EL MATCH DEL SIGLO
Antes del match, Fischer había declarado: "Cualquiera que entienda algo de ajedrez sabe que yo he sido el campeón del mundo a todos los efectos, salvo el formal, desde los últimos diez años". Spassky, por su parte, y a pesar de las recientes exhibiciones del americano, no aparentaba tener motivos para la intranquilidad. Después de todo, su historial con Fischer era de tres victorias a su favor, con dos tablas. Además, contaba en su equipo de analistas con tres excampeones mundiales (Smyslov, Tal y Petrosian) y dos candidatos (Keres y Korchnoi) Para la sede, Fischer quería Belgrado o el continente americano, y no estaba dispuesto a ceder. Spassky insistió en Reykjavik (Islandia), atraído sobre todo por las los 125.000$ que ofrecía dicha sede. Finalmente Euwe ejerce su autoridad de presidente de la FIDE y anuncia que el match comenzará el 2 de Julio en Reikjavik, amenazando con descalificar a Fischer si no comparece.
La ceremonia de apertura se celebró sin el americano. En el salón se encontraban Spassky, el presidente y ministros de Islandia, embajadores, numerosos huéspedes, periodistas… pero no Fischer. Euwe postergó el sorteo para el día siguiente, pero Fischer tampoco apareció. Euwe difirió el comienzo del match para dos días más tarde, lo que provocó ya las protestas de la delegación soviética. A los dos días, Fischer llegó, pero sólo después de que el patrocinador inglés James Slater hubiera doblado el fondo de premios (que alcanzaba así los 250.000$) Finalmente, el match comenzó nueve días después de la fecha programada.
El desenlace de la primera partida fue sorprendente. Tras haber jugado ambos contendientes a hacer tablas, simplificando la posición y dejando la partida como mera toma de contacto, Fischer captura inesperadamente el ya famoso peón de h2, quedando su alfil encerrado y perdiendo finalmente la partida. Mucho se ha especulado durante las décadas posteriores sobre esta decisión, pero la teoría más pausible es que Bobby pensó que, pese a la captura, la partida terminaría igualmente en tablas, aunque con la diferencia de que habría demostrado a Spassky que, en una posición de tablas y con las piezas negras, había intentado ganar por todos los medios.
Entonces sucedió algo imprevisto: Fischer no se presentó a jugar la segunda partida, y recibió un nuevo cero en su marcador. Su explicación fue que durante la primera partida se había dado cuenta de que el equipo de televisión estaba filmando directamente el tablero, y que él nunca había permitido tal cosa en el contrato. Alegó, además, que la cámara hacía demasiado ruido y no le permitía concentrarse. Se rumoreó que había comprado ya el billete de su vuelo de regreso a Estados Unidos, pero finalmente aceptó la derrota a cambio de algunas peticiones: 1) debería suspenderse la filmación del match (al final, sólo se filmó la octava partida, en secreto, para demostrar que la cámara no hacía ruido alguno), 2) se le concedería un coche deportivo con marcha automática, 3) dispondría de una piscina de agua caliente, 4) se le permitiría usar en exclusiva una pista de tenis, 5) el tablero sería reemplazado, pues el contraste entre las casillas blancas y negras le parecía insuficiente, 6) se le llevaría regularmente al escenario zumo de naranja natural, y 7) cuando se dirigiese a la sala de juego, ¡todos los semáforos deberían tener luz verde a su paso! Y pese a todo, sólo estaba dispuesto a jugar la tercera partida si ésta se disputaba a puerta cerrada, en una pequeña habitación aparte.
El árbitro activa el reloj para la disputa de la 2ª partida, pero Fischer no aparecerá
Tras mucha labor diplomática, el árbitro logró persuadir a Spassky de que aceptara aquella última petición, y tras conseguirlo, se disputó la tercera partida. Fischer, con negras, plantea la agresiva apertura Benoni y gana por primera vez en su carrera a Spassky, recortando distancias en el marcador: 1-2.
A partir de ahí, Spassky se convierte en manos de Fischer en el mismo muñeco que fueron Taimanov, Larsen y Petrosian. Tras haber comenzado con dos puntos de desventaja, Fischer endosa a Spassky un 5-0 en las siguientes ocho partidas (con tres tablas) En la 11ª, el ruso caza a Bobby con una preparación casera, pero tras unas tablas, Fischer vuelve a imponerse en la 13ª. A partir de ahí, Spassky trata de aguantar la paliza y se sucede una serie de siete tablas seguidas hasta que, finalmente, Fischer gana la 21ª y el match queda concluido. Bobby Fischer es el nuevo campeón del mundo.
Un perfecto retrato del nuevo campeón es el que muestra Krogius en su crónica de la ceremonia de premios: "Tras entregarle el sobre con el cheque del premio, Euwe extendió su mano. Pero Fischer no tiene prisa. Abre el sobre y estudia minuciosamente el cheque. La mano de Euwe sigue suspendida en el aire. Por fin, tras convencerse de que todo está en orden, dobla cuidadosamente el cheque y lo coloca en el bolsillo interior de su chaqueta. Después de esto, estrecha la mano del presidente y rápidamente vuelve a su mesa, donde se concentra en su filete, pero rechaza con firmeza una copa de vino. En el escenario, entretanto, se suceden discursos en honor del nuevo campeón. Después de finalizar su comida, Fischer mira alrededor con aire ausente. De pronto, su mirada se ilumina y busca algo en el bolsillo interior de su chaqueta. ¿No irá a comprobar de nuevo el cheque? No. Extrae su gastado ajedrez de bolsillo, coloca una posición y, ajeno a cuanto sucede en torno suyo, pronto se sume en sus reflexiones".
Fischer fue recibido en Estados Unidos como un héroe nacional. El alcalde de Nueva York ofreció al triunfante vencedor una medalla de oro, e incluso el presidente Richard Nixon le envió un telegrama para invitarle a una recepción oficial en la Casa Blanca. Bobby, sin embargo, rehusó la invitación alegando que "no me pagarían nada por esta visita. Además, hubiera sido una importante distracción". Las empresas le ofrecieron suculentos contratos publicitarios. Por su participación en un show televisivo, se le ofrecieron 10.000$. Por aportar su nombre a un curso de ajedrez grabado en cinta magnetofónica, 100.000$. También se le propuso hacer publicidad de Pepsi, whisky, cerveza, ropa deportiva, crema de afeitado… Pero Bobby rechazó todas las ofertas, alegando que "esos sinvergüenzas no ganarán un céntimo a mi costa". Para él, aceptar esas ofertas no beneficiaría al ajedrez, pues rebajaría su prestigio como campeón del mundo.
A la vez que rehusaba millones de dólares en contratos publicitarios, Fischer se permitía pedir condiciones imposibles por su participación en los diferentes torneos. Pidió 150.000$ por su participación en la Olimpiada de Skojpe de 1972, y los mismos 150.000$ por su participación en la Olimpiada de Niza de 1974, además de la condición de jugar sus partidas en una habitación aparte. Así las cosas, llega 1975, el año en que debe defender su título mundial, sin que el americano haya jugado una sola partida desde que derrotara a Spassky en la 21ª de aquel match.
RENUNCIA AL TÍTULO MUNDIAL Y DESAPARICIÓN
Para la defensa de su título, Fischer impone a la FIDE las reglas del ajedrez de la época de Steinitz (siglo XIX): el match se jugaría a 10 victorias, sin un número de partidas determinado, con retención del título por parte del campeón si se alcanza el resultado de 9-9. Tras muchas deliberaciones, la FIDE rechaza la propuesta, y Fischer renuncia a su título mundial, el cual es concedido automáticamente al ruso Karpov.
Entonces Bobby Fischer, simplemente, desaparece.