Pues sí amics, he decidido unilateralmente retirarme de las artes del ligoteo y de la ciencia de la seducción, no sé si de manera temporal o definitiva, el tiempo dirá, pero puede ser más la segunda. Me he cansado y, una serie de últimos acontecimientos, que ahora relataré, me han hecho ver que va siendo hora de dejar paso a otros y empezar a dedicarme, según una profecía en forma de tarot, a centrarme en los que me rodean y en aquellas gentes que necesiten mi ayuda (dicha profecía dice también que pasaré mis últimos años de retiro escribiendo mis memorias).
A lo que voy, relato mis últimas experiencias, Intentaré ser breve, conciso y directo.
1) Chica sevillana, cuarenta y tantos, de joven debió de ser un pivonazo de la leche, porque todavía, aun con el paso de los años, lo es. La conozco en una red social y durante un tiempo apenas tenemos contacto, salvo para hablar cuatro frases mal prefabricadas por whatsapp y pare usted de contar. Es más, ella dice de quedar y yo, más liado entre semana que la pata de un romano, le digo que ya veremos. De vez en cuando me insiste con ello. Un día pone una foro de whatsapp en la que sale realmente tremenda, al poco me dice otra vez de quedar y ahí empecé a darle más bola, viendo que el tren se me escapaba. Comenzamos a hablar más y más hasta que se convierte en norma todos los días y con llamadas por teléfono incluidas y tonteos varios. Pues bien, viendo que la fruta empieza a estar madura, le digo que reservo un hotel en el pueblo el que vive para quedarme a dormir allí (guiño guiño) y ella aunque algo reticente (ya sabemos como son las tías) me dice que le encanta la idea.
Se acerca el día de vernos y la tensión sexual aumenta, incluso llegando a cambiar la reserva para coger una habitación con jacuzzi. Ya os podéis imaginar, las conversaciones eran un poco de todo, con momentos pícaros y demás. Llega el día, voy resumiendo, nos vemos y todo aparentemente bien, pero con la salvedad de que ella, ya se sabe, no es de las que se acuesta en la primera cita y bla, bla. El encuentro fue en la propia habitación (tenía incluso un sofá y mesa) y habíamos quedado en que cada uno llevaba algo de bebida y comida. Todo bien, muchas risas, mucho cariño y tal, pero a ella la veía reticente, como dudosa de dar el paso a lo que ya se sabe. Pasa el rato y me cuenta (esto siempre parece que va inherente) que lo ha pasado mal, que no la han valorado en el amor, etc. La cosa va aumentando de temperatura al punto de que ella con la música de la radio de la tele, se pone a bailar, y yo con ella, e incluso le acabo dando un masaje (le dije en su momento que tenía y traería aceite de masaje) pero da la impresión de que quiere ir a más y a la vez no, es decir, como que yo tengo casi que "convencerla". Está rara, hay ciertos juegos sexuales pero de vez en cuando se para y me dice que no está del todo segura, que es mejor que se vaya de allí, que no sabe que hacer y al poco tiempo pues otra vez sigue el calentón, es decir, una especie de tira y afloja. Finalmente acabamos haciéndolo, pero no la veo del todo convencida y de hecho después del coito, se queda un rato, pero dice que se va y que no se va a bañar conmigo en el jacuzzi. La cosa es que al día siguiente nos vemos, habíamos quedado en que cuando me levantase le avisara, damos un paseo por Miarmalandia y me cuenta que ha estado bien conmigo y tal pero que le empieza a doler el brazo (esto es de una historia que me contó en su día de una lesión) y que veremos a ver que tal. Comemos y tomamos café, pero ese dolor aumenta y me dice que si no me importa, volvemos al pueblo y ya nos despedimos. Pues vale sucede eso. Yo me piro para casa.
Pues chico, es llegar a mi terruño y todas esas ganas que ella tenía de vernos y demás desparecen por arte de magia. El primer día y segundo lo achaco por lo del tema del brazo, pero cuando veo que ya la frialdad y la distancia toman cuerpo, le pregunto que qué pasa, y me dice que conmigo nada, que soy encantador, pero me dice que le duele mucho el brazo y tal. Pasan los días, le digo, para ver como reacciona, que me gustaría volver a verla y no contesta. Hasta hoy.
2) Panchi de Venezuela. Con esta tía empecé a hablar hará unos dos años. Desde el primer día me dijo que quería ir a España porque le gustaba el flamenco, ella lo baila, y también a trabajar de cuestiones de programación digital, y a cambiar de rumbo de vida puesto que en Madurolandia las cosas están mal. Durante ese tiempo hemos hablado intermitentemente, y su viaje se ha ido retrasando por el tema del Covid hasta que por fin vino hará dos meses. No pude ir a buscarla ese día pero después fui a donde se había quedado, y lo típico, a enseñarle la ciudad, contarle un poco como es la vida aquí, y demás. Nos hemos visto tres veces, y la cosa pintó a bastos por dos razones: siempre tenía que pagar yo, y porque en esa tercera vez me suelta la gran bocanada de que si yo quisiera, podría casarme con ella para que consiguiese los papeles. Imaginad mi careto al escuchar eso. Educadamente le dije que no, que no estaba en mi plan, y cuando la dejé en su casa, salí más rápido que Alonso en pole position. Durante tres o cuatro días me estuvo escribiendo para quedar y yo le dije que estaba liado y blao. En fin, que alguna vez me pregunta algo de cuestiones sobre su estancia, yo le contesto y poco más.
Y la última. La puntilla. Panchi de Perú, No es la típica con rasgos incaicos del Machu Pichu sino mezcla latina con un culazo para dormir en él. La conocí en una red social y ella estaba de vacaciones aquí. Según ella es havojada (cierto es que la tía no tiene faltas de ortografía al escribir) y no tiene hijos. Está en un pueblo de la costa en casa de un pariente suyo. Nos vimos y tomamos algo y luego de copeo. Tuve que invitar yo (todavía, salvo en una ocasión, no he conocido a panchi que invite o que al menos saque la cartera), hubo cuatro besos y magreos y me di cuenta que ella estaba preparando el terreno y la pillé al vuelo. En efecto, me instó de vernos de nuevo, que le había gustado mucho, que quería abrazarme, que era un tío que valía la pena y que quería hacer el amor conmigo. Ahí dije y pensé "esta me quiere encalomar y veremos si no quiere quedarse preñada". Entonces en la segunda vez, fuimos a cenar y con educación y sin ningún tipo de presión le dije que o nos íbamos de copas o a un hotel a "hacer el amor", ella dijo y eligió lo segundo. Ya sabía por donde iban los tiros.
Cogimos la habitación y aquí urdí mi plan para ver si mis sospechas eran ciertas. Le dije que si quería con o sin condón, llevaba condones, y me dijo que no, que le gustaba más a pelo. Le dije si le había entrado el instinto de madre y me dijo que quería tener un bebé. Yo le dije que si quería que me corriese dentro (ella no sabía aún que soy estéril, vasectomía al canto) o fuera y aunque ella dudó un poco enseguida dijo que "ummm, si", que en verdad le gustaría sentir mi lechita dentro de ella. Efectivamente, le había pillado la intención. Lo hicimos y aunque tengo vasectomía fingí que me corrí dentro y ella pensó que sí. Huno un segundo asalto y me corrí fuera (evidentemente me "había quedado con las ganas" de correrme del primero) y estuvimos un rato hablando en la cama, yo sacándole información de que sí quería tener bebé, que yo no sabía si era fértil o no (
) y de que ella quería tener una relación conmigo, yo le dije (a sabiendas de mi estrategia) que ya veremos. Quedamos una tercera vez pero no nos acostamos, e incluso quería una cuarta vez que quedásemos con su pariente para que lo conociera (ni coña acepté vamos), y cuando pasan tres semanas, !!SORPRESA!!, me dice que no le baja la regla. Yo relamiéndome como un lobo frente a su presa, le digo que tranquila, que si quiere que bajo a verla y le acompaño a la farmacia a hacerse un test y me dice que no hace falta (primera sospecha). Haciéndome el extrañado, le pregunto que si ha estado con alguien más y ofendida me dice que no, que solo conmigo y le digo que vale, y yo ya con la sonrisa de oreja a oreja, le digo que podría ser mío, pero hay un problema, que tengo la vasectomía y le mando la foto con los últimos resultados (aparte de, como dije, nunca me corrí dentro). La tipa no se lo creía, le mando otra foto con mi nombre y le mando un audio diciéndole que es una aprovechada y que ha querido pillarme. Me bloquea y hasta nunca.
Pues toda esta vorágine de acontecimientos me ha hecho reflexionar estos días de que creo que es hora de retirarse, no quizás por falta de ganas, sino por salud mental y dedicarme a otros quehaceres más trascendentales y satisfactorios. Al final
@THORNDIKE llevaba razón en cuanto al tema de hartarse de follar.
La época sureñista llega a su fin.
Muerto por dentro
Frikazo
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