Andaluces de mierda

Estado
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curro jimenez rebuznó:
Decir que las provincias es un invento de reciente creaccion es el colmo de la ignorancia. Ya en 1607 se crearon las primeras provincias maritimas

Andalucia nunca se dividio en los cuatro reinos de andalucia, basicamente por que la actual andalucia existe desde 1981 y por que los reinos eran de España. Fue javier de burgos ministro afrancesado de isabel II quien en el real decreto de 1933 establecio la divisionn territorial por provincias. Se constituyo lo que es la actual andalucia utilizando las prefecturas francesas que hubo bajo la ocupacion, como referencia.


El reino de jaen del que tu hablas, no tiene nada que ver con la actual provincia de jaen, a ver si te van enterando. Muchas de las poblaciones de la actual provincia de jaen pertenecian al reino de granada.

Cuando las comunidades autonomas se crearon durante la segunda republica las provincias ya existian desde hacia 100 años. Asi que ya me diras tu a que se le tiene mas apego.

Ademas, que lo digas tu tiene cojones, que la actual provincia de cadiz se constituyo en 1833 uniendo localidades de sevilla y del reino de granada.

Detalle de la constitucion de cadiz de 1812

El territorio español comprende en la Península con sus posesiones e islas adyacentes: Aragón, Asturias, Castilla la Vieja, Castilla la Nueva, Cataluña, Córdoba, Extremadura, Galicia, Granada, Jaén, León, Molina, Murcia, Navarra, Provincias Vascongadas, Sevilla y Valencia, las islas Baleares y las Canarias con las demás posesiones de África.
Constitución Española de 1812 Título II-Capítulo I-Artículo 11

podéis cerrar el hilo.
 
curro jimenez rebuznó:
Coño, claro, y tambien con toledo, valencia, lisboa, murcia........ coño, todo el territorio ocupado por los moros era al andalus.

Que a estas alturas de la vida todavia haya gente pensando que al andalus es andalucia y no todo el territorio musulman de la peninsula hace llorar white label con limon al niño jesus.



Que andaluc, el de sevilla, el de malaga, el cadiz.........???


ensaladadeestacas rebuznó:
Es fácil de deducir: el sentido que le daban los musulmanes al término "al-Andalus" es el de "Hispania" y no Andalucía ya que, entre otras cosas, no existía.

Nadie está diciendo lo contrario. Pero que "Andalucía" viene de "Al-Ándalus", es público y notorio. Así que no sé por qué razón algunos se empeñan en decir que el último reducto moro de la península, Granada, no pertenece a lo que fue llamado "Al-Andalusiya".

Relativizar por convencionalismos es una soplapollez.
 
No es por joder pero una vez leí esto;

mentiras sobre el islam: Mitología española: Jamás hubo conquista árabe




COPIO Y PEGO;


LOS ÁRABES NO INVADIERON JAMÁS ESPAÑA

PRÓLOGO
LA PRETENDIDA INVASIÓN ÁRABE
CRÍTICA GENERAL
LAS FUENTES Y SU CRÍTICA
LA EXPANSIÓN DEL ISLAM
MARCO GEOGRÁFICO-LA CRISIS CLIMÁTICA
EL COMPLEJO RELIGIOSO
LA EVOLUCIÓN: CRISTIANISMO TRINITARIO
LA EVOLUCIÓN: CRISTIANISMO UNITARIO
LA EVOLUCIÓN: EL SINCRETISMO MUSULMÁN
PRIMERA ÉPOCA DE LA CRISIS REV. HISPANA
SEGUNDA ÉPOCA DE LA CRISIS REV. HISPANA
LA FORMACIÓN DE LA LEYENDA
LA EVOLUCIÓN DEL ARTE ANDALUZ
LA MEZQUITA DE CÓRDOBA
APENDICE I
APENDICE III
APENDICE IV
EPILOGO





PROLOGO
Cuando abandona el turista el Patio de los Naranjos y penetra en la Mezquita de Córdoba por el gran arco de herradura que encuadra su entrada principal, se encuentra de repente ante unas vistas insospechadas. Descubren sus ojos un bosque de columnas plantadas de modo simétrico. Sobrecogido por una atracción poderosa que le obliga a ir mas y más adelante, queda sorprendido desde los primeros pasos por el aliento de un soplo extraordinario, como si le rozara la cara el alma de este templo misterioso. A pesar suyo, he aquí que se siente arrastrado hacia un mundo desconocido, el cual podrá extraviar al irreflexivo, pero que fascina al espíritu sensible y advertido. Desconcertado, pronto comprende su incapacidad para establecer asociaciones de ideas entre estas impresiones tan fuertemente sentidas y su experiencia visual o el recuerdo de sus lecturas. Más o menos inconscientemente según su agudeza, percibe que no puede anudar relación alguna entre lo que contempla y las obras maestras de las civilizaciones antiguas de las cuales conserva en su memoria una visión indeleble: el Panteón, Santa Sofía, las góticas catedrales... Acostumbrado desde la infancia a calcular las dimensiones de un edificio desde su entrada con una mirada sencilla, en una intuición rápida, se da cuenta de su impotencia para medir el alcance de lo que ve. Si se adelanta, huyen las columnas y persiguiéndose se esfuman en el horizonte. En parte alguna descansa la vista para fijar su límite. Ninguna geometría euclidiana puede satisfacer su sentido del tacto. Le rodea el infinito por doquier, pues por todos lados se presenta la misma imagen, como reflejada por espejos múltiples.
Decidido entonces, se enfrenta el visitante con los fustes que le asedian por cualquier parte. De estilo toscano, en general de mármol blanco y liso, algunos en ónice, a veces con formas salomónicas o entorchadas, su similar altura y la elegancia de su porte dan un parecido ademán a las calles que se abren ante su vista. Aprecia inmediatamente que son diferentes los capiteles, debido sin duda a orígenes distintos. Levanta los ojos y percibe que sostienen arcos de herradura que se persiguen de columna en columna, en gesto gracioso y frívolo, sin ninguna utilidad aparente, cuando en realidad sirven de armazón para sostener el demasiado frágil conjunto.
Más alto aún, por encima de los contrafuertes sobre los cuales se apoyan los arcos de herradura, se yerguen ligeros pilares. Mantienen una segunda fila de arcos, éstos de medio punto, que soportan en la penumbra las vigas del techo y la carpintería de la techumbre. La ligereza producida por las piedras blancas alternando con ladrillos rojos del mismo espesor para componer en dos colores los arcos de herradura, la curva extremada de sus formas, la visión aérea de los dobles arcados producen una impresión inimaginable.
Asombrado se adelanta el visitante por el bosque sagrado. Sé detiene en las partes reservadas del santuario. Y, a menos que la indiferencia no traicione su insensibilidad por las maravillas del arte y por los placeres con los cuales enriquecen el espíritu, no sabrá en un principio expresar su admiración. Sólo asomará a sus labios una palabra: ¡Qué extraño! En su sorpresa, al punto surgirá de lo más hondo de su conciencia una idea: ¡ En fin! He aquí este Oriente encantador, inaccesible, mágico». Abstraído lejos de sus menesteres cotidianos, ya se siente impulsado nuestro occidental por la manía de filosofar. Reaccionando ante la magia del espectáculo, en dulce sueño se perderá su pensamiento como su mirada extraviada por entre las columnas...
¡Qué placer el poder alcanzar esta mística del Islam! ¿Tan misteriosa no la sentirían los creyentes al abandonar sus babuchas para penetrar en la mezquita, como en lo suyo le ocurre al bautizado cuando entra en una catedral, cabeza descubierta? Mas en verdad, quedando estas preguntas sin respuesta inmediata, insensiblemente se le ocurrirán otros pensamientos y el recuerdo de los árabes se entremezclará insensiblemente en el flujo de sus asociaciones mentales, sueltas ya con toda libertad. Y así, después de haber recordado con escolar dictamen la hazaña de Carlos Martel que al fin y al cabo había detenido la oleada arábiga, no podrá menos que sentir cierta admiración por esta gente que a pesar de todo había emprendido grandes empresas. Recordará los ejércitos sarracenos, conquistadores de medio mundo, cuyos descendientes se habían asentado en estas tierras del Ándalus que tan gran civilización les debía. Emocionado y acaso aturdido, quizá no se le pasará por la cabeza que también la Bética había sido el teatro de otra civilización y cuna de emperadores romanos, y que Córdoba, la ciudad de la Mezquita, lo había sido antes de los Sénecas y de los Lucanos.
Mas, ¡cuán suspenso hubiera quedado nuestro viajero si alguien interrumpiendo su soñarrera le hubiera susurrado al oído que era ya hora de despertar! Pues no habían conquistado los árabes esta ciudad y, con certeza, jamás construido este maravilloso monumento. Era la impronta en el cerebro de una enseñanza arcaica. Así, el mito de una soberbia caballería, arábiga en cuanto al jinete y a la cabalgadura, avanzando cual el simún en una nube de polvo, queda todavía fuertemente grabado en los espíritus, aunque hoy día algo descolorido por un más preciso conocimiento de la historia. Hasta nuestros trabajos, siguiendo a los analistas musulmanes y a los cronicones cristianos se había creído sin reparo alguno en la existencia de esta nube de langosta que se había abatido sobre Occidente. Como de acuerdo con este criterio habían traído dichos nómadas los elementos de una civilización que posteriormente se había desarrollado de modo sorprendente en el sur de la península, no suscitaba la Mezquita de Córdoba problema alguno. Ningún misterio traslucía. Lo que llamaba la atención del turista en su visita era el repentino contacto con el Islam, desconocido de los occidentales. Pertenecía al arte oriental la extraña belleza de tan sorprendente monumento y a la religión de Mahoma el encanto místico que desprendía.
A fines del siglo pasado empezaron arqueólogos españoles a restaurar iglesias que habían sido construidas en tiempos de los visigodos. Una de ellas, dedicada a San Juan Bautista y situada en Baños de Cerrato (Venta de Baños), había sido edificada por Recesvinto en 661, de acuerdo con una inscripción colocada en el transepto, frente a la nave principal. El hecho era indiscutible. La fecha de su construcción muy anterior a la pretendida invasión de 711, y sin embargo poseía esta iglesia soberbios arcos de herradura. Pronto se los encontró por toda la península, algunos tan bellos como los cordobeses y... no eran musulmanes. Se han hallado hasta en Francia, orillas del Loire, que de acuerdo con la tradición jamás alcanzaron los árabes. En fin, se averiguaba en nuestros días que habían existido arcos de herradura en fechas anteriores a nuestra era cristiana. De tal suerte que se podía establecer el proceso de su evolución desde aquellos tiempos remotos hasta su magna florescencia bajo los califas cordobeses.
Uno de los mitos de la historia occidental se venía abajo. El arco de herradura, cuyas curvas inverosímiles habían permitido las más extraordinarias extravagancias, no había sido traído de Oriente por los árabes invasores.
Más aún. A medida que se incrementaban los estudios emprendidos sobre el arte de la civilización arábiga, se percibía que los principios arquitectónicos empleados en la construcción de la Mezquita de Córdoba escasas relaciones tenían con el Asia lejana. Así como el arco de herradura, aparecía que estas técnicas antaño estimadas por extranjeras pertenecían a la tradición local, ibérica, romana y visigoda. Pero se complicaba el problema tanto más por el hecho siguiente:
Había sido construido este oratorio por los hombres y para los hombres. El arquitecto que dibujó los planos, no había dado suelta a su imaginación para satisfacer su capricho o su necesidad de creación artística. Sin menospreciar sus cualidades intelectuales, muy al contrario, había que reconocer sin embargo que las había puesto a disposición de una idea superior: la puesta en obra de una función para la cual había sido el templo objeto de un encargo, había sido construido y pagado. En una palabra, había sido edificado para la celebración de un culto religioso. Pero bastaba con pasearse por el bosque de sus columnas para darse cuenta de que este culto no pertenecía ni a la religión musulmana, ni a la cristiana. Pues la disposición interior de este monumento no ha sido concebida para el cumplimiento de las ceremonias prescritas por la liturgia de estas creencias.
Para decir sus plegarias en común, con sus genuflexiones y sus postraciones repetidas y hechas por todos los fieles con un mismo gesto, sólo necesitaban los musulmanes de un patio, como el que existía en la casa del profeta. Bastaba pues que el lugar, abierto a la intemperie pero cubierto por un tejado, permitiera la colocación de los muslimes en largas filas, formando un frente de tal suerte que pudieran con la vista seguir los gestos del encargado de la oración, el imán, situado ante todos ellos de cara al mihrab, aposento sagrado en donde se guarda el Corán. Por su parte, requiere el ritual católico un amplio espacio cubierto en el cual pueden los cristianos seguir el sacrificio de la misa celebrado por el oficiante. En ambos casos está fundada la liturgia en un mismo principio: el papel desempeñado por la vista en estas ceremonias. Así se explica con qué facilidad han adaptado los musulmanes las iglesias cristianas a su culto sin tener la necesidad de emprender grandes modificaciones en su arquitectura. Les bastaban escasas obras para transformar una basílica en una mezquita. Clásico es el ejemplo de Damasco en donde la sala de oraciones de la Gran Mezquita conserva aún la estructura requerida para el servicio anterior, cuando estaba bajo el patronato de San Juan Bautista. No ocurría lo mismo con la Mezquita de Córdoba. Perdidas en el bosque, las muchedumbres de los creyentes y de los fieles tuvieron sin duda alguna mucha incomodidad, los unos para seguir todos con un mismo movimiento los gestos del imán, los otros para comulgar espiritualmente con el celebrante en las distintas partes de la misa, quedando ambos ocultos por el juego de las columnas.
Por esta razón, por causa de su interna configuración, había sido finalmente adoptado el principio de la basílica por los cristianos. Pues estaba concebida de tal suerte que podía el pueblo desde todos los lugares disfrutar de un espectáculo entonces muy concurrido: ver al basileus cumplir majestuosamente sus funciones. Se impuso esta concepción arquitectónica a partir del siglo IV porque permitía a los fieles observar los movimientos y seguir las oraciones de los sacerdotes. Esto es imposible en un bosque de columnas. Ahora se entiende por qué la Mezquita de Córdoba, a pesar del sacrilegio artístico de Carlos V, jamás llegó a convertirse en una catedral, sino en una feria de pequeños altares. Por todo lo cual se deduce que tanto los musulmanes como los cristianos sólo habían sabido adaptar a las necesidades de su culto un templo que no había sido construido para las ceremonias respectivas de sus religiones.
Volveremos a ocuparnos de esta cuestión en la tercera parte de esta obra, cuando estudiemos la historia de la Mezquita de Córdoba. Por ahora es menester contestar solamente a una pregunta apremiante. Si el templo primitivo cuya interna configuración lo constituye un bosque de columnas, no ha sido construido ni para el culto musulmán, ni para el cristiano, ¿a qué rito o religión estaba destinado? ¿Cuál era el pensamiento que inspiraba el lápiz del arquitecto cuando dibujaba estas enigmáticas arquerías? ¿Qué aliento, qué llama podían unirle con el constructor? Pues, al fin y al cabo, quien paga impone su criterio. Sólo le toca al artista interpretarlo y realizarlo. ¿Qué fuerza poseía este soplo que les embargaba para que de esta colaboración surgiera una de las obras más geniales construidas por los hombres?
Nadie ha respondido a esta pregunta porque nadie, que sepamos, la había hecho. Mas no puede escamotearse: Ahí está la obra. Entonces, basta con pensar en las dificultades de concepción, de construcción y de interpretación que plantea tan extraño bosque de columnas, para apreciar que encierra un enigma histórico. Nadie hasta nuestros días se ha esforzado en explicarlo. Por nuestra parte, en las páginas siguientes nos dedicaremos a desenmarañar este misterio. Por ahora podemos solamente adelantar que esta imbricado en uno de los grandes problemas de la historia universal.
Por el alejamiento de los tiempos, por la ignorancia y la pasión religiosa, el trozo del pasado que ha visto al Islam propagarse por las orillas del Mare Nostrum ha sido sepultado como una ciudad antiquísima, bajo unos escombros imponentes, un alud de mentiras, de leyendas, de falsas tradiciones. De acuerdo con una interpretación primaria de la actividad humana, se había concebido la expansión del Islam, no como el fruto de una civilización, sino como el resultado de unas conquistas militares sucesivas y fulminantes. Idioma, religión, cultura no habían sido impuestos por la fuerza de la idea, sino con alfanjazos que habían diezmado a los guerreros oponentes y por el fuego que había aterrorizado las poblaciones indefensas. Con gran refuerzo de estampas resobadas se había descrito la invasión de Berbería, de la Península Ibérica y del sur de Francia, sin mencionar otras regiones cuyo problema no cuadra con los limites de esta obra. Ejércitos árabes en número inverosímil habían desbordado por todas partes como la oleada de un maremoto; lo que era un reto a la geografía y al sentido común. Era hora de apartar los residuos amontonados a lo largo de los siglos y destacar de este proceso las líneas generales de los acontecimientos. Sería entonces posible alcanzar el aliento que había dado tan singular vitalidad a estos tiempos oscuros, pero fecundísimos. El misterio de la Mezquita de Córdoba entonces podría quedar aclarado. Una más íntima comprensión de las resacas que a veces arrebatan a los hombres podría ser entendida. Nueva luz aclararía la evolución de la humanidad.


Es más a veces pienso que los árabes era una gran cultura y que fueron los andaluces los que los contagiaron y los echaron a perder con una mezcla que sería el moro moderno.
 
Uncle Meat rebuznó:
Nadie está diciendo lo contrario. Pero que "Andalucía" viene de "Al-Ándalus", es público y notorio. Así que no sé por qué razón algunos se empeñan en decir que el último reducto moro de la península, Granada, no pertenece a lo que fue llamado "Al-Andalusiya".

Relativizar por convencionalismos es una soplapollez.

Lo que es público y notorío es que los lingüistas no se ponen de acuerdo en determinar el origen del término "Andalucía", ya que manejan dos orígenes esencialmente: uno que hace referencia a los vándalos y otro a un término godo. Pero como extensión natural del término "al-Andalus" pues no está muy aceptado que se diga.

La primera utilización del término "Andalucía" como tal es del s.XIII para designar los territorios conquistados en el valle del Guadalquivir. Por lo tanto, Granada está algo lejos. Y encima en esa fecha bajo dominio musulmán.

Ya lo he mencionado varias veces pero no hay manera de que lo entiendas: el término Andalucía no hace referencia a Granada porque no representa realidad política, cultural, administrativa, judicial o geográfica en la que estuviera incluida Granada (o el reino de Granada) hasta 1833. Y aún así, en los posteriores proyectos de re-estructuración territorial de España, en TODOS, aparece como una región diferenciada de Andalucía. Y la voluntad política de Granada, así como de Jaén y Almería, es de no pertenecer a Andalucía.

El hecho de que tú hagas el paralelismo "al-Andalus = Andalucía" y por lo tanto, "último territorio musulmán = Primero de Andalucía" no se sostiene por ningún lado. Primero porque "al-Andalus" hace referencia a TODA España, no al sur exclusivamente. Y hace referencia a un espacio geográfico concreto, Hispania, no es un término que se emplea para hablar de la "EspaÑa musulmana" en diferenciación de la "EspaÑa cristiana" (aunque se haya hecho tal simplificación); segundo porque ese "último territorio musulmán" resulta que es el "primero en no contar con musulmanes y descendientes de los mismos"; tercero porque al-Andalus no fue una realidad política homogénea (dividida en múltiples taifas, unas en poder de beréberes, otras de eslavos, otras de árabes) durante su existencia, ni se continúa en el tiempo; y cuarto porque la evolución social, cultural y política del Reino de Granada muestra unas diferencias muy marcadas con el reino de Sevilla y Córdoba.

Que no quieras entenderlo, pues vale. No me voy a molestar más en explicartelo.

Pd. Volvamos a pelearnos unos con otros que este hilo está perdiendo su sentido original.
 
ensaladadeestacas rebuznó:
Lo que es público y notorío es que los lingüistas no se ponen de acuerdo en determinar el origen del término "Andalucía", ya que manejan dos orígenes esencialmente: uno que hace referencia a los vándalos y otro a un término godo. Pero como extensión natural del término "al-Andalus" pues no está muy aceptado que se diga.

La primera utilización del término "Andalucía" como tal es del s.XIII para designar los territorios conquistados en el valle del Guadalquivir. Por lo tanto, Granada está algo lejos. Y encima en esa fecha bajo dominio musulmán.

Ya lo he mencionado varias veces pero no hay manera de que lo entiendas: el término Andalucía no hace referencia a Granada porque no representa realidad política, cultural, administrativa, judicial o geográfica en la que estuviera incluida Granada (o el reino de Granada) hasta 1833. Y aún así, en los posteriores proyectos de re-estructuración territorial de España, en TODOS, aparece como una región diferenciada de Andalucía. Y la voluntad política de Granada, así como de Jaén y Almería, es de no pertenecer a Andalucía.

El hecho de que tú hagas el paralelismo "al-Andalus = Andalucía" y por lo tanto, "último territorio musulmán = Primero de Andalucía" no se sostiene por ningún lado. Primero porque "al-Andalus" hace referencia a TODA España, no al sur exclusivamente. Y hace referencia a un espacio geográfico concreto, Hispania, no es un término que se emplea para hablar de la "EspaÑa musulmana" en diferenciación de la "EspaÑa cristiana" (aunque se haya hecho tal simplificación); segundo porque ese "último territorio musulmán" resulta que es el "primero en no contar con musulmanes y descendientes de los mismos"; tercero porque al-Andalus no fue una realidad política homogénea (dividida en múltiples taifas, unas en poder de beréberes, otras de eslavos, otras de árabes) durante su existencia, ni se continúa en el tiempo; y cuarto porque la evolución social, cultural y política del Reino de Granada muestra unas diferencias muy marcadas con el reino de Sevilla y Córdoba.

Que no quieras entenderlo, pues vale. No me voy a molestar más en explicartelo.

Pd. Volvamos a pelearnos unos con otros que este hilo está perdiendo su sentido original.

Hablas de términos para justificar otros términos y, en cambio, hablas de divisiones territoriales de antaño para cagarte en las actuales. ¿No te das cuenta de lo absurdo de todo esto? A ver, según tú, ¿qué cojones significa Andalucía y por qué no se debe incluir Granada en este "término"? Pero no me vengas con argumentos terminológicos porque (sic) ni los linguistas se ponen de acuerdo.

Por cierto, lo de los vándalos hace tiempo que tus queridos linguistas lo descartaron.
 
ensaladadeestacas rebuznó:
Y la voluntad política de Granada, así como de Jaén y Almería, es de no pertenecer a Andalucía.

Si eso es así, ¿por qué siguen sus ciudadanos votando a los partidos que amparan el tongo constitucional?
 
Estoy por rellenar el hilo de fotos para que os relajeis.
 
pastanaga rebuznó:
Si eso es así, ¿por qué siguen sus ciudadanos votando a los partidos que amparan el tongo constitucional?

Porque él no habla de los ciudadanos, sino de las provincias.
 
Mencey rebuznó:
No es por joder pero una vez leí esto;

mentiras sobre el islam: Mitología española: Jamás hubo conquista árabe




COPIO Y PEGO;


LOS ÁRABES NO INVADIERON JAMÁS ESPAÑA

PRÓLOGO
LA PRETENDIDA INVASIÓN ÁRABE
CRÍTICA GENERAL
LAS FUENTES Y SU CRÍTICA
LA EXPANSIÓN DEL ISLAM
MARCO GEOGRÁFICO-LA CRISIS CLIMÁTICA
EL COMPLEJO RELIGIOSO
LA EVOLUCIÓN: CRISTIANISMO TRINITARIO
LA EVOLUCIÓN: CRISTIANISMO UNITARIO
LA EVOLUCIÓN: EL SINCRETISMO MUSULMÁN
PRIMERA ÉPOCA DE LA CRISIS REV. HISPANA
SEGUNDA ÉPOCA DE LA CRISIS REV. HISPANA
LA FORMACIÓN DE LA LEYENDA
LA EVOLUCIÓN DEL ARTE ANDALUZ
LA MEZQUITA DE CÓRDOBA
APENDICE I
APENDICE III
APENDICE IV
EPILOGO





PROLOGO
Cuando abandona el turista el Patio de los Naranjos y penetra en la Mezquita de Córdoba por el gran arco de herradura que encuadra su entrada principal, se encuentra de repente ante unas vistas insospechadas. Descubren sus ojos un bosque de columnas plantadas de modo simétrico. Sobrecogido por una atracción poderosa que le obliga a ir mas y más adelante, queda sorprendido desde los primeros pasos por el aliento de un soplo extraordinario, como si le rozara la cara el alma de este templo misterioso. A pesar suyo, he aquí que se siente arrastrado hacia un mundo desconocido, el cual podrá extraviar al irreflexivo, pero que fascina al espíritu sensible y advertido. Desconcertado, pronto comprende su incapacidad para establecer asociaciones de ideas entre estas impresiones tan fuertemente sentidas y su experiencia visual o el recuerdo de sus lecturas. Más o menos inconscientemente según su agudeza, percibe que no puede anudar relación alguna entre lo que contempla y las obras maestras de las civilizaciones antiguas de las cuales conserva en su memoria una visión indeleble: el Panteón, Santa Sofía, las góticas catedrales... Acostumbrado desde la infancia a calcular las dimensiones de un edificio desde su entrada con una mirada sencilla, en una intuición rápida, se da cuenta de su impotencia para medir el alcance de lo que ve. Si se adelanta, huyen las columnas y persiguiéndose se esfuman en el horizonte. En parte alguna descansa la vista para fijar su límite. Ninguna geometría euclidiana puede satisfacer su sentido del tacto. Le rodea el infinito por doquier, pues por todos lados se presenta la misma imagen, como reflejada por espejos múltiples.
Decidido entonces, se enfrenta el visitante con los fustes que le asedian por cualquier parte. De estilo toscano, en general de mármol blanco y liso, algunos en ónice, a veces con formas salomónicas o entorchadas, su similar altura y la elegancia de su porte dan un parecido ademán a las calles que se abren ante su vista. Aprecia inmediatamente que son diferentes los capiteles, debido sin duda a orígenes distintos. Levanta los ojos y percibe que sostienen arcos de herradura que se persiguen de columna en columna, en gesto gracioso y frívolo, sin ninguna utilidad aparente, cuando en realidad sirven de armazón para sostener el demasiado frágil conjunto.
Más alto aún, por encima de los contrafuertes sobre los cuales se apoyan los arcos de herradura, se yerguen ligeros pilares. Mantienen una segunda fila de arcos, éstos de medio punto, que soportan en la penumbra las vigas del techo y la carpintería de la techumbre. La ligereza producida por las piedras blancas alternando con ladrillos rojos del mismo espesor para componer en dos colores los arcos de herradura, la curva extremada de sus formas, la visión aérea de los dobles arcados producen una impresión inimaginable.
Asombrado se adelanta el visitante por el bosque sagrado. Sé detiene en las partes reservadas del santuario. Y, a menos que la indiferencia no traicione su insensibilidad por las maravillas del arte y por los placeres con los cuales enriquecen el espíritu, no sabrá en un principio expresar su admiración. Sólo asomará a sus labios una palabra: ¡Qué extraño! En su sorpresa, al punto surgirá de lo más hondo de su conciencia una idea: ¡ En fin! He aquí este Oriente encantador, inaccesible, mágico». Abstraído lejos de sus menesteres cotidianos, ya se siente impulsado nuestro occidental por la manía de filosofar. Reaccionando ante la magia del espectáculo, en dulce sueño se perderá su pensamiento como su mirada extraviada por entre las columnas...
¡Qué placer el poder alcanzar esta mística del Islam! ¿Tan misteriosa no la sentirían los creyentes al abandonar sus babuchas para penetrar en la mezquita, como en lo suyo le ocurre al bautizado cuando entra en una catedral, cabeza descubierta? Mas en verdad, quedando estas preguntas sin respuesta inmediata, insensiblemente se le ocurrirán otros pensamientos y el recuerdo de los árabes se entremezclará insensiblemente en el flujo de sus asociaciones mentales, sueltas ya con toda libertad. Y así, después de haber recordado con escolar dictamen la hazaña de Carlos Martel que al fin y al cabo había detenido la oleada arábiga, no podrá menos que sentir cierta admiración por esta gente que a pesar de todo había emprendido grandes empresas. Recordará los ejércitos sarracenos, conquistadores de medio mundo, cuyos descendientes se habían asentado en estas tierras del Ándalus que tan gran civilización les debía. Emocionado y acaso aturdido, quizá no se le pasará por la cabeza que también la Bética había sido el teatro de otra civilización y cuna de emperadores romanos, y que Córdoba, la ciudad de la Mezquita, lo había sido antes de los Sénecas y de los Lucanos.
Mas, ¡cuán suspenso hubiera quedado nuestro viajero si alguien interrumpiendo su soñarrera le hubiera susurrado al oído que era ya hora de despertar! Pues no habían conquistado los árabes esta ciudad y, con certeza, jamás construido este maravilloso monumento. Era la impronta en el cerebro de una enseñanza arcaica. Así, el mito de una soberbia caballería, arábiga en cuanto al jinete y a la cabalgadura, avanzando cual el simún en una nube de polvo, queda todavía fuertemente grabado en los espíritus, aunque hoy día algo descolorido por un más preciso conocimiento de la historia. Hasta nuestros trabajos, siguiendo a los analistas musulmanes y a los cronicones cristianos se había creído sin reparo alguno en la existencia de esta nube de langosta que se había abatido sobre Occidente. Como de acuerdo con este criterio habían traído dichos nómadas los elementos de una civilización que posteriormente se había desarrollado de modo sorprendente en el sur de la península, no suscitaba la Mezquita de Córdoba problema alguno. Ningún misterio traslucía. Lo que llamaba la atención del turista en su visita era el repentino contacto con el Islam, desconocido de los occidentales. Pertenecía al arte oriental la extraña belleza de tan sorprendente monumento y a la religión de Mahoma el encanto místico que desprendía.
A fines del siglo pasado empezaron arqueólogos españoles a restaurar iglesias que habían sido construidas en tiempos de los visigodos. Una de ellas, dedicada a San Juan Bautista y situada en Baños de Cerrato (Venta de Baños), había sido edificada por Recesvinto en 661, de acuerdo con una inscripción colocada en el transepto, frente a la nave principal. El hecho era indiscutible. La fecha de su construcción muy anterior a la pretendida invasión de 711, y sin embargo poseía esta iglesia soberbios arcos de herradura. Pronto se los encontró por toda la península, algunos tan bellos como los cordobeses y... no eran musulmanes. Se han hallado hasta en Francia, orillas del Loire, que de acuerdo con la tradición jamás alcanzaron los árabes. En fin, se averiguaba en nuestros días que habían existido arcos de herradura en fechas anteriores a nuestra era cristiana. De tal suerte que se podía establecer el proceso de su evolución desde aquellos tiempos remotos hasta su magna florescencia bajo los califas cordobeses.
Uno de los mitos de la historia occidental se venía abajo. El arco de herradura, cuyas curvas inverosímiles habían permitido las más extraordinarias extravagancias, no había sido traído de Oriente por los árabes invasores.
Más aún. A medida que se incrementaban los estudios emprendidos sobre el arte de la civilización arábiga, se percibía que los principios arquitectónicos empleados en la construcción de la Mezquita de Córdoba escasas relaciones tenían con el Asia lejana. Así como el arco de herradura, aparecía que estas técnicas antaño estimadas por extranjeras pertenecían a la tradición local, ibérica, romana y visigoda. Pero se complicaba el problema tanto más por el hecho siguiente:
Había sido construido este oratorio por los hombres y para los hombres. El arquitecto que dibujó los planos, no había dado suelta a su imaginación para satisfacer su capricho o su necesidad de creación artística. Sin menospreciar sus cualidades intelectuales, muy al contrario, había que reconocer sin embargo que las había puesto a disposición de una idea superior: la puesta en obra de una función para la cual había sido el templo objeto de un encargo, había sido construido y pagado. En una palabra, había sido edificado para la celebración de un culto religioso. Pero bastaba con pasearse por el bosque de sus columnas para darse cuenta de que este culto no pertenecía ni a la religión musulmana, ni a la cristiana. Pues la disposición interior de este monumento no ha sido concebida para el cumplimiento de las ceremonias prescritas por la liturgia de estas creencias.
Para decir sus plegarias en común, con sus genuflexiones y sus postraciones repetidas y hechas por todos los fieles con un mismo gesto, sólo necesitaban los musulmanes de un patio, como el que existía en la casa del profeta. Bastaba pues que el lugar, abierto a la intemperie pero cubierto por un tejado, permitiera la colocación de los muslimes en largas filas, formando un frente de tal suerte que pudieran con la vista seguir los gestos del encargado de la oración, el imán, situado ante todos ellos de cara al mihrab, aposento sagrado en donde se guarda el Corán. Por su parte, requiere el ritual católico un amplio espacio cubierto en el cual pueden los cristianos seguir el sacrificio de la misa celebrado por el oficiante. En ambos casos está fundada la liturgia en un mismo principio: el papel desempeñado por la vista en estas ceremonias. Así se explica con qué facilidad han adaptado los musulmanes las iglesias cristianas a su culto sin tener la necesidad de emprender grandes modificaciones en su arquitectura. Les bastaban escasas obras para transformar una basílica en una mezquita. Clásico es el ejemplo de Damasco en donde la sala de oraciones de la Gran Mezquita conserva aún la estructura requerida para el servicio anterior, cuando estaba bajo el patronato de San Juan Bautista. No ocurría lo mismo con la Mezquita de Córdoba. Perdidas en el bosque, las muchedumbres de los creyentes y de los fieles tuvieron sin duda alguna mucha incomodidad, los unos para seguir todos con un mismo movimiento los gestos del imán, los otros para comulgar espiritualmente con el celebrante en las distintas partes de la misa, quedando ambos ocultos por el juego de las columnas.
Por esta razón, por causa de su interna configuración, había sido finalmente adoptado el principio de la basílica por los cristianos. Pues estaba concebida de tal suerte que podía el pueblo desde todos los lugares disfrutar de un espectáculo entonces muy concurrido: ver al basileus cumplir majestuosamente sus funciones. Se impuso esta concepción arquitectónica a partir del siglo IV porque permitía a los fieles observar los movimientos y seguir las oraciones de los sacerdotes. Esto es imposible en un bosque de columnas. Ahora se entiende por qué la Mezquita de Córdoba, a pesar del sacrilegio artístico de Carlos V, jamás llegó a convertirse en una catedral, sino en una feria de pequeños altares. Por todo lo cual se deduce que tanto los musulmanes como los cristianos sólo habían sabido adaptar a las necesidades de su culto un templo que no había sido construido para las ceremonias respectivas de sus religiones.
Volveremos a ocuparnos de esta cuestión en la tercera parte de esta obra, cuando estudiemos la historia de la Mezquita de Córdoba. Por ahora es menester contestar solamente a una pregunta apremiante. Si el templo primitivo cuya interna configuración lo constituye un bosque de columnas, no ha sido construido ni para el culto musulmán, ni para el cristiano, ¿a qué rito o religión estaba destinado? ¿Cuál era el pensamiento que inspiraba el lápiz del arquitecto cuando dibujaba estas enigmáticas arquerías? ¿Qué aliento, qué llama podían unirle con el constructor? Pues, al fin y al cabo, quien paga impone su criterio. Sólo le toca al artista interpretarlo y realizarlo. ¿Qué fuerza poseía este soplo que les embargaba para que de esta colaboración surgiera una de las obras más geniales construidas por los hombres?
Nadie ha respondido a esta pregunta porque nadie, que sepamos, la había hecho. Mas no puede escamotearse: Ahí está la obra. Entonces, basta con pensar en las dificultades de concepción, de construcción y de interpretación que plantea tan extraño bosque de columnas, para apreciar que encierra un enigma histórico. Nadie hasta nuestros días se ha esforzado en explicarlo. Por nuestra parte, en las páginas siguientes nos dedicaremos a desenmarañar este misterio. Por ahora podemos solamente adelantar que esta imbricado en uno de los grandes problemas de la historia universal.
Por el alejamiento de los tiempos, por la ignorancia y la pasión religiosa, el trozo del pasado que ha visto al Islam propagarse por las orillas del Mare Nostrum ha sido sepultado como una ciudad antiquísima, bajo unos escombros imponentes, un alud de mentiras, de leyendas, de falsas tradiciones. De acuerdo con una interpretación primaria de la actividad humana, se había concebido la expansión del Islam, no como el fruto de una civilización, sino como el resultado de unas conquistas militares sucesivas y fulminantes. Idioma, religión, cultura no habían sido impuestos por la fuerza de la idea, sino con alfanjazos que habían diezmado a los guerreros oponentes y por el fuego que había aterrorizado las poblaciones indefensas. Con gran refuerzo de estampas resobadas se había descrito la invasión de Berbería, de la Península Ibérica y del sur de Francia, sin mencionar otras regiones cuyo problema no cuadra con los limites de esta obra. Ejércitos árabes en número inverosímil habían desbordado por todas partes como la oleada de un maremoto; lo que era un reto a la geografía y al sentido común. Era hora de apartar los residuos amontonados a lo largo de los siglos y destacar de este proceso las líneas generales de los acontecimientos. Sería entonces posible alcanzar el aliento que había dado tan singular vitalidad a estos tiempos oscuros, pero fecundísimos. El misterio de la Mezquita de Córdoba entonces podría quedar aclarado. Una más íntima comprensión de las resacas que a veces arrebatan a los hombres podría ser entendida. Nueva luz aclararía la evolución de la humanidad.


Es más a veces pienso que los árabes era una gran cultura y que fueron los andaluces los que los contagiaron y los echaron a perder con una mezcla que sería el moro moderno.

Es que cada vez son mas los historiadores que no hablan de consquista arabe.

La poblacion hispana se calcula en unos ocho millones de habitantes en la epoca en que los arabes llegaron a la peninsula. Como puede ser que unos 20.000 arabes y bereberes conquistaran tan rapidamente tanto terreno y sometieran a tanta gente con tampocos efectivos??

Los hispanos de la epoca no querian a los visigodos, estaban cansados de sus luchas internas y hay que recordar que los visigodos querian implantar en la peninsula el arrianismo, que ellos profesaban, cuando la poblacion era totalmente cristiana.

Asi que al final asimilaron la cultura arabe, que respetaba sus creencias pagando un impuesto. Hay muchos documentos donde se llegan a acuerdos entre la nobleza local y los arabes donde se jura fidelidad al califa, se paga un impuesto y se le respetaban todas sus pertenencias. El mas famoso es el acuerdo del conde Teodomiro, en Orihuela.
 
ensaladadeestacas rebuznó:
Pd. Volvamos a pelearnos unos con otros que este hilo está perdiendo su sentido original.

Correcto, vamos al lio!!!

ensaladadeestacas rebuznó:
Te juro que si alguna vez soy rico pongo un anuncio a doble página a todo color en Ideal "aqui está la puta Huescar" con el mapa de Granada. Y de paso La Peza, la Puebla y todos los pueblos que nadie sabe donde están.

Me parece cojonudo, y luego para celebrarlo nos vamos al don jose. Pero antes tendrias que hacer la pagina con el cerrillo de maracena, que todavia hay gente en capital que no sabe que eso es un barrio de granada.
 
Veo que nadie se anima a poner fotos de sus tapas, o que sois más paupers que Carpanta.
 
Kokillo rebuznó:
Veo que nadie se anima a poner fotos de sus tapas, o que sois más paupers que Carpanta.

Sí, lo único que falta en este hilo es llenarlo de fotos de tapas. :?

Cagontuputamadre :lol:.
 
Uncle Meat rebuznó:
Sí, lo único que falta en este hilo es llenarlo de fotos de tapas. :?

Cagontuputamadre :lol:.

Gracias por motivarme. La semana que viene ladrillos con foto. Jiji
 
pastanaga rebuznó:
Si eso es así, ¿por qué siguen sus ciudadanos votando a los partidos que amparan el tongo constitucional?

Cambie usted el "es" por el "era" que ha habido un error al escribirlo. Me refería a los representantes políticos de las provincias mencionadas enviados a discutir sobre lo que se ha dado en llamar "Andalucía".

curro jimenez rebuznó:
Es que cada vez son mas los historiadores que no hablan de consquista arabe.

La poblacion hispana se calcula en unos ocho millones de habitantes en la epoca en que los arabes llegaron a la peninsula. Como puede ser que unos 20.000 arabes y bereberes conquistaran tan rapidamente tanto terreno y sometieran a tanta gente con tampocos efectivos??

Los hispanos de la epoca no querian a los visigodos, estaban cansados de sus luchas internas y hay que recordar que los visigodos querian implantar en la peninsula el arrianismo, que ellos profesaban, cuando la poblacion era totalmente cristiana.

Asi que al final asimilaron la cultura arabe, que respetaba sus creencias pagando un impuesto. Hay muchos documentos donde se llegan a acuerdos entre la nobleza local y los arabes donde se jura fidelidad al califa, se paga un impuesto y se le respetaban todas sus pertenencias. El mas famoso es el acuerdo del conde Teodomiro, en Orihuela.

Curro, me cago en la puta, que tú tragues con todo este cuento chino inventado por los musulmanes conversos actuales y toda la cuadrilla de hijos de puta de Webislam y co. para decirnos que el islam es tan consustancial a España como el cristianismo :face:

Las cifras de árabes que llegan a España son ridículas, eso ha quedado en el imaginario popular y después pasa a los libros de la "Junta de Andalucía". Cualquier arabista se ríe de las milongas que se cuentan sobre la presencia de los árabes. Si a la caída de Granada no había más de una veintena de linajes árabes en el reino y no todos ellos están determinados que su origen racial fuera el árabe...

curro jimenez rebuznó:
Correcto, vamos al lio!!!



Me parece cojonudo, y luego para celebrarlo nos vamos al don jose. Pero antes tendrias que hacer la pagina con el cerrillo de maracena, que todavia hay gente en capital que no sabe que eso es un barrio de granada.

No me toques MARACENA que ¡¡MA-TO!! :lol:

De lo que si podría hablar usted, que seguro que conoce un montón de garitos, es de buenos restaurantes pueblerinos del norte de Granada. Me hablaron de uno en Purullena (o quizás era Guadix) que era criminal. Con el primer plato del menú ya salías rodando.

Uncle Meat rebuznó:
Hablas de términos para justificar otros términos y, en cambio, hablas de divisiones territoriales de antaño para cagarte en las actuales. ¿No te das cuenta de lo absurdo de todo esto? A ver, según tú, ¿qué cojones significa Andalucía y por qué no se debe incluir Granada en este "término"? Pero no me vengas con argumentos terminológicos porque (sic) ni los linguistas se ponen de acuerdo.

Por cierto, lo de los vándalos hace tiempo que tus queridos linguistas lo descartaron.

Para terminar porque contigo no hay manera...

La teoría de los vándalos es cada vez más desechada, cierto. En su lugar cobra cada vez más sentido el origen godo del término. Pero no deja de tener mayor importancia que determinar un origen etimológico. Nada más.

Andalucía hace referencia a un espacio administrativo y geográfico actual. Ni más ni menos. Y con anterioridad hacía referencia al espacio geográfico comprendido entre las provincias de Huelva, Cádiz, Sevilla y Córdoba.

Ni siquiera creo que exista una "cultura andaluza" o una "lengua andaluza". Pero eso que lo defiendan los interesados. Si uno ve lo que los porta-estandartes de la cultura andaluza actual intentan transmitirnos para legitimarla es "el pasado musulmán", "flamenco", "ferias urbanas", "el rocío", "sol y playa", "acento sevillano" y "semana santa". Y eso aplicado a todo lo que ahora se conoce como Andalucía. Por lo tanto permite que diga que la "cultura andaluza" no es más que la unión de tópicos y clichés sin nexo alguno y todo enfocado hacia el ocio, nada que ver con la profundidad que se le presupone al desarrollo cultural del espíritu de un pueblo. Y si eso en verdad es la "cultura andaluza" dice bien poco del andaluz.

Andalucía no surge hasta 1833 bajo una re-organización territorial que bien pudiera haber sido otra distinta (todos los proyectos posteriores de modificación de la misma contaba con la separación de Granada, Almería, Jaén y Málaga en una región autónoma llamada "Granada" en tres de los proyectos y "Andalucía alta" en uno de ellos).

Y lo mismo que se propuso esa organización territorial yo propongo otra. O al menos que los granadinos tengan conciencia de que Andalucía es un espacio geográfico y administrativo sin más. No hay nada más detrás: ni una cultura, ni una lengua, ni un pueblo "andaluz" por mucho que se empeñe la Junta de Andalucía.

Y parece mentira que como Granadino no veas el lastre que Andalucía ha supuesto para Granada desde su integración en dicha región.

Ahora, si tú me quieres decir que Andalucía es la "continuación natural de al-Andalus" y que por lo tanto Granada es "el inicio de Andalucía" por ser el último territorio de al-Andalus, pues vale. Sólo precisarte que "al-Andalus" hace referencia al término "Hispania" en su totalidad, no a una pretendida "Hispania musulmana" como algunos han interpretado erróneamente y mucho menos a "Andalucía".

Y como ya lo he dicho veinte veces y ya ha quedado claro que estoy loco, que me cago en los moros, en Mahoma y en su puta madre y me da alergia todo lo que huela a andaluz, paso de seguir con el tema.

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Si me hablas de divisiones territoriales, reorganización, propuestas, etc, ¿cuál es la realidad del ente "Andalucía"? Ya te lo digo yo: un convencionalismo como otro cualquiera. Incluso tú mismo dices que no existe cultura andaluza. Entonces, ¿por qué Granada ha de excluirse del ente "Andalucía"? :roll:
 
«El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido [...], es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. Introduciría en ella su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir su falta de mentalidad.»

Escrito por un muy joven Jordi Pujol.

HAMO.

Lo jodido es que si dentro de este texto cambias "andaluz" por "moro", "panchi", "negro" o "paki" sigue teniendo sentido.
 
rossott rebuznó:
Lo jodido es que si dentro de este texto cambias "andaluz" por "moro", "panchi", "negro" o "paki" sigue teniendo sentido.

Incluso si añades catalán, putero de travelos o bocadillero.
 
jorge-luis-borges.jpg


"Yo hubiera querido ser andaluz. Lo que nunca hubiera querido es ser catalán: los odian en España y entre los franceses se nota enseguida que son impostores".

Jorge Luis Borges.
 
En forocoches y otros antros internetiles, existe la figura del Flandaluz (Ned Flanders+andalook), reportador impenitente de cualquier ataque a su Realidad Nacional:

260v534.png


Hace un capítulo Flandaluz PL Lohzanhele der infienno style?
 
ElSapoDeLaTrancaEmpinada rebuznó:
jorge-luis-borges.jpg


"Yo hubiera querido ser andaluz. Lo que nunca hubiera querido es ser catalán: los odian en España y entre los franceses se nota enseguida que son impostores".

Jorge Luis Borges.

Yo no hubiera querido ser ciego. Jódete, Borges.
 
ultimatum rebuznó:
Lo increible es el megapotencial economico que podria tener esa comunidad bien llevada y con una población mas preparada.
Sol 305 dias al año, nieve, costa...y puente entre Africa y Europa...

Ya se intentó repoblándola con alemanes y suizos. O no se hizo el hincapié suficiente o hay algo malo en esas aguas.
 
Después de morir Franco, en Andalucía clamaban todos por la ansiada Autonomía y desprenderse del centralismo de Madrid, al que culpaban de casi todos los males de esa región.

Bueno, pues después de haber conseguido la Autonomía y llevar décadas con ella, resulta que Andalucía sigue todavía en la cola de los niveles de desarrollo y la última de Europa.

¿Pa qué cojones ha servido tanta Autonomía?.

Decían que Andalucía iba a ser la California de Europa, pero no decían de qué siglo. En lugar del XXI, era del XIX.
 
Estado
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