Resubo el hilo, esencialmente para contar el epílogo de mierda de esta situación y que alguien aprenda en cabeza ajena (en la mía, concretamente) lo que no hay que hacer nunca:
El bajón de mi último post me duró muchas semanas. No me valió de nada el encontrar una chavala estupenda (médico, rubia, guapísima, entregada...) que se quedó colgada por mí. Yo a quien quería era al zorrón verbenero de mi ex, de la cual me enteré que por esa misma época había empezado una follamistad con un tipo de su trabajo, de 41 años (mi ex tiene 27), separado, padre de una hija.
La situación era tan escandalosa para su entorno de amigas "de toda la vida" (dos vírgenes de igual edad) que no dudaron en quedar conmigo para pedirme consejo sobre "como recuperar a su amiga" a la que prácticamente daban por perdida. Para colmo, quedé personalmente con ella y me reconoció implícitamente que durante sus vacaciones en Brasil, en Navidades 08/09, aún estando conmigo, se había dejado percutir por un mulato brasileño. Así como suena.
Justo lo que me hacía falta a mí, que prácticamente estaba barajando el suicidio, para terminar de caer en una depresión.
El caso es que la médico que me había ligado se volcó conmigo. Me tuvo a cuerpo de rey y... bueno, me hizo volver a sentir relativamente bien. Tanto que, cuando mi ex me llamó en Junio con diversas excusas (mi cumpleaños, temas pendientes que en realidad no lo estaban, etc...) encontré fuerzas suficientes como para no cogerla el teléfono. En una de estas, estando con la médico, se empeñó ella en cogerlo y explicarla que yo no quería hablar con ella. Grave error, porque se dijeron de todo ("No le pega nada estar con una como tú..." "No, lo que le pegaba era estar con una como tú").
Total... que a los tres días tenía un mensaje de mi ex en los siguientes términos "Me falta el aire. Me ahogo. Necesito verte. Es lo último que te pido. Por favor, por favor, por favor". Fui capaz de negarme a verla, aunque sí la llamé. Ella me dijo que iba a pensar bien las cosas. Y efectivamente, me volvió a llamar a los dos días diciendo que estaba dispuesta a volver a intentarlo conmigo. A mí me bastaron dos segundos para decirla que sí y dar comienzo a nueve días horribles.
Durante estos nueve días, lo primero que hice fue ir a explicarle a la médico, la que me había sido fiel y se había comido con patatas mis peores momentos, la nueva situación. Mientras, mi ex empezó a demostrar que... realmente no había cambiado nada, ni estaba dispuesta a hacer el menor esfuerzo. Nueve días con cuatro salidas inexplicadas, tres de ellas entre semana, en las que "no podía coger el tel" o "se le olvidaba en el coche". Sin agregarme siquiera al Facebook. Sin contar absolutamente a nadie que habíamos vuelto o que lo estábamos intentando siquiera. A nadie, excepto a una amiga suya... que ha dejado de serlo después de esto.
Y desde luego sin presentarme a sus compañeros de trabajo y hacerme soportar la humillación terrible de llevarles a la piscina de su casa... y hacerme ir a mí media hora después del cierre para que ni me cruzara con ellos siquiera. Me convirtió en su vida B. Y la única explicación que tengo para algo semejante es... que no había terminado su relación con el del trabajo.
Yo estaba mil veces peor que antes de volver a hablar con ella y así se lo expuse. Y ella, simplemente, prefirió dejarme tirado de nuevo.
Despreciado, jodido, humillado, traicionado y roto. Por mi propia culpa. Por cegarme y empecinarme en confiar a una persona que simplemente no merecía nada de mí y ya no se recataba lo más mínimo en demostrarlo. Una ruptura duele y puede hasta hundirte. Pero una hijaputez semejante a la que me hizo pasar después es muchísimo peor. El odio te hace subir muchísimos enteros a corto plazo. Pero, en cuanto pasan unos pocos días, la traición se te agarra a las entrañas y no te deja vivir.
Mi médico accedió a volver conmigo. Se porta y me da lo que siempre pensé que me daría una mujer que realmente me quisiera. Pero el precio ha sido alto y lo estoy pagando ahora: Mi ex es, a sus ojos, algo totalmente pasado. No puedo contarla que sigo sufriendo por ella (por mi ex) y menos aún que se me ha agotado el odio de sus últimas hijaputeces, las que pudo llevar a cabo pura y simplemente porque yo le di la oportunidad, y que solo me queda un dolor enorme. El tipo de dolor que solo te puede hacer sentir alguien de quien, maldita sea, aún sigues enamorado.
¿Cómo se cura eso? ¿Alguien lo sabe?