P
PostSecret
Guest
Iba a postear en el hilo de ilg, pero finalmente he decidido abrir un hilo.
Si no da para hilo y ya que ha sido baneado el hilo que no da para hilo, pues lo pasáis al postsecret y andando. O lo borráis y banéais al autor.
En primer lugar aclarar que no busco perdón, ni siquiera comprensión. Tampoco quiero piedrolos, solo desahogarme, hablar de algo que hace años me corroe, no tanto por la falsedad y la mentira, que también, sino por su superioridad de esta situación sobre mi, sobre mi carácter, sobre mi voluntad.
Soy un permanente conflicto y engaño. No estoy satisfecho de mi comportamiento, a veces quiero engañarme y llamarlo enfermedad, pero creo que no, que es simplemente un vicio, una adición grandiosa que poseyó mi ser hace ya quince años y que, con altibajos, no me ha abandonado nunca. Ahora llevo dos o tres años algo mas tranquilo, con dosis mas espaciadas y me encuentro en mejores circunstancias, me soporto mejor, tengo algo de autoestima y la suficiente fuerza para aprovechar esta oportunidad que nos brinda ILG de contar nuestras miserias al abrigo del user postsecret, decido contar mis miserias en este foro, mi único foro desde hace ocho años.
Mi mentira consiste en que soy un adicto al sexo, al contrario de lo que muchos habéis confesado aquí, soy hetero, sólo me gustan las mujeres, desde casi cualquier edad, pero eso si, mujeres ya desarrolladas, no niñas sin culo o sin tetas, como esas del camy de vodkaenvena.
Desde hace dos décadas me follo o intento follar toda mujer medianamente atractiva que se cruza en mi camino, no tengo miramientos de ningún tipo y esto me ha traído serios problemas.
Los primeros problemas empezaron siendo muy joven, doce o catorce años. Comencé con una prima, de mi edad pero mucho mas madura, ella mujercita y yo niño. Me fue bien, nunca nos ligaron ni sus padres ni los míos, quizás esa circunstancia me animó a seguir con su hermana. Error, en la segunda ocasión nos pillaron –siempre he sospechado que fue su hermanita mayor la que nos delató- y se armó la de dios en la familia. Se rompieron las relaciones entre mis padres y mis tíos para siempre. Primer aviso, que no tuve en cuenta.
Al año o así, me enamoré de otra prima, el caso es que con esta también iba la cosa bien, follábamos como conejos por todos sitios, nos confiamos demasiado y nos ligaron follando en la cochera, en el coche de su padre. Nueva zapatiesta familiar, otra ruptura por culpa del niño, amenazas con llevarme a reformatorios, al colegio campillos en concreto, y fin del folleteo. Segundo aviso y de nuevo a las pajas.
Aprendí la lección y dejé tranquilas a mis primas, aunque el refrán es claro. Cuanto más primo, mas me arrimo.
Me centré en las compañeras de colegio y no iba mal la cosa, pero claro, las tías quieren amor, no solo follar, y no consienten que vayas follando a todas, trifulcas, peleas, llantos...todo muy de folletín, pero yo era joven y podía ser irresponsable.
Al final me eché una novia formal, con folleteo frecuente. Frecuente pero no lo suficiente, yo necesitaba por aquella época uno o dos polvos diarios, mas la paja de rigor de mañana y noche. Así que empecé a follar compañeras de facultad, alguna vecina, le tiraba los tejos a las chicas del super guerrero, en fin, una red de folleteo para poder saciar esta sed de sexo que me comía por dentro. Tuve algunos problemas de faldas que fui salvando con suerte y con mucha comprensión de mi novia. Tercer aviso.
Hasta que empecé a trabajar, entonces ya si que descarrilé en todos los sentidos. Comencé a tratar con mujeres de verdad, nada de estudiantes niñatas, al principio me contuve algo, pero poco tiempo y como las mujeres responden muy bien al lenguaje corporal, con un par de miradas sostenidas intuía si podía o no follarlas y casi nunca fallaba. Fue una época desenfrenada, sexo con casi todas las mujeres apetecibles que pasaban cerca de mi, mi adición aumentaba, parecía que el sexo pedía mas sexo...hasta que una compañera de trabajo, no exactamente compañera, trabajábamos muy cerca, pero para diferentes empresas, bueno pues se quedó preñada la muy puta. Tuve que contárselo a mi novia, que me dejó provisionalmente, y eso que le lloré y prometí que nunca mas, conseguí finalmente que siguiera la relación y a la preñada le pagué el aborto o diez abortos porque me costó la broma 1,5 millones de pesetas. Nuevo aviso.
Tras este desastre y mi adición por las nubes, tomé un nuevo rumbo en mi vida. Había acudido alguna vez con los amigos al un puticlub,pero siempre me había parecido una gilipollez pagar por conseguir algo que tenía gratis y a patadas. Luego reconsideré que quizás era una buena opción evitar los problemas por cinco mil pesetas que cobraban las putas por un mamazo y un polvo. Me habitué al club y acudía con regularidad, una o dos veces por semana, calmaba mi sed y evitaba los problemas familiares. Así he estado hasta hace cinco o seis años, cuando empecé a limitar la frecuencia a las putas a una vez a la semana, hasta el momento actual, en el que voy una o dos veces al mes a calmar mi adición. Afortunadamente noto que voy perdiendo el deseo feroz de sexo, ya me conformo con una paja diaria, dos polvos semanales con mi pareja y las dos visitas mensuales a las putas. Intento mejorar y mi próximo objetivo es reducir a una las visitas mensuales al prostíbulo.
No me engaño, se que mi comportamiento es deshonesto y me avergüenzo de ello, principalmente por mi familia. Espero que si algún día me libro de esta adicción, ser capaz de desnudarme ante ellos, igual que lo he hecho ante vosotros, eso si, como quien soy, no escudado tras un nick genérico.
Si no da para hilo y ya que ha sido baneado el hilo que no da para hilo, pues lo pasáis al postsecret y andando. O lo borráis y banéais al autor.
En primer lugar aclarar que no busco perdón, ni siquiera comprensión. Tampoco quiero piedrolos, solo desahogarme, hablar de algo que hace años me corroe, no tanto por la falsedad y la mentira, que también, sino por su superioridad de esta situación sobre mi, sobre mi carácter, sobre mi voluntad.
Soy un permanente conflicto y engaño. No estoy satisfecho de mi comportamiento, a veces quiero engañarme y llamarlo enfermedad, pero creo que no, que es simplemente un vicio, una adición grandiosa que poseyó mi ser hace ya quince años y que, con altibajos, no me ha abandonado nunca. Ahora llevo dos o tres años algo mas tranquilo, con dosis mas espaciadas y me encuentro en mejores circunstancias, me soporto mejor, tengo algo de autoestima y la suficiente fuerza para aprovechar esta oportunidad que nos brinda ILG de contar nuestras miserias al abrigo del user postsecret, decido contar mis miserias en este foro, mi único foro desde hace ocho años.
Mi mentira consiste en que soy un adicto al sexo, al contrario de lo que muchos habéis confesado aquí, soy hetero, sólo me gustan las mujeres, desde casi cualquier edad, pero eso si, mujeres ya desarrolladas, no niñas sin culo o sin tetas, como esas del camy de vodkaenvena.
Desde hace dos décadas me follo o intento follar toda mujer medianamente atractiva que se cruza en mi camino, no tengo miramientos de ningún tipo y esto me ha traído serios problemas.
Los primeros problemas empezaron siendo muy joven, doce o catorce años. Comencé con una prima, de mi edad pero mucho mas madura, ella mujercita y yo niño. Me fue bien, nunca nos ligaron ni sus padres ni los míos, quizás esa circunstancia me animó a seguir con su hermana. Error, en la segunda ocasión nos pillaron –siempre he sospechado que fue su hermanita mayor la que nos delató- y se armó la de dios en la familia. Se rompieron las relaciones entre mis padres y mis tíos para siempre. Primer aviso, que no tuve en cuenta.
Al año o así, me enamoré de otra prima, el caso es que con esta también iba la cosa bien, follábamos como conejos por todos sitios, nos confiamos demasiado y nos ligaron follando en la cochera, en el coche de su padre. Nueva zapatiesta familiar, otra ruptura por culpa del niño, amenazas con llevarme a reformatorios, al colegio campillos en concreto, y fin del folleteo. Segundo aviso y de nuevo a las pajas.
Aprendí la lección y dejé tranquilas a mis primas, aunque el refrán es claro. Cuanto más primo, mas me arrimo.
Me centré en las compañeras de colegio y no iba mal la cosa, pero claro, las tías quieren amor, no solo follar, y no consienten que vayas follando a todas, trifulcas, peleas, llantos...todo muy de folletín, pero yo era joven y podía ser irresponsable.
Al final me eché una novia formal, con folleteo frecuente. Frecuente pero no lo suficiente, yo necesitaba por aquella época uno o dos polvos diarios, mas la paja de rigor de mañana y noche. Así que empecé a follar compañeras de facultad, alguna vecina, le tiraba los tejos a las chicas del super guerrero, en fin, una red de folleteo para poder saciar esta sed de sexo que me comía por dentro. Tuve algunos problemas de faldas que fui salvando con suerte y con mucha comprensión de mi novia. Tercer aviso.
Hasta que empecé a trabajar, entonces ya si que descarrilé en todos los sentidos. Comencé a tratar con mujeres de verdad, nada de estudiantes niñatas, al principio me contuve algo, pero poco tiempo y como las mujeres responden muy bien al lenguaje corporal, con un par de miradas sostenidas intuía si podía o no follarlas y casi nunca fallaba. Fue una época desenfrenada, sexo con casi todas las mujeres apetecibles que pasaban cerca de mi, mi adición aumentaba, parecía que el sexo pedía mas sexo...hasta que una compañera de trabajo, no exactamente compañera, trabajábamos muy cerca, pero para diferentes empresas, bueno pues se quedó preñada la muy puta. Tuve que contárselo a mi novia, que me dejó provisionalmente, y eso que le lloré y prometí que nunca mas, conseguí finalmente que siguiera la relación y a la preñada le pagué el aborto o diez abortos porque me costó la broma 1,5 millones de pesetas. Nuevo aviso.
Tras este desastre y mi adición por las nubes, tomé un nuevo rumbo en mi vida. Había acudido alguna vez con los amigos al un puticlub,pero siempre me había parecido una gilipollez pagar por conseguir algo que tenía gratis y a patadas. Luego reconsideré que quizás era una buena opción evitar los problemas por cinco mil pesetas que cobraban las putas por un mamazo y un polvo. Me habitué al club y acudía con regularidad, una o dos veces por semana, calmaba mi sed y evitaba los problemas familiares. Así he estado hasta hace cinco o seis años, cuando empecé a limitar la frecuencia a las putas a una vez a la semana, hasta el momento actual, en el que voy una o dos veces al mes a calmar mi adición. Afortunadamente noto que voy perdiendo el deseo feroz de sexo, ya me conformo con una paja diaria, dos polvos semanales con mi pareja y las dos visitas mensuales a las putas. Intento mejorar y mi próximo objetivo es reducir a una las visitas mensuales al prostíbulo.
No me engaño, se que mi comportamiento es deshonesto y me avergüenzo de ello, principalmente por mi familia. Espero que si algún día me libro de esta adicción, ser capaz de desnudarme ante ellos, igual que lo he hecho ante vosotros, eso si, como quien soy, no escudado tras un nick genérico.