Cuando vivimos algunas temporadas trágicas por la pujanza culera, salpicada con obrevos, negreiras y demás calaña, no recuerdo, aún con quejas por alguna injusticia determinada(ay, aquella expulsión de Pepe), que el mandrilismo como un ente único se escudase en un sentimiento vergonzoso de negación, de reducir todo a la influencia maligna de un malvado cinematográfico que todo lo controla.
Eso ayudó a que el club, como un todo, y su equipo ejecutivo, en particular, pudiesen trabajar en pós de igualar y superar esa diferencia. Llegaron Mou, Carlo, Zizú y una pléyade de jugadores. Flo dió atención especial a la parte económica para no descarrilar y voilá, aquel rival que nos superaba come mierda a paladas sin que se vislumbre un horizonte, mientras nosotros vamos de felicidad en felicidad y con un futuro aún más halagüeño.
Esa diferencia filosófica entre relato (culeros) y realidad (mandriles) es fundamental para entender el momento actual