Yo me quedé en tierra.
Al llegar el momento de ir a la universidad, quería ir a estudiar a Madrid. La politécnica. Joder, sonaba tan bien...
Mi por entonces novia, que ejercía más bien de esposa, no tenía familia para pagarle los estudios, tampoco tenía un plan de futuro ni intención de estudiar algo por vocación. Llevábamos un año pagando alquiler y, si me quedaba, tenía por fin la posibilidad de parasitar en una vivienda familiar que además quedaba cerca de la universidad que me tocaba si decidía no mudarme a la capital. También se me ofreció un trabajo de fines de semana, muy físico, pero siempre he preferido eso a trabajar de cara al público y se pagaba bien.
Madrid estaba cada vez más lejos.
No fue cosa del tiempo ni de razonar, fue cuestión de que la puta de turno me dejara para darme cuenta de que había sacrificado mi ambición por el chantaje.
Pero nunca es tarde. Tú ya no eres el mismo, ya no tienes 18 años. ¿Y qué? Si hay algo que de verdad quieres, siempre te va a estar esperando, excepto si es una furcia, claro. El tiempo y la experiencia me permitieron valorar mucho más la oportunidad. El sueño resultó ser mucho menos bonito de lo que se prometía cuando no lo podías alcanzar, pero taché eso de mi lista y hoy todavía vivo una continuación de mi decisión. He sido más feliz aquí en mi peor momento que allí en promedio, por lo que aprendí, gracias también a otras elecciones similares, a no tomar jamás una decisión "por alguien" que no sea yo.