Hoy, durmiendo, o quizá en ese punto entre la vigilia y el sueño, he tenido una revelación sobre algo que lleva días dando vueltas en mi cabeza. Las causas de esto han sido varias: la principal aportación ha sido uno de mis más grandes maestros, Henri Matisse, llevo un tiempo leyendo el libro “escritos y opiniones sobre arte” digiriéndolo poco a poco, sin atropellos; el empujón definitivo me lo ha dado Bertrand Russell con algunas frases de un libro que pienso leer. El caso es que levo varios días pensando acerca del Arte así con mayúsculas, preguntándome qué es y por qué quiero ser artista, porque creo que es en este preciso instante donde debo sentar las bases de una filosofía que me ha de funcionar todo lo que me resta de vida. He entendido bastante bien como un todo de lo que habla siempre Matisse y además siento que es algo verdadero y que funciona; pero después del sueño de hoy es como si lo hubiera vivido, he asimilado con algo más poderoso que el pensamiento racional la relación entre la armonía de los colores, el ánimo de comunicar sentimientos, y la necesidad de hacerlo con sinceridad. Sé que aún quedan conceptos que entiendo pero aún no están tan dentro de mi como esto, pero hay tiempo por delante. Cuando pienso en todos los artistas que admiro y que pienso que ya puedo considerar como mis verdaderos maestros veo que les une una sensibilidad sobrehumana, que puede que yo también posea sin pulir aún y una necesidad primaria de comunicar algo que ellos consideran importante y de bien para el resto del mundo; sé que mi objetivo primordial ha de ser este aunque a veces esté tentado por el anhelo de ser reconocido y encontrar el aplauso, pero también sé que esté nunca será realmente satisfactorio, el camino está en privarte de cosas que necesitas: una especie de ayuno voluntario. Todo esto, junto con las conversaciones que he tenido últimamente con una amiga me han dado una cura de humildad.
Creo en el mundo interior de todas las personas, creo en él y quisiera hacer de ello mi leitmotiv. Me gustaría mostrárselo a aquel que no lo conoce y enriquecérselo al que aún lo intuye; esto en el mundo que vivimos es más necesario que ninguna otra cosa. Es un noble objetivo así que lo ejecutaré de la forma más sincera posible, sin caer en concesiones ni trucos ni trampas. Puede llegar a ser algo reseñable o lo más ridículo que se me ha ocurrido, sólo el tiempo lo dirá.