Por cierto, y a riesgo de que me baneen, os pongo algo que he leído esta mañana en otro foro. Si así no os queda suficientemente claro, mejor lo dejamos y cerramos el chiringuito. Leed despacito:
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Condena por daños morales
Tiene dos hijas con su amante y le dice al marido que son por inseminación
Un juez de San Sebastián obliga a la mujer y a su actual compañero a pagar una indemnización de 117.000 euros a la víctima del engaño
JAVIER PEÑALBA | SAN SEBASTIÁN
Un juzgado de San Sebastián ha condenado a una mujer y a su compañero sentimental a indemnizar con 117.000 euros al ex marido de ella por el grave daño moral que le han ocasionado, después de conocer que sus dos hijas no fueron concebidas mediante un proceso de inseminación artificial -tal y como el matrimonio había decidido en su día-, sino que fueron producto de las relaciones sexuales mantenidas entre la esposa y su amante.
Para entender lo que sucedió es preciso remontarse hasta 1975, cuando el afectado y su entonces novia se casaron. La pareja decidió tener descendencia, pero después de varios años sin resultados positivos se sometió en 1984 a una serie de pruebas en el hospital de Cruces. Los facultativos concluyeron que el varón era estéril debido a una enfermedad que padeció en su infancia. Ante este diagnóstico, el matrimonio, de común acuerdo, intentó realizar diversas terapias para modificar la situación y poder procrear. Nada dio resultado.
Fue entonces cuando se plantearon la posibilidad de que ella se sometiera a una inseminación artificial de donante anónimo como «solución factible para tener hijos», indica la sentencia. El dictamen judicial precisa que fue la mujer quien expresó al marido que la intervención se llevaría a cabo en una clínica donostiarra en la que ella trabajaba y que «ni siquiera hacía falta que le acompañara». En este sentido, añadió que solicitaría ayuda a algunos de los médicos del centro y que éstos se lo harían «en términos de favor, como amiga y colaboradora» que era.
El juez, haciendo uso de una expresión que ya empleó el letrado defensor de los demandados, califica de «clandestina» la fase de inseminación que la mujer propuso a su esposo. Pese a todo, él aceptó y «en su fuero interno» pensó que su pareja acudía a un centro médico para la fertilización. «Y así lo creyó en todo el tiempo que vivió con su esposa y sus hijas hasta el año 2006», en que se separaron.
Sin embargo, nada se desarrolló según lo convenido. El fallo judicial relata que la ahora condenada, «de forma totalmente unilateral», acudió a quien hoy es su actual pareja y le propuso abiertamente tener un hijo con él.
Amigos médicos
La sentencia señala que todo este proceso se desarrolló a espaldas del marido, «que desconocía totalmente la situación» y creía que su esposa realizaba una inseminación artificial por vía de unos amigos médicos. Fruto de las relaciones de la mujer, en agosto de 1989 nació la primera de las hijas. Tras el alumbramiento, el círculo familiar más cercano fue informado de que la pequeña había sido concebida por reproducción asistida. Así se lo comunicaron, por ejemplo, al hermano del marido y a su esposa, que acudieron a visitarles. «En general, para los miembros más cercanos de la familia, la situación que se ha defendido en todo momento es que las hijas nacieron por inseminación artificial», subraya la resolción.
«El engaño», afirma el juez, volvió a repetirse al cabo de unos años. La esposa reiteró al marido que iba a someterse a otro proceso de fecundación en el centro sanitario. Pero en vez de ello mantuvo relaciones sexuales con su amante y actual pareja. En agosto de 1991 nació la segunda de las niñas. Al igual que en el caso anterior, a la familia se le hizo saber que la concepción había sido por fecundación artificial.
En el transcurso de los años posteriores, el matrimonio fue distanciándose hasta que en abril de 2006 decidió separarse. Fue una ruptura de mutuo acuerdo y en modo alguno condicionada por la paternidad de las hijas, ya que en esas fechas el demandante seguía creyendo que ambas eran fruto del proceso de inseminación asistida.
17 años de engaños
Fue al poco de la separación cuando supo que durante 17 años había sido engañado. Y fue el propio padre biológico de las niñas quien le informó de los hechos. La revelación se produjo durante una entrevista que ambos mantuvieron. Los dos se conocían de tiempo atrás, ya que el ahora condenado había asesorado profesionalmente a la familia en diversas cuestiones. En el transcurso de aquel encuentro -en el que el padre le pedía consejo para la adquisición de un piso- le preguntó si veía a sus hijas, ya que éstas habían cambiado de residencia y vivían en el mismo pueblo que el asesor. Éste le respondió que sí; que, al igual que su ex mujer, residían con él porque él era el padre biológico. El demandante se quedó estupefacto.
Las hijas sabían quién era su padre biológico desde hacía varios años y, sin embargo, nunca se lo hicieron saber. Incluso, cuando todavía vivían con él, llegaron a viajar a París y a Estados Unidos en compañía de su madre y el amante. Éste mantenía una vida paralela hasta el punto de llevar a las niñas al colegio. El conocimiento de todos estos hechos hizo que el acusado comenzase a entrar en una fase de depresión, acentuada por el deseo que tenían las niñas de cambiar los apellidos que tenían por los de su padre biológico. Miguel Vallejo, psicólogo y que en el proceso ha actuado como perito, expuso en la vista que el esposo sufre un trastorno de «estrés postraumático crónico» como consecuencia del engaño. El informe pericial del experto ha sido determinante en la decisión del juez de condenar a los demandados a indemnizarle con 117.130 euros por el daño moral que le han ocasionado.
</TD></TR></TBODY></TABLE>¿Queda claro?