Afortunadamente el mal de ojo se curaba con los tratamientos que recetaba una curandera. El oficio de curandera era inherente a la España rural, se transmitía el don de generación en generación y solían ser algo así como franquicias, una por comarca como mucho.
Algo que daba mucho prestigio a los curanderos era su don de vidente, al paciente rural no le gustaba tener que explicar qué le pasaba, se le hacía embarazoso y prefería que el curandero se lo adivinara nada más entrar en la consulta.
Cuentan en mi pueblo que antes se alquilaban camiones para llevar a la gente de los villorrios de la comarca a ver a un curandero muy bueno de un pueblo cercano. Era la posguerra y los camiones hacían las veces de autobuses. El trayecto era largo y la gente de pueblo son ingenuos y extrovertidos, durante el camino, cada pasajero iba contando qué le pasaba o por qué iba al curandero.Unos por mal de ojo de un hijo, otros porque tenían una tristeza muy grande sin motivo, otros por dolores en un hombro, etc.
Cuando llegaban a su destino, uno de ellos se bajaba el primero con la escusa de que iba a avisar al curandero de que ya habían llegado, para que se preparase y todo eso. Mientras los demás pueblerinos esperaban en la caja del camión, el gancho le contaba al curandero lo que cada pasajero había dicho durante el camino. Algo así como: la mujer vieja con la verruga en la cara tiene dolores de estomago desde que murió su hijo menor, el matrimonio joven no puede concebir porque ella aborta a los 3 meses, el muchacho rubiales tiene mal de ojo según su tía, etc.
El curandero se quedaba con la copla y cuando atendía al incauto paciente le adivinaba su mal.Que si hace poco se te ha muerto un ser querido y ese dolor se te ha agarrado al estomago; toma este brebaje de semilla de aulaga. Que si vosotros no podéis tener hijos porque un familiar el día de la boda no bendijo el matrimonio y desde entonces está maldito; hay que quemar unas ramas de tamuja por el dormitorio para espantar el mal augurio. Que si una vecina, la tía Alfonsa, le echo un mal de ojo al rubiales y por eso está mustio el zagal; que se tome leche de cabra sin cocer a la puesta del sol y otra taza a la salida, los domingos dos tazas en vez de una.