Hafsol, si alguien te ha hecho daño, en el fondo no te preocupa demasiado si la vida después le da una pequeña lección. Yo estuve enamorada durante años del guaperas de la clase en el colegio. Como de pequeña era muy morena y parecía la hija de un talibán, el chaval ni me miraba, no entraba en su prototipo de mujer nórdica 10, es más, me humillaba cada vez que podía. Maltrato psicológico y físico de todo tipo. Una vez me salió un grano entre ceja y ceja que me duró una semana y a partir de ese momento me apodó "Manjula".
Me vapuleó el corazón un total de 9 veces, la última un viernes que me golpeó fuertemente en la cabeza con una carpeta de Sensación de vivir, 90210. Recuerdo el careto de Tori Spelling abalanzándose sobre mi, la oscuridad, el silencio, el silencio del que más tarde nacían las risas maquiavélicas de ese muchacho sin sentimientos, de aquel monstruo.
Pues bien, hace dos semanas me lo encontré por la calle. Y no sé si después de acabar 8º de egb se lió a zampar brazos de gitano y rosquillas a cascoporro, pero con 23 años pesa 120 kilos.
No me alegré, no soy tan mala persona. Es más, en su barrio le llaman The ballenato y me da hasta pena. Pero debe pagar, debe pagar por lo que hizo.