Siempre tengo miedo, temo a mis antiguos profesores y a mis antiguos compañeros de clase, temo a las monjas, temo a los curas, temo a las iglesias, a las mezquitas, a las sinagogas y a los templos budistas, temo a las estatuas y a los crucifijos, temo a los negros, a los moros, a los judíos, a los sudamericanos y a los turistas, temo a ciertas películas, temo a la oscuridad, temo a las bacterias, temo a los perros y a los caballos (y a los animales en general), temo a las motos, a los coches y sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) a los camiones, temo al agua, temo a las sepias, temo a los puentes, temo a los desfiladeros, temo a los bosques, temo dormir (por temor a experimentar terribles pesadillas), temo la impresión que puedo causar a los demás, temo a los funerales, a los coches funerarios y a los cementerios, temo a las alturas y a las cotas bajas, temo a las grutas, temo a los sótanos y a los áticos, temo a la suciedad, temo a los pueblos pequeños y a las grandes ciudades, temo a los políticos y a los policías, temo a los emos, a los perroflautas, a los neo-nazis, a los canis, a los pijos y a cualquier otra tribu urbana, temo a la tele, a la radio y a internet, temo a los médicos y a los hospitales, a los dentistas y a las enfermeras, temo a los criminales y a los asesinos, temo al sexo, temo a los ancianos y a las ancianas, temo a la III Guerra Mundial. Temo a Dios y a Jesucristo, temo a la virgen María y todos los santos, temo al infierno y al Diablo, temo al purgatorio, temo a las chicas, temo a los otros chicos, temo a mis padres y a mis siete hermanos.