Tools of the trade rebuznó:
Una cosa que he notado es que en una pareja de sordos, o en una cuadrilla, siempre hay uno que lleva la voz cantante, quizás es el menos sordo, o el que más habilidades sociales y comunicativas tiene. ¿Podrías explicar algo sobre esto querida sueca?
Bueno, no soy muy de ir con colectivos así que no sé bien cómo va la cosa. Pero me estoy acordando ahora de una vez que quedé con un sordo signante (es decir, de ésos analfabetos) para ir de Fallas, y nos habíamos subido a un autobús y signábamos de lo lindo, hasta que nos interrumpió un abuelete para hablarnos... Yo trataba de entenderle leyendo los labios, y respondía a lo que podía, y de vez en cuando miraba atrás a ver qué decía o hacía el sordo, pero ni lo uno ni lo otro, se limitaba a estar ahí todo serio y pasmao: era extraño verle así pues hasta entonces le había visto dicharachero y muy comunicativo.
Luego, estoy yo que siempre me desenvuelvo mejor de bis a bis, mientras que si me pones entre dos o más personas a conversar, me pierdo y me aíslo, a menos que alguien haga de traductor (jajá, NO.) Así que si voy con alguien por la calle, y paramos a hablar con alguien, dependiendo de quién esté de humor, habla sólo uno con ese alguien, y ya si hace falta el uno se dirige al otro para preguntar algo específico, pero nada más.
Y digo "quién esté de humor", porque hay gente oyente que es muy, pero muy cortada, y muchas veces me he visto en la tesitura de intervenir yo, a veces con resultados lolescos. Como por ejemplo una vez que conocí en Internet a un tío muy guapo, todo un efebo, y parece ser que le caí bien y decidimos quedar. Yo le había dicho de irnos a un hotel "para poder comunicarnos sin tanto ruido de fondo" (jajá, SEXO), y él, que parece que era bastante ingenuo, había aceptado. Así que nos pateamos la ciudad buscando un motel barato, y en uno entramos sin permiso expreso, puesto que nos habían abierto la puerta unas personas que salían de dicho recinto. Nos quedamos en el portal hablando y tonteando, y en ésas se nos encaró un mostrenco bigotudo enorme que debía tener su más de medio siglo de vida. Bramó gritando que qué hacíamos allí y yo qué sé qué más (que soy sorda, coño). El colega se había quedado paralizado, y no acertaba ni a abrir la boca. Se hizo un silencio incómodo, durante el cual el mostrenco esperaba brazos en jarras a que alguien dijera algo, y el amigo y yo mudos. Yo me ponía cada vez más nerviosa, puesto que el mostrenco daba mucho miedo, y no me esperaba en absoluto que ese efebo tan adorable fuese un caguetas. Viendo que el bigotudo enfurecido se acercaba cada vez más a nosotros, me lancé y traté de salvar el culo explicándole atropelladamente que buscábamos una habitación... Pero claro, no me entendió, y creo que debió pensar que le troleaba de mala manera, así que acabó por estallar en rugidos y nos echó, a patadas casi, del hotel. Joder, qué mal rato. La verdad es que me enfurecí mucho, aún sigo pensando en si ir con una docena de huevos a joderles la fachada.