Pope Amunike
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- 18 Ago 2005
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Íbamos contemblado la libertad perdida en la difusa línea que separa la juventud de la madurez, limando botellas de baratp licor destilado mientras sorbíamos sorbos de idilidad.
Éramos delgados, ignorantes y alcoholicos, pero nunca nos sentimos así, éramos de acero, hormigón y diamante, éramos inmortales, éramos héroes de nuestra generación. El nuevo Kurt Kobain nos explicaba que la mejor música para acompañar un polvo era tu propia voz entonando una balada. El nuevo einstein nos largaba un sermón interminable sobre lo inutil de vaciar nuestra vida en una litrona cada noche mientras aspiraba un trapo humedecido en super-glue para expandir su mente e imaginarse un nuevo estado de la materia. ¿Y yo? Yo me pensaba que era el nuevo Che Guevara, alineado de la realidad, construyendo el futuro de la humanidad, liderando las masas en pos de la justicia, la igualdad y la verdad.
Pero todo era mentira. Kurt Kobain se llevaba una bofetada por tocarle el culo a una ninfa sobrehumana, Einstein sufría convilsiones mientras gritaba "¡¡Eureka!!" y yo robaba periódicos que se encontraban firmes y alineados como un pelotón de fusilamiento esperando al kioskero.
Éramos tres deshechos andantes, tres mierdas automotrices, tres chupitos de realidad.
Y que os den por el culo con una navaja de afeitar a todos, yo me piro de aquí. Apestáis a grasa y acné. Sois granitos de arena que os creeis poseedores de la verdad absoluta, genios incomparables, cuando no sois más que una pandilla de vírgenes a los 30 años y mediocres en todos los aspectos de vuestra vida.
Chupádmela de dos en dos y decid que sabe a sidra. Yo voy a vomitar para purificar mi cuerpo.
Éramos delgados, ignorantes y alcoholicos, pero nunca nos sentimos así, éramos de acero, hormigón y diamante, éramos inmortales, éramos héroes de nuestra generación. El nuevo Kurt Kobain nos explicaba que la mejor música para acompañar un polvo era tu propia voz entonando una balada. El nuevo einstein nos largaba un sermón interminable sobre lo inutil de vaciar nuestra vida en una litrona cada noche mientras aspiraba un trapo humedecido en super-glue para expandir su mente e imaginarse un nuevo estado de la materia. ¿Y yo? Yo me pensaba que era el nuevo Che Guevara, alineado de la realidad, construyendo el futuro de la humanidad, liderando las masas en pos de la justicia, la igualdad y la verdad.
Pero todo era mentira. Kurt Kobain se llevaba una bofetada por tocarle el culo a una ninfa sobrehumana, Einstein sufría convilsiones mientras gritaba "¡¡Eureka!!" y yo robaba periódicos que se encontraban firmes y alineados como un pelotón de fusilamiento esperando al kioskero.
Éramos tres deshechos andantes, tres mierdas automotrices, tres chupitos de realidad.
Y que os den por el culo con una navaja de afeitar a todos, yo me piro de aquí. Apestáis a grasa y acné. Sois granitos de arena que os creeis poseedores de la verdad absoluta, genios incomparables, cuando no sois más que una pandilla de vírgenes a los 30 años y mediocres en todos los aspectos de vuestra vida.
Chupádmela de dos en dos y decid que sabe a sidra. Yo voy a vomitar para purificar mi cuerpo.