Ahora, en verano, más que nunca, salimos por la calle y tenemos la “dicha” de contemplar y de disfrutar decenas, centenares, de chicas jóvenes con cuerpos, por lo general, espléndidos.
Aparecen bronceaditas, bien depiladas, con una piel tan perfecta que roza la apariencia de lo sintético. Son muy jóvenes, habitualmente menores de 25-27 años, y están empezando a descollar, a lucir sus cuerpos, porque son su mejor tarjeta de presentación y porque han descubierto el placer que les produce poner a los hombres con la baba colgando de la comisura de los labios, los ojos como platos y las pollas enhiestas como banderas.
Cuerpos tallados de curvas imposibles, perfectas, con pechos ubérrimos, piernas esculturales de escándalo, culos de infarto, cinturas de avispa que se mueven al compás de las caderas y sonrisas con dientes blanquísimos de anuncio Vitaldent. A todos o a casi todos nos gusta ver esos cuerpos preciosos de mujeres (absténganse maricones y foreras), cuerpos que desearíamos poder acariciar, besar... Tener en definitiva.
Mujeres que desearíamos hacerlas nuestras, penetrarlas, sentirlas deshacerse en nuestros brazos. Tragarlas y comerlas vivas.
Hasta no hace mucho, yo disfrutaba de esta especie de voyeurismo, aparentemente
light, como hacen (hacemos) los miles de hombres que paseamos por las calles, pero, mire ustec por donde, últimamente estoy
empezando a sentir una sensación cada vez mayor de inquietud, que roza el malestar, la desazón, el desasosiego y, a veces, incluso el asco...
Me ha dado por pensar, incluso a veces reflexionar durante horas, que por mucho que hiciera o pretendiera, o que quisiera, todas esas decenas y centenares de cuerpos preciosos nunca podrán ser míos por mucho que los vea, los contemple y los mire, y no podré sentir jamás o tener nunca la dicha de gozarlos, de disfrutar de esas pieles de melocotón, suaves, fragantes, de esos labios carnosos, de esas caderas que veo pasar inalcanzables a mi lado, delante de mí, con curvas de vértigo, moviéndose mientras se alejan o de esos sexos húmedos que esperan ansiosos ser follados y que nunca podré follar. A veces, me sorprendo dándome la vuelta embobado mirando a una chica que ni siquiera posiblemente sepa que la estoy comiendo con los ojos.
Empiezo así a sufrir mirándolas, a sentir un sinsabor interno y una desesperanza dentro de mí, que termina por acabar agobiándome y haciendo que me sienta mejor cuanto más tiempo permanezco encerrado en casa, sin verlas, o bien dándome por la práctica de la autosatisfacción más de lo que desearía, hasta dejar de pensar en ellas.
He descubierto, para mi desgracia, que disfrutar periódicamente cada pocos días de alguno de esos cuerpos, de sentirlos, de tenerlos conmigo, de hacerlos míos, no es de ningún modo suficiente para evitar ese malestar, sino que incluso a veces lo acrecienta, lo aumenta y lo desborda. Justo cuando vengo de estar con una chica, por lo general preciosa, mi malestar va creciendo por momentos y, a veces, trato de contrarrestarlo yéndome con otra a los dos o tres días, buscando como mitigar ese ansia, ese "sufrimiento", pero a veces NO lo consigo...
A veces, mitigo esa inquietud, oyéndolas, escuchándolas hablar o quedando con ellas, y viendo que al margen de sus cuerpos preciosos, poco o nada hay más allá que merezca la pena y que sus cerebros no son precisamente un cúmulo de saberes, inteligencia o creatividad, lo cual quizás si cabe les da aún mayor encanto, dado que para inteligente, yo mismo.
No sé si toda esta disertación no es sino tirar palabras a la basura o algo que en el fuero de todos nosotros late, inconscientemente, como reminiscencia de nuestro pasado y presente de seres que tendemos hacia la poligamia de forma irresistible e irremediable. Vean si no:
¿Qué me pasa, hijos de fruta? ¿Soy un puto pervertido sexuarg? ¿Os pasa lo mismo a vosotros? ¿Estáis también sufriendo como cabrones por no poder alcanzar o tener, lo que nunca vais a poder alcanzar o tener? ¿Estamos los hombres tan condicionados por el sexo que eso no impide reflexionar con claridad sin alterar nuestros pensamientos? ¿Se me ha ido la olla por el calor o es algo que nos pasa a todos?