RELATO DE LOCURA

Y de nuevo rumbo a Bilbao, sin saber bien qué hacía o qué pasaba, viendo como su vida se había convertido en una película surrealista más propia de un relato de Stephen King que de la rutina propia de sí mismo. ¿Policía? Ya no era policía, ya no era nada más que un saco de huesos(con sangre) que vagaba por el mundo siguiendo quién sabe qué, persiguiendo seres propios de la mitología que de la puta vida y teniendo encuentros con gente aún más extraña que los propios vampiros. ¿Era ese vagabundo lo que le esperaba? ¿Acaso era un Grari dos? Bien, ¿cómo seguir una vez se había visto todo aquello? Era imposible. ¿Cómo levantarse cada mañana? ¿Cómo mirar a la luna y ver en ella todos esos bonitos poemas que tantos poetas escribieran durante siglos? Lo único que podría ver serían dos colmillos afilados y amarillentos desgarrando cuellos
(el cuello de Steffi)
y chupando sangre
(la sangre de Steffi).
Con dedos temblorosos extrajo una foto de Steffi. La contempló notando cómo las lágrimas se acumulaban en sus párpados, notando como luchaban por desbordarse. Pero si se echaba a llorar, también gritaría, se volvería loco si aún no lo estaba(y por el comportamiento de los últimos días bien podría decirse que ya había perdido la chaveta). Contempló la foto y luego la apoyó en su pecho sin más que decir, sólo recordando su cara, su risa, su amor. ¡Dios, la amaba tanto! Aún la amaba tanto. ¿Qué podía hacer ahora? ¿Qué vida le esperaba sin ella? No podía vivir sin ella, no quería vivir sin ella pues ella había sido el sentido de su vida, ella había disimulado la tediosa rutina en algo azúl maravilloso.
Y ahora yacía muerta. Y sus asesinos esperaban riéndose maliciosamente en ataúdes putrefactos.
Nako se quedó dormido y no soñó. Tampoco vió al hombre que le observaba. Grari había decidido subir al tren. Comprendía las malas maneras de aquél hombre, él se había sentido igual. Sería mejor ayudarlo, no salir huyendo con el orgullo ofendido.


Bárbara llegó al museo en el mismo momento en que lo cerraban. Se identificó como policía.
- Señora, vamos a cerrar ya.- dijo aquél hombre.
- Me da igual. Esta tarde se ha vendido algo con una tarjeta de crédito. Estoy buscando a su portador.
- ¿Es un delincuente?
- No.- respondió ésta. No añadió más.
- Bien... Hemos realizado algunas ventas... Dígame cómo era aquél hombre.
Bárbara le enseñó una fotografía.
- ¿Lo reconoce?
- Me temo que no. ¿Ve aquél hombre?- señaló sobre su hombro.- Aquél joven.
- ¿El que espera al autobus?
- Sí. Es un empleado. Se llama Damián pero le gusta que le llamen Yorick. Tal vez él le atendió.
Bárbara le dió las gracias y salió corriendo hasta el chico alcanzándole justo cuando iba a subir al bus. Cuando se identificó éste levantó las manos con la cara pálida.
- Yo... le juro que yo no he hecho nada, agente. Yo...
- No vengo a detenerle.
- ¿Ah, no? Porque yo no quería hacer el botellón. Sé que está prohibido pero Laura me gusta mucho y...
- He dicho que no voy a detenerle. ¿Reconoce a este hombre?
Yorick estudió la foto un segundo tras lo cual asintió.
- Claro que sí. Compró una litografía del cuadro del vestíbulo. Se quedó mirándola casi diez minutos y pareció decepcionado. Y eso que es un cuadro muy valioso. De hecho llamaron desde Madrid...
- El puto cuadro no me interesa una mierda. ¿Sabe adónde se marchó?
- Bueno...- se mesó el cabello y le echó una mirada prohibitiva. Bárbara hizo caso omiso de ella.- Estuvo charlando con ese pobre.
- ¿Qué pobre?
- Un habitual. Se siente a la puerta y de vez en cuando intenta charlar con la gente. Ya hemos tenido que avisar a la policía varias veces. Luego... me parece que dijo algo de Bilbao. Me parece que era Bilbao, vamos, pero no podría jurarlo. Yo estaba más atento a la litografía que se llevaba que a otra cosa.- se echó a reír.
- ¿Bilbao? De acuerdo, muchas gracias, señor.- se fue a dar la vuelta.
- Oiga, espere. Ya son casi las diez. ¿Puedo invitarla a una copa?
- Me temo que no.
- Mujer, relájese, yo...
- Señor, Yorick, no me obligue a ser desagradable.
Éste la vió alejarse murmurando insultos y obligado a esperar al siguiente autobus. Ese era el problema. Todo dios era de un borde que te cagas. Cómo coño se iba a poder ligar así si ni siquiera permitían hablarse los unos a los otros. ¡Qué puto asco!
Mientras, Bárbara pensaba en Bilbao.
- Nako, tío, ¿qué coño viste? ¿Qué coño te está pasando?
Se hizo de noche.


Se hizo de noche y en un lugar oculto los vampiros salieron dispuestos a alimentarse mientras que en otra cripta no muy diferente de donde vivieron estos durante siglos, Genserico, el otrora gran cazador también estaba preparado para despertarse. Se preparaba una gran guerra.
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Espero que mi ausencia no os haya hecho perder las ganas de leer este relato y sigais disfrutando del mismo. Asimismo, si teneis alguna sugerencia o deseo, hacedmelo saber. Gracias, tí@s.
 
Genserico no era un vampiro, ni siquiera un superhombre como el Val Hensing de Hollywood(al fin y al cabo, patrañas siempre las ha habido y habrá). Genserico no fue alguien muy distinto de Grari o Nako con la salvedad que él sufrió la abominación suprema de los destructores, si bien al final alguien o algo se apiadó de él... pero no lo suficiente para salvarle de su pena. Todo tiene un precio y quien lo paga es quien lo da todo por otros. Esa es la síntesis de la guerra. Muchos soldados pagando por la obcecación de unos pocos. Y Genserico pagó por todos.
Aún aguarda morir. Para él morir sería la verdadera bendición.
El subsodicho nació hace cientos de años, antes incluso de que el Hijo de Dios pisara este nivel de realidad de los humanos más simples, la Tierra como la conocen. Pero sí que se sabe que desapareció para todos apenas unos años antes de que el insigne Caio Iulius Caesar fuese asesinado por sus más fieles. Y en verdad el propio Genserico tenía algo que ver con ello, ¿verdad? Sí. ¿O no había levantado él a Brutus y el resto de senadores? ¿No había servido su casa en Roma para tramar el ardid? ¿No había ocultado él lo que los vampiros tanto ansiaban, el fruto de su luz, el poder ver la luz?
Y ahora moraba en las sombras, se consumía sin morir en el sufrimiento y el dolor absolutos, a un paso del mismísimo infierno y tan sólo por luchar contra los vampiros, tan sólo por entregarse a una lucha sin cuartel que, al igual que Grari, no había elegeido. Tampoco Nako pero él sí tenía opciones de abandonar que se difuminaban con cada metro menos que le separaba de Bilbao.
Si Genserico pudiese recordar allí donde estaba su dhagora, su alma, recordaría con emoción a su madre, Embetta. Recordaría sus cabellos negros cayéndole sobre el puente de la naríz, auqellos ojos tan permisivos y la par tan miedosos, aquellos labios que tantas veces le habían besado. Recordaría cómo le hablaba del rocío, de las estrellas, de la luna, de los dioses, del frescor de la hierba por la noche, de cómo amansar una montura, de cómo recoger el grano de los corrales... y de los terribles romanos que avanzaban sin descanso, atracando y violando, asesinando y proclamándose liberadores de su patria. Ellos que decían traer la modernidad y la buena vida y la traían con puño de hierro y sangre. Ellos que decían ser los salvadores y en verdad eran los criminales, esos arbustos rojos de afilada pilum que imponían su ley y si te renegabas eras ejecutado por alta traición. ¿Acaso no era traición devastar y conquistar tierras que no eran suyas?
La vida era difícil, sí señor.
 
A ver qué os parece ...

Sólo sumido en sus recuerdos; en la mente su padre empuñando una espada maravillosa, con mango de madera de sándalo y sus ojos escondidos en la barba mirándolo fijamente, enseñándole a manejarla pues su destino se había marcado antes de nacer, luchar contra la república romana, contra el triunvirato de Craso, Pompeius y Caesar. Aunque Craso murió antes, bien es cierto. Sólo que al final el enemigo fue otro bien distinto, enemigo mútuo pero con predilección por los bárbaros como esos narcisistas les llamaban.
Y todo surgió de la oscuridad, siempre la sempiterna oscuridad la cual te arrastra y te lleva consiga de tal manera que aun luciendo el sol más espléndido sólo vives en la oscuridad.
Una noche oscura se despertó con un grito. De inmediato pensó en los romanos. Atacaban el poblado. Ya habían vencido en Galsto pero aún ansiaban más. Lo querían todo para ellos, para sus sanguinarias campañas de exterminio. Pues Genserico hijo de Tômah lucharía; podía morir, sí, pero moriría con el honor de haber combatido a sus enemigos.
Se hizo con la espada de su padre y se lanzó al ataque pero no llegó a atravesar la raída cortina de algodón pues por sus agujeros avistó a sus verdaderos enemigos. Ellos que se alimentaban de sus padres. Su madre yacía en el suelo con el cuello desgarrada mientras su padre estaba a la merced de dos vampiros.
- Rápido, Frost. Lo Camano nos espera.
- Pues que espere, Torbe.- respondió el otro despegando la cara del cuello de su padre. Tenía toda la barbilla empapada con la sangre de Tômah. Genserico se ocultó, aterrado e intentando contener las lágrimas para evitar ser oído. Sus padres estaban siendo asesinados por unas criaturas que no eran humanas y él se agazapaba. ¡Cobarde! No tendría si quiera derecho a llorarlos. No. Eran sus padres.
Se levantó con furia a la estancia pero tan sólo se encontró a sus padres, muertos, devorados por aquellas criaturas.
Allí se quedó, absorto, incapaz de reaccionar hasta que le sacaron de la ensoñación.
Se preparaba para el futuro pero éste le aguardaba terrible.
 
Personas hola:
El Rey, se trata de un relato que estoy escribiendo utilizando los nicks de la gente de este foro para mis personajes. :twisted: =0
 
JAck, kreo ke voy a poner algun comi de isidoro el nomo en este ilo si me permites.
PD: es el loco de la firma de mi avatar.
 
para torbe por lo de A3 TV.

Gran comunicador. Tus cojones. Gran presentador. Y una mierda. Gran entrevistador. Dos pares. Estaba harto. ¡Su vida había terminado en una pútrida espiral de aversión, de basura y patetismo. Él que fue un presentador de telediario respetado a nivel nacional, tanto en España como en Irlanda del Sur se encontraba ahora en ese engendro de testimonios reales donde hacer llorar, ridiculizar al invitado y ofrecer la cara más absurda de la sociedad era su trabajo.
¡Sentía náuseas de sí mismo!
Y esa tarde, más que nunca, había contemplado su verdadero rostro, el rostro más bajo del ser humano, hablando sobre tal famosa que tenía en la cocaína el amante más fiel y continuo, un hombre (con más razón que un santo) preguntando por qué no podía hablar de sexo después de hablar de drogas y prostitución, una invitada a la que había tenido que hacer llorar (ordenes de la regidora) y fingir preocupación, un hombre…
Si tuviese una khalasnikov a mano… O una 92-FS o una P229 o un fusil de francotirador… Su vida estaba vacía, su vida no tenía sentido y peor aun: su vida era la desgracia de los demás.
- Perdone.- dijo una voz a su espalda.- ¿No es usted Juan Raúl, el presentador de televisión?
Éste suspiró. ¿Cómo podían considerar una proeza lo que hacía? Era famoso sólo por salir en televisión. ¿Qué mérito tenía todo eso? ¿Qué valor? Y en cambio allí estaban los científicos que investigaban cómo curar el sida y nadie reconocía su trabajo, y quien se marchaba a países en guerra para clamar contra los crímenes que cometían los poderosos, para paliar el sufrimiento… ¿Dónde estaba su premio? Él viviendo con comodidad, él regodeándose con lo más moderno por hacer llorar a una mujer y hablar sobre la poli toxicómana de turno. ¡Cojonudo, tío, cojonudo!
- Sí, soy yo.- respondió volviéndose.
- Lo sabía. Mi esposa no se lo creía pero sabía que era usted.
Eran tres hombres y una mujer. Por alguna extraña razón se sentía inquieto y le venían a la cabeza imágenes de un mar rojo y eterno, más allá de la vista, de los sentidos. Se sentía fuera de sí. Aquellas personas parecían normales pero le inquietaban. Eran extraños, eran distintos.
¡Y qué ojos tenían! Esos ojos… ¿Qué pasa con aquellos ojos? Esos ojos… el mar…
- ¿Me podría firmar un autógrafo?
- No tengo un buen día. Mejor lo dejamos para…
- Se siente vacío en el caos, ¿verdad?- prosiguió el hombre.- Me llamo Torbe, señor Juan Raúl. Se lo que siente.
- ¿Qué sabrá usted?
Y sin embargo aquellos ojos le decían que sí, que sabía que sentía. Aquellos ojos lo sabían todo, lo veían todo, como el ojo que vigila toda la Tierra Media desde su torre en Mordor.
<<¿Pero qué pollas dices, Juan? No te fijes en esos ojos, no te…>>
- Usted vive de la basura que el resto tira. Nosotros hemos vivido con la basura, ¿sabe usted?- se echó a reír.- Créame, nadie mejor que nosotros puede comprender

(alimentarse)

sus emociones. Las siento como si fuesen mías. Es un don que tenemos los que son como nosotros. Nuestro esclavo ha muerto. Se cortó las venas. Y lo sabíamos. Captamos las emociones humanas. ¿No has pensado nunca en liberarte, en ser señor de quien te humilla? La señora que hiciste llorar. ¿No te has dado cuenta de que en verdad fue allí sabiéndo que iba a llorar? En realidad buscaba gloria, como todos. Se aprovechan de ti. Y luego se ríen con sus vecinas, lo comentan entre una taza de café y risas oscuras, risas rojas, Juan. Fue a tu programa a llorar porque eso otorga notoriedad. Fue a tu programa a llorar para que también a ella la paren por la calle para hacerla una foto o pedirla un autógrafo.
- Te engañan, cariño.- añadió la mujer.- Te utilizan, mi dulce beso fresa. ¿Y no sería mejor matarlos? Y no me digas que no porque distingo el bulto de tus pantalones.
- ¡Ay, Juan! Te eligieron para ese programa porque ningún otro aceptaría ser manipulado, ser el puente a la fama. ¿O no te echaron de los telediarios?
- Yo… No me…
<<¿No te qué? ¿Acaso no añoras los telediarios? Torbe tiene razón. Mar rojo, mar rojo, la señora vino…>>
- Quien va a tu programa no es más que para reírse de ti.
Cuando se había dado la vuelta para ver al fan incontrolado, el grupo de cuatro estaba a dos metros. Sin embargo, ahora estaban casi nariz contra nariz. No les había visto avanzar aunque era más que probable que hubiese sido él el que acudiera al abrazo del desierto de agua roja.
- Mi querido Juan. Yo tengo el poder de la venganza. Podrás inclinarte sobre la sangre de tus enemigos. Digo más y terminemos esta garla en una miaja, amigo. Puedes acabar con esto. Quieres acabar con ellos. Quieres matar, beber su sangre.
- Sí, quiero.
Torbe inclinó la cabeza hacia su cuello mientras el resto le rodeaban. Por fin quedó al amparo del mar rojo y se hundió en la oscuridad contemplando como morían sus enemigos.
Juan Raúl se perdió para siempre.
 
¿os sta gustando?

6


Una de la mañana. Es inexplicable que hay trenes que lleguen tan tarde y en verdad será durante breve tiempo: a final de mes se reanudarán los horarios normales. Parece que alguien no quiso que Nako se detuviese.
El policía se despierta entre bostezos cuando la voz anuncia la próxima llegada a Bilbao. Por fin ha dormido sin pesadillas y sin soñar; y si ha tenido sueños, desde luego que no los recuerda y eso es algo bueno. Eso siempre es algo bueno. Dormir y descansar.
Pero no le gusta lo que entrevé. La noche se cierne sobre ellos, les rodea y sabe lo que camina por la noche.
Entonces se da cuenta de quien tiene frente a él. Es el vagabundo de antes, el de la biblioteca. ¿Qué coño hace ahí? Y sin embargo, le reconforta su presencia.
Haciéndolo caso omiso, se desespereza y le rugen las tripas. Ya no puede obviar por más tiempo su presencia.
- Lamento lo que le dije esta tarde. Me comporté como un verdadero gilipollas.
- Y yo lamento haber salido corriendo. No sé si usted es de ese tipo de personas, no me gustaría que lo fuera, pero puedo imaginar por lo que ha pasado, señor. Aún me vence el orgullo.
Los dos hombres bajan juntos, en silencio que rompe Nako señalándolo la cafetería e invitándolo a cenar pero en esta ocasión no hay en su mente prepotencia económica. Allí van pero está cerrado. ¿Cómo no iba a estar cerrado con la hora que es?
- Bueno.- masculla.- algún hotel encontraremos. No me gusta andar por la noche.
- No debe temerle a la noche, amigo. Ni sufrirla pues hay tantos monstruos por el día como por la noche.
- Sí, cierto. Mira a Bush, por ejemplo. Ese es veinticuatro horas.
Se echan a reír mientras buscan un taxi. De ahí llegan hasta el hotel Midgär. Les atiende un recepcionista con aspecto bobalicón que les informa que a esa hora no se puede acoger a nadie, que cómo iban a hacerlo si es un hotel de cuatro estrellas como insinuando que es un hotel respetable y no uno de esos que cobran por horas.
Nako no está para aguantar gilipolleces. Le muestra la placa y exige hablar con el director de inmediato.
- Señor, el director debe estar durmiendo ahora.
- Bien. Pues no dormiremos en su hotel, recepcionista de mierda pero le aseguro que mañana a primera hora volveré y habrá más que palabras.
- No es culpa mía, señor. Es la norma, no puedo acoger a nadie, se lo aseguro.- gimotea.
- No es por eso. Acabamos de llegar de Santander. Investigo por órdenes del tío del cambio tranquilo a cuatro asesinos que han liquidado a más de diez personas y estoy muy cansado para que me reciban de manera tan desagradable como la suya. Hay maneras educadas de explicar que es imposible.
Sin dejarle decir nada buscan otro taxi y le piden al conductor que les lleve a un buen hotel donde puedan alojarse.
- ¿Crees que en un buen hotel me dejarán alojarme? Lo digo por mi aspecto.
- Ya veremos.
El taxi se detiene en un semáforo. A su izquierda pasan tres hombres y una mujer de una belleza fría pero espectacular. Ni unos ni otros se fijan. El taxi sigue su camino y los vampiros buscan otro rairos con el que saciar su inagotable apetito.
 
Continuo...

Quien no descansa es Bárbara. Ella espera en Santander. Había pensado en alquilar un coche pero empieza a cansarse con todo aquello. ¿Por qué Nako se había marchado así, sin más? ¿Por qué había elegido él el caso y la había mentido diciendo que se lo habían asignado? El comisario insinuó que había otras personas que le creerían culpable. Ella no lo creía. ¿O sí? ¿Entonces qué coño hacía? ¿A dónde coño iba? ¿A quién perseguía como un loco?
El testimonio de lo sucedido en la estación de tren la había dejado patidifusa. Nako no era así. Aunque Nako no era él mismo desde la muerte de Steffi. ¡Casualidad! El asesinato de la mujer de quien investiga el caso y, aparentemente, por pura casualidad.
Bárbara camina de un lado a otro de la habitación, consumida por la duda y por el temor. ¡Maldita sea la hora en que pidió el caso! Y debía volver pronto a Valladolid. Como decía el chiste: nunca debió de salir de Valladolid.
Se consume en la duda. Por la noche hasta la más disparatada de las hipótesis resulta creíble. Por la mañana se reirá de ellas sabiendo que cuando la luz vuelva a morir, las dudas regresarán. Como una enfermedad roja.
No pudo aguantar más y se dejó caer en la cama, llorando.
 
El rey rebuznó:
JAck, kreo ke voy a poner algun comi de isidoro el nomo en este ilo si me permites.
PD: es el loco de la firma de mi avatar.

Persona hola:
Claro que puedes. Para eso eres el rey, ¿no?
 
Personas hola:
Me asusta ver cómo escribo sobre mí y veo mi vida sin disfraces ni falsas caretas hacia el resto de quienes me rodean... Escribir me libera, esa es la pura verdad, pues saco todo lo que hay en mí y... joder...
En fin, he aquí la siguiente aportación. espero que os guste y a ver qué os parece.


Nako deja caer la chaqueta con despreocupación mostrando las dos pistolas que lleva. Grari lo observa divertido y no puede evitar echarse a reír. El policía lo observa como si estuviese loco. Tal vez sí lo esté.
- ¿Qué te hace tanta gracia, tío?
- Nako el pistolero.- ríe más fuerte.- Me recuerdas a Roland de Gilead.
- ¿Eso no es de Stephen King?
- Por eso.- tiene que sentarse.
- Pues no le veo la gracia.
- Es ironía. Roland al final lucha con vampiros. ¿Esas armas son reglamentarias, caballero?- ironiza.
El policía extrae el arma de la derecha y la muestra en la cenicienta luz de la lámpara. Tocar ese arma y verla bajo esa luz amarillenta que han puesto (pese a poder iluminar la estancia bien) es recordar a Steffi y eso le quita las ganas de reír. Su mujer… Ella en una puta losa y él riéndose a mandíbula batiente en un hotelito como dos amantes (y eso ha debido pensar el conserje). Aunque esa es la depresión, ¿no? Pensar en lo perdido, pensar sin descanso en tus miserias, como un masoca o un drogadicto necesitado de su dosis. Pensar porque se quiere. Se quiere olvidar pero no se quieren alejar los recuerdos. O no se puede porque no se quiere, aún piensas en que todo pueda volver a la normalidad. Pensar que de un momento a otro, Steffi aparecerá por la puerta con su sonrisa ladeada y el cabello cayéndola sobre un ojo, que le daría un beso en la comisura de los labios y le susurraría al oído como hacía siempre.
Y en vez de eso te encuentras en la oscuridad, sólo en medio de una multitud, como un mimo en medio del paseo Zorrilla en Navidad. Te encuentras perdido y necesitas una mano, una sonrisa que te demuestre que no estás sólo. Pero esa mano nunca llega… hay manos, sí, pero no esa mano especial, no esa mano que anhelas, no una mano a la que deseas aferrarte y no soltarte jamás. Has perdido y no hay vuelta atrás. Te han herido de muerte y sólo ansías el momento de tu propia muerte, el momento en que descansarás, cerrarás lo ojos y así no sufrirás más; no más pensamientos desagradables, no más dolor, no más lágrimas, no más horror, sólo nada. Así era la muerte, así era perder al ser más amado, al ser por el que darías la vida, al ser respetado y cuya sólo sonrisa conseguía que por mal que fuesen las cosas, tú no pudieses evitar sonreír; adiós a la ambrosía, me cago en la puta madre que desapareció, morir, tan sólo se desea eso, no más relatos, no más nada, sólo morir, morir. Y gritas, y gritas hasta enronquecer la voz y nadie te entiende, gritas tu dolor, ruegas auxilio y la gente sólo te ve gritar y te anima por la calidad de dicho grito y tú piensas que no es el grito lo importante, sino lo que gritas. ¿Acaso nadie ve que me hundo, que me estoy muriendo, que sólo deseo morir… o encontrar esa mano de amor? ¿Nadie ve cómo me hundo en el cieno? ¿Nadie ve que necesito ayuda, amor, no sexo, sólo amor? Y nadie lo ve. Y por eso sólo deseas morir, olvidarlo todo, no más dolor, no más sufrimiento. No más puta mierda, que se joda todo, adiós a la puta mierda que se pudre en el páramo solitario de la desesperación, jodidos alfeñiques, muero y muero… Sin mi ambrosía, sin sueños y sólo dolor, desesperación, necesidad… ¡NECESIDAD! Sin Steffi…
- Es una 92-FS.- susurra Nako intentando contener las lágrimas. No lo consigue y rompe a llorar como un niño. Grari se lo permite. Sabe lo que es perder a seres queridos, amados hasta la locura, hasta el límite.- Me la regaló… Steffi… mi mujer… ¡Dios, malditos ellos! La mataron y…
Entonces el vagabundo hace algo que llevaba más de diez años sin hacer. Se arrodilla frente a Nako y lo abraza, le transmite toda la serenidad que es capaz de reunir.
- La tenía en casa. La… la otra… es la oficial pero esta… Me la regaló ella cuando me as…as… ascendieeeeeeeeron… Yo…
- Tranquilo, amigo, tranquilízate.
Nako llora y de nuevo se libera de su dolor con las lágrimas que caen a raudales de sus ojos pero no se vacía. El dolor es grande, la pérdida inconmensurable, la ausencia infinita, el dolor… sin final.
 
No se si lo hago bien o mal... Escribo porque quiero y lo necesito. Sino te gusta, no lo leas y acepto tus críticas sobre su calidad, de verdad, pero no voy a dejar de escribir, sea bueno o malo. Me es indiferente. No pretendo ser Shakespere, Ken Follet o Arturo Pérez Reverte. Sólo disfruto escribiendo, descargando en mis escritos lo que siento y si a alguien le gusta lo que escribo, seré muy felíz y sino... lo sentiré de verdad pero no por eso dejaré de escribir.
 
jack frost rebuznó:
No se si lo hago bien o mal... Escribo porque quiero y lo necesito. Sino te gusta, no lo leas y acepto tus críticas sobre su calidad, de verdad, pero no voy a dejar de escribir, sea bueno o malo. Me es indiferente. No pretendo ser Shakespere, Ken Follet o Arturo Pérez Reverte. Sólo disfruto escribiendo, descargando en mis escritos lo que siento y si a alguien le gusta lo que escribo, seré muy felíz y sino... lo sentiré de verdad pero no por eso dejaré de escribir.

Dame unos minutos y te hago una critica seria y pormenorizada sobre tus fallos " tecnicos " a la hora de escribir. Todo en plan SERIO
 
Quien se lo haya leido todo que levante la mano!
Lo siento es que yo no tengo valor, y eso que he leido cosas muchisimo menos interesantes. un saludo y sigue asi algun dia conseguiras que tu sueño se haga realidad.
 
Yo me lo he leido entero y la verdad me ha gustado bastante. Jack me ha gustado verme en tu relato y porque no decirlo me ha extrañado, pero te agradezco que lo hallas echo.
La verdad es que no lo habia leido hasta hoy y las 7 paginas.

Pero tengo que decirte, que en cierto modo Sr Cojones lleva razon, pero no tanta al afirmar que no sabes escribir. Yo he visto fallos pero no tan garrafales para tratarte de mal escritor.

Hay veces que te pierdes entre capitulo y capitulo, parece que estan desunidos, cambias los 2 grandes hilos argumentales sin establecer un nexo de union. (linea 1. historia de los policias) (linea 2 . Historia de los vampiros).
Ese es quizas el principal fallo pero repito si no lo he hecho antes que es mi impresion.

Otro quizas sea la aparicion de demasiados personajes, el lector termia por confundirse.

Pero bien, te repito que esto es solo un analisis rapido y puede que si lo volviera a leer esos fallos desaparecerian por el simple hecho de volverlo a leer; es decir bajo otras condiciones, es que ahora no apetece.

Ah si otra sugerencia, seria bueno que separara mas los textos, sobre todo los parrafos, para que se haga mas amena la lectura.

Un saludo y felicidades.!


PD: ¿Me va a matar Nako?
 
- Llorarás mucho en los próximos años.- explico Grari.- pero eso no es un proceso de adaptación sino de superación.
- Cuando los vampiros hayan muerto, yo también moriré.- hipó Nako.
- Piénsalo bien. Si algo demuestra la existencia de los vampiros es la existencia del Mal, del infierno luego el cielo también existirá, Dios también existirá y Dios condena al infierno a los suicidas… con los vampiros. ¿Y si tu mujer está en el cielo y tú vas al infierno? Estarías toda la eternidad alejada de ella. Y suicidarse para librarse del dolor y acabar en el infierno, perdona que te diga, pero es un poco gilipollas.
Nako le observó con los ojos como platos, incapaz de dar crédito a lo que oía.
- Entiéndeme, Nako. Apenas hace un día que nos conocemos. He pasado por lo que tú has pasado. Me pasé cinco años borracho perdido cuando perdí la pista de los vampiros. Entonces dejó de importarme. No del todo puesto que leía y estudiaba todo aquello relacionado sobre vampirismo que caía en mis manos pero todo ello regado con grandes dosis de alcohol y por lo que me has contado buscamos a los mismos vampiros.
- Si superaste tu alcoholismo… ¿por qué no continuaste la búsqueda? ¿Y por qué ahora sí?
Grari se pasó la mano por el rostro. Se pasó la lengua por los labios secos y guardó silencio pero el policía esperó con paciencia hasta que no le quedó otro remedio que confesarse él también.
- ¿Hacer qué? ¿Empezar por dónde?
- ¿Me quieres decir que desconocías los crímenes de Valladolid?
- No… Está bien, joder, está bien… Tenía miedo, ¿vale? Y no sólo era eso. Se muchas cosas, como lo del tapiz flamenco o las leyendas de vampiros… ¡Qué coño! Incluso se muchas cosas sobre esos cuatro vampiros como, por ejemplo, que antes eran cinco pero no tenía fuerzas. Sentía apatía, sentía que no podía luchar yo sólo con eso. La sensación de venganza se había ahogado en litros de alcohol. No me sentía fuerte en ese sentido. Me decía que debía proseguir infatigable pero también me decía que había otros seres, seres superiores, seres aún más malvados que los vampiros que podrían volver sus ojos hacia mí si seguía tocando los cojones. Además, ya había intentado acabar con ellos y lo único que había conseguido era ver morir a otras dos personas sin poder llegar si quiera a rozarlos un puto pelo, ¿me entiendes? Sólo sabía lo que dormía, lo que dicen los libros. Hay muchas señales pero sólo para quien sabe buscar. No es que vea lo que deseo ver, no es eso. Pero si encuentro cosas que sólo se da importancia si sabes lo que buscas ya que de lo contrario lo tomarías por algo trivial. Me repito, lo sé.
- ¿Y por qué ahora me acompañas? ¿Por qué ya puedo morir yo?
- No. Llámame gilipollas pero tengo algo. Puede que sea resultado de los vampiros o de nacimiento, no lo sé. Pero catalogo muy bien a las personas. Por eso te seguí pese a la desagradable contestación de la biblioteca. ¿Por qué te seguí? Porque no quiero que pases por lo que yo pasé. ¿Por qué te seguí? Porque ahora se más cosas, muchas más cosas que cuando yo les perseguí ni osaba creer que pudieran existir. Escucha, Nako. Yo jamás habría vuelto al frente por así decirlo pero tienes algo, no sé lo que es pero sé que es poderoso y no quiero que se pierda como me pasó a mí. No me hace puta la gracia volver a la brecha pero no quiero que acabes como yo. Te ayudaré.
Nako le sonrió con cariño.
 
- Volvamos, si quieres.- se echó a reír y fue algo bueno porque ya no reía.- pero nada de bujarras.
- ¿Cómo?
- Olvídalo. Era una broma. Bueno, yo te he contado mi historia; cuéntame tú la tuya.
Grari negó con la cabeza, un gesto delicado remarcado por una sonrisa amarga. Se levantó y se hizo con un refresco del mini bar.
- ¿Por qué no? Yo te he contado mi historia.
- Y yo te lo agradezco. Te la contaré, supongo, pero a su debido tiempo. Mejor centrémonos en encontrar a los vampiros.
- ¿Conoces sus nombres?- Grari asintió echándose la mitad del refresco al coleto.- Venga, tío, dímelos.
- Hay uno llamado Frank, o así se hacía llamar. Pelo corto, muy elegante y con una pequeña cicatriz en el mentón. Por lo que oí de un hombre que ya murió, se la hizo un guerrero llamado Genserico. Luego hay otros dos llamados Dana y Jack Frost.
- Dana la del cabello rojo. Era hermosa.
- Sí, hermosa pero letal. Está siempre ávida de muerte. Ella es la hoz de la parca si entiendes lo que quiero decir. Es una belleza fría, gélida, que roba los corazones. Y bien creo que podría robar en verdad las almas. Porque no creo que los vampiros se alimenten exclusivamente de sangre. También se alimentan, me parece, del miedo que provocan. La excitación, la adrenalina, el miedo, la engañifa, la mente… el alma, vamos. En cuanto a Frost, parece desaseado pero es la mente más cruel que jamás imaginé. Si por él fuese toda la especie humana habría desaparecido. Es malvado pero mis palabras no llegan a expresar cuanto. Es malvado con letras mayúsculas y exclamaciones en neón, ¿sabes? Su motivación es el infierno y su mente, su maestro Satán. Y luego está Torbe. De él apenas sé nada. Suele lucir perilla, habla mucho pero es una verborrea hipnótica cuyo fin ya puedes imaginarte. Jamás y esto lo digo muy en serio, jamás, jamás debes dejar hablar a un vampiro. No puedes dudar si has de matar a alguno. Sus palabras son veneno puro. ¿Te has leído el señor de los anillos? ¿Sí? ¿Recuerdas cuando Gandalf y el resto van a garlar con Saruman? Les dice que no le dejen hablar porque sus palabras engañan. Pues multiplica eso por un millón y he ahí el poder de verborrea de los vampiros. Eso y sus ojos… sus ojos rojos. Son el infierno. Si sus ojos te atrapan… adiós. Ni Genserico pudo escapar a ellos. Jamás debes mirar sus ojos y con esto te digo que si en algún momento debiéramos enfrentarnos a ellos sería cuestión de atacar sin preocuparse de quién cae, atacar sin descanso para evitar que utilizen sus burdas estratagemas, ¿me entiendes? En cuanto al quinto, se llamaba Ochan Ladiv o Ladiv Ochan, no sé. Un compañero en mi camino acabó con él. Y luego Dana lo descuartizó. Un solo golpe…-su voz tembló.- Un solo golpe y partió el cuerpo en más de diez trozos.
A Nako le daba la cabeza mil vueltas y su sangre hervía. Steffi se había encontrado con aquellos seres. Aquellos cuatro vampiros. Por Dios Bendito Él, se había encontrado con ellos. ¿La habrían absorbido el alma? ¿Habría caído bajo sus ojos o fue el influjo de la voz? La duda le corroía y era veneno puro. Grari le adivinó el pensamiento y le tocó el codo.
- No sirve de nada pensar en ello. Te comerás la cabeza y acabarás loco, amigo. No lo pienses.
- No es fácil, ¿sabes?- respondió con desagrado.
- Lo sé. Yo perdí a mi hija y a mi esposa, Nako. Frost devoró a mi esposa… la devoró literalmente. Y Torbe acabó con mi hija. Pero pensar en ello sólo te traerá dolor y muerte. Nada cambiará salvo que tu rabia se expandirá sin fin y esa rabia es cianuro, Nako. Eso es néctar para los vampiros, ¿entiendes? Los vampiros viven con eso, gozan con eso. Eso es precisamente lo que hay que evitar.
- ¿Quieres decir que debo tener el corazón tan frío como los suyos?
- No.- respondió Grari.- Nuestro corazón ha de ser piadoso… excepto con ellos. Pero una cosa es que nuestros corazones se inflamen de Bien y otra que nos recreemos una y otra vez con su Mal. No es más que una treta, amigo. La utilizan para protegerse, para pasar desapercibidos, para que te suicides tal vez. Para lo que sea pero evitando que puedas pensar y sentir. Así es como se libran de duros combates, de tener enemigos. Es lo que me pasó a mí y se libraron de luchar contra mí, ¿entiendes, Nako? Todo es un absurdo juego para vencerte cómodamente sin tener que luchar, sin revelar su existencia excepto en vagos susurros que es por lo que les conocemos todos. Leyendas, fantasías… ¡Ja! Todo escrito por hombres que se recreaban en la pérdida.
- ¿Y cómo puedo hacerlo?- gimió.- ¿CÓMO?
- No lo sé. Acabando con ellos. Tal vez así termine el dolor pero no lo sé… Porque si hubiese terminado seguiríamos con nuestras vidas, no les perseguiríamos.- agitó la cabeza.- Es una rueda que no cesa de girar. No, no lo sé.



Hasta la próxima. :twisted: +2
 
Nako se levantó entonces y anunció que se daría una ducha.
- Debiéramos dormir.- continuó.- Mañana seguiremos con todo esto. Además… quiero reflexionar sobre todo esto.
- Sí, ya es muy tarde y mañana habrá cosas que hacer.- el propio Grari bostezó.- Aun hay cosas de las que hablar.
- Grari, ¿qué es lo que buscan los vampiros?
- No lo sé. Hay algo en el tapiz que te dije pero no sé si será eso. Tal vez ni ellos lo sepan.
El policía asintió con un gesto torvo y se dio la vuelta. Tal vez la ducha le aclarase las ideas.
Se duchó con agua fría para relajarse y sintió los músculos agarrotados. Sí, necesitaba un sueño. Sentía que esa noche podría dormir y no tener pesadillas. Tal vez esa noche podría descansar. Tal vez esa noche no vería a Steffi gritando cubierta de sangre. En cierto modo, eso le aliviaba.



Sonó el móvil, un panasonic X60 que en otro momento perteneció a un rairo. Podían ser criaturas antiguas, antropopitecos pero no por eso desdeñaban de los logros humanos. Lo descolgó Torbe y preguntó quién era.
- Sí.- respondió.- Se acerca la mañana. En breve iremos a dormir. ¿Dana o Frost?- se volvió hacia Dana.- Es Drmoriarty.- la tiró el teléfono.
- Nuestro amigo comisario.- rió ella. Una risa oscura que le puso la piel de gallina al humano.- ¿Qué decís, rairo?
- No me llames así.- exclamó Drmoriarty al otro lado.- Yo no soy alimento para vosotros.
<<Porque no queremos>>, pensó Dana.
- ¿A qué el honor de vuestra llamada?- se carcajeó.- En breve este aparato estúpido desaparecerá y ya sólo quedará esa… otra forma de conectar con nosotros que es la que debieras haber utilizado, amigo.
- Esa otra forma precisa de mucho tiempo y concentración.- respondió a su vez.- y no dispongo ni de lo uno ni de lo otro.
- Sí, ocurre con los humanos. Perdéis vuestra atención en cosas fútiles y sin fundamento y las verdades las obviáis.
- No te llamo para discutir contigo, Dana.
- No te conviene discutir conmigo, cariño. ¿Qué quieres? Y espero que sea importante.
- Os dije que no debierais haber atacado a la mujer.
- ¿A qué mujer?
- A la de mi policía. Estáis llamando mucho la atención. El caso va a pasar al CNI. Yo voy a perder su jurisdicción. Os habéis alimentado con gran escándalo.
- No, Drmoriarty, no se te ocurra seguir por ese camino. No tienes la fuerza moral para replicarme a mí nada. Me aburres así que dime lo que sea y acabemos.
- Debierais tratar a vuestros amigos mejor.- se quejó él.- Así se crea un vínculo de amistad.
- Yo no deseo la amistad con los humanos. Quien no puede darnos ayuda es comida. ¡Habla!
- El policía, Nako va tras vosotros. Estaba en el garaje cuando acabasteis con Satania.
- ¿Qué?
- Que estaba en el garaje cuando acabasteis con Satania.
- ¡Imposible! Le habríamos sentido.
- Pues tus sentidos estarían de vacaciones pero estaba allí. Y otra cosa, su compañera le busca para saber qué ocurrió, porque ha salido de espantada. Ella no sabe nada, él supongo que sí. Supongo que él os vio. ¿Comprendes ahora por qué te dije que estabais siendo descuidados?
- Debieras habernos informado antes.- gritó Dana. Al otro lado, Drmoriarty ahogó un suspiro y se le congeló la sangre, aterrado.- ¡No eres más que una babosa! ¿Tu policía nos ha visto? Pues habrá que matarlo. ¿Qué su compañera nos busca? Será descuartizada. ¿Qué tú nos vuelves a fallar? Pues entonces veo a tus dos hijitas con el cuello envuelto en sangre y me entra hambre…
- Ellas no han hecho nada… Os he informado tan pronto lo he sabido y… Quería asegurarme del todo. No quería hablar sin estar seguro para no moles…
- Mientes, humano.- susurró con desprecio.- Si tus policías nos buscan, tus policías morirán.
- ¿Tiene que morir ella? Bárbara no sabe nada. Nako se está comportando como un gilipollas pero ella no sabe nada. No tiene por qué morir.
- ¡Ay, comisario! ¿Acaso despierta tu lujuria? Morirá quien deseemos que muera. Siempre ha sido así y siempre será así. Y cuidado con quien nos sirva mal, porque entonces la muerte será su consuelo. Un consuelo que nunca llegará, como le ocurrió a Genserico, ¿me has entendido, Drmoriarty?
- Sí.- susurró sin aliento.
- Pues si me has entendido ya sabes lo que debes hacer.- Dana colgó y destruyó el móvil con sólo apretar la mano.
Al otro lado del hilo, Drmoriarty miraba con los ojos como platos el teléfono.
- Lo siento, Bárbara.- susurró.- He hecho cuanto he podido… Pero son mis hijos.
Jack Frost abrazó a Dana por detrás y la besó la nuca. Ésta se agitó con un maullido de placer.
- ¿Quién era?- preguntó Jack.
- Drmoriarty.
- ¿Problemas?
- Comienza a desmarcarse.- exclamó ella.- Siempre me ha gustado su sangre. En breve habríamos de visitarlo. Y otra cosa, tenemos a dos humanos siguiéndonos. Supongo que querrán vengarse. Uno de ellos es el policía aquél, el de la mujer.
- Me inquieta. Aquella mujer tenía restos de aura poderosos.
- No importa su aura.- sonrió Dana.- Era humana como lo es el policía. No son más que un trozo de carne.
Se echaron a reír.
 
Acabo de ver unas imagenes publicadas por Ann Lee que no tienen desperdicio, perfectas para esta historia.
 
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