RELATO DE LOCURA

continuo...

Llamaron sin fuerza. Al otro lado sonó una voz muy femenina. Un solitario “pasen” que flotó fuera de lugar. No obstante, entraron. La doctora Santos… Satania… no resultó ser la típica Indiana Jones. Llevaba una falda y una blusa a juego y todo su aspecto resultaba muy femenino y, ¿por qué no decirlo?, invitaba a la lujuria carnal. Era elegante a la vez que voluptuosa, misteriosa a la par que ardiente.
Les señaló las sillas frente a su mesa y ella retrepó por su sillón de cuero negro.
- Es evidente que no son alumnos.- comenzó.- ¿Es su hijo o hija alumno mío?
- No, no…- se apresuró a aclarar Bárbara. Ambos estaban incómodos aun sin saber por qué.- Somos policías.- continuó añadiendo sus nombres, graduación y enseñando la placa.
- ¿Y qué puedo hacer por ustedes, agentes?
- ¿Ha leído en la prensa el caso de varias personas asesinadas en poco tiempo? Hemos descubierto que la manera en que fueron asesinadas es una imitación de los ataques de vampiros.
- Mitología, claro.
- En efecto, profesora Sat… Santos.
- Dígalo, dígalo… Ese conserje estúpido no sabe mantener la boca cerrada ¿Acaso cree que desconozco cómo me llaman mis alumnos? Pero créame si le digo que ahora me siento cómoda con ese sobrenombre. Bien, ¿qué desean que haga por ustedes?
- Nos gustaría que nos hablase acerca de los vampiros… una erudita como usted… y nos dijera si conoce algún grupo o asociación… algún alumno o alguien que puede haber perdido la peonza y se crea un vampiro.
- Como comprenderán yo soy profesora universitaria. Los vampiros son un mito y no creo en ellos más que en los zombis, en los dioses griegos, los extraterrestres o la política pacifista de Bush. No sabría indicarles a nadie que… ¿cómo ha dicho? A nadie que se le haya ido la peonza. En cuanto a los vampiros… ya ve usted, hay mil y una películas de Hollywood que hablan sobre ellos. Chupan la sangre atacando sobre todo a la yugular, no tienen edad, son no muertos, no aceptan la luz del sol, ni el ajo, ni nada religioso, no sólo cristiano. Su origen es en el desconocimiento absurdo de le Edad Media, antes incluso, y potenciado en gran parte por sus creencias supersticiosas y la peste negra que, como sabrán, asoló Europa e incluso se llegó a creer en su día que era el fin de la Humanidad.
- Pues esos gilipollas.- intervino Nako irritado sin saber por qué.- debieran haber desistido cuando vieron que sus víctimas no se levantaban para hacer el paripé por la calle.
- Mucho me temo, señor.- respondió ésta con frialdad.- que esa es una tontería de la Historia. Los verdaderos vampiros no nacerían con ser mordidos por otro vampiro. Debían.- reforzó la palabra con énfasis.- morir tras beber la sangre de otro vampiro pasando a su… digamos… jurisdicción. Sino todo el mundo sería vampiro.- se echó a reír.- Los vampiros se han de alimentar pero no son como los humanos que van agotando sus recursos naturales. Bien podría decirse que ser un vampiro es un… ¿cuál es esa palabra de moda? ¡Ah, sí! Ser un vampiro resulta un chollo. Y más si consiguiesen ser inmunes a la luz del sol, algo que buscan desde hace siglos y puede conseguirse… obviamente, hablando dentro del mito que, como sabrán, es falso. Señores, los vampiros no existen y en vez de hablar conmigo, debieran haber empezado por los psiquiátricos, hospitales y lugares así. Lo que les he dicho yo bien podrían haberlo sacado de una biblioteca, del libro del nefasto Bram Stokker o como demonios se llamase o de una película barata de Hollywood.
- Ya lo hemos hecho. Deberemos buscar otra solución.- Bárbara se levantó.- Bien, profesora, le agradecemos su tiempo y lamentamos haberla importunado.
- Si necesitan algo, aquí estoy.- esbozó una sonrisa de lobo.
Los dos policías salieron con aspecto cenizo y se encaminaron de nuevo a la calle.
- Esa tía es una estúpida.- comentó Bárbara.- Y una egocéntrica. ¿Has visto cómo nos hablaba? ¡Qué ganas tenía de salir de ese despacho! Me ponía los pelos de punta.
Lo que no dijo fue la verdad obvia, la que no se reconoce y se pasa por alto. Aquella mujer tenía un aura malvado. Aquella mujer tenía algo de muerte en ella. Aquella mujer podía haber visto la última mirada de Steffi. No abrió la boca pero decidió vigilarla de cerca. Aquella mujer era… siniestra. Te consumía la alegría y las fuerzas… como un vampiro.
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¿Os gusta cómo va?
 
He ido leyendo la historia conforme la subías, al principio no le dí mayor importancia, pero engacha:) Me gustaría saber como acaba, seguir leyendo... y espero que ahora no me haga esperar a que salga publicado... :)
 
Ensimismado me he quedado al leer tamaño documento literario, Jack Frost. Se nota sin duda que dispones de un amplio vocabulario, con el cual créas esos pasajes literarios dignos del mismo Goethe. Ese stream of consciousness ( con tus referencias al psicoanálisis de freud, mezclado con esos vampiritos k tanto te gustan ), sin duda captan la atención de los aquí presentes, obnubilados ante tanto dominio de la palabra escrita. Una duda, ¿en qué género narrativo incluirías tus escritos? ¿ ficción ? ¿ gótico?
¿ Romance? ¿ recetas de cocina?. Es que no lo acabo de tener claro.

En cuanto a la forma de tus escritos , ni que decir el amplio dominio que tienes de las técnicas literarias. Esos flashbacks que usas, por ejemplo, cuando un vámpiro le pega un chupetón a un tipo , y luego vuelve a pegarle otro más ( se nota que eres asiduo de Faulkner y Joyce ). Y como desdeñar ese uso del narrador omnisciente. ESPECTACULAR.

Con eruditos como tú, las letras españolas tienen un futuro halagüeño, y quién sabe, a lo mejor te ganas el Premio Nobel de literatura ( al fin y al cabo, hasta Bush estuvo nominado este año por su campaña de paz en Afganistan y Irak ).

Bueno, un saludito y a seguir escribiendo, que eso es bueno pa las neuronas y tal.

P.D: Las banderillas con la birrita también causan buena sensación, y quedás como muy majo.
 
continuo...

3

No iban mal. Último trabajo del año, jugándose las vacaciones en Benidorm con los amigos… Daba gracias a Dios que Grari supiese tanto de historia. Él ya se había perdido tiempo atrás. ¿Era Jenofonte el aliado de los hoplitas o eran los atenienses? ¿Quién era Leónidas, el turco o el lacedemón? ¡A tomar por culo! Si estaban haciendo un trabajo sobre las termópilas era por el maldito Luis Tobas que se chivó al profesor. Nadie le había visto copiar. Y ahora le tocaba hacer un trabajo sobre un tema que no le importaba lo más mínimo. Gracias a Grari que le ayudaba.
Paseó la vista por el cielo cuando se dio cuenta que no faltaba mucho para anochecer.
- Hostia. Se me ha hecho tarde. Mi padre me va a reventar como llega tan tarde.
- Dile que estabas haciendo el trabajo.- repuso Grari.
- Cómo se ve que no lo conoces. Mi padre no es más que un saco de huesos borracho. No le gusta que llegue más tarde de las diez.
- Pues son las once y cinco, ¿sabes?
Sin pensar en lo que hacía empezó a recoges las cosas y metiéndolas sin orden ni concierto en la mochila. En su mente tan sólo había una vara de roble que bajaba y subía, bajaba y subía. De ella colgaban pequeñas gotas rojas y sabía que era su sangre. En el suelo había orina. Y seguía bajando y subiendo en medio de unos gritos y efluvios de borracho. No le importaba llegar tarde. Él tenía pavor a esa vara de roble con manchas marrones imposibles de quitar.Él tenía miedo a la cara enrojecida de su padre. Él tenía miedo a que un día los golpes durasen más y más…
- ¿Estás bien, Mundele?
Pero no respondió. Él vivía ya en el temor a la vara. No se fijaba en qué metía en la mochila. No se fijaba en si arrugaba los folios que tanto esfuerzo había costado escribir. No se fijaba en nada más que en la vara subiendo y bajando.

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En Hollywood había dos tipos de vampiros. Por una parte estaban los del estilo de “Abierto hasta el amanecer”, seres sin capacidad de raciocinio que vivían en sórdidos lugares que apestaban a meados, a whisky derramado y sangre reseca. En esas películas los vampiros no eran más que animales monstruosos que despertaban una antipatía inmediata. Pero también estaban esas películas como “Blade” o “Entrevista con el vampiro” que representaba a los vampiros como seres elegantes, atractivos, poderosos, ricos que vivían en lujosas casas en una orgía permanente. El espectador, al ver esas películas, deseaba de inmediato ser un vampiro.
Pues la verdad no era ni una ni otra.
A las afueras de la ciudad había un taller de coches cerrado. Otrora fue el lugar donde los ricachones adinerados podían conseguir su dosis de cocaína, hachís y la llamada “AK-47”, según algunos la mejor marihuana que existía. Cuando lo cerró la policía fue adquirido en subasta por un oscuro tipo.
Las ventanas estaban tapiadas y ni una gota de luz se filtraba al interior. Si una parejita entrase en busca de intimidad se encontraría un lugar abandonado y sucio, con unos pósteres de Jena Jameson, Tawnee Stone y Aria Giovanni en una pared y facturas, calendarios y dibujos de coches en otra. Unas pequeñas escaleras llevaban a un despacho igual de decrépito. Es probable que allí iniciasen sus juegos amatorios si tuviesen estómago para hacer el amor en medio de tanta suciedad y polvo. Tan probable como que no se fijasen en las rejillas del piso inferior. En el suelo había tres grandes rejillas ocultando un hueco. En tiempos del taller los mecánicos las apartaban para poder trabajar los bajos de los coches y podría decirse que era el lugar más cuidado del taller pues ahí ocultaban las drogas. Hoy no había drogas pero sí tres cajas de metro ochenta de alto cada una, fabricadas en acero y talladas con símbolos ya olvidados por la mayoría. El esclavo debía mantenerlos impolutos so pena de un castigo peor aun que la muerte o la inmortalidad.
Cuando llegaba la noche, esas cajas de metal que recordaban ataúdes sin serlo, se abrían desde dentro y lo que de ellas salía era el horror.
Esa noche salieron los cuatro: Frank del primero, Torbe del segundo y Jack Frost y Dana del último. Estaban hambrientos. Para no llamar mucho la atención solían secuestrar a un trozo de carne (lo que los humanos consideraban un semejante) y se alimentaban de él durante varios días antes de despedazarlo y esa noche era el día de volver a hacerlo. Trece en una noche y quince más secuestrados. No obstante, las prudencia les indicaba que no debían seguir por mucho más tiempo en aquella fría ciudad.
Apartaron la rejilla y lo único que podía verse en esa oscuridad eran los ojos rojos.
- ¿Dónde está esa malnacida?- gruñó Frank.
La esclava no había venido lo cual no era muy buena señal. Todos lo presintieron. Llevaban muchos siglos acechando a la muerte, cuidando de sus existencias para no advertir el peligro.
- Alimentémonos hoy hasta saciarnos como nunca.- jadeó Frost.- Mañana nos iremos.
- Y hagamos una visita a nuestra perra.- siseó Dana.
Esta se agitó con voluptuosidad frente al resto, pasando la punta de la lengua por sus labios y acariciándose el fuego que era su cabello.
- Nunca hubo un deseo tan anhelante como tú, Dana.
- Tengo hambre.- respondió.- Dejadme hoy a mí…
- Te desean…
- Quien busca mi calor sólo encontrará el frío eterno.- se echó a reír.
Frank y Torbe se alejaron en busca de las capas mientras Dana y Frost se unían en el fuego gélido de la no muerte. Tenían hambre y era momento de saciarse. Sangre y vida. O mejor dicho: sangre… y no muerte.
 
Molaría que le banearan ahora, justo antes de que acabe la historia... la cual he obviado por sus múltiples plagios y referencias irrespetuosas.

Esto en un PDF quedaría la mar de manejable, ¿que no?
 
Re: Continuación...

jack frost rebuznó:
Allí le espera su Laguna gris, el coche que eligió Steffi, el coche donde hizo el amor por primera vez con Steffi...

¿Le eligio el coche antes de follar con el?¿son del opus?¿eligió ese coche en particular para practicar por primera vez el coito?

Yo le metería unos toques de Esteban Sigal, reventando cabezas y tal.
 
Personas hola:
He tenido un fin de semana muy complicadillo así que esta noshe o mañana continuo. :evil: -3
 
continuo...

La noche que les recibió era fría pero apenas la sintieron. Vestían con botas de cuero, gruesas camisas, pantalones de cuero negro. Antiguas vestimentas de su antigua vida para Frank y Torbe. El caso de Frost y Dana era distinto. Ellos siempre fueron vampiros y eso les hacía distintos. Veían los movimientos de las noches, notaban la fuerza de la vida y la no muerte. Como en Entrevista con el vampiro veían moverse a las estatuas, veían los animales de la noche, oían la sangre fluir por las venas y las arterias, veían su poder y lo que podían hacer e infringir. ¿Por qué no iban a sentirse dioses entre los hombres si en efecto lo eran? No eran dioses… excepto para la carne, para su alimento.
- Contemplad esta noche.- se carcajeó Torbe.- Esta es nuestra noche. Cazemos, bebamos con el glamour de los inmortales.
Cuatro sombras se perdieron por los muros de la ciudad.




Mundele llegó al portal de su casa. Desde allí siempre miraba al salón. Si la luz estaba encendida su padre estaba en casa. Nunca la apagaba si alguno estaba fuera de casa aunque fuese a tardar un mes en volver. Se sentaría en la mecedora acompañado por su buen amigo Jack Daniel´s y con la vara en un costado. En cambio, si la apagaba es que aún estaba por los bares, ya fuese bebiendo, ya fuese jugando al póker (que, para sorpresa de todos, siempre le reportaba más de lo que perdía) o ya fuese con alguna putilla que fingiría el orgasmo mientras apartaba la cara con asco.
Estaba encendida. Las llaves le temblaron un instante en la mano. No se decidía a subir. Sabía lo que le esperaba. Era ir por propia voluntad al matadero; como si un judío eligiese como destino de vacaciones un campo de exterminio nazi.
Forzó la vista y distinguió una sombra. Desapareció y la luz continuó encendida. Y la vara en su cabeza. Cayendo una y otra vez. Y más. Y más. Sentía el dolor y el frío gélido en las manos. Sentía el miedo, el sufrimiento y la humillación.
Con manos temblorosas consiguió extraer el paquete de Camel, con su paga no le daba para un Marlboro o un Winston. Los cigarrillos estaban un poco aplastados pero lo encendió igualmente. La llama prendió el cigarrillo y el humo azulado se perdió sobre su cabeza. Era hermoso verlo… o al menos más bonito que ver la luz del salón encendido.
Tal vez podría irse, una nueva vida, una nueva ciudad, un curro, nuevos amigos… Podría trabajar de lo que fuese. No sería muy duro ser camarero una vez has sufrido en tus carnes un verano como vigilante de seguridad en unas piscinas privadas.
El tabaco le sentaba bien. Le permitía fantasear con ideas que nunca realizaría. No podía irse. No tenía agallas. Pero si hasta las tías lo repudiaban con un gesto torcido.
- Hola, morenito.
Se volvió de golpe hacia la voz y no pudo pensar mucho más. Estaba ante el culmen de la belleza femenina, ante el sueño de todas las líbidos, ante una escultura de voluptuosidad y fuego ardiente como su extraordinario cabello, el fuego del desierto en un infinito amanecer que no acababa de salir.
- ¿Te ha comido la lengua el gato?- se acercó más de lo que nunca se había acercado otra mujer que no fuese su madre o su hermana.- ¿Cómo te llamas? ¿O es morenito tu nombre?
- Mun… Mundele, señorita.
- ¿Señorita? Soy algo más que eso… Mundele.- sacó la lengua y casi la pasó por la nariz del muchacho. Sus ojos eran muy intrigantes. Eran muy profundos… y atrayentes.- Me llamo Dana, Mundele. ¿Te gusta fumar?
- Sí, mucho.- tartamudeó.- Lo necesito…- aquellos ojos…
No se fijaba en sus pechos, en sus labios, en su cabello o en su barbilla. Él vivía en aquellos ojos.
- No creo que te guste de verdad tragarte toda esa cantidad de humo. Te destrozas los pulmones y tu sangre… sabe fatal. He visto.- continuó sin darle un respiro.- que estás muy nervioso… lo huelo… me gusta… me excita el nerviosismo, la incertidumbre… el dolor… me pongo muy caliente con el sudor. Dime, Mundele, ¿qué te asusta tanto?
- Mi… mi padre… su vara.
- Tienes miedo de tu padre… ese maldito bastardo, ¿verdad? Te pega cuando lo haces mal y cuando no también, ¿verdad, morenito?
- Sí, eso es. Exactamente eso.
- ¿Y por qué lo temes más? Yo puedo ayudarte. Puedo destruir esa vara si lo deseas.
- Sí, más que nada en el mundo. Tú me comprendes, Dana, tú me comprendes.
- ¡Oh, sí! Más de lo que crees, mi amargo Mundele. Pero yo también estoy muy muy triste.- su voz sonó tan melosa e infantil que no habría humano capaz de resistirse a ella. Mundele se perdía en los ojos de Dana.
- Dime que puedo hacer por ti. Haré lo que sea necesario.
- ¿De verdad? ¿Lo que sea? ¿Puedes darme un abrazo? Me siento tan sóla…
El joven se perdió, se hundió en una oscuridad roja y eterna. Dana se refugió en sus brazos, tiró el cigarrillo y bebió. Bebió.
Entonces aparecieron tres sombras sin sombra y se unieron a la orgía de Dana hasta quedar saciados y vaciar a Mendele que se perdió para siempre.
- Hoy has estado muy bien, mi amor. Te he deseado en cada instante.
- Pensaba en vos, mi señor. Torbe… que no encuentren nunca este cuerpo. Me repugnan los fumadores.
- Pero si tú fumas, mi dulce amor.
- Frank, amor, responde a Frost.
- El alimento ahumado es desagradable.- respondió éste.- Nosotros no somos alimento, señor.
Aunque bien mirado, en una ocasión lo fue.
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¿Qué tal va yendo? ¿Os gusta?
 
Pues a mi si me pillan con hambre, lo mismo me los como yo a ellos.
 
continuo...

Bárbara no podía ocultar su sueño y su aburrimiento. Volvió a quitarse el gorro por enésima vez y de nuevo un cigarrillo asomó en sus labios. A su lado, Nako seguía con la mirada el paso de Satania. Andaba con cuidado y miraba mucho en derredor pero podría asegurar que habían pasado inadvertidos.
- Mira, Nako. Comprendo que esa tía es una gilipollas pero no por eso tiene algo que ver. Vamos a casa. Te invito a una copa.
- ¿No has visto como se comporta? No quiere que nadie sepa a dónde vamos.
- Será una paranoica.- se recostó a su lado.- Comprendo… tu situación pero no podemos estar dando palos de ciego todo el santo día. Mañana Drmoriarty nos quiere a las ocho de la mañana y ya son las dos. Yo necesito dormir. Y echar un buen polvo.
- Mírale.- respondió él sin hacer caso.- Está examinando esas rejas. Parece un taller abandonado.
- Sí, lo que tú digas. Estás obsesionado, tío. Yo te invito a que pases la noche en mi casa y tú a lo tuyo. Ella ya no está.
- Está mirando dentro.- no había escuchado nada.- ¿Esperamos a que entre?
Bárbara lo cogió de los hombros y le obligó a volverse.
- ¿Para qué? Dime. ¿Para qué? ¿Crees que se reúnen allí a las dos de la mañana a realizar ritos satánicos o algo así? ¿Qué sentido tiene todo esto, hostias? Yo también siento lo que le ocurrió a Steffi pero comportarnos como dos locos no va a ayudar en la investigación.
Nako bajó los ojos. Ella no comprendía. Steffi estaba muerta, sí, eso le carcomía por dentro. Pero no se daba cuenta de lo esencial. Cuando perdió a quien amaba, él murió con ella. Su cuerpo físico seguía vivo, realizando las cosas propias, respirando, alimentándose, durmiendo… pero aquello que una vez le hizo humano había muerto. Ansiaba que su corazón dejase de latir, reunirse con Steffi. Codiciaba el sabor del no despertar, de deslizarse en las sombras, necesitaba no despertar más y descansar. El camino se hacía muy pesado, mucho camino y estaba muy cansado. Sólo necesitaba descansar, volver con Steffi pero no podría hacerlo si los asesinos de Steffi permanecían en las sombras, matando más personas. Bárbara no lo entendía. Ya no había día ni noche para él. No importaba la hora, no descansaba así que… qué más daba estar en la cama comiéndose la cabeza, aspirando aún el perfume de la almohada o estar en el coche.
- Vete a casa tú. Yo volveré andando.
- Joder, tío, no quería decir eso, coño. Somos compañeros, ¿vale? Donde tú vas yo voy y todo eso…
- Yo voy a la espesura.
- Tío, no digas chorradas. Esa mierda me asusta, ¿vale? No te hundas, joder. Hay cosas por las que vivir.
- Sí, conozco esos consejos que no sirven para nada. Yo mismo los he dado muchas veces. Mira, Bárbara. Voy a seguir a Satania. Es probable que no pase nada pero más vale asegurar. Tú vete y descansa, por favor.
- Yo… tío…
Nako fue más rápido. Salió del coche y corrió a esconderse tras un contenedor de basuras. A su izquierda habían unas piscinas y a la derecha una universidad. Más adelante, Satania examinaba una de las ventanas tapiadas. Con gesto fruncido se dio la vuelta perdiéndose por un callejón oscuro.
Bárbara vio alejarse a su compañero en la misma dirección. No sabía si esperar, ir con él o volver a casa. Le tenía mucho aprecio pero ahora estaba… perdiendo la chaveta. Irascible, pesado…
- No le pasará nada.- dijo en alto.- Mañana le veré en la oficina y le daré un capón por gilipollas.
Tal vez el problema era sentirse así. Nako le atraía, no por amor pero sí por deleite y él estaba lejos, muy lejos.
- A tomar por culo.
Encendió el motor y dio marcha atrás. Por el retrovisor vio cómo Nako se perdía en la oscuridad del callejón.
 
continuo...

La profesora Satania estaba apoyada frente a una falsa pared que resultó ser una puerta. Se apoyó y desapareció. Nako, escondido tras un bidón se quedó mudo. Catania tenía algo que ver. Había oído marcharse a Bárbara y eso le disgustó. Ella no sufría como él. Estaba sólo. Desde la muerte de Steffi siempre había estado sólo. Y ahora estaba cerca. Lo había sentido en aquella habitación. Esa mujer era un monstruo; ella era cómplice de la muerte de Steffi. Por eso se había comportado así; por eso acudía esa noche al encuentro con quién sabe, para informarles que la policía estaba tras ellos, que habían hecho preguntas.
Bueno, si en verdad Catania tenía algo que ver con la muerte de Steffi, no se comportaría con ella como un poli. No viviría para ser juzgada. Allí estaba él, tan sólo una pistola y la profesora. Un nexo en común y la sangre deslizándose por sus labios. Fingían ser vampiros pero sí que había un vampiro y era él. El vampiro que buscaba venganza.
Se aseguró de no tener el seguro puesto y trotó con la espalda encorvada hasta la falsa puerta. Se la había dejado abierta. Por ella atisbó cómo desaparecía en el cuarto de al lado. Aquél lugar era un despacho: una mesa y una silla, todo decrépito y justo al lado un armario roto por docenas de sitios, agujeros pequeños parecidos a balazos. Abrió con suavidad la puerta, entró y la dejó tal cómo estaba. Muy despacio llegó hasta los ventanales sin cristales. Catania había bajado por unas escalerillas y examinaba… una caja con forma de ataúd.
- Amo me castigará.- gimió en ese momento.- Por culpa de ese policía, amo me castigará. Pero soy útil para ellos. No pueden hacerme daño. Amo me habló de buenas recompensas. ¡Vida!- gritó.- Catania sirve bien al amo.
Con diligencia cerca al paroxismo se dedicó a lustrar con un trapo la tapa metálica de la caja. ¿Era eso lo que hacían los profesores universitarios por las noches? Nako se quedó muy quieto viendo trabajar a la profesora. El tiempo se alargaba y “amo” no parecía llegar.





Rodrigo Martín estaba borracho. Más que eso. Iba como una cuba. Se tambaleaba por las esquinas cantando versiones de canciones con voz grave y desafinada. Se reía a la par que rememoraba la extraña noche. ¡Después de que aquella jovencita de la que había estado enamorado le destrozase la vida por fin volvió a sentir algo cercano a la felicidad! En verdad nunca más podría ser feliz. Jamás de los jamases, como suele decirse. Pero esa noche se enrrolló con una pelirroja gustosa del “movimiento gótico”. Su sueño echo realidad. Volvía a casa con una sonrisa y borracho, muy borracho. Desde que le había abandonado cada vez que salía de casa volvía siempre cerca del coma etílico. Pero esa noche por fin tenía algo por lo que luchar, por fin…
Una corriente gélida le azotó el rostro. Se giró muy rápido y acabó en el suelo. Pero… Había visto una sombra apartarse de su visión. Sombras fundiéndose con la luz. ¿Qué…?
Alguien estaba detrás suyo. Se volvió sintiendo arcadas. No había nadie.
- ¿Hola? No me jodáis, tíos.
- No.- respondió una voz grave.- Te haremos algo peor.
Cuatro sombras le inmovilizaron. Le mordieron. A su mente acudieron imágenes de desiertos rojos, del sol, de pintura, de muerte. Y cayó al vacío, a una oscuridad impenetrable y eterna, donde le esperaban largos brazos rojos.
 
Excelente relato.........tu has jugado alguna vez a un juego de Rol. llamado Vampiro?
 
continuo...

Personas hola:
He jugado muchas veces a rol pero tan sólo una vez era de vampiros pero se trataba de una historia propia.

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Las cuatro y media de la mañana y allí sólo estaba Satania hablando para sí con ridículos salmos que, no obstante, ponían los pelos de punta. Se balanceaba sobre sus rodillas y de vez en cuando se pellizcaba los pezones, las mejillas o los lóbulos de las orejas. Estaba loca. Ya tuviese algo que ver en su cruzada, aquella mujer estaba loca.
- Mi amo y señor, por vos, siempre por vos.- decía.- para serviros, para adularos, yo os buscaré sustento y os llevaré a donde me pidáis. ¡Oh, mi señor, por vuestra gracia! Yo cazaré, os llevaré, porque Satania es una buena sierva, ayuda siempre, obedece siempre. Bien por Satania.
Jamás podría describir lo que sintió en ese momento. Se sintió a un mismo tiempo helado y aterrado. Tuvo la necesidad de huir gritando, de arrancarse la cara y de asesinar. En vez de hacer todo eso, reculó sobre sí mismo y se escondió en el armario. Cerró y rogó porque Satania no mirase allí hasta que llegase el resto… si habrían de venir.
Y justo en ese momento hubo cuatro personas más en la habitación. Ora no estaban ora sí. No podría decir de dónde aparecieron, tan sólo que estaban allí. Y no eran exactamente personas, ¿verdad?
Sus rostros eran distintos.
- Mi señor, os esperaba…
- Silencio, babosa inmunda.- gritó uno.- Tendrías que haber estado a la despedida del sol. ¿Dónde estabas?
- Mi señor, un policía… creo que sospecha de mí.
Una quinta persona entró por el lugar donde unas horas antes entraran ella y Nako. Se trataba de un chiquillo blanco como la nieve, de grandes ojos y manos rudas de trabajo. Al parecer aquellas cuatro… cosas… lo habían percibido así.
- Ven aquí Snow.- se echaron a reír.- Despídete de Satania.
La mujer ni pestañeó. Su boca se abrió dos veces mas no pudo decir nada.
- Mi señor, siempre os he servido bien.
- Cierra tu asquerosa boca. ¡Blasfemia! Si nos hubieses servido bien habrías estado donde debieras a su hora.
- No volverá a pasar, amos.
- Por supuesto que no.- dijo la muchacha.- Porque aun nos falta un plato para degustar.
Nako se llevó la mano a la pistola (¿cómo había llegado a parar ahí si la tenía en la mano?) pero no pudo hacer nada. Un terror sin nombre se adueñó de él. Uno de aquellos lo que fuesen
(vampiros)
había cogido en volandas a Satania y la mordía el cuello, se alimentaba… y flotaban en el aire como si fuesen globos llenos de helio. La cara de los otros tres se transformó en la del depredador y también volaron en círculos como si de un vals se tratase.
Fueron alimentándose uno a uno hasta que Satania no fue más que un pellejo sin sangre, vacío. Entonces lo dejaron caer y… sí, de acuerdo, aterrizaron.
- Ve en busca del camión, mi amor. Amanecerá pronto.
Aquella voz era un engaño. Le recordó a Steffi pues era muy dulce, la voz soñada en el ser querido. Sin embargo, aquella tenía un poso de maldad debajo de ella. Era hipnótica pero esa hipnosis llevaba a la muerte.
Eran vampiros. Los vampiros habían matado a Steffi. No podía ser cierto. No podía aclararse. No podía… Steffi no podía acabar así, no por ellos.
Se desmayó.
 
Bueno... al final que pasa conmigo???

Me ha quedado es duda.... :D :D :D
 
Personas hola:
He tenido fastidiado internet y de ahí mi ausencia. Yastá casi arreglado así que en un día, dos a lo sumo, seguirá el relato.
 
continuo...

De nuevo en aquel lugar. Había estado esperando a Nako desde las ocho de la mañana hasta que Drmoriarty puso el grito en el cielo. Sino había venido antes fue por creencia de que estaría borracho un día más. Fue directo hasta su casa con los gritos de su superior aun en sus orejas.
- Le dices que se tome unos días de vacaciones pero que como vuelva a llegar tarde puede quedarse con su puta placa.
El portero dijo que no había venido en toda la noche y a parte de desnudarla con la mirada no dijo más. Después de eso llegó al garaje abandonado.
- No tendría que haberle dejado sólo. Maldita sea… En qué líos me metes, Nako.
Siguió la ruta que tomara el día anterior su compañero y se encontró con la puerta semiabierta. Había sido pintada para que se disimulara con la pared. Extrajo la pistola y entró a un sucio despacho con el único mobiliario de una silla, una mesa y un armario abierto de par en par y vacío. Pero…
Se inclinó en el interior del armario y encontró la cartera. No tuvo que abrirla para saber a quién pertenecía. Era de Nako. Examinó el suelo mas no encontró nada a primera vista. Para la científica.
- ¿Nako? ¿Estás ahí?
Miró por la ventana. Allí estaba. Bajó las escaleras como alma que lleva el diablo tirándose casi sobre el cuerpo. Pero no era el de Nako sino el de la profesora Catania y a todas luces había sufrido la misma suerte que las otras víctimas.
Intentando sin éxito no alterarse examinó el resto de la planta baja incluyendo las dos aberturas para examinar los bajos de los coches. No encontró nada.
- Mierda.- gritó con rabia.- ¿Qué he hecho?
Marcó el número de la comisaría e informó de lo encontrado.
 
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