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No se si os han dolido las muelas del juicio. No se porqué se llaman las muelas del juicio, pero os juro que es el juicio lo que se pierde.
Dicen que es el peor dolor que puede experimentar el ser humano, peor que parir dicen las mujeres que las han sufrido, lo único que se es que es un dolor que te perfora el cerebro y se incrusta en el cráneo... es insufible, no es un dolor "seco", o que viene y va encontrando una postura idónea, no sirve nada, nada lo puede calmar, no comes, no duermes, no puedes ver la tele, no puedes pensar... es imposible concentrarte en nada que no se en ese pinchazo costante que se expande por toda la mandíbula que se esparce por toda la cara que te obliga a ir 24 horas con una mueca de estar oliendo mierda, te desquicia, te anula, no piensas, no puedes pensar ni razonar, solo existe el dolor.
Ahí estaba yo, dos días sin dormir, una caja de ibuprofeno de 600mg y media de nolotiles en menos de 24 horas + pinchazo de nolotil en el centro de salud (urgencias) y no me calmaba nada el dolor, incluso me había fumado varios porros en un intento de calmar el dolor, nada quedaba en mi de ser racional y pensante, solo sentía una rabia inmensa que ha cada segundo que pasaba iba en aumento, mi organismo no paraba de segregar adrenalina a litros, cualquier ruidito me irritaba, cualquier presencia me irritaba, me irritaba la propia existencia del mundo en si, rabia, rabia y más rabia... en esos momentos tenía ganas de matar, TENÍA LA NECESIDAD DE MATAR A ALGUIEN... en un momento de lucidez, de los que hacía días que solo tenía a ratos, me decidi´a ir a la consulta del dentista de la Seguridad Social a que me arrancasen el demonio de la boca (me habían dado cita para dentro de 5 días, pero no podía esperar).
Totalmente drogado y consumido por la adrenalina bajé de casa, en un repunte del dolor me lié a patadas con la puerta de un vecino con el que había tenido una discursión porque el muy cerdo sacaba las bolsas de basura al pasillo y lo apestaba, una y otra vez pateaba la puerta mientras gritaba que si tenía cojones las sacase ahora, lo insulté, a grito pelado, ya solo gritaba fuera de mi y golpeaba la puerta como un animal incluso con la cabeza y con cada golpe más me enfadaba, incluso empecé a llorar de pura rabia mientras gritaba hasta rasgarme la garganta. El vecino jamás volvió a dejar la basura en el pasillo.
Las puertas de las casas se cerraban a mi paso, abiertas anteriormente por vecinos cotillas y asustados, oía los cuchicheos o me los imaginaba, no lo se, lancé la maceta (que pesa 30 kilazos) contra la puerta de cristal mientras gritaba que los iba a matar a todos y llamaba al telefonillo, como un loco, diciendo que se metiesen en sus asuntos. Cuando volví estaba la policía esperando y me comprometí a pagar los daños, pedir disculpas y le eché la culpa a la medicación, no hubo denuncia por parte de los vecinos porque les caía a todos muy mal los vecinos que dejaban la basura en el pasillo.
No atiné a abrir la puerta del coche, pues el dolor me obligaba a mantener mi mano derecha presionando constantemente mi moflete, incluso iba por la calle golpeándome hasta el punto de dejarme la cara totalmente enrojecida, el picor de cada bofetada aliviaba el dolor, la quemazón insufrible de la muela, combatía el dolor con más dolor, creo que solo lo intenté durante 1 segundo, pero no conseguí abrir la puerta del coche y le solté un puñetazo a la ventanill haciéndola añicos y me lié a patadas con la puerta mientras gritaba fuera de mi, traté de buscar las llaves del coche, ahora en el interior, no lo conseguí, la ira me había matado la paciencia, más tarde descubrí que me las había guardado en el bolsillo de atras de los baqueros, me lié a hostias dentro del coche, salí, sentía la adrenalina por todo mi cuerpo, tenía que llegar al puto sitio ese de los sacamuelas, a unos 15 minutos en coche.
Me puse a correr, jamás he corrido tanto ni tan rápido, me saltaba los semáforos en rojo para los peatones, oi frenazos, pitadas y si alguien se hubiese interpuesto entre yo y mi destino, a buen recaudo lo habría matado a el y a los policías que hubiesen venido a detenerme hasta que me hubiesen matado y terminado con mi sufrimiento. Empujé a unos adolencestes con mochila tirando a varios al suelo porque ocupaban toda la calle, empujé a una pareja de viejos que iban a paso de tortuga, seguía corriendo, los pulmones me iban a estallar, el sudor corría por todo mi cuerpo, nada importaba, quería rebentar, solo deseaba no llegar y que mi cabeza y pecho estallasen llenando de vísceras a todo el mundo en metros a la redonda, llamé puta a una mujer que iba con un carrito de bebe porque ocupaba demasiada acera, la llamé puta desde que la vi de lejos hasta que la rebase, la seguí llamando puta incluso cuando ya no la veía y había cruzado varias calles, le tiré la gorra a un raperillo moro que estaba sentado en el parque con otros moros al pasar a su lado, me persiguió durante unos metros mientras les gritaba que se volviesen a áfrica, moros de mierda y otras lindeces, deseaba que me cojiesen e involucrarme en una salvaje pelea callejera, sangrienta y visceral, pero seguía corriendo.
Llegué al centro de salud donde estaba la consulta del dentista, creo que pasé más tiempo buscando las escaleras que el que habría estado esperando el ascensor, subí a la carrera, saltando los escalones de dos en dos y de tres en tres, tropecé y caí, me incorporé y el dolor que sentía en las articulaciones calmó el dolor de la mandíbula, sentí la tentación de arrojarme por el hueco de las escaleras, e incluso calculé mentalmente como tirarme para darme con todas las barandillas posibles, gracias al cansancio y al dolor, pude pensar otra vez con lucidez y continué en mi carrera hacia arriba, hacia el sacamuelas.
Me avalancé sobre el mostrador de información, recepción o lo que sea para encontrarme con la cara de terror de una charo que estaba ahí haciendo como si trabajase, empapado en sudor, con moratones en el cuerpo, con la mano izquierda con los nudillos ensangrentados y los ojos inyectados en sangre, tan solo atisbé a decir que si no me sacaban las muelas del juicio en ese mismo instante iba a matar a alguien, que estaba loco, que el dolor no me dejaba pensar, me llegó el bajón y me puse a llorar como un niño mientras lloraba, y rogaba y pedía porfavor, pero solo fue un intastante, mis lamentos balbucenado por favor iban cojiendo tono cada vez que lo decía, la tía solo me miraba asustada, las entrañas empezaban a arder de nuevo, moqueaba y lloraba, ¡POR FAVOR!, empecé a gritar y a golpear el mostrador con la cabeza, cada golpe me aliviaba, me pidió el nombre y le tiré la cartera, mientras cada vez la furia crecía dentro de mi, se me hinchaban las venas del cuello, resoplaba.
Tranquilo, tranquilo me decía, ve a la sala de espera y ahora te llamarán, corrí hacia allí, la gente se apartaba a mi paso, di unas cuatrocientas veces a la puta sala de espera, estaba atestada de gente esperando que le arrancasen algo de la boca, pero se apartaban de mi paso, se iban a las esquinas o se salían al pasillo a esperar ahí, en lo que me pareció una eternidad, una enfermera más fea que un frigorífico por detras, pero que a mi me pareció un ángel salió de una puerta y pronunció mi nombre.
Me pincharon bien de cosas, cada aguijonazo de la aguja lo interpretaba como placer, el dolor y el placer tienen una frontera muy difusa, me la sacaron, la rompieron en tres cachos, me la sacaron y me cosieron la puta encía y el alivio fue instantáneo, incluso lloré de alegría, recogí mi cartera de recepción, información o lo que fuese, les pedí perdón y les expliqué lo que me había pasado, ellos me dijeron que había tenido suerte porque había uno que no se presentó a consulta, que debe de ser algo bastante habitual en el sacamuelas y que me habían metido a mi, que me habían visto muy mal.
Jamás en mi puta vida, he vuelto a experimentar esa profunda rabia, ese odio visceral e indiscriminado, esa ansia de autodestrucción y sobre todo, ese oscuro placer que nace del dolor.