RELATO DE LOCURA

continuará...

DOS DÍAS MÁS TARDE

Primero pensar en el suicidio, idea recurrente y en cierto sentido lógica. Desde lo ocurrido el suicidio se presentaba como una liberación, el final del dolor, sufrimiento... adiós. Idea que tras lo visto en aquél jodido garaje se presentaba, ¡qué ironía!, como la única idea lógica. Ella había sido asesinada por... por... por eso. Aquellas cuatro... cosas... seres... lo que coño fuesen. Ellos la habían matado. Era inconcebible. Era una ofensa contra Steffi y contra Dios.
Sí, la idea del suicidio le seducía. Reunirse con Steffi. Pero... ¿habría ido ella al cielo? ¿Sólo mataban o destruían el alma? ¿Qué la habían hecho? ¿Era ella eso? No, no podía serlo. La profesora Satania(maldita ella) había dicho que para que hubiese transformación el vampiro debía dar a beber voluntariamente la sangre. O algo así... ¿Cómo saberlo? Buscas a un par de chiflados y te encuentras cara a cara con un monstruo de literatura barata, monstruo por otra parte que te ha arrebatado lo único que da sentido a tu vida de una manera espantosa y terrorífica. Aquellos malditos hijos de Satán se habían alimentado con ella...
Entonces decidió que se suicidaría. Pero no de inmediato. Primero los encontraría, fuesen donde fuesen, fueran lo que fuesen. Los encontraría y entonces que Dios se apiadara de ellos porque él no lo haría. Ellos eran los señores del horror y el sufrimiento. Pero se iban a encontrar con eso mismo. Tendrían que matarlo para que él no lo hiciese.
Ahora iba en tren. Satania tenía en un bolsillo un prospecto sobre un lugar llamado Camargo, en Cantabria, un lugar que él conocía y no se alegraba de ello pues muchos de sus lugareños tenían el corazón podrido.
Tal vez estuviesen de camino allí. Era un comienzo como cualquier otro. No conocía el camino que debía tomar. Pero se conjuró con su final.
 
Personas hola:
¿Por qué estás flipada, PAOLA?

Continuo ...

Nako llegó a la estación de trenes. Se quedó unos instantes absorto en el antiguo pórtico de entrada. Admiraba los grandes ventanales que daban acceso a la restaurada estación. Antes de entrar comprobó de nuevo el billete. Salida a las diez de la noche. ¡Perfecto!
- ¿Señor Nako?
El detective se volvió encontrándose con un compañero. Éste sonrió de verdad, aliviado de verlo.
- Bárbara está desquiciada.- continuó.- ¡Qué coño! Todos lo estábamos. Pensabamos que te había ocurrido algo. La profesora esa apareció muerta y...
- Y sin sangre, ¿verdad?
- ¿Los viste? ¿Viste a esos hijos de puta?
- Sí, se quienes son. Escucha, Damián. Tengo que irme.
- ¿Adónde? ¡Coño! ¡Joder! ¡Tienes que llamar a Bárbara! ¡Y al comisario!
- No. No quiero que se mezclen con esto. No quiero que sufran lo mismo que sufrió Steffi.
- Ya estamos... Escucha, tío: aquí estamos nosotros. Nosotros nos preocupamos y...
- Tengo que irme.
Entró a toda velocidad esperando que Damián no le acompañase. ¡No hubo suerte!
- Nako, espera. No me jodas... ¿Dónde coño vas?
- Al infierno. Voy al infierno a matar demonios.
- ¿Pero qué dices? ¿Se te ha ido la peonza? ¡Párate un segundo, coño!
Nako salió a la pista cuando su compañero le cogió del hombro. Se revolvió y lo cogió de la chaqueta.
- Escúchame.- susurró con ira.- No me sigas. No digas que me has visto... ¡¡¡jamás!!! Esto es peor que todo lo que puedas imaginar. Yo estoy muerto, ¿entiendes? ¡MUERTO! Dedícate a lo tuyo y olvídame.
- Suéltame.
- Recuerda lo que te he dicho.
Le soltó tirándolo a la pared. Uno de los policías de la estación se acercó pero no le dio tiempo a decir nada pues ambos policías enseñaron su placa y lo conminaron sin delicadeza a que se perdiese.
- ¿Quiéres que te olvide?- gritó Damián, una vez desapareció el policía de la estación.- ¡Pues que te den por culo, imbécil! ¡Estás loco, tío! ¡Que te jodan!
Nako no respondió. Esperó la llegada del tren con la imagen de Steffi, sólo recordando a Steffi, viviéndo con Steffi en su cabeza y cuando llegó el tren se montó en él y cerró los ojos sumergiéndose en la paz de los sueños.
 
continuo...

Mientras Nako dormía, la noche se adueñó de esa parte del mundo y criaturas que en otras circunstancias jamás hubieran de existir se levantaron hambrientas, contemplando frente a sí, allá abajo la ciudad española de Bilbao. Se despedazaron y enseguida recobraron ese aura de belleza, voluptuosidad e hipnótica presencia que les servía para cazar. Y los cuatro al mismo tiempo lanzaron al aire fresco un rugido estremecedor que ningún humano oyó pero que hizo temblar a la misma luz con su infinitesimal peso.
- Es la hora de alimentarse.- graznó Frank.- ¿Dónde nos espera el esclavo?
- En la casa.- respondió Torbe.- ¿Dana, no os habeis prendado de su nombre?- se burló.- Lo mismo ocurrió con la babosa.
- Que no se prende mucho.- se apresuró a contestar Jack.- No es más que un trozo de carne como el resto. Alimentémonos y busquemos más rairos. Empiezo a cansarme de vagar en tan reducido grupo.
- Es más seguro, mi amor.
Amor. Extrañas palabras para la boca de un ser para que el asesinato era su supervivencia.
Los cuatro vampiros se fundieron con las sombras y vagaron hasta la ciudad la cual pareció gemir en su alma viendo el gran mal que se avecinaba a sus puertas.
En el tren, Nako despertó con un sobresalto. La señora que leía frente a él tambien dió un respingo.
- ¿Estais bien, joven? ¿Pesadillas acaso?
- No están allí.
- ¿Quién no está?- le miró recelosa.- ¿Seguro que no quereis que busque al revisor? Podría...
- ¡Cállese, joder!
Se levantó corriendo hasta ir a la puerta. Allí quedó absorto viendo la noche deslizarse a toda velocidad por el exterior.
- No están allí y se han despertado.- murmuró.
Se extremeció con sólo pensarlo pero también regresó la infinita rabia. Los dos sentimientos tenían sus motivos.
 
continuo...

El tren se detuvo en Torrelavega y allí se bajó el policía. Salió a la noche donde cualquier cosa podía achecharle. ¿Adónde ir? ¡Dónde estaban? ¿Y si en verdad sí estaban en Santander y él estaba haciendo el primo? ¿Qué hacía sino la profesora con el...?
¡Estaba harto! ¡Harto de preguntas sin respuestas! ¡Harto de tener tanto miedo, de no saber a dónde se dirigía o de si obraba bien!
El tren se marchó dejándolo sólo de la estación excepto por varios chicos con camisetas del Athletic de Bilbao.
- Desde Santurzi a Bilbao...- cantaba uno.
Nako se marchó. No estaba para cancioncillas. Los chicos no salieron.

Nataly era una joven muy peculiar. Sus padres dirían que era una joven tímida, estudiosa, reservada para con los chicos, un modelo a seguir de honor inmaculado.
Esa era la Nataly que fingía en casa.
En verdad se llamaba Natalia pero siempre la habían llamado Nataly y ella disfrutaba con ello.
Por las noches, aprovechando que sus padres dormían, ella salía de casa a vivir, como diría ella. Primero llegaba al "Caos" donde se reunía con los colegas y se bebían un chupito o una jarra oyendo como Brian Johnson tenía "el jack" o como es de largo el camino hasta el infierno. De allí se iban a casa de Luis donde podían disfrutar de la mejor marihuana de todo Bilbao.
Pero esa noche era especial. En la sala "Putalocura" iba a tocar "Black Sabbath", cita obligatoria para todos sus fans. Iba a ser una semana especial. Jueves: Black Sabbath; Sábado en San Sebastián: Narco; Domingo en Bilbao: Napalm.
Se aseguró que sus padres dormían y entonces saltó al jardín y de ahí salió a la calle. Llamó por el móvil a Rout.
- Dime.
- Voy para allá, en veinte minutos me ves allí.
- Dame un toque al móvil para que baje, ¿okíz? No llames al portero.
- Vale, tío, ya lo sé, no soy nueva.
Salió de su calle para entrar ya en el corazón de la ciudad. Esa noche era extraña. Aún no habían dado las once de la noche(sus padres se acostaban muy temprano) y no había ni dios por la calle.
De repente se estremeció sin saber por qué.
- ¿Hola?
Nada. Pero... ¡Qué coño! ¿Qué va a pasar? Se dió la vuelta y siguió caminando más rápido. La sensación de que la seguían se volvía más y más palpable. Estaba segura de que la seguían. Giró sobre sí y entónces una sombra cayó sobre ella. Gritó.
- Tranquila, soy yo.
- ¿Torbe? ¿Has vuelto? Joder, qué susto me has dado.
- Quería darte una sorpresa, mi niña...
Su corazón le palpitaba a mil por hora.
- ¿Cuándo has vuelto? Hacía más de siete años...
- Lo sé. Vine para degustar un plato que otrora no pude. ¡Ay, mi pobre niña!
- Tú siempre tan loco... - se echó a reír aún insegura.- He quedado con algunos colegas. ¿Quiéres venirte? Tenemos...
- Espera.
Qué ojos. Hace siete años conoció a Torbe de casualidad y siempre se había fijado en esos ojos tan profundos. No en pocas ocasiones había soñado con ellos; incluso deseaba ser amante de esos ojos.
- No puedo convertirte pues ya somos muchos... Lástima no haberte encontrado más tarde. Frank desea emigrar a Grecia. Él nació allí, ¿sabes? Sólo que entonces se llamaba
(esos ojos)
Ioropus. Abrázame, Nataly. Deja que Torbe
(esos ojos la ahogan)
(esos ojos la inundan)
te bese el cuello.
Nataly ya no dominaba su yo. Levantó los brazos. Sólo deseaba unirse a esos ojos, disfrutar de sus besos, yacer con esa fría oscuridad roja.
- ¡Oh, Nataly!
Inclinó la cabeza en el mismo momento en que se abrazaban.
- No es más que un paso. Soy casi un dios, Nataly. Únete a mí.
Torbe abrió las fauces pues ya no era un hombre sino un demonio, un vampiro que ansía su sangre. Y tal energía penetró en ella. Se revolvió sin éxito, intentó gritar pero los ojos no la dejaban.
La mordió.
Entónces dejó de resistirse. Estaba bien. No dolía. Es más, era lo más sucio y cachondo que la habían hecho nunca. No pasaba nada, no pasaba nada... No había nada, salvo la oscuridad roja.
Torbe se alimentó hasta saciarse y luego dejó caer el cuerpo deforme y sin vida. Gorjeó aún deleitándose con el sabor picante de su sangre. Ahora tendría que hacer desaparecer el cuerpo mientras el resto se encargaba de alimentarse de toda aquella pandilla que le conocía pues conocía un gran secreto suyo.
- Adiós, Nataly, adiós.
La noche oscura dejó de serlo tan pronto desapareció aquél ser. Se fue por las sombras con un cuerpo deshecho bajo el brazo.
 
Personas hola:
1.- Espero que os esté gustando el relato.
2.- Si teneis alguna sugerencia que hacer, hacedla, por favor.
 
Torbe se encontró con Frank frente a una vieja casona bien cuidada.
- Esclavo, Jack y Dana vendrán en breve. Veo que te has alimentado bien. ¿Por qué no has destruido el cuerpo?
- Esclavo debe comer. Esta carne aún no es pútrida.
- Que se alimente con ratas e insectos.
- Si come carne corrompida, corrompido quedará él. ¡Que coma este amasijo de carne!
Tiró el cuerpo al suelo sin perder de vista la casa. Parecía deshabitada.
- ¿A quién perteneción?
- A Lemur.
- Murió hace mucho tiempo.
- Sí.- respondió Frank.
Lemur había sido el quinto vampiro del grupo pero un cazavampiros llamado Oleg se lo había llevado por delante antes de desfallecer ante Dana. No había nadie que la hiciese frente. Al menos de momento.
En ese momento llegaron Dana, Frost y eso.
- Ya nadie queda para desvelar tu secreto.- susurró Dana.- Pero es menester que guardes tus palabras, Torbe. Aborrezco esta plaza. Quiero montañas verdes con el aire sano y no tan viciado como este lugar.
- En una semana nos iremos.- masculló éste.- Entónces tendrás tus malditas montañas. ¿Entramos?
- Igaro erem udilit.- exclamó Frost.- ¡Ya podemos entrar!
Los vampiros y la cosa, su esclavo, desaparecieron por la puerta sin tener que atravesar la puerta. Sólo el esclavo se vio obligado a tal menester.
Y, como si de un milagro se tratase, la ciudad pareció recuperar brío, luz, maravilla tan pronto desaparecieron en el interior de la casona.
En otro punto de la ciudad el chico de nombre Ángel que se hacía llamar Rout miraba con preocupación la calle. Nataly nunca se retrasaba y ahora no llegaba.
- Que esté bien, que esté bien.- salmodiaba.
Pero de nada servía. Nataly no llegaba.
 
Una vez dentro los vampiros descuartizaron el cuerpo de la joven y lo hicieron desaparecer mientras salmodiaban oscuros versos de ritos de la sangre.
- ¿Es acaso el secreto de lo camano lo que acontece y por lo que estas criaturas han muerto?
- Así es, Frank.- respondió Torbe.- Tan sólo lamento que durante tanto tiempo permaneciesen con vida y con el temor de revelar el secreto. Para ellos no fue más que una historia, sin saber que toda ella gozaba de verdad.
- ¿Y cómo pudiste ser tan estúpido de revelarla?- gritó Frank con furia.- ¿Qué innobles placeres te procuraron?
- Extraña es la materia de los alimentos. Me envenenó la hoja verde y perdí el control de mí.
- Yo ya lo perdoné.- intervino Frost.- ¿Por qué vos no?
- No es que no le perdone pero no somos muchos. ¿Por qué no les destruimos en seguida?
- Ya sabes por qué. Supervivencia.
- ¿Qué es eso de lo Camano?
Los otros tres miraron a Dana y sus miradas era la edad del mundo.
- No nacíste entónces, amor.- explicó Frost.- La oscuridad era entonces completa.- Lo Camano fue el padre al que nunca conocísteis.
- Su nombre era Iriam Egoiriam.
- Lo Camano que significa poder y gloria, la especie vampira alzándose sobre su alimento, sobre las bestias y sobre los rhons y sars que nos crearon. ¿No sabéis el origen de los vampiros?
- Pronto habrá de amanecer.- intervino Frost.
- Aún faltan tres horas a lo poco, mi dulce amor de la oscura ribera.- se recostó sobre Jack, cubriéndose con la piel arrancada y sanguinolenta de Nataly.- ¡Contadme la historia de Iriam Egoiriam! Vos sabéis que nunca le conocí.
- Porque Genserico el maldito se la llevó en la batalla de Gruz.- vociferó Torbe.
- Nunca me hablaste de ello.- le reprochó Dana.
- Piensan que los vampiros somos seres oscuros.- respondió éste.- Y así es. Pero los humanos no son menos oscuros. El humano teme lo que desconoce y mata a lo que teme. El humano busca su supervivencia y su dominio. El vampiro también. No somos desvirtuación sino una especie paralela. Hablemos pues ya hemos empezado.
Tomó aire y continuó mientras acariciaba los cabellos de su hermosa chupasangre buscando ahí el ardor y la fuerza para el pasado.
- Antes de ninguna civilización humana existiese, cuando ni romanos, ni griegos, ni nadie se hubiese unido más que en pequeñas chozas de paja y adobe los rhons dominaban Tierra por el bien de los humanos. Pero advirtieron alguno de ellos que podían y debían gobernar. Fueron los rhons quienes despreciaron tal deseo, tal designio pues con ello fueron creados. Se excindieron pues. Rhons y sars. Ángeles y destructores. En verdad, necios y reyes. Y los sars clamaron su deseo: dominar y gobernar pero por el bien de Tierra. Porque ese era su designio. Así lo decidió quien fue designado para ser rey de Tierra. El único dios, Dios, concedió a su siervo Satanás Tierra para que la gobernase pero cuando quiso hacerlo algunos de sus aliados negáronse y lucharon. Enfrentaron sus pobres deseos a los designios del rey. Se compadecieron de estas viles criaturas llamadas humanos cuando ellos mismos les despreciaban y escupían. ¡Malditos! Los humanos despreciaron a su rey. Los humanos querían ser su propio dios. Entónces se decidió la gran batalla. La batalla de Gruz donde combatió toda, absolutamente toda la Humanidad. Nuestros padres contaban con aliados fuertes como Azzojk, Rahos y Geresseir. Y nos crearon a nosotros, los vampiros, la especie superior, el futuro de Tierra, el destino de la Vida, el todo de la oscuridad y la luz.
Yo, Torbe y Frank combatimos en Gruz y los malnacios de los rhons utilizaron el Arma Absoluta condenándonos a sobrevivir y malvivir en la oscuridad. Pero he ahí el secreto. La posibilidad de volver a la luz, de vivir en la luz.
- ¿Y cuál es el secreto?
- Lo Camano lo tuvo en sus dedos.- respondió Torbe con aspereza.- Y Genserico se lo arrebató perdiéndolo por siempre.
Dana se incorporó muy excitada y con los ojos en propia vida.
- El secreto... el secreto...
Sus ojos revelaban un futuro.


Continuará...
 
continuo...

Los tres vampiros se miraron entre sí. Torbe cogió el último trozo de carne de Nataly y lo engulló de un sólo bocado. Nataly los observó uno por uno deseando que hablasen con una certeza ahogada que una vez había escapado de su gruta negábase a volver.
- Contadme lo ocurrido. Llevo con vosotros más de ochocientos años y es ahora cuando he de enterarme de todo.
Fue Torbe quien continuó.
- Tras el final de la batalla los perdedores, nosotros, fuimos condenados al destierro. Lo Camano, Jack, Frank, yo y otros conseguimos desaparecer, ocultarnos. El arma absoluta nos privó de la luz del sol y así permanecimos hasta la época de Odoacro, un emperador del este que se hizo con el poder cuando Roma cayó. Fue él quien descubrió algo que podía devolvernos la luz. No sé cómo Camano se enteró. Él marchó a Roma pero cuando llegó Odoacro había sido asesinado. Nosotros, por entónces, vivíamos en lo que hoy es Francia.
- Había mucho alimento y poco riesgo.- explicó Frank.
- Entónces volvió Lo Camano. Lo perseguía el tal Genserico, el muy maldito. Y vino contigo en brazos. Tu madre era una mortal, alimento.
- Lo sé.
- De acuerdo. Pues dijo haber descubierto cómo volver a vislumbrar la luz. Era una fuerza dentro de un objeto, a la vista de todos pero oculto a la razón.
- Nosotros nos emocionamos.- intervino Frost.- Pero no hablamos mucho de eso pues Genserico estaba a un día de distancia. Lo Camano dijo que el objeto se hallaba en la propia Roma y allí pretendíamos ir pero no era tan fácil.
- Genserico era el sievo de un rhon llamado Vega. Y si Vega se enteraba de nuestra remota existencia... daba igual dónde nos escondieramos. Ten en cuenta que los rhons son muy poderosos. Satanás era un sar y un sar es un rhon que ha asumido la verdad de su condición.
- Fuimos al norte cruzando el mar y llegamos exhaustos y hambrientos. Por entónces habíamos salido con otros tres más que murieron en la travesía.
- Y la misma noche de nuestra llegada, Genserico nos esperaba. Por supuesto que luchamos contra sus hombres y contra él. Genserico quedó muy herido y Lo Camano murió. El condenado le roció con agua bendecida. Ya sabes el efecto que provoca.
- Una vez estuvo rociado con esa nefasta agua, fue fácil acabar con él.
- ¿Y no hicisteis nada?- clamó indignada.
- Nosotros también luchabamos. Eramos cuatro contra más de cien hoimbres, estabamos agotados y nos dominaba la sed. Y debiamos cuidar de tí. El alimento dice de nosotros que no tenemos sentimientos pero...
- Pero tu padre te amaba, dana.- terminó Jack.- Como te amo yo a tí, mi frío amor.
- Lo Camano murió.- terminó Torbe.- Y transformamos a Genserico. Para un cazavampiros no hay maldición peor que ser uno de ellos. No nos perseguiría pues para él era en verdad una maldición. No podría siquiera ver la luz. No podría volver a hablar o mirar a Vega.
- Fuísteis a Roma y no descubrísteis nada, ¿verdad?
- Así es.
Dana se echó a reir y la muerte fue su risa.
- Es hora de la venganza.- siguió riendo hasta que llegó la luz del sol.
 
pregunta

¿Os está gustando el relato? :?: :?: :?: :evil: -1
 
Re: pregunta

jack frost rebuznó:
¿Os está gustando el relato? :?: :?: :?: :evil: -1


De lo mejorcito oiga, aunque a mí me haya chupado la sangre vilmente una harpía. :?
 
Está muy bien Jack. Siento curiosidad por cómo contiinúa.
 
continuo ...

Drmoriarty meneó la cabeza con pesar. Apagó su pall mall en el cenicero cruzando las manos.
- Si Nako ha perdido la cabeza no tenemos que ir por ahí persiguiéndolo. No somos loqueros.
- Comisario: Steffi, la mujer de Nako es asesinada. Nako y yo hablamos con una profesora universitaria a la que apodan Satania. Nako la sigue y al día siguiente aparece muerta de la misma manera que Steffi. ¿Y usted me pide que no le busque?
- Eso nos da dos posibilidades.- rebatió él.- Primero, tú no debiste dejarlo sólo. Y dos, quién nos dice que Nako no tiene nada que ver con los asesinatos.
- ¿Qué?- Bárbara no daba crédito a lo que oía.
- Entiéndeme, figura. Yo no daría un céntimo por ello y tú tampoco. Pero dime que pensarán mis superiores. O la gente. Policía que enloquece, su mujer asesinada, una profesora después de que él se quedara sólo con ella, visto como un loco en la estación. Dime, Bárbara, imagínatelo de una manera externa. ¿No sospecharías de él?
- Usted nos dio el caso.
- Nako lo pidió.- la cara de Bárbara fue un poema.- ¿No te lo dijo nunca?- ella negó con la cabeza.- Además, ¿sabes adónde ha ido?
- Sí. Montó en un tren a Santander. Lo vió...
- Sí, ya, ya... ¿A Santander? ¿Estás segura?
- Ahá. Bien... ¿y qué pretendes hacer? ¿Atarlo de pies y manos? Lo que tienes que hacer es llevarlo a un puto psiquiatra.
- ¿Entónces me va a dar permiso?
El comisario suspiró.
- Hoy es miércoles. El miércoles por la tarde de la semana que viene te quiero ver aquí, con informe y todo. Y la verdad es una: por mucho que quisiera, no te pagaré esta semana. Fingiremos que estas enferma e irás como cualquier otra persona no como policía, ¿entiendes? Esto no es el F.B.I. y no se trata de un caso. ¡Ah! Y este caso se lo traspasaré a García y Jimeno. El miércoles, cuando vuelvas, te incorporarás. A Nako le daré unos días de vacaciones, ¿estamos de acuerdo?
Bárbara asintió y se marchó. Drmoriarty suspiró y cerró los ojos.
- Maldito sea el día que la dí el caso.- murmuró.- Torbe la matará. Maldito el día...
 
Acojonante relato sr. Frost, tiene usted un estilo literario que me recuerda a un amigo mío con nombre galáctico. Siga, siga; creo que muchos estamos enganchados a su historia.
 
continuo...

Un nuevo día, gracias a Dios. Los temores ocultos, gracias a Dios. Búsqueda, gracias a Dios. Pero seguía perdido.
En un bar tomaba café leyendo el periódico por hacer algo. Había estado toda la noche en vela. No podía dormir, ¿cómo iba a dormir? ¿Y si aparecían ellos? No, ¿cómo domir? Imposible. Le traía a la mente un recuerdo de su vecina, cuando era niño. Una vez llegó tarde a casa de jugar en el parque. Tarde para su edad, claro está, apenas había anochecido. ¿Qué más daba? Sus padres se preocupaban por él igual que por el ficus reseco y muerto del salón. Llevaba muerto más de dos años y aún seguía allí porque no lo habían advertido. Pero aquella vecina le detuvo justo antes de entrar, cuando la llave ya se deslizaba por la cerradura. Recordaba como sus ojos verdes le fulminaron. Pero era un rayo cálido, un rayo por el que podría sentir cariño de hijo.
<<No puedes llegar a casa tan tarde>>, le dijo. Sus ojos lo escrutaban y su mano firme en su codo, lejos de apretar como era costumbre en su casa, le mantenían firme pero sin aquél terrible dolor, sólo escucha decía su mano, escucha y aprende, escucha y entiende. <<No, no se puede llegar a casa tan tarde. ¿Quién sabe lo que se mueve en la oscuridad? Podría llevarte consigo y eso no siempre es bueno>>.
Él había prometido llegar a casa antes del anochecer, asustado por sus palabras. Era obvio que no se refería a los vampiros
(¿o sí?)
pero en verdad era un buen consejo. Era ese consejo que nunca recibió en casa. Y ahora lo recordaba con cansancio y pesadumbre. Sólo deseaba cumplir su determinación, reunirse con Steffi y descansar por fin... ¡Pero no antes de matarlos! Recorrería el mundo entero si era necesario pero los encontraría!
Al parecer eso es lo que iba a tener que hacer.
En el periódico seguía como titular la nueve muerte del asesino vampiro. Ja, ja, qué puta gracia. ¡Qué chistosos, ja, ja! ¡Perros...! Críticas a la labor policial. Temor, bla, bla, bla... Chorradas y salvese quien pueda de los políticos, como siempre...
- Señor.- un chico le tiró de la manga.- ¿tiene unas monedas? Es para el tren. Mis padres me esperan en Bilbao y no me llega.
Distraído sacó un billete de cinco euros y se lo tendió sin mirarle siquiera.
- Muchas gracias, señor. Lo voy a coger ahora mismo. Quiero llegar de día. La noche me da miedo. ¿Quién sabe lo que ocultan las sombras?
- Sí, sí, claro, claro... - Nako se llevó la taza a los labios y de repente se hizo la luz. <<¿Qué coño...?>>
Se dio la vuelta. El chico y su dinero
(desde Santurtzi a Bilbao...)
habían desaparecido. Lo buscó fuera del bar, corrió en varias direcciones pero no lo encontró. Con un cabreo monumental volvió al bar a pagar.
- Vaya, si ha vuelto. ¿Usted se cree que es aceptable?
- Cierre la puta boca.- le enseñó la placa.- No estoy de muy buen humor.
Dejó unos euros y salió al exterior.
<<¿Dónde coño te has metido? Rumbo a Bilbao por supuesto. Y ayer... los chicos de las cancioncillas...>>
Tuvo que sentarse. Esa sensación opresiva de ser manipulado, de ser manejado por alguien era demasiado para él. Y pensar que se consideraba un tío pragmático. Qué risa, tía Felisa. No le consoló pensar que al menos alguien
(un ser)
estaba de su parte.
- ¿En qué puto lío me he metido?
De fondo se oyó una risa. Una risa que sólo Nako oyó.
 
continuo...

Nako llegó al arcén con el ticket rumbo a Bilbao. Saldría a las siete y media de la tarde, cuando el día rayaría la noche.
<<Te estás obsesionando con la noche>>
<<Sí, pero ellos están en la noche>>
<<Y no es acaso cuando puedes atraparlos>>
No sabía que pensar. Pensó en sentarse en un banco pero decidió que no. Se fijó en un edificio del fondo. ¿Qué le ocurría? Se trataba de una biblioteca. ¿Y por qué habría de interesarle una puta biblioteca? Le quedaba algo más de hora y media para salir. ¿Qué podía importar?
No obstante se dio cuenta que ya había recorrido medio camino. Entónces se dejó guiar. Mejor hacerlo. Empezaba a descubrir que era mejor guiarse por los instintos. Los instintos en este infierno eran como los ojos para un cazador.
En la puerta había un anciano que se le quedó mirando. Nako ni le dedicó una mirada pero éste le observó con gran detenimiento. Su frente se pobló de arrugas y no apartó la vista hasta que el policía desapareció en el interior.
 
continuo ...

Nako paseó la vista por el vestíbulo. Era muy amplio y luminoso; en el fondo, justo antes de la escalera que llevaba a los baños había un mural flamenco. Se acercó curioso; más bien fue arrastrado hasta allí. Aquello era lo que había venido a ver. Fuera quién fuese (o lo que fuese) lo que le manipulaba por la cara le había enviado allí para ver ese mural. En cierto sentido se sentía más seguro sabiendo que alguien al menos le echaba una mano pero saber que lo manipulaban no era algo sencillo de aceptar. ¿Cuántas de sus ideas eran suyas y cuántas de quien fuese? ¿Y por qué "ese" ser no había salvado a Stefii? Eso le cabreaba. ¿Por qué no la había salvado?
El cuadro era bastante amplio y repleto de detalles. Representaba a unos hidalgos llegando a la puerta de un castillo en el que se ofrecía un detalle de una joven vestida con elegancia seducido a la par por un joven. La joven llevaba un cofre entre las manos.
- Es la dama Violeta Hoseffman.- dijo una voz a su espalda.- La dama de la custodia. Digame, caballero. ¿Hace cuanto que sabe de la existencia de vampiros?
Nako se volvió con lentitud, como a cámara lenta. Se encontró con un hombre a todas luces vagabundo si bien bien aseado y con una cuidada barba canosa. Vestía una raida chaqueta de piel y unos pantalones de pana que resultaban curiosos junto a aquellos zapatos de piel, seguramente robados. El hombre le observaba fijamente con sus ojos marrones, ojos oscuros, profundos e impactantes. Esos ojos eran de líder, eran peligrosos. Sus manos, en cambio, parecían preparadas para tocar el piano y deleitarse con una obra del maestro Mozart.
- Soy Grari. Le he visto entrar.
- ¿Por qué cree que yo...?
- ¿Qué usted ha visto vampiros? En cierta ocasión... digamos que tuve un encontronazo con uno llamado Frank. O así se hacía llamar. ¿Le apetece un café?
- Salgo dentro de nada hacia...
- Bilbao. Lo sé, lo sé. ¿Están allí sus vampiros?
- ¿Cómo ...?
- De la misma manera que se que usted los vió.- le interrumpió Grari.- No tengo muchas posesiones de verdadero valor pero sí una litografía de este cuadro. Tal vez le interesara hablar conmigo.
- Y yo no estoy tan seguro. Ya no...
- Ya no está seguro de nada. El mundo se le viene encima. Créame, le comprendo. Ha dicho que marcha a Bilbao.
- Lo ha dicho usted, señor Grari.- masculló hosco el policía.
- Bien, sino le interesa lo que deba de decirle, adiós. Arrégleselas como pueda ... y vaya preparando un buen ataud.
Se fue a dar la vuelta pero Nako le detuvo.
- Está bien.- replicó.- Tengo unos minutos.
- ¿Le parece bien que vaya con usted?
- ¿Acaso tiene dinero para el billete?- se burló.
El hombre llamado Grari le observó mezcla de dolor mezcla de rabia. En un abrir y cerrar de ojos salió pitando. Nako se quedó boquiabierto por la velocidad de aquel anciano y cuando por fin tuvo fuerzas para salir al exterior éste ya había desaparecido.
Un asistente de la biblioteca llegó hasta él.
- ¿Le ha robado algo, señor? vaya si corría, el hijo puta.
Nako negó con una mano y se disponía a irse cuando cogió al asistente por un brazo.
- Discúlpeme, ¿venden litografías de ese cuadro del vestíbulo?
- Por supuesto. Diez euros y aún son baratas, caballero.
- ¿Conocía al hombre que salió corriendo?
- ¿Conocerle? ¡Qué va! No era más que un puto vagabundo.- lo exclamó con desprecio.- De vez en cuando se le veía por aquí y a veces hacía guardia frente a la puerta si entiende lo que quiere decir. El señor Sabichs pensaba llamar a la policía. Estaba harto de verle por aquí. Tal vez lo haga ahora. Bueno, ¿qué hay de esa litografía?
Los dos hombres volvieron a perderse en la oscuridad del edificio.
 
Personas hola:
No voy a poder continuar la historia hasta el mes de Agosto(lamento las molestias) así que pido a sus lectores que resuciten el tema y a los moderadores les ruego que no me lo cierren pues tengo pensado continuar mucho más. Muchísimas gracias y buen final de Julio. :twisted: +3
 
Personas hola:
En breve habré de continuar la historia. Hasta ahora. :twisted: +10
 
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