Gritos y susurros:
Excelente película de Bergman que interioriza en los sentimientos de tres mujeres, dos hermanas y una críada, que acompañan a una cuarta en los últimos instantes de su vida. Como en la parábola del hijo pródigo, Bergman retrata a dos hermanas de carácteres antagónicos, la sumisa reprimida, entregada a los demás y carente de cariño, y la mimosa malcríada, deseada por todos e incapaz de amar a nadie, mediante dos excelentes y excesivos flashbacks que apuntan a sus frustados matrimonios. Por último, Bergman se centra en la críada, verdadero amor velado de la moribunda, adentrándose en las pesadillas que le corroen el alma la noche de su muerte. La hipocresía, la lealtad, la frustación, la envidia y el amor son tratados de forma sublime en esta lenta y espesa película que requiere un segundo visionado para valorar objetivamente los surrealistas flashbacks de ambas hermanas.
El silencio:
Estoy de acuerdo con lo que comenta Eire sobre lo que le pareció la película cuando la vió de chiquilín. Es un auténtico coñazo. Y eso que hasta bien avanzada engancha al espectador, pero es que hay un momento en que parece que el director se quede sin nada que contar (justo cuando se follan a la Lindblom por detrás y te da pa paja). El argumento va de dos “hermanas” (el rollo lésbico siempre presente en las pelis de Bergman) que viajan por la Alemania de después de la guerra con el hijo de una de ellas. En medio del viaje una de las dos enferma viéndose obligadas a hospedarse por tiempo indefinido en una ciudad en la que la incomunicación es el pan de cada día. La crisis entre las “hermanas” se hace patente en esta parte de la historia, con la necesidad de una de respirar aire fresco lejos de su amada y su hijo y conocer a maromos alemanes; y con los celos de la otra por no tenerla a su lado. El sexo, el deseo y el calor afloran a mitad del film poniendo palote al espectador con una Gunnel Lindblom esplendorosa en todos los aspectos. Pero vamos, que ahí se acaba la cosa. El final se hace muy largo, y el divorcio de las dos es insufrible. Estás más pendiente por ver cuando se acaba que de la película en sí. No sé, supongo que tendré que hacerme viejuno y maestro carmelita para poder apreciar la exquisitez del final. Eso si, que tenga la sensibilidad en el culo no quita que la película sea buena. Mujeres como Gunnel ya no se paren hoy en día.
Música en la oscuridad:
Bonita película de un primerizo Bergman que relata la historia de un ciego de clase alta enamorado de una criada suya que se ve obligado a degradarse socialmente a razón de su discapacidad. La película toca el tema del amor frustado en el pasado que reaparece de improviso en el presente. Los guiños a Casablanca son evidentes y elegantes. En resumen, un primerizo Bergman con gafas de pasta de mercadillo y el cinemanía en el sobaco (vamos, como Von Trier en Bailar en la oscuridad pero mejor).
La sed:
No me ha gustado. No la he entendido, demasiados personajes principales y demasiados desdibujados. No acaba de centrarse en ninguno y al final no sabes a que coño cogerte. Debería volver a verla, pero la filmografía de este director es muy larga y muy densa como para darse uno esas alegrías.