Cocina Viva la Mayonesa!!!!

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persebo RACE TRAITOR.



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CAPÍTULO XXIII

Traducción del camarada Javier.

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Capítulo XIII


1 de agosto de 1993,

Hoy ha sido el Día de la Soga, un día sombrío y maldito, aunque inevitable. La noche, por primera vez en semanas, está silenciosa y totalmente pacífica en todo el sur de California. Pero la noche está llena de horrores silenciosos; de decenas de miles de farolas, postes de luz, y árboles de esta vasta área metropolitana, cuelgan formas espeluznantes. En las zonas iluminadas, se ven por todos lados. Han sido utilizadas incluso los postes con el nombre de las calles, y prácticamente por cada esquina que he pasado esta tarde, de camino al Cuartel General, había un cuerpo colgante, cuatro en cada intersección. Colgando de un solo paso elevado solo a una milla de aquí, hay un grupo de unos treinta, cada uno con un cartel idéntico colgando del cuello con la leyenda “traicioné a mi raza”. Dos o tres de ese grupo fueron “decorados” con togas académicas antes de ser colgados, y todo el grupo son al parecer miembros de las Facultades del cercano campus de UCLA.

En las zonas en las cuales todavía no hemos restaurado la energía eléctrica los cuerpos son menos visibles pero la sensación de horror en el aire es todavía mayor que en las áreas iluminadas. He tenido que caminar esta noche, entre dos bloques de viviendas a oscuras, en una zona residencial entre el Cuartel General y mi área de campamento, después de la reunión de mi unidad. Como a la mitad de uno de los bloques sin iluminación, vi lo que parecía ser una persona, de pie en la acera, directamente enfrente de mí. Según me acerqué a la silenciosa figura, con los rasgos escondidos en la sombra de un gran árbol sobre la acera, continuó sin moverse, obstaculizando mi paso.

Sintiendo cierta aprensión, saqué mi pistola de la funda. Entonces, cuando estaba como a cuatro metros de la figura, que había estado de espaldas a mí, comenzó a volverse hacia mí. Había algo espeluznante en su movimiento y yo me paré en seco según se iba dando la vuelta. Una brisa tenue hizo crujir la hojarasca de las ramas que colgaban, y a través de las hojas pasó un rayo de luz de luna cayendo directamente en la silueta que giraba justo enfrente de mí.

Lo primero que vi con el rayo de luz de luna fue un cartel con una leyenda en mayúsculas: “PROFANÉ MI RAZA”. Por encima del cartel, aparecía lasciva una cara hinchada y púrpura de una joven, con los ojos saltones abiertos y boquiabierta. Finalmente vi la delgada cuerda vertical que desaparecía arriba entre las ramas. Parecía ser que la cuerda se había resbalado un poco o que la rama a la que estaba sujeta se había doblado, hasta que los pies de la mujer tocaron el suelo, tuve la sensación de que el cuerpo estaba de pie por sí mismo.

Me estremecí y rápidamente continué mi camino. Hay muchos miles de cuerpos colgantes como este, de mujeres, en esta ciudad, esta noche, todas con idénticos carteles en el cuello. Son las mujeres blancas que estaban casadas o viviendo con negros, con judíos o con gente no-blanca.
Hay también un número de hombres llevando también el cartel de “profané mi raza”, pero las mujeres los superan en una relación de siete u ocho a uno. Por otro lado, como el noventa por ciento de los cuerpos con el cartel de “TRAICIONÉ A MI RAZA” son de hombres, así que más o menos todo está balanceado.

Aquellos que llevan estos últimos carteles son políticos, abogados, hombres de negocios, presentadores de televisión, periodistas y editores, jueces, maestros, académicos, líderes de “derechos civiles”, burócratas, predicadores, y todos aquellos que por razón de su carrera o estatus o votos, o lo que sea ayudaron a promover o a aplicar el programa racial del Sistema. El Sistema les había pagado con treinta monedas de plata. Hoy les pagamos nosotros.

Empecé a las tres de la mañana. Ayer fue especialmente un mal día de disturbios, con los judíos utilizando megafonía para fustigar a las masas y lanzar piedras y botellas a nuestras tropas. Coreaban: “el racismo ha de irse” e “igualdad para siempre” y otros eslóganes que los judíos les habían dado. Me recordaron a las manifestaciones de masas de la época de Vietnam. Los judíos manejaban muy bien este tipo de trucos.

Pero como a las tres de la madrugada, las muchedumbres habían terminado con su orgía de cánticos y violencia y estaban todos acostados, a excepción de algunos grupos recalcitrantes que habían instalado altavoces atronando con las emisiones radiofónicas del Sistema por todos los vecindarios alrededor, emisiones que alternaban con “música”, alaridos de rock y llamadas a la “hermandad”.

Escuadrones de nuestras tropas, con los relojes sincronizados aparecieron de repente en miles de bloques de apartamentos en cincuenta diferentes barrios habitacionales, cada líder de escuadrón con una larga lista de nombres y direcciones. La música ensordecedora cesó repentinamente y fue reemplazada por el sonido de miles de puertas astilladas por las botas que las abrían a patadas.

Era como las Redadas de Armamento de hacía cuatro años atrás solo que al revés, pero el resultado fue más drástico y más permanente con los que sufrieron ahora las redadas. A los arrastrados a las calles por las tropas les sucedió una de estas dos cosas. Si eran no-blancos y eso incluía a todos los judíos y a los que mostraban tener antecesores con un mínimo rasgo de no-blanco, eran empujados a columnas formadas apresuradamente y comenzaron su viaje sin retorno al camión que estaba al pie de las colinas, al norte de la ciudad. La más mínima resistencia, cualquier intento de discusión o la menor de las reticencias era solucionado con un tiro rápido.

Los blancos por otra parte fueron, en la mayoría de los casos, colgados al instante. Se les colocaba uno de los dos carteles en el pecho y se les ataba las manos a la espalda, se colocaba una cuerda en cualquier poste y se les colgaba sin más, dejándolos bailando en el aire mientras los soldados se dirigían al siguiente nombre de la lista.

Los ahorcamientos y la formación de las columnas de la muerte duraron aproximadamente diez horas sin interrupción. Cuando las tropas terminaron entrada la tarde con su triste cometido y comenzaron a retirarse a sus cuarteles, el área de Los Angeles estaba total y completamente pacificada. Los residentes de las barriadas a las cuales ayer sólo podíamos entrar con tanques, temblaban tras sus puertas hoy, con miedo incluso a dejarse ver intentando mirar a través de las cortinas. Durante la mañana no hubo oposición en gran escala a nuestras tropas y ya en la tarde, incluso el deseo de resistencia se había evaporado.

Mis hombres y yo estuvimos en el meollo del asunto todo el día, sobre todo haciéndonos cargo de la logística. Cuando a los escuadrones de ejecución se les acabaron las cuerdas, desmontamos varios kilómetros de cable de postes de energía eléctrica, para usarlos como cuerdas. También nos hicimos con varios cientos de escaleras.

Y también fuimos los que pegamos en cada bloque de viviendas los pasquines de nuestra Comandancia Revolucionaria, advirtiendo a todos los ciudadanos que, de ahora en adelante, cualquier acto de saqueo, motín, o sabotaje o cualquier acto de desobediencia de una orden de un soldado, tendría como resultado la ejecución sumarísima del transgresor. La proclama también advertía de manera similar a todos los que ocultasen a cualquier judío o no-blanco o que diese voluntariamente información falsa u ocultase información a nuestras unidades de policía. Finalmente se emitía una lista de lugares en cada vecindario a los que las personas, en día y hora determinados deberían presentarse según la posición de su nombre en el orden alfabético, para ser registrado y asignado a una unidad de trabajo.

Esta mañana, casi acabo a tiros con un comandante de una unidad, sobre las nueve, cerca del ayuntamiento. Fue cuando estábamos trasladando a los “pesos pesados” para ahorcar. Los políticos famosos, un número prominente de actores y actrices de Hollywood y algunas personalidades de la Televisión. Si los hubiésemos colgado delante de sus casas, como a todos los demás, solo unas pocas personas los hubieran visto, y queríamos que su ejemplo instruyese a un número mucho mayor de personas. Por esa razón muchos de los sacerdotes de nuestras listas a una de las tres grandes iglesias en las que teníamos equipos de televisión para emitir su ejecución.
El problema era que la mayoría de los peces “gordos” llegaban al ayuntamiento más muertos que vivos. Las tropas en los camiones de transporte les habían dado un “repaso”.

Una famosa actriz, bien conocida como persona “interracial” o mezcladora de raza, protagonista de película de alto presupuesto sobre amor “interracial” había perdido casi todo su cabello, un ojo y varios dientes, por no mencionar toda su ropa, antes de colocarle la soga alrededor del cuello. Estaba magullada y hecha una pena. Si no pregunto, no hubiese sabido quien era. ¿Para qué colgarla, si el público no podría reconocerla y sacar las conclusiones de su comportamiento y su castigo?

Me vi conmocionado cerca de unos de los camiones que acababan de llegar. Un viejo extremadamente gordo, al que reconocí inmediatamente como un Juez Federal responsable de algunas de la leyes más escandalosas del Sistema en los años recientes incluyendo la que confirmaba el poder de arrestar otorgado por los diputados negros del Comité de Relaciones Humanas, se resistía a que las tropas le quitasen el pijama y le pusiesen su toga judicial. Uno de los soldados lo derribó y otros cuatro comenzaron a patearlo y a abofetearlo en la cara, estómago e ingles con la culata de sus rifles. Estaba inconsciente y probablemente muerto cuando le fue colocada la soga y colgado a media altura de una farola. Una cámara de televisión estaba grabando toda la escena y emitiéndola en vivo.

Yo estaba profundamente disgustado sobre este último incidente y por otros de similar naturaleza así que pedí una explicación al oficial a cargo de las tropas que estaban allí. Le pregunte por qué no mantenía una disciplina adecuada entre sus hombres y le dije duramente que golpear a los prisioneros era contraproducente.

Debíamos mantener una imagen pública de fuerza sin misericordia para con nuestros enemigos de raza, pero que el comportarse como una banda de ugandeses o de Puerto Rico, eso no nos iba a ayudar (nota al lector: Uganda fue una subdivisión política en el continente africano durante la Vieja Era, cuando ese continente estaba habitado por la raza negra. Puerto Rico era el nombre durante la Vieja Era de la isla de Nueva Carolina. Actualmente está habitada por los descendientes de los refugiados blancos de las áreas radiactivas del sureste de los Estados Unidos pero antes de las purgas raciales en los días finales de la Gran Revolución, estaba habitado por una raza mestiza de un carácter especialmente indeseable.)

Por todo lo demás, debemos mostrarnos disciplinados ya que nosotros también pedimos disciplina a la población civil. No debemos dar rienda suelta a nuestros sentimientos y frustraciones o a nuestros odios personales y debemos demostrar con nuestro comportamiento que lo que estamos haciendo es servir a un propósito más elevado.

El capitán explotó. Me gritó que me ocupase de mis propios asuntos. Cuando le insistí que estaba haciendo precisamente eso, se puso rojo de ira y dijo que era él y no yo el que tenía la responsabilidad y que estaba haciendo lo mejor posible dentro de unas circunstancias de extrema dificultad.

Señaló, correctamente, que la Organización había sustituido a más de la mitad de los hombres de su compañía por novatos sin entrenamiento, durante el mes pasado así que no debería sorprenderme si la disciplina no era todo lo buena que debería de ser. También me dijo que conocía lo suficiente sobre la psicología de sus hombres para comprender y valorar el hecho de dejarles golpear a los prisioneros como una manera de justificar que los prisioneros eran sus enemigos y que merecían ser ahorcados.
No pude rebatir realmente ninguno de los argumentos del capitán, pero noté con cierta satisfacción que cuando se dio la vuelta y me dejó a grandes zancadas, se dirigió furiosamente a un grupo de soldados que estaban propinando una brutal paliza con sus pistolas a un joven de cabello largo y de pinta afeminada, como una estrella de rock, y les gritó que parasen.
Al pensar sobre el asunto me he dado cuenta que debo ver más las cosas desde el punto de vista del capitán.

Naturalmente que tenemos que reforzar la disciplina tan pronto como sea posible, pero por el momento es mejor para nosotros tener mayor eficacia política a menor disciplina en las tropas. Retrasamos las medidas enérgicas en la población como lo hacíamos siempre y cuando pudiésemos erradicar y desarmar a los GIs y reemplazarlos con la gente nueva pasada de las líneas enemigas a las nuestras.

También queríamos disponer de tiempo para acostumbrar a las tropas al nuevo orden de las cosas aquí y darles por lo menos una mínima preparación ideológica para las labores diarias. Y dejamos a propósito descontrolarse a los civiles solo para tener una excusa manifiesta para tomar medidas radicales en vez de medidas a medias, que no solucionarían los problemas civiles a largo plazo.

Otra de las razones de nuestro retraso era que necesitábamos tiempo para recopilar las listas de arrestos. Durante muchos años los miembros de la Organización aquí, al igual que en otras partes del país habían estado confeccionando dossieres de los aduladores del Sistema, pelotilleros de los judíos, teóricos del igualitarismo y otros blancos criminales raciales así como las guías de direcciones de todos los no-blancos residentes en áreas predominantemente blancas.

Pudimos utilizar estas últimas, actualizadas incluso sin apenas modificación alguna, durante el pasado mes. Pero los dossieres requerían una cantidad de selección y de evaluaciones enormes. En primer lugar porque había muchísimos.

Por ejemplo; una familia blanca puede tener un dossier como criminales a su raza solo porque algún vecino vio a un negro asistir a una fiesta en su casa o porque llevaron alguna vez alguna pegatina en el coche de esas que decía “Igualdad Ahora” las que distribuyeron a todo lo largo y ancho los Consejos de Relaciones Humanas. En general y a no ser que hubiese alguna otra evidencia mayor en un dossier particular esta gente no estaba en las listas de arresto. De otra manera hubiésemos tenido que colgar a más del diez por ciento de la población blanca, tarea completamente impracticable.

Y aunque hubiésemos podido colgar a toda esa gran cantidad de gente, no habría razón para hacerlo; la mayoría de ese diez por ciento no es peor que el otro 90 por ciento restante. Les han lavado el cerebro; son débiles y egoístas, no tienen sentido alguno de lealtad racial pero lo mismo aplicado al resto de la gente en estos días. La gente es lo que ha llegado a ser y tenemos que aceptar esto como punto de partida.

De hecho, ha sido una verdad histórica que solo una pequeña parte de la población es buena o malvada. La gran masa es moralmente neutral, incapaz de distinguir el bien absoluto del mal absoluto y siguen las indicaciones de los que estén por encima de ellos en un momento dado.

Cuando los gobernantes y los que hacen leyes sociales son buena gente, la población, como conjunto, reflejará eso, y personas sin la menor originalidad o sentido moral para tener criterio propio apoyarán fervientemente los más altos objetivos de su sociedad. Pero cuando gobierna gente malvada, como ha sido el caso de América desde hace mucho tiempo, la mayoría de la población se rebozará alegremente en la autocompasión de la peor degeneración y repetirán como loros cualquier idea indecente y destructiva que les hayan metido en la cabeza.

Hoy, la mayoría de los jueces, de los maestros, actores o figuras cívicas, no son malvados, ni tan siquiera cínicos al seguir las directrices de los judíos. Piensan que son “buenos ciudadanos” tal y como pensarían de sí mismos si actuasen de una manera diametralmente opuesta bajo la influencia de buenos líderes.
Así que no tiene sentido matarlos a todos. Esta debilidad moral deberá ser extirpada de la raza. Por ahora es suficiente eliminar a la porción de malvados que lo son conscientemente y a unos cuantos cientos de miles de nuestros “buenos ciudadanos” lisiados morales del país, como ejemplo para los demás.

El ahorcamiento de unos cuantos de los peores criminales raciales en cada vecindario en América ayudara enormemente el enderezar a la mayoría de la población y reorientar sus ideas. De hecho, no sólo ayudará sino que será absolutamente necesario. La gente necesita un fuerte choque psicológico para romper los antiguos hábitos de pensamiento. Yo esto lo tengo muy claro pero debo admitir que hoy he estado preocupado por algunas de las acciones de las que fui testigo.

Cuando comenzaron los arrestos, la gente no se daba cuenta de lo que se les venía encima y muchos ciudadanos se ponían chulos y abusivos. Estuve presente poco antes del atardecer cuando los soldados arrastraron a como a una docena de jóvenes de una gran casa cercana a uno de los campus universitarios, y ellos, al igual que los compañeros de la casa que no habían sido arrestados, escupían y gritaban obscenidades a nuestros soldados. Todos menos uno de los arrestados eran judíos, negros o mestizos de todo tipo y dos de los más gritones fueron inmediatamente ejecutados mientras los demás fueron llevados como rebaño a una columna en camino.

La última fue una joven blanca de unos 19 años, un poco gorda pero todavía bonita. Los disparos la calmaron bastante así que ya no gritaba a los soldados “¡cerdos Racistas!” pero cuando vio los preparativos para su ahorcamiento inmediato, contempló claramente su destino y se puso histérica. Al ser informada que iba a pagar el precio por profanar su raza al vivir con un amante negro, gemía: “¿por qué yo?”.

Según se anudaba la soga a su cuello, balbuceaba: “¿Yo hacía lo que todos los demás, por qué me habéis escogido a mí? No es justo. ¿Qué pasa con Elena? También se acostaba con él”. Ante este último grito antes que su aliento fuera cortado para siempre, una de las chicas -presumiblemente Elena- del grupo de espectadores silenciosos que estaban en el césped, retrocedió llena de terror.

Por supuesto que nadie respondió a la pregunta de la chica del “¿por qué yo?” La respuesta es que simplemente su nombre estaba en la lista y el de Elena no. Nada tiene que ver con que sea justo o injusto. La chica ahorcada se merecía lo que tuvo. Probablemente Elena merezca la misma suerte y es indudable que estará sufriendo ahora los tormentos de los malditos, con miedo a que sea descubierta y a pagar el mismo precio que su amiga.
Este pequeño episodio me ha hecho aprender algo sobre el terror político. Su arbitrariedad y su imprevisibilidad son aspectos importantes para que sea efectivo. Hay gran cantidad de gente en la misma situación que Elena, que con miedo a ser descubiertos, caminan como si lo hiciesen sobre huevos.
El aspecto melancólico de este episodio se resume en el lamento de la chica “yo sólo hacía lo que los demás”.

Eso es un poco exagerado, pero bien es cierto que si otros no le hubiesen dado ejemplo, la muchacha no se habría convertido en una criminal racial. Pagó por sus faltas y por las de los demás. Ahora me doy cuenta más que nunca de la gran importancia de inculcar en nuestra gente nuevas bases morales, de valores fundamentales para que jamás se encuentren a la deriva como esta chica desafortunada y la mayoría de la gente en América.

Esta falta total de moral sana y natural me fue mostrada de nuevo al mediodía. Estábamos ahorcando un grupo de unos cuarenta agentes inmobiliarios afuera de las oficinas de la Feria de la Asociación Inmobiliaria del Condado de Los Angeles. Todos habían participado en un programa especial de créditos especialmente bajos para familias mezcladas racialmente para la compra de casas en vecindarios predominantemente blancos. Uno de los agentes inmobiliarios era un individuo fuerte, rubio y atractivo de unos 35 años y con un corte de pelo a lo militar. Se defendía vehementemente: “Diablos, nunca estuve de acuerdo con esta mierda de mezclas raciales. Me pone enfermo el ver a estas familias mezcladas con sus mestizos mocosos. Pero un hombre ha de ganarse la vida. Me dijo el inspector jefe de los edificios del condado que harían la vista gorda a las violaciones de construcción en aquellos que desarrollasen este programa hipotecario especial”.

Sin darse cuenta, nos estaba confesando que unas mayores ganancias estaban por encima de su lealtad de raza en su escala de valores, cosa que es desgraciadamente cierta para muchos de los que hoy no fueron colgados. Bien, él hizo su elección libremente y no nos merece simpatía alguna.

Los soldados no discutieron con él, naturalmente. Cuando le llegó el turno, lo izaron del suelo con la misma imparcialidad mostrada hacia aquellos que aceptaron su suerte en silencio. Tenían órdenes de no discutir ni dar explicaciones a nadie excepto decirles brevemente el delito por el que iban a ser colgados. Ni tan siquiera las protestas más convincentes como “debe de haber algún error” les hacían dudar ni un momento. Ciertamente, hoy hemos cometido algunos errores, errores de identificación, errores de direcciones, falsas acusaciones, pero una vez comenzadas las ejecuciones no había posibilidad de admitir ningún error. Creamos a propósito en la mente de la gente una imagen inexorable.

Y aparentemente fuimos muy convincentes. Por la tarde, al regresar a sus cuarteles nuestros escuadrones de ejecución comenzamos a recibir informes provenientes de toda la ciudad de lo que parecía ser una oleada de asesinatos y palizas. Cuerpos, la mayoría mostrando heridas de arma blanca, aparecían en aceras, callejones y en los portales de edificios de apartamentos. Gran número de heridos, unos cientos, fueron recogidos en las calles por nuestras patrullas.

A pesar de que había algunos negros entre las victimas acuchilladas y golpeadas, rápidamente nos dimos cuenta de que la mayoría de ellos eran judíos. Aparentemente todos eran personas que habían podido evitar a nuestros escuadrones, pero no habían podido escapar de los ciudadanos.
El interrogatorio de varios de los judíos que habían recibido palizas pronto nos reveló que por lo menos algunos de ellos se habían escondido con familias de gentiles. Después de colocar nuestras proclamas y avisos, sus protectores lo0s abandonaron y los echaron a las calles. Grupos de vigilancia locales, armados con cuchillos y bates habían agarrado, como hurones, a los que no estaban siquiera en nuestras listas.

Estoy seguro de que, sin la enérgica lección del Día de la Soga, no hubiésemos obtenido de una manera tan rápida esta especie de cooperación ciudadana. Los ahorcamientos animaron a la gente a dar el paso rápidamente.
Mañana por la tarde, algunos de mis hombres comenzarán a organizar batallones civiles de trabajo para recoger los cadáveres y llevarlos al lugar que previamente he escogido. Probablemente nos llevará tres o cuatro días recoger los cadáveres, que son entre cincuenta y sesenta mil y con este calor, no será nada agradable según pasen los días.

¡Pero qué sensación de descanso saber que la tarea más dura ya está terminada! A partir de ahora todo será cuesta arriba pero en el buen sentido: reorganizando, reeducando y reconstruyendo la totalidad de la sociedad.
 
copypasta fascio

Una pregunta señor Hardoles: ¿es usted consciente que en el hipotético caso de que la gente de la "Organización" (veáse el libro de su firma) llegase a España, nos pasaría a cuchillo a todos por panchitos? Por no ser racialmente puros, digo. ¿Usted como lo ve?
 
Yo lo veo bien. ¿Conoce usted la organización fundada por el autor de los citados Diarios Turner?

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Me encantan esas fotos, salgo especialmente guapete y desbordante de felicidad en ellas. No entiendo porque ponerlas aqui, no tiene ningun interes, esas fotos yo nunca las he puesto en el foro porque no creo que a nadie les interesara verlas. Ademas, con lo cansados que estan ya de ver mi cara segun dicen, ¿para ponerla mas? No es suficiente con las veces que las pongo yo que ahora ademas tambien tiene que ponerlas otro? Reza para que no te caiga un baneo por pherseofan.
 
Si eres un niño que juega a ser señor con bigote nazi nacional socialista racista, es ridiculo.
Y si realmente eres un señor con bigote nazi nacional socialista racista, es mas ridiculo aun, pues los niños no diferencian con facilidad lo que esta bien y lo que esta mal.
En cualquier caso no te mereces ni mi rabia ni mi odio.
 
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Me encantan esas fotos, salgo especialmente guapete y desbordante de felicidad en ellas. No entiendo porque ponerlas aqui, no tiene ningun interes, esas fotos yo nunca las he puesto en el foro porque no creo que a nadie les interesara verlas. Ademas, con lo cansados que estan ya de ver mi cara segun dicen, ¿para ponerla mas? No es suficiente con las veces que las pongo yo que ahora ademas tambien tiene que ponerlas otro? Reza para que no te caiga un baneo por pherseofan.


Eres una foca estúpida, y careces de talento. Lo sabes, tocino.
 
El_Pouto_Topo rebuznó:
Eres una foca estúpida, y careces de talento. Lo sabes, tocino.

Piensas que me preocupo por lo que puedas decirme o puedas pensar de mi?




























27c7f61127d2894f7831a676c594755ao.jpg


Pues mira mi cara y piensalo otra vez.
 
Sebo, que sepas que este es el hermano de tu negra



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Lo que no entiendo de tí pherseo, es una cosa, todo el mundo te putea insultandote y poniendo tus fotos personales, y tu sigues sin insultarles y sigues posteando...
la verdad que eso tiene merito.
 
Pherseo, tu novia tiene un cutis impresionante ¿qué clase de crema hidratante usa, lefa de tu mejor amigo?
 
Lo que no entiendo de tí pherseo, es una cosa, todo el mundo te putea insultandote y poniendo tus fotos personales, y tu sigues sin insultarles y sigues posteando...
la verdad que eso tiene merito.

¿Pero has visto los insultos e improperios que gastas? Es ojearlos y sentir un resquemor, una amargura... vergüenza ajena Rosario Flores style. Por si fuera poco, hago un esfuerzo por leerlos con acento cubano a ver si suenan un poco más al cojonazos de tu avatar, pero ni por asomo. Hez.

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Pherseo, tu novia tiene un cutis impresionante ¿qué clase de crema hidratante usa, lefa de tu mejor amigo?

El paradigma del sarcasmo.
 
Sheik Yerbouti rebuznó:

un poquito de comprensión lectora, Maldita cucaracha.
en ese momento no estaba insultando, que tenga un avatar en el que sale tony montana, no quiere decir que este todo el DIA tratando a la gente como mierda, solo a veces.. Yo tampoco veo que hables como el menda de tu avatar, haces llorar jim carrey


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un poquito de comprensión lectora, Maldita cucaracha.
en ese momento no estaba insultando, que tenga un avatar en el que sale tony montana, no quiere decir que este todo el DIA tratando a la gente como mierda, solo a veces.. Yo tampoco veo que hables como el menda de tu avatar, haces llorar jim carrey

¿Comprensión lectora? Yo hablo de tu hipocresía de mesías cuando en otros hilos vas aunando un hedor no-hilarante en tus insultos soporíferos.

Eres el chico de las explicaciones; todo un buenazo.
 
¿Comprensión lectora? Yo hablo de tu hipocresía de mesías cuando en otros hilos vas aunando un hedor no-hilarante en tus insultos soporíferos.

Eres el chico de las explicaciones; todo un buenazo.

Coño, no voy de mesias en este hilo, porque yo tambien le he insultado alguna vez, solo quiero que de una explicación, de porque sigue aguantando de todo, sin revelarse.
 
KaTaNa_R9 rebuznó:
Coño, no voy de mesias en este hilo, porque yo tambien le he insultado alguna vez, solo quiero que de una explicación, de porque sigue aguantando de todo, sin revelarse.

Pedir explicaciones a un subnormal es algo recíproco, es tirarte piedras a tu propio tejado. En ti se halla la respuesta.
 
Yo creo que Persheo disfruta exhibiendose, aparte pienso que más de uno aqui lo admira más de lo que piensas.

Si la perdición de ser forero, si la pena máxima, si el mayor y amargo sabor de ser enviado al infierno en PL para cualquiera de nosotros es ser owneado descubriendo la foto de uno mismo( veáse Josekito, Leto y compañia ), para Persheo no lo es, todo lo contrario, se puede decir que es el único forero que no padece el Sindrome josekitiano, el único que forea tranquilo.

Persi juega con ventaja respecto a todos nosotros.
 
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