Vacaciones desastrosas en familia LoL.

Los primeros ocho años de mi vida pasé los veranos en la exótica Briviesca, Burgos. Mi padre era empacador y mi madre la que se encargaba de hacer la comida, remendar la ropa y limpiar la casa para toda la recua de aguerridos tractoristas que se recorrían media España con un tractor de mierda para ganar cuatro duros.

Miseria por los cuatro costados y mucha más la que encontrábamos ahí. Aquella gente era hosca y ruín, hasta el punto de vender las acelgas por hojas sueltas, arrancando las exteriores y dejando las buenas para ellos o hasta que diesen asco, eso yes. Polvo y mierda y no conocía a nadie. Miradas desconfiadas e intentos de estafa por todas partes. Como cuando vas de guiri por el mundo, vamos.

Pero, ay amigos, el viejo prosperó rápido. Cambió de negocio y llegó la bonanza económica. Con ella viajes de 23 días a Estados Uniidos, otros a Europa del Este, Cancún, Isla Margarita, Colombia... Yo me quedaba en casa con la abuela, mi hermana y una perra (otra), eso por supuesto.

Desorden total alimenticio y de horarios. Videoconsola, los Flodder, pizza dia sí día también, pajas, cuarto con pestilente olor y, en definitiva, felicidad y tranquilidad.

Mi hermana, bastante mayor que yo, era un poco casquivana y venían zagales a visitarla a casa. Yo me entretenía contándoles trolas sobre mi hermana, robándoles pequeñas cosas o puteándoles. A uno que me cayó especialmente mal, un día le meé en la mochila y le echaron la culpa al gato.

El gilipollas siguió viniendo hasta que un día que inflé a la perra a chucherías, esta vomitó una plasta curiosa. Plasta que recogí con una espátula y metí en la misma mochila.

Ya no volvió más. Fueron veranos felices.

En el impás entre las sombras y las luces hubo algún verano en que me llevaron a ver sitios tan exóticos como Peñíscola (en el caravan de un conocido, no te creas tú) y Torredembarra, pero poco más.
 
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Gran historia Troy, me he quedado a cuadros con el egoismo de sus progenitor.
 
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Viajar a la Manga a bañarse en meados calientes teniendo las playas del norte al lado tiene delito. Yo iba porque el levante me pillaba a hora y media, pero lo de tus ancestras tiene delito .

Esas las tenían a tiro de piedra para pasar el día, pero alquilar apartamentos allí era caro, el clima no garantizaba sol y no había hambiente, cosa que sí había por todo el Mediterráneo peninsular e insular.

Unas vacaciones, que teníamos la sister y yo 5 y 8 años respectivamente, nos fuimos a Chiclana. Nosotras hacíamos calvos a los coches con nuestros culos al aire pegados a las ventanad por indicación mía y nuestra madre nos dejaba hacer.
@Verruga

Los primeros ocho años de mi vida pasé los veranos en la exótica Briviesca, Burgos.
:lol:
La conozco. Frío, muermo y feísmo a partes iguales.
 
Un poco exagerado:
1000km en 8h nos sale la media a más de 120 km/h ( 8 x 120 = 960 ).
Teniendo en cuenta que la velocidad máxima de un 600 eran 100km/h , radiador ardiente, pues que no cuadra nitampoconá.

Ka®ma aritmétika

A mi tampoco me salen las cuentas, ya sabes, cosas de viejos. Acabo de mirarlo y salen 841 km desde Badalona hasta Béjar que era dónde tenían puesta la meta. Ahora dice google que se tardan 8h22m y por aquel entonces ya existía la autopista hasta Madrid, así que no es tan descabellado aún sin tiritos. La última vez que fuimos a piñón tardamos más de 9 horas y eso fue hace menos de 20 años, con calma solemos tardar 12 horas tranquilamente.
 
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Cansinos sois, es un licencia literaria, joder.

Grandisimas historias las leidas aquí.Tengo claro que mi vida poco ha tenido con ver con la de muchos foreros, me cago en la puta, pareceis protagonistas de las novelas de Dickens
 
Gran historia Troy, me he quedado a cuadros con el egoismo de sus progenitor.

No te creas, el viejo es de todo menos tacaño. Lo que pasa es que la subnormal de mi hermana es insoportable, y si me llevaba a mí la tenía que llevar a ella. Iba con señores de su edac y así mi madre desconectaba de nosotros. Hoteles cinco estrellas, casinos de lujo en Las Vegas y toda la puta hostia, eso sí.

La conozco. Frío, muermo y feísmo a partes iguales.

Casí hacía frío en Agosto, no te digo más.

que quieres, tener 2 hijas y llevártelas a Cancún???? es mejor dejarlas con la abuela :lol:

Este no es más tonto porque no es más alto. Qué cruz de personaje, madre mía.
 
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Leo por encima el hilo y creo que es un poco la esencia de los tiempos que correr y una muestra de lo que se ha avanzado hacia la subnormalidad colectiva. Gente que se queja porque de niños iban de vacaciones y había moscas en la casa del pueblo, o porque el sol de la playa quemaba, o porque el apartamento no estaba a la altura de usias. Os prometieron de pequeños el oro y el moro, os lo dieron todo, os criaron como señoritos pobres, vivisteis en una burbuja mágica. Todo se os debe, todo lo merecéis, vuestro valor reside en existir, tenéis derecho a la felicidad porque sí, es vuestra, sois sus dueños y queréis disfrutar de ella. Se os otorgó en divino mandato, el mundo se hizo para vuestro disfrute.

En mi puta vida he ido de vacaciones, ni mis padres tampoco. No salí del pueblo hasta bien mayor, y porque ya me comía la miseria por las patas y no me quedó otra. Envidié a los que sí se iban, uno tiende a idealizar los viajes y las vidas ajenas, pero viéndoos a vosotros y leyendo vuestras mierdas, al final resulta que tampoco me he perdido tanto. Mis vacaciones eran estar en el campo de sol a sol trabajando, descalzo por no ensuciar las alpargatas de plástico. Mis amigos iban al río con sus padres los fines de semana, o a camping de esos donde se lo pasaban de puta madre y conocían a chicas y tenían sus primeros escarceos con el género opuesto, o se iban a la playa unos días, o de viaje a algún sitio con algún familiar. Me martirizaba porque no entendía por qué unos tenían derecho a disfrutar de la vida y otros no lo teníamos. Qué tenían ellos que no tuviese yo, era pura envidia malsana pero además es que no lo entendía. Me parecía todo injusto, y creo que ahí fue donde empecé a desarrollar mi odio a todo y a todos. Me fui apartando más y más de ese mundo que no entendía, un mundo injusto conmigo, un mundo que me hacía sufrir y me fui cerrando al exterior y abriéndome al interior. Comencé a visitarme, a enmudecer y ensimismarme en mis fantasías. Empecé a viajar con la mente a lugares maravillosos donde no regían las leyes de la física y la química terrenales, mundos adaptados a mí, donde mi imaginación me surtía de los más maravillosos momentos y experiencias. Jauja, Barataria, Hollywood, El Edén; meras ilusiones difuminadas comparadas con los mundos en HD creados por mi deseo de evasión de la realidad. Empecé a ser un niño huraño, taciturno, silencioso. Ya no era uno clonico, ya daba miedo, era distinto, no me reía, no era alegre, no era feliz como toca en esa etapa de la vida y como la sociedad quiere que seas para que te acepte. Tomé la deriva, me mustié, el brillo de mis ojos no eran de ingenua felicidad sino de ferviente odio y asco, me convertí en una alimaña para los demás y ahí fue donde me conocí a mí mismo. Mi mejor amiguito era yo, el niño tímido y callado que daba la cara ante los otros, y luego estaba mi otro yo, que era el que llenaba mi cabecita de viajes fantásticos. Nunca le presenté mi yo interior a nadie, siempre lo he ocultado por miedo a que le hiciesen daño a él también.

¿Cuántos aquí podéis decir que en vuestras vacaciones infantiles conocisteis a vuestro yo, eh?, ¿a cuántas personas interesantes habéis conocido en vuestros putos viajes de mierda, ah? Ah, ignorantes, no sabéis que para viajar no hace falta moverse.
 
Pocas vacaciones recuerdo yo con mis viejos, lo más era tirar para la aldea. Pero sí recuerdo algún viajecillo a Portugal. Íbamos en un SEAT 133, mi viejo, mi vieja, abuelo y abuela y dos críos. En plan lata de sardinas. Todavía se pagaba en escudos portugueses y tenías que sacar pasaporte. Así que era toda una aventura. Otro país, nada menos.
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Tracción y motor trasero, si guardabas algo, tenía que ser delante, y lo llevabas de contrapeso...

En aquéllos años, siempre que hablaba de lumpen en nuestro país, se traía la coletilla de mangantes, gitanos y portugueses. Los veías cuando aparecían por Galicia, sobando en los coches, comiendo en cualquier banco de la ciudad, y renegridos. Así que íbamos a explorar ese país cercano, pero como si hubiésemos entrado en Angola o Moçambique.
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El primer choque fue las carreteras. Acostumbrados a nuestro país, de repente todas las carreteras eran de adoquín (pavés que dicen los gabachos), y en un coche pequeñajo como el nuestro, parecía que íbamos a perder piezas por el camino de tanta vibración. Otro era la peculiar forma de conducir de los portugueses. Los veías en una recta de dos carriles, y te venía uno de frente, parece que la costumbre allí es circular casi por el arcén y dejar el carril del medio para adelantar. El segundo choque era algo que al menos en los años 80's era una verdad, las portuguesas eran realmente todas unos crancos, pero de sentir lástima por quienes eran sus maridos. Como colofón, unas casas destartaladas, azulejos medio tirados, y toda la ropa colgando por las ventanas y balcones. Portugal años 80.

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Lo mítico-típico a lo que iban madres y abuelas, era a comprar toallas claro. Y unas horribles soperas de cerámica que luego se ponían de centro de mesa. Algo de lo más kitsch, pero que en mi casa duró años y años. Al final la sopera acababa convertida en papelera y todo-en-uno, llena de mierda hasta la tapa.
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Tal que así era la que compró mi madre.

Así que el viaje se fue convirtiendo en breves visitas a Fátima e Iglesias varias, y decenas de mercadillos, de los que mis parientes cercanos venían hasta arriba de toallas de todas las formas de colores posibles. El viaje de vuelta, si ya íbamos justos con seis personas, pues lo hicimos embutidos por todas partes con centenares, sí, centenares de toallas, de modo que si hubiésemos tenido un piñazo, se iba acolchado. Al pasar por la frontera, colas inmensas, y los GNR y GC pasando de todo, porque tampoco se podían meter 10 kilos por persona de toallas.


Aún hoy día, y han pasado décadas, mi madre tiene toallas de ese viaje sin estrenar, y de vez en cuando nos larga un juego. Un algodón cojonudo.

En fin. Este fue el viaje. Mataría por volver a tener la posibilidad de hacerlo exactamente igual que en aquel año. Y no he dejado de viajar a Portugal...
 
Pocas vacaciones recuerdo yo con mis viejos, lo más era tirar para la aldea. Pero sí recuerdo algún viajecillo a Portugal. Íbamos en un SEAT 133, mi viejo, mi vieja, abuelo y abuela y dos críos. En plan lata de sardinas. Todavía se pagaba en escudos portugueses y tenías que sacar pasaporte. Así que era toda una aventura. Otro país, nada menos.
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Tracción y motor trasero, si guardabas algo, tenía que ser delante, y lo llevabas de contrapeso...

En aquéllos años, siempre que hablaba de lumpen en nuestro país, se traía la coletilla de mangantes, gitanos y portugueses. Los veías cuando aparecían por Galicia, sobando en los coches, comiendo en cualquier banco de la ciudad, y renegridos. Así que íbamos a explorar ese país cercano, pero como si hubiésemos entrado en Angola o Moçambique.
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El primer choque fue las carreteras. Acostumbrados a nuestro país, de repente todas las carreteras eran de adoquín (pavés que dicen los gabachos), y en un coche pequeñajo como el nuestro, parecía que íbamos a perder piezas por el camino de tanta vibración. Otro era la peculiar forma de conducir de los portugueses. Los veías en una recta de dos carriles, y te venía uno de frente, parece que la costumbre allí es circular casi por el arcén y dejar el carril del medio para adelantar. El segundo choque era algo que al menos en los años 80's era una verdad, las portuguesas eran realmente todas unos crancos, pero de sentir lástima por quienes eran sus maridos. Como colofón, unas casas destartaladas, azulejos medio tirados, y toda la ropa colgando por las ventanas y balcones. Portugal años 80.

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Lo mítico-típico a lo que iban madres y abuelas, era a comprar toallas claro. Y unas horribles soperas de cerámica que luego se ponían de centro de mesa. Algo de lo más kitsch, pero que en mi casa duró años y años. Al final la sopera acababa convertida en papelera y todo-en-uno, llena de mierda hasta la tapa.
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Tal que así era la que compró mi madre.

Así que el viaje se fue convirtiendo en breves visitas a Fátima e Iglesias varias, y decenas de mercadillos, de los que mis parientes cercanos venían hasta arriba de toallas de todas las formas de colores posibles. El viaje de vuelta, si ya íbamos justos con seis personas, pues lo hicimos embutidos por todas partes con centenares, sí, centenares de toallas, de modo que si hubiésemos tenido un piñazo, se iba acolchado. Al pasar por la frontera, colas inmensas, y los GNR y GC pasando de todo, porque tampoco se podían meter 10 kilos por persona de toallas.


Aún hoy día, y han pasado décadas, mi madre tiene toallas de ese viaje sin estrenar, y de vez en cuando nos larga un juego. Un algodón cojonudo.

En fin. Este fue el viaje. Mataría por volver a tener la posibilidad de hacerlo exactamente igual que en aquel año. Y no he dejado de viajar a Portugal...

Es que Portugal tiene el promedio de crancos por kilómetro cuadrado más alto del mundo conocido.

En las ocasiones que he ido puedo corroborar que no es que veas una fea por aquí y allí, no, es que son putos barrios y pueblos enteros de novias del Hombre Elefante. Pero que callos malayos por doquier, la hostia puta.

Mis padres también pillaron toallas (buenísimas, por cierto), el gallo del tiempo que le cambiaba la cresta y la cola con la meteorología (falso) y la puta sopera de los cojones que accidentalmente se me cayó un día al poner la mesa (codazo, codazo, guiño, guiño...) y estalló en mil pedazos.

En nuestro caso íbamos en un Seat 1500, que tras más de 1000 kilómetros, a pedos cada uno, vomitonas y mi padre fumando Ducados non stop, olía a culo de Satán con flojera.

Pd.: Y sí, conducen fatal y como les sale de los cojones.
 
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Es que Portugal tiene el promedio de crancos por kilómetro cuadrado más alto del mundo conocido.

En las ocasiones que he ido puedo corroborar que no es que veas una fea por aquí y allí, no, es que son putos barrios y pueblos enteros de novias del Hombre Elefante. Pero que callos malayos por doquier, la hostia puta.
Portugal es el único país del mundo donde la amante siempre es más fea que la esposa.
 
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Mis vacaciones infantiles se dividieron en dos etapas: las de ir a Gandía y las de Torrevieja, con una única excepción pija que fue la de ir a Málaga.
En Gandía tenían los abuelos paternos un piso en vigesimoséptima línea de playa con vistas a una preciosa gasolinera y a un campo lleno de malas hierbas en el que no me extrañaría nada que estuviese escondido Antonio Anglés.
La playa era bastante grande pero abarrotada hasta los topes desde bien tempranito así que nos íbamos a playas cercanas como la de Daimuz o la de Xeraco. Hasta el nabo de conducir y gastar, se dió orden de no volver a la playa y buena parte de las vacaciones consistían en pasar el día viendo la tele. Yo veía la bola del drac en catalán o valenciano ( no recuerdo y no quiero herir susceptibilidades) veíamos webster seguido de el príncipe de Bell air y nos fascinaban las cosas de los putos negros. Si hacían una broma que no entendíamos mi madre decía que es que era " humor de negros"
Hablando de ella, odiaba ese sitio porque se llevaba a matar con sus suegros y estar allí supongo que la hacia sentir sucia; utilizar la cama de la vieja, mirarse en el espejo en el que ella lo hacía, cagar donde ella cagaba...
Esta ruta vacacional acabó de forma abrupta cuando una vez los tíos y abuelos iban a venir e íbamos a coincidir con ellos el último fin de semana. Recuerdo a mí madre en el suelo, girando sobre sí misma en una suerte de acrobacia que la hacía parecer una tortuga ninja+ la niña del exorcista. Gritaba en el suelo que se quería ir. Llorábamos mi hermano y yo viendo la escena y mi padre, divertido, se fue al teléfono que estaba sonando y respondió " la casa de los locos ¿ dígame?"

La siguiente etapa fue Torrevieja, que era más de lo mismo solo que esta casa era del abuelo materno y estaba aún más lejos de la playa. Playas infectar por cierto: la del cura, la de los náufragos, la de los locos. Todas una puta mierda. Para mi, La mata que dijo @dakilla era el puto paraíso así que Imaginaos cómo era lo otro.
Un día dando un paseo nocturno apareció un gato muy pequeño entre los coches y nos siguió hasta casa. Mi madre decidió adoptarlo pero lavándolo antes pues estaba muy sucio, decía. Lo metió debajo del grifo y debió olvidarse por completo que los seres vivos respiran. Agonizaba el gato e intentaba escapar de las garras de la muerte, que eran las de mi madre. Mi madre decía que hay que ver, qué revoltoso era este gato. De pronto la lucha cesó y el gato cayó a plomo en la pila, completamente muerto. Media hora duró el gato en casa, la hostia.
Menudas pajas me hacía con los anuncios de las teles alemanas que se pillaban.
 
Mis vacaciones infantiles se dividieron en dos etapas: las de ir a Gandía y las de Torrevieja, con una única excepción pija que fue la de ir a Málaga.
En Gandía tenían los abuelos paternos un piso en vigesimoséptima línea de playa con vistas a una preciosa gasolinera y a un campo lleno de malas hierbas en el que no me extrañaría nada que estuviese escondido Antonio Anglés.
La playa era bastante grande pero abarrotada hasta los topes desde bien tempranito así que nos íbamos a playas cercanas como la de Daimuz o la de Xeraco. Hasta el nabo de conducir y gastar, se dió orden de no volver a la playa y buena parte de las vacaciones consistían en pasar el día viendo la tele. Yo veía la bola del drac en catalán o valenciano ( no recuerdo y no quiero herir susceptibilidades) veíamos webster seguido de el príncipe de Bell air y nos fascinaban las cosas de los putos negros. Si hacían una broma que no entendíamos mi madre decía que es que era " humor de negros"
Hablando de ella, odiaba ese sitio porque se llevaba a matar con sus suegros y estar allí supongo que la hacia sentir sucia; utilizar la cama de la vieja, mirarse en el espejo en el que ella lo hacía, cagar donde ella cagaba...
Esta ruta vacacional acabó de forma abrupta cuando una vez los tíos y abuelos iban a venir e íbamos a coincidir con ellos el último fin de semana. Recuerdo a mí madre en el suelo, girando sobre sí misma en una suerte de acrobacia que la hacía parecer una tortuga ninja+ la niña del exorcista. Gritaba en el suelo que se quería ir. Llorábamos mi hermano y yo viendo la escena y mi padre, divertido, se fue al teléfono que estaba sonando y respondió " la casa de los locos ¿ dígame?"

La siguiente etapa fue Torrevieja, que era más de lo mismo solo que esta casa era del abuelo materno y estaba aún más lejos de la playa. Playas infectar por cierto: la del cura, la de los náufragos, la de los locos. Todas una puta mierda. Para mi, La mata que dijo @dakilla era el puto paraíso así que Imaginaos cómo era lo otro.
Un día dando un paseo nocturno apareció un gato muy pequeño entre los coches y nos siguió hasta casa. Mi madre decidió adoptarlo pero lavándolo antes pues estaba muy sucio, decía. Lo metió debajo del grifo y debió olvidarse por completo que los seres vivos respiran. Agonizaba el gato e intentaba escapar de las garras de la muerte, que eran las de mi madre. Mi madre decía que hay que ver, qué revoltoso era este gato. De pronto la lucha cesó y el gato cayó a plomo en la pila, completamente muerto. Media hora duró el gato en casa, la hostia.
Menudas pajas me hacía con los anuncios de las teles alemanas que se pillaban.
Gracias por su testimonio. Buena crónica y no menos buenos flashbacks. A ver si remato yo también el affaire Benidor.
Beso.
 
Recuerdo a mí madre en el suelo, girando sobre sí misma en una suerte de acrobacia que la hacía parecer una tortuga ninja+ la niña del exorcista. Gritaba en el suelo que se quería ir. Llorábamos mi hermano y yo viendo la escena y mi padre, divertido, se fue al teléfono que estaba sonando y respondió " la casa de los locos ¿ dígame?"

Mi madre decidió adoptarlo pero lavándolo antes pues estaba muy sucio, decía. Lo metió debajo del grifo y debió olvidarse por completo que los seres vivos respiran. Agonizaba el gato e intentaba escapar de las garras de la muerte, que eran las de mi madre. Mi madre decía que hay que ver, qué revoltoso era este gato. De pronto la lucha cesó y el gato cayó a plomo en la pila, completamente muerto. Media hora duró el gato en casa, la hostia.

:121::pringui::flipao:

Nada más que añadir.
 
@Apofis es otro grande de las historias de infancia y juventud. Entre él y @Torquemada2.0 conforman el duo dickensiano del foro. Es siempre un gozo leer sus historias de miseria, locura, paternidad de bajo coste y treceruedelpercebismo.

Grandes, coño, grandes.
 
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