su potorro bajo un pantalón corto, amparados por la discreción de estar rodeados del gentío. La suerte estaba de mi parte esa noche y aunque juntos pero no revueltos tuve el margen, y la buena estrella, de caer en gracia a otra torda e intimar lo poco que se puede en tan poco tiempo y en un bar, lo suficiente como para en un momento de lucidez urdir mi pequeña vendetta por el polvo a medio echar con la Hartista. Dejé que nos pillara, aposta, y la interfecta, al sorprenderme royendo de otra nuez, montó en desbocada cólera. Un tremebundo ataque de ira regado de insultos a voz en grito, no sólo contra mí, sino también contra mi inesperada adquisición, ante la estupefacción de los allí presentes, y hasta con un estentóreo y bochornoso "¡me has puesto cachonda!", sin ápice de vergüenza. Para rematar el show, se fue del bar llevada por los demonios con un portazo que dañó visiblemente la puerta de acceso, y por la que me informaron que tuvo que rendir cuentas corriendo con los gastos de reparación por el destrozo. La inocente víctima de la localcoño y yo intentamos coger un taxi a petición de ella, pero no hubo suerte. Tenía un par de tetos bastante apetitosos, pero por lo demás para mi gusto no era gran cosa. Dimos la coyunda por perdida, excusándolo además con el mal cuerpo que nos dejó el lamentable espectáculo, quedando el que escribe como un perfecto caballero.

No follé, de acuerdo.

Pero me fui a casa con una crapulosa sonrisa de oreja a oreja que, las cosas como son, lo compensó con creces.



Ni idea de cómo calificaría filmaffinity mi relato, pero como es bien sabido en esta casa, mentir en un foro es de pobres.

Copón.
 
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