Este es un país en el que hasta el último de la fila es capaz de ver la alienación y el borreguismo en los demás. Y todos tienen razón, los demás están aborregados; todos lo estamos. Tenemos un buen punto de partida, ahora se trata de afinar el enfoque y desplazar la mira al punto ciego del asunto, que somos nosotros mismos.
No se trata tanto de acuñar nuevos conceptos o los puntos de vista que disuelvan todas las contradicciones existentes como pensar los que tenemos con toda la seriedad que merecen. ¿Qué alcance tiene la ideología? ¿Cómo modula los hábitos, los razonamientos, las convenciones, la misma vida? Sólo quien sea capaz de ver de manera lúcida a la ideología en su dimensión material, esto es, constituyendo el éter de las sociedades modernas, podrá decir quizá con mucha cautela y cierto cinismo que los borregos son los otros.