Pero no es por chulería ni fantasmeo. Es porque esa actitud me provoca tal cabreo que ni por un segundo me apetece acceder a sus deseos, lo que me provoca es no concedérselos. También es porque las que me gustan no son las comehombres.
Que por ver a una de estas tuerta, me quedo yo ciego.
A ver si de una putísima vez os quitáis el yugo de la coñocracia de encima. Que no hay que arrastrase por un coño. Y eso es lo que esas pretenden. Tener el coño que haga arrastrase a quien sea. A mí desde luego, no. Y si no accedieseis, como accedéis, si fuéseis capaces de decir que NO, otro gallo cantaría.
A veces provoca más placer decir que no y verlas humillarse que follar. Para follar, para compartir cama, son otras las tías que prefiero.