@serdo, una vez fui a ver a uno que estaba de Erasmus en Horlanda. El tipo era más o menos como tú pero sin cara de tonto y sin tatuajes. No daba palo al agua, vivía en una cochiquera y, bueno, todavía no había dejado preñada a ninguna fulana madre de familia numerosa.
El caso es que vivía con un francés que era lo opuesto, un tipo ordenado, refinado, con autocontrol y que a día de hoy será ejecutivo en la Suez o en Total Energies.
Y también había un alemán, de unos 20 años, con pinta de tecnopunk que tenía la habitación forrada de posters con figuras dantescas y, desde la puerta, se atisbaban cadenas, colgajos, pinchos y creo recordar que alguna máquina de tortura. No recuerdo bien porque iba pedo.
A lo que voy, que aquel joven alemán bizarrosexual nunca tocó un pelo a mi hamego, así que seguro que puedes confiar plenamente en ese maricón de culo roto y en su novio Boris, que te visitará en lo más oscuro de la noche y sólo querrá dormir acurrucado contigo hasta que te haga efecto la escopolamina.
No lo dudes.
Y, por supuesto, como acompañante de semejante sujeto, qué mejor que un albano que, esperemos, sea ligeramente violento y de costumbres tradicionales.