jack frost
Forero del todo a cien
- Registro
- 29 Abr 2004
- Mensajes
- 393
- Reacciones
- 0
Y de nuevo rumbo a Bilbao, sin saber bien qué hacía o qué pasaba, viendo como su vida se había convertido en una película surrealista más propia de un relato de Stephen King que de la rutina propia de sí mismo. ¿Policía? Ya no era policía, ya no era nada más que un saco de huesos(con sangre) que vagaba por el mundo siguiendo quién sabe qué, persiguiendo seres propios de la mitología que de la puta vida y teniendo encuentros con gente aún más extraña que los propios vampiros. ¿Era ese vagabundo lo que le esperaba? ¿Acaso era un Grari dos? Bien, ¿cómo seguir una vez se había visto todo aquello? Era imposible. ¿Cómo levantarse cada mañana? ¿Cómo mirar a la luna y ver en ella todos esos bonitos poemas que tantos poetas escribieran durante siglos? Lo único que podría ver serían dos colmillos afilados y amarillentos desgarrando cuellos
(el cuello de Steffi)
y chupando sangre
(la sangre de Steffi).
Con dedos temblorosos extrajo una foto de Steffi. La contempló notando cómo las lágrimas se acumulaban en sus párpados, notando como luchaban por desbordarse. Pero si se echaba a llorar, también gritaría, se volvería loco si aún no lo estaba(y por el comportamiento de los últimos días bien podría decirse que ya había perdido la chaveta). Contempló la foto y luego la apoyó en su pecho sin más que decir, sólo recordando su cara, su risa, su amor. ¡Dios, la amaba tanto! Aún la amaba tanto. ¿Qué podía hacer ahora? ¿Qué vida le esperaba sin ella? No podía vivir sin ella, no quería vivir sin ella pues ella había sido el sentido de su vida, ella había disimulado la tediosa rutina en algo azúl maravilloso.
Y ahora yacía muerta. Y sus asesinos esperaban riéndose maliciosamente en ataúdes putrefactos.
Nako se quedó dormido y no soñó. Tampoco vió al hombre que le observaba. Grari había decidido subir al tren. Comprendía las malas maneras de aquél hombre, él se había sentido igual. Sería mejor ayudarlo, no salir huyendo con el orgullo ofendido.
Bárbara llegó al museo en el mismo momento en que lo cerraban. Se identificó como policía.
- Señora, vamos a cerrar ya.- dijo aquél hombre.
- Me da igual. Esta tarde se ha vendido algo con una tarjeta de crédito. Estoy buscando a su portador.
- ¿Es un delincuente?
- No.- respondió ésta. No añadió más.
- Bien... Hemos realizado algunas ventas... Dígame cómo era aquél hombre.
Bárbara le enseñó una fotografía.
- ¿Lo reconoce?
- Me temo que no. ¿Ve aquél hombre?- señaló sobre su hombro.- Aquél joven.
- ¿El que espera al autobus?
- Sí. Es un empleado. Se llama Damián pero le gusta que le llamen Yorick. Tal vez él le atendió.
Bárbara le dió las gracias y salió corriendo hasta el chico alcanzándole justo cuando iba a subir al bus. Cuando se identificó éste levantó las manos con la cara pálida.
- Yo... le juro que yo no he hecho nada, agente. Yo...
- No vengo a detenerle.
- ¿Ah, no? Porque yo no quería hacer el botellón. Sé que está prohibido pero Laura me gusta mucho y...
- He dicho que no voy a detenerle. ¿Reconoce a este hombre?
Yorick estudió la foto un segundo tras lo cual asintió.
- Claro que sí. Compró una litografía del cuadro del vestíbulo. Se quedó mirándola casi diez minutos y pareció decepcionado. Y eso que es un cuadro muy valioso. De hecho llamaron desde Madrid...
- El puto cuadro no me interesa una mierda. ¿Sabe adónde se marchó?
- Bueno...- se mesó el cabello y le echó una mirada prohibitiva. Bárbara hizo caso omiso de ella.- Estuvo charlando con ese pobre.
- ¿Qué pobre?
- Un habitual. Se siente a la puerta y de vez en cuando intenta charlar con la gente. Ya hemos tenido que avisar a la policía varias veces. Luego... me parece que dijo algo de Bilbao. Me parece que era Bilbao, vamos, pero no podría jurarlo. Yo estaba más atento a la litografía que se llevaba que a otra cosa.- se echó a reír.
- ¿Bilbao? De acuerdo, muchas gracias, señor.- se fue a dar la vuelta.
- Oiga, espere. Ya son casi las diez. ¿Puedo invitarla a una copa?
- Me temo que no.
- Mujer, relájese, yo...
- Señor, Yorick, no me obligue a ser desagradable.
Éste la vió alejarse murmurando insultos y obligado a esperar al siguiente autobus. Ese era el problema. Todo dios era de un borde que te cagas. Cómo coño se iba a poder ligar así si ni siquiera permitían hablarse los unos a los otros. ¡Qué puto asco!
Mientras, Bárbara pensaba en Bilbao.
- Nako, tío, ¿qué coño viste? ¿Qué coño te está pasando?
Se hizo de noche.
Se hizo de noche y en un lugar oculto los vampiros salieron dispuestos a alimentarse mientras que en otra cripta no muy diferente de donde vivieron estos durante siglos, Genserico, el otrora gran cazador también estaba preparado para despertarse. Se preparaba una gran guerra.
_____________________________________
Espero que mi ausencia no os haya hecho perder las ganas de leer este relato y sigais disfrutando del mismo. Asimismo, si teneis alguna sugerencia o deseo, hacedmelo saber. Gracias, tí@s.
(el cuello de Steffi)
y chupando sangre
(la sangre de Steffi).
Con dedos temblorosos extrajo una foto de Steffi. La contempló notando cómo las lágrimas se acumulaban en sus párpados, notando como luchaban por desbordarse. Pero si se echaba a llorar, también gritaría, se volvería loco si aún no lo estaba(y por el comportamiento de los últimos días bien podría decirse que ya había perdido la chaveta). Contempló la foto y luego la apoyó en su pecho sin más que decir, sólo recordando su cara, su risa, su amor. ¡Dios, la amaba tanto! Aún la amaba tanto. ¿Qué podía hacer ahora? ¿Qué vida le esperaba sin ella? No podía vivir sin ella, no quería vivir sin ella pues ella había sido el sentido de su vida, ella había disimulado la tediosa rutina en algo azúl maravilloso.
Y ahora yacía muerta. Y sus asesinos esperaban riéndose maliciosamente en ataúdes putrefactos.
Nako se quedó dormido y no soñó. Tampoco vió al hombre que le observaba. Grari había decidido subir al tren. Comprendía las malas maneras de aquél hombre, él se había sentido igual. Sería mejor ayudarlo, no salir huyendo con el orgullo ofendido.
Bárbara llegó al museo en el mismo momento en que lo cerraban. Se identificó como policía.
- Señora, vamos a cerrar ya.- dijo aquél hombre.
- Me da igual. Esta tarde se ha vendido algo con una tarjeta de crédito. Estoy buscando a su portador.
- ¿Es un delincuente?
- No.- respondió ésta. No añadió más.
- Bien... Hemos realizado algunas ventas... Dígame cómo era aquél hombre.
Bárbara le enseñó una fotografía.
- ¿Lo reconoce?
- Me temo que no. ¿Ve aquél hombre?- señaló sobre su hombro.- Aquél joven.
- ¿El que espera al autobus?
- Sí. Es un empleado. Se llama Damián pero le gusta que le llamen Yorick. Tal vez él le atendió.
Bárbara le dió las gracias y salió corriendo hasta el chico alcanzándole justo cuando iba a subir al bus. Cuando se identificó éste levantó las manos con la cara pálida.
- Yo... le juro que yo no he hecho nada, agente. Yo...
- No vengo a detenerle.
- ¿Ah, no? Porque yo no quería hacer el botellón. Sé que está prohibido pero Laura me gusta mucho y...
- He dicho que no voy a detenerle. ¿Reconoce a este hombre?
Yorick estudió la foto un segundo tras lo cual asintió.
- Claro que sí. Compró una litografía del cuadro del vestíbulo. Se quedó mirándola casi diez minutos y pareció decepcionado. Y eso que es un cuadro muy valioso. De hecho llamaron desde Madrid...
- El puto cuadro no me interesa una mierda. ¿Sabe adónde se marchó?
- Bueno...- se mesó el cabello y le echó una mirada prohibitiva. Bárbara hizo caso omiso de ella.- Estuvo charlando con ese pobre.
- ¿Qué pobre?
- Un habitual. Se siente a la puerta y de vez en cuando intenta charlar con la gente. Ya hemos tenido que avisar a la policía varias veces. Luego... me parece que dijo algo de Bilbao. Me parece que era Bilbao, vamos, pero no podría jurarlo. Yo estaba más atento a la litografía que se llevaba que a otra cosa.- se echó a reír.
- ¿Bilbao? De acuerdo, muchas gracias, señor.- se fue a dar la vuelta.
- Oiga, espere. Ya son casi las diez. ¿Puedo invitarla a una copa?
- Me temo que no.
- Mujer, relájese, yo...
- Señor, Yorick, no me obligue a ser desagradable.
Éste la vió alejarse murmurando insultos y obligado a esperar al siguiente autobus. Ese era el problema. Todo dios era de un borde que te cagas. Cómo coño se iba a poder ligar así si ni siquiera permitían hablarse los unos a los otros. ¡Qué puto asco!
Mientras, Bárbara pensaba en Bilbao.
- Nako, tío, ¿qué coño viste? ¿Qué coño te está pasando?
Se hizo de noche.
Se hizo de noche y en un lugar oculto los vampiros salieron dispuestos a alimentarse mientras que en otra cripta no muy diferente de donde vivieron estos durante siglos, Genserico, el otrora gran cazador también estaba preparado para despertarse. Se preparaba una gran guerra.
_____________________________________
Espero que mi ausencia no os haya hecho perder las ganas de leer este relato y sigais disfrutando del mismo. Asimismo, si teneis alguna sugerencia o deseo, hacedmelo saber. Gracias, tí@s.