A ver, comento un poco de todo. He visto recientemente Café Lumière y ha venido a confirmar la relación de amor-odio que tengo con Hsiao-Hsien. Millenium Mambo me parece de lo mejorcito de esta década, tanto en cine asiático como en cine internacional, y Le voyage du ballon rouge me gustó mucho también. Pero esta Café Lumière me ha aburrido cosa mala, o, mejor dicho, no me ha sugerido prácticamente nada, resultándome aún más vacía y vaga que Three Times. Será que estoy saturado últimamente de homenajes a Ozu sin ser un gran conocedor de la obra de éste. Así no se puede, mea culpa por consumir pelis de forma tan desordenada.
Y digo lo de la saturación de homenajes a Ozu, porque Still Walking puede considerarse así también, y también la he visto últimamente. Es más torpe que cualquier Ozu, y vuelve la mirada sobre la misma temática, las relaciones familiares y las transmisiones culturales, sólo que vistas desde un punto de vista más moderno. Por eso me parece muy prescindible, aunque no por ello diría que es una mala película.
También he visto Suna no onna, y aunque por momentos es genial, para mí el excesivo metraje hunde un poco todo el misterio y el ambiente onírico que consigue alcanzar en la parte central. Es una película muy recomendable, pero el conflicto argumental de la prisión en medio de la nada ya está a estas alturas bastante explotado, y eso hace que se pierda un poco el interés, cosa que no es un defecto de la película, pero que como espectador no puedo evitar.
Otra cosa: hace ya bastante tiempo que le tenía echado el ojo a Seijun Suzuki, así que un día se me dió por pillarme el pack ese que venden en el Fnac, y de paso y bastante impulsivamente el pack de Shohei Imamura. De este último tan solo he visto La mujer insecto y me ha dejado bastante frío a pesar de lo arriesgado que para la época es argumentalmente. Del primero sólo puedo decir cosas buenas. Gate Of Flesh es una delicia de drama erótico; colorista, divertido y muy sorprendente. Tokyo Drifter es también una película sobresaliente, con una factura artesanal pero vibrante, con un montón de tics pop que se habrían de convertir en comunes, y otros que incorpora Suzuki a su cinta y que explota de forma genial. Y finalmente Branded to Kill, obra maestra de Seijun Suzuki y casi ya mito del cine; tal vez la mejor de las tres, la más imaginativa en cuanto a puesta en escena y montaje. Sorprende que en esta última Suzuki tomase la decisión de rodarla en B&N, después de la enorme capacidad que a mi juicio había mostrado para el uso del color en las dos pelis anteriores, supongo que la temática de cine negro lo justifica un poco. Recomendabilísimo un pequeño tour por la filmo de este señor, el pack vale la pena.